Francia

Momento critico: el Senado aprobó la reforma, pero los burócratas de
la
Intersyndicale siguen sin declarar la huelga general reconductible

¿Adónde va Francia?

Por Ramate Keita
Desde París para Socialismo o Barbarie, 23/10/10

Después de asistir, en estos días, a una asamblea de los ferroviarios de la estación Saint Lazare, puedo muy bien imaginar a la clase obrera francesa tomando el poder y dirigiendo el país. Cada uno tomaba la palabra tranquilamente y con confianza. Hablaban los obreros de base de todos los sindicatos de la estación, de la CGT, Sud, FO, CFDT, Unsa. Sin ninguna agresividad y seguros de si mismos, votaron a la unanimidad la continuación de la huelga. Además votaron también la constitución de un comité de organización de la huelga formado por trabajadores sindicalizados y no sindicalizados, una tradición que viene de las luchas de 1995.

Algunos viejos trabajadores de la CGT se opusieron pero eran una pequeña minoría. Los votos los contaba un trabajador que tocaba a cada votante para que bajara el brazo. Antes habían hablado en la asamblea maestros, estudiantes universitarios, liceístas y carteros que apoyaron a los huelguistas y que trataban de que en sus frentes de trabajo se votara otro día de huelga. Al final, todos aplaudieron y cantaron la Internacional, con el puño en alto.

Esta es una escena que se repite en muchos lugares desde hace dos semanas. Admiramos la calmada determinación los obreros cuando deciden entrar en la lucha contra el gobierno. Se nos dirá que solo del 30 al 40% de los ferroviarios hacen huelga. Pero los activistas recordaron que eran menor en 1995, cuando la huelga de los trenes, metros y buses paraliza el país durante 3 semanas, y lograron echar abajo el proyecto neoliberal del primer ministro Juppé, derrota de la que ese señor no se ha recuperado todavía. Este fue unos de los primeros ataques neoliberales contra los trabajadores franceses.

La clase obrera va acumulando experiencias, sus activistas tienen cultura política, y también, al calor de la lucha, hay una recuperación de la democracia obrera. La burocracia sindical de la CGT es mucho más débil que hace 15 ó 20 años, tiene que aparentar querer luchar para no perder completamente el prestigio y el control. Cada día más militantes sindicales rompen con la CGT y parten para otro sindicato más pequeño, Sud, menos burocratizado y aparentemente más radical.

Lo importante en este proceso son esas tendencias a independizarse del control burocrático, lo que implica, por un lado, actuar desbordando los diques con que la burocracia quiere contener el movimiento. Por otro lado, en esta lucha y acción independientes, se esboza un nuevo movimiento obrero, una recomposición que delinea estructuras y formas de acción superadoras de los marcos burocráticos, estructuras de lutte-de-classe, como se dice aquí. Es decir, para el combate de clase contra clase, y no para la colaboración con las patronales y el gobierno de turno.

Las “asambleas interprofesionales” por ciudad y barrio

Los trabajadores han montado asambleas interprofesionales por ciudad o barrio. Quizás lleguen a formarlas por región, podrían llegar hasta una gran asamblea nacional de trabajadores.

¿Cómo se forman las “interprofesionales”? Generalmente la gente comienza a reunirse en torno a un sector de punta en la lucha, por ejemplo los trabajadores de las refinerías, o de las estaciones de tren.

De esta manera han venido desbordando a la burocracia sindical, que se ha visto obligada a llamar a otras jornadas de manifestaciones, pero cuidándose de no convocar a la huelga general indefinida “reconductible”.[Ver "Reclamos en el movimiento obrero por huelga general indefinida - ¿Hacia un cambio en la situación de la lucha de clases?", por Ramate Keita, SoB, 10/10/10] Se ha desatado una ola de solidaridad con los huelguistas, hay innumerables iniciativas para juntar dinero para que ellos y sus familias aguanten una huelga larga. La traición de la burocracia sindical es clara también en este aspecto: Una central multimillonaria como la CGT no ha puesto sus fondos al servicio de los que se movilizan, ni ha hecho una campaña financiera para ayudar a los que hacen huelga.

Crisis política: los trabajadores y el pueblo no soportan más este gobierno

El proceso que comenzó por la lucha contra el proyecto de gobierno de aumentar la edad de la jubilación para recibir pensión completa, término por unificar a todos los explotados.

El sentimiento de odio ya existía. Estallaron las primeras huelgas y acciones, nos vimos las caras y comprendimos que sentíamos lo mismo. Los que no podían ponerse en huelga por su aislamiento, muestran su simpatía con las luchas, aunque causen molestias inmediatas. El rechazo al gobierno es general, a pesar de las mentiras con que nos bombardean por radio, televisión y prensa. Hasta las encuestas lo reconoce: más del 70% de los franceses ven con simpatía las huelgas y 69% quieren que el movimiento continúe.

La salida masiva de los estudiantes y liceístas, cada vez más numerosos en las movilizaciones, describen muy bien la situación. Lo de las pensiones fue sólo la gota que derramó el vaso. Ya estaban hasta el borde con las pocas perspectivas de empleo para la juventud, con el deterioro de las condiciones de estudio, el desempleo de sus padres, etc, etc. Otros jóvenes dicen que lo que más los enfurece es el mismo gobierno, soberbio y autoritario, que desde hace meses no cede ante la movilización.

Recuerdan la lucha contra el CPE (Contrato Primer Empleo) del 2006, que los jóvenes tiraron abajo después de haber sido aprobado en el parlamento. Gritan a los adultos que no se preocupen, que ahora todos derrotaremos el proyecto del gobierno.

Como los trabajadores, los jóvenes se baten por conservar las conquistas de la posguerra. Es que todos saben que esto no termina aquí. Después del régimen de pensiones, el estado va a atacar la seguridad social universal. Ya el deterioro de los hospitales lo demuestra, quieren imponer la medicina privada a la yanqui. Y después atacarán las ayudas y subsidios a los desempleados y las familias. Quieren que volvamos 100 años atrás en nuestras condiciones de vida.

Así quieren hacer “competitiva” la economía capitalista francesa en el mercado mundial y seguir garantizando a los bancos y grandes empresas ganancias siderales en medio de la crisis mundial y el estancamiento de Europa.

Un combate de clase contra clase

En estos últimos días el enfrentamiento entre el gobierno y los huelguistas aparece claramente como un combate de clase contra clase. Los trabajadores amenazan al gobierno públicamente y este responde mandándoles la policía.

Ayer, viernes 22, el gobierno tomó la refinería de Grandpuits, cerca de Paris. Mandaron la policía a levantar el bloqueo de los trabajadores y de los piquetes que habían ido a solidarizarse. Tres obreros de la CGT resultaron heridos. Oímos por la radio a los trabajadores expresarse con cólera: “¡Gobierno de fascistas, dictadura! ¡No respetan el derecho a huelga!”

Ya el país había pasado varios días con penuria de gasolina por la huelga de las refinerías y el bloqueo de los chóferes de camiones. Sarkozy estaba muy ridiculizado porque desde el principio había asegurado que nunca faltaría la gasolina. Ahora obliga a los trabajadores a trabajar militarizándolos con una ley de “defensa nacional”. Los sindicatos de base de los trabajadores van a tribunales denunciando que no es el caso ya que no hay ninguna guerra, que es simplemente un ataque contra el derecho de huelga. El tribunal les da razón, pero el gobierno vuelve a obligarlos bajo amenaza de prisión. Los sindicatos vuelven a denunciar al gobierno… compás de espera hasta el fin de semana.

Trabajadores, pensionados, estudiantes organizan también blocajes de autopistas. Viene la policía y desbarata el bloqueo. Pero se vuelven a reunir para bloquear otro punto.

Momento critico: ¿como seguir después de que el Senado aprobó la reforma?

Todo el mundo sabía que los senadores iban a aprobar la reforma tan combatida. La votaron 177 contra 153. El número es sorprendente, puesto que hay sólo 80 senadores de oposición. Esto refleja el grado del repudio social, porque el Senado es una instituciones más reaccionarias del estado burgués y del régimen de la V República.

Ya los trabajadores habían advertido que el voto en la Asamblea y el Senado no detendría la movilización. Pero los burócratas de las confederaciones buscan calmar la situación, aunque no lo reconozcan abiertamente. La Intersyndicale, en vez de declarar formalmente la huelga general reconductible, que de hecho ya ha comenzado sin ellos, sigue llamando a acciones aisladas para ver si la gente finalmente se cansa.

Así han convocado a dos nuevas “jornadas de acción” el 28 octubre y el 6 de noviembre. Con esas jornadas quieren hacer el "entierro digno" del movimiento. Van a aprovechar los días de la Fête de la Toussaint (Fiesta de Todos los Santos) para tratar de enfriar las cosas, también a los estudiantes porque hay vacaciones.

Me parece, sin embargo, que estas maniobras no enfriarán a los trabajadores ni a los jóvenes en lucha. El sentimiento general es que la movilización recién esta comenzando. Pero, de todos modos, representa un peligro porque a la acción del gobierno se suma el pérfido accionar de los burócratas sindicales, en espacial los de la CGT y CFDT.

Pero el voto puede desencadenar un estallido de rabia y que las cosas vayan a un enfrentamiento aun mayor, llegándose a una verdadera rebelión con huelga general.

Al mismo tiempo, la lucha se vuelve aún más política contra el gobierno y también contra el régimen, que toman estas medidas tanto contra los intereses como contra la voluntad manifiesta de la inmensa mayoría. No hay posibilidad de lograr nada, si no se cuestiona la legitimidad del gobierno y de las instituciones que votan este atropello a la inmensa mayoría. ¡La más grande tarea democrática y al mismo tiempo de clase, hoy es tirar abajo ya a Sarko y la V República! ¡Que se vayan todos, ya!

Aunque esto no esté aun muy claro en la cabeza de la mayoría del pueblo, todos sentimos que no podemos aguantar este gobierno hasta 2012 (año de elecciones presidenciales y parlamentarias), como quisieran los socialistas, comunistas y otros partidos de “izquierda”, y también los burócratas de la Intersyndicale.