Cursos
de verano
Capitalismo
y patriarcado: matrimonio por conveniencia
Por
Inés
Socialismo o Barbarie, periódico, 23/03/06
La
comprensión de que el marxismo revolucionario debe pensar
permanentemente la vigencia de las elaboraciones clásicas, así como
su actualización respecto de los cambios de la lucha de clases y de
la configuración del capitalismo contemporáneo, es lo que guía
nuestros esfuerzos en el estudio y la formación, como parte de las
herramientas de los revolucionarios para combatir al capitalismo.
Parte de esto es la elaboración que hemos iniciado acerca de la
ubicación de la lucha específica por la emancipación de las mujeres
en el marco del capitalismo. Como parte de los cursos de
formación del verano, realizamos un taller sobre la opresión de género
el fin de semana del 4 y 5 de marzo, del que participamos alrededor de
30 compañeras y compañeros.
Tomamos
la cuestión de la liberación de la mujer como un aspecto de nuestra
militancia cotidiana y a partir de nuestra participación en las campañas
por el derecho al aborto legal, gratuito y seguro, en la campaña por
la libertad de Romina Tejerina, en nuestra participación en los
Encuentros de Mujeres.
Nuestro
esfuerzo también es para comprender cuál es la relación entre al
capitalismo y el patriarcado como dos sistemas que no son exactamente
lo mismo, por origen histórico y por funcionamiento, pero que son
mutuamente dependientes.
El
taller se organizó a partir de una introducción general sobre la
historia de la “mitad invisible”, para destacar la visión
patriarcal de la historia oficial que se ha encargado de hacernos
creer que la historia de la humanidad se reduce a la historia del
“hombre”. Esta historia sesgada soslaya, por ejemplo, que uno de
los inventos más cualitativos en la historia de la lucha por la
supervivencia y la relación con la naturaleza, la agricultura, fue
centralmente femenino.
Los
ejes sobre los que armamos el taller fueron: a) origen histórico de
la opresión de la mujer, y b) relación entre capitalismo y
patriarcado. Quedó como tema para futuros talleres la relación entre
sexo, sexualidad y género y cuál es el lugar de la opresión a las
minorías sexuales en la lucha contra el capitalismo patriarcal.
Sobre
el origen histórico de la opresión tomamos por supuesto el libro de
Engels El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.
Este texto clásico es insoslayable, ya que todo el feminismo discute
con o contra Engels. Para nosotras, la piedra fundamental del análisis
sigue siendo totalmente vigente, en el sentido que está demostrado
que hay una relación histórica en la aparición de la opresión
hacia las mujeres cuando comienza la propiedad privada de los medios
de vida, es decir, cuando una parte de la sociedad vive del trabajo
que realizan los otros, y con la aparición y desarrollo del Estado
como aparato que garantiza esa explotación.
La
familia patriarcal, dice Engels, es la derrota histórica del sexo
femenino. En la familia la mujer es el obrero, la esclava que está
atada a las tareas de reproducción de la fuerza de trabajo, tarea que
es gratuita y que se convierte en su lápida.
Complementamos
el trabajo de Engels con la actualización de la periodización de la
historia humana que hace la antropóloga marxista Kathleen Gough sobre
las sociedades cazadoras recolectoras, las sociedades agrícolas y
finalmente las sociedades de clase con Estado.
Por
otra parte, analizamos el lugar del trabajo doméstico en el
funcionamiento del capitalismo a partir del análisis sobre este
debate que realizan Paloma Uría, Empar Pineda y Monserrat Oliván en
“Capitalismo, patriarcado ¿trabajo, plusvalía?”. Sobre el debate
de algunas feministas que ven al trabajo doméstico como una rama de
la producción capitalista, las autoras señalan que el trabajo doméstico
es funcional al capitalistmo. La burguesía se “ahorra” el gasto
de reproducción de la fuerza de trabajo, a partir del trabajo privado
realizado por las mujeres en el hogar, trabajo que no es parte de la
producción social, pero que es necesario para su funcionamiento.
En
el segundo eje pusimos en tensión las posiciones del feminismo burgués,
que no ve la relación entre la opresión de las mujeres y la
existencia del capitalismo. Si bien hay muchas líneas dentro de las
feministas burguesas, básicamente consideran que se puede terminar
con el patriarcado dentro del sistema capitalista, consiguiendo la
“igualdad” de las mujeres, por ejemplo, en el acceso a los puestos
de trabajo con igual salario, en ocupar puestos dentro de los
gobiernos burgueses, en ser presidentas de empresas. Parte de ellas
suponen que la llegada de Michelle Bachellet al gobierno chileno es
progesivo sólo por el hecho de que es mujer, sin importar qué política
representa.
En
el otro polo están los análisis de la izquierda tradicional que sólo
ve el problema del capitalismo, y niega toda especificidad de la lucha
de las mujeres. Esta concepción sostiene que las relaciones burguesas
subsumen toda otra relación y la vuelven secundaria. Como la relación
fundamental de la sociedad es la explotación de los burgueses sobre
los trabajadores y las mujeres pertenecemos a una u otra clase, ésa
es nuestra ubicación y no hay problemas específicos. A lo sumo se ve
la cuestión de la mujer como un problema de orden puramente “ideológico”,
que no tiene ninguna raíz material, y que por lo tanto la lucha por
la emancipación de la mujer se reduce a la lucha por el socialismo.
Para
este debate incorporamos un capítulo de La revolución traicionada
de León Trotsky, donde se demuestran las grandes conquistas que
significaron para las mujeres rusas la toma del poder en octubre de
1917. Rusia fue el primer país que concedió el aborto legal y
gratuito. Y más aún, se dieron pasos importantes hacia la
socialización del trabajo doméstico, paso ineludible para romper las
cadenas que atan a las mujeres, sobre todo las mujeres obreras. El
estalinismo y la burocratización de la URSS fueron un retroceso en
todo sentido para las condiciones de la transición hacia el
socialismo, y esto se verificó también en que Stalin promulgó en
1930 una ley de familia que volvía para atrás todo el terreno
conquistado en materia de socialización del trabajo doméstico. En
1936 se volvió a prohibir el aborto, con el argumento de que ya en el
socialismo las mujeres podían disfrutar las mieles de la maternidad
sin penuria económica.
Nuestras
conclusiones sobre estos debates, someramente, tienen que ver con
ubicar la relación del capitalismo y el patriarcado como una relación
de mutua dependencia. El sistema patriarcal, anterior al capitalismo,
garantiza la opresión de todo el sexo masculino sobre todo el sexo
femenino para perpetuar el acceso desigual a los medios de producción
y dar un lugar de segunda a las mujeres en todas las sociedades de
clases hasta la actualidad. Por su parte, el capitalismo, que instaura
la división de la sociedad en dos clases centrales antagónicas, la
burguesía y el proletariado, se sirve del patriarcado para poder
funcionar y existir. Esto es, el capitalismo necesita que las mujeres
estemos oprimidas para garantizarse la reproducción sin gasto de la
fuerza de trabajo. Por otra parte, el primer ejército laboral de
reserva lo constituimos las mujeres, las primeras en sufrir la
desocupación, la mayoría de los indigentes del mundo. Al mismo
tiempo, el capitalismo se sirve de la condición de inferioridad de
las mujeres, convertidas en objetos sexuales al servicio del goce
masculino, prohibiendo en casi todo el mundo que controlemos nuestra
sexualidad. Para esto prohíbe el aborto y nos cercena el acceso a los
métodos anticonceptivos, lo que afecta en primer lugar a las mujeres
pobres. Nos somete a condiciones de violencia y abuso tanto en el
matrimonio como en el trabajo y en la calle.
El
capitalismo, entonces, es patriarcal. Es decir, no es posible terminar
con la opresión de las mujeres bajo el capitalismo. Para dar la lucha
hasta el final por la liberación de las mujeres hay que terminar con
el capitalismo. Al mismo tiempo, el fin del capitalismo no garantiza
automáticamente el fin del patriarcado, como queda demostrado en la
experiencia de la revolución rusa. El combate por la liberación de
las mujeres se da junto con la lucha por la emancipación de todos los
explotados y oprimidos. Y es central a la hora de plantearse una lucha
sin cuartel contra el capitalismo, porque el patriarcado es uno de los
pilares sobre los que se sostiene la burguesía para dominar y reinar,
para mantener el mundo a su imagen y semejanza.
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