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Cuadernos de Formación Marxista Nº 1 - Obras de Karl Marx

00 - Presentación

Por Marcelo Yunes

Por primera vez en bastante tiempo, el MAS tiene la oportunidad de presentar a sus miembros y simpatizantes un material orientado al estudio y la formación basado en textos clásicos del marxismo. En esta ocasión, se trata de una selección de trabajos escritos por Karl Marx entre 1843 y 1845, cuya relevancia sólo no se ha deslustrado con el transcurso del tiempo, sino que cobra en la actualidad, si cabe, una vigencia insospechada.

Más adelante intentaremos fundamentar este concepto; sólo adelantamos aquí que consideramos de una importancia difícil de exagerar el comenzar -o reiniciar- un abordaje serio y sistemático de las obras capitales del marxismo revolucionario, y en primer lugar las de su fundador.

El actual momento del país nos muestra un medio social y una situación de la vida cotidiana que son completamente adversos al intento de encarar seriamente la formación. Desde la decadencia del pensamiento crítico (y del pensamiento a secas) en ámbitos como el universitario, hasta la desastrosa situación laboral, que impide a la mayoría planificar días, horarios, etc., hay un cúmulo de obstáculos que requerirán de cada uno de nosotros un esfuerzo adicional.

No obstante, no está de más volver a recordar que existe casi unanimidad en nuestra organización en cuanto a darle a la tarea de formación una jerarquía al nivel de una de las tres más importantes del período. Considerando que se trata, a su vez, de un tema de larga postergación, creemos urgente empezar a alentar y resolver pasos y medidas concretas.

Como parte de ellas, entonces, es que presentamos este folleto, que presenta como atractivo adicional la recuperación de textos que no por haber sido relativamente poco transitados dentro del movimiento marxista revolucionario dejan de aportar un inmenso y riquísimo conjunto de reflexiones teóricas.

La crisis de la perspectiva socialista

El momento histórico que vivimos se caracteriza, entre otras cosas, desde el punto vista ideológico, por una apabullante presencia de un discurso que presenta al capitalismo en su versión democrática liberal como el régimen que ha pasado la prueba de la historia, que puede admitir matices (neoliberal a ultranza o "tercera vía", "anglosajón" o "renano"), pero cuyo cuestionamiento radical queda desmerecido ante la caída "definitiva" del proyecto socialista (identificado a su vez con los regímenes stalinistas).

Podemos lamentarnos por esta maniobra ideológica tramposa, pero es imposible pasar por alto dos elementos que probablemente merecen ser elevados a la categoría de hechos:

- Para la inmensa mayoría de las masas trabajadoras y populares, el socialismo (en sentido más difuso y a la vez abarcador) ha desaparecido como alternativa real del espectro político-ideológico (entiéndase: eso no significa que eran todos socialistas, sino que el socialismo era visto como dueño de un lugar que ya no tiene y de un perfil que ha caído en descrédito).

- Quienes venimos del movimiento trotskista no somos completamente ajenos al derrumbe de parte de la tradición stalinista y burocrática. Queda claro que, sin tener, por supuesto, nada que ver con las barbaridades del "socialismo real" -y de haber sido, en realidad, sus más agudos críticos-, es innegable que no logramos, en general, que amplios sectores nos vieran como una opción diferenciada. Y, lo que es más serio, tenemos que reconocer que alguna parte (cuál y cuánta, es y será materia de discusión) de nuestro arsenal teórico-político reflejaba, con todas las mediaciones que se quiera, la tremenda presión que significó el peso de los aparatos stalinistas en todo el mundo durante casi 70 años.

Todo esto se pone de manifiesto en el inmenso debate ideológico y teórico que se ha abierto en la izquierda mundial alrededor de qué hacer con la crítica al capitalismo. Mientras que muchos (la mayoría) optan por conformarse con "lo posible", que es, según ellos, "humanizar" al capitalismo, otros se aferran dogmáticamente y contra toda evidencia a las viejas teorías (el caso de muchos stalinistas... y muchos trotskistas). Queda, entonces, otra alternativa, abonada por muchos compañeros y organizaciones (la mayoría de las cuales probablemente ni conozcamos) de la que el MAS y Nuevo Curso son parte: la de levantar más alto que nunca la bandera de la revolución socialista, pero aceptando que estamos en condiciones nuevas, que exigen una revaloración, una reevaluación y una reflexión sobre todo el corpus socialista que deben ser profundamente abiertas y críticas. Y que deben considerar todos los aspectos: desde los fundamentos teórico-filosóficos hasta la práctica militante cotidiana de las organizaciones revolucionarias, pasando por las formas de hacer política en el movimiento de masas.

Este es el sentido más general de lo que hemos dado en llamar relanzamiento de la perspectiva socialista, o de la batalla por el socialismo. Y es desde este punto de vista que el estudio sistemático de Marx, el fundador de esa perspectiva como alternativa para la clase trabajadora, tiene mucho que decirnos. Cosas que debemos refrescar, cosas que debemos repensar... y cosas que debemos aprender.

Y en este último aspecto incide un elemento que hace a nuestra especificidad como corriente dentro del movimiento trotskista. Si bien el mismo Moreno no era en absoluto un teórico insignificante -para los cánones de la IV Internacional-, es un hecho que, por las razones que fuere, nuestra corriente, en particular a partir del proyecto LIT - MAS, no tuvo una política sistemática de formar teóricamente a sus cuadros y militantes, o la tuvo en todo caso en menor medida que otras vertientes del trotskismo. Es un hecho también que la mayor parte de los esfuerzos en ese sentido se volcaban sobre la tradición teórica de Lenin y Trotski, muy por encima de la de Marx. Y además, el mayor énfasis estaba siempre en las conclusiones táctico-estratégicas por sobre la reflexión teórica propiamente dicha. Tomando en préstamo términos de la epistemología, nuestra formación acentuaba mucho más el marxismo "aplicado" (según las necesidades del momento) que el marxismo "de base" (asimilación teórica sin utilidad política inmediata).

Por eso, y sin que implique ningún juicio de valor (y menos definitivo) sobre el corpus teórico leninista y trotskista, parece haber bastante acuerdo entre nosotros en la imperiosa necesidad de encarar un plan de trabajo serio, sistemático y lo más profundo posible sobre la obra de Marx. Porque así lo sugieren nuestros déficits de formación teórica y porque así lo exigen las nuevas condiciones históricas creadas a partir del derrumbe de los estados burocráticos y el nuevo orden de la mundialización.

Criterios para enfocar el estudio de Marx

No es ninguna novedad, visto en general, proponer un estudio sistemático de la obra de Marx. De hecho, infinidad de corrientes y agrupaciones políticas o no políticas se han planteado ese objetivo. En consecuencia, es necesario empezar por definir cómo concebimos la obra de Marx, desde qué lugar se va a hacer el abordaje y con qué criterios se va acotar y seleccionar ese inmenso paquete que es el conjunto de los textos marxianos publicados (para no hablar de la obra inédita).

Es necesario hacer una precisión, con todas las precauciones y matices del caso: nuestra ubicación frente a la obra de Marx es la de marxistas revolucionarios militantes, lo que plantea obvias diferencias con la ubicación de un investigador, un académico o un ensayista. Que son perfectamente respetables y necesarias (vale la pena aclararlo, dado que muchas veces nuestra ignorancia nos condujo a la pedantería de despreciarlos o ignorarlos, asestándoles el mote de "charqueros"), pero es indudable que nuestro lugar no es ése. Y esto tiene consecuencias: tanto en lo que hace al plan de trabajo concreto como en cuanto al recorte temático y de textos que ineludiblemente hay que hacer.

En ese sentido, ser conscientes de nuestra ubicación nos plantea un doble desafío: por un lado, no repetir un error frecuente en el trotskismo y en nuestra corriente de "instrumentalizar" el estudio, dándole un sesgo inmediatista y funcional a un objetivo político circunstancial. Y por el otro, evitar que la tarea se transforme en un ejercicio escolástico de hermenéutica marxiana totalmente divorciado de las necesidades de la organización y de la realidad, de la vida política y de la vida a secas.

Insistimos en lo que debe ser el objetivo central y estratégico: una formación sólida, seria, respetuosa al máximo de su especificidad, estricta y no chapucera sobre los textos y obras fundacionales de la perspectiva socialista. Pero no como una meta filosófica individual ni para ganar una beca, sino para cimentar una práctica de militantes revolucionarios. Que no puede ni debe ser ciega, voluntarista o de tracción a moral, sino que debe tener como su cimiento la comprensión y elucidación del funcionamiento de la sociedad capitalista y de su crítica radical.

Una obra y un pensamiento integrales

Ya se ha dicho que son legión los grupos de estudio y los textos publicados sobre la obra de Marx. No obstante, lo más usual es encontrarse con algún tipo de parcelación, compartimentación, fragmentación o periodización más o menos arbitraria de esa obra. La ciencia social burguesa se ha encargado en forma prolija de una tarea de desguace del aparato conceptual de Marx, aislando sus partes y estableciendo finalmente una conclusión por lo general respetuosa pero negativa. Desde el marxismo, en las últimas décadas hemos asistido a sucesivas oleadas o modas intelectuales en cuanto a la interpretación de la obra de Marx, casi siempre enfatizando en forma unilateral un elemento para oponerlo a los otros (negando su existencia o su relevancia).

Así, han pasado el marxismo "humanista" de un Sartre, irreconciliable con el marxismo estructuralista "científico" de un Althusser que veía una "ruptura epistemológica" entre el Marx juvenil y el maduro. Claro que los existencialistas sartreanos tenían ciertos vasos comunicantes con el marxismo hegeliano "culturalista" de la Escuela de Frankfurt, y, a su vez, los althusserianos no hacían tan malas migas con los marxistas "positivistas" como Della Volpe, con quienes tenían en común su cientificismo y su rechazo a Hegel, etc.

Frente a esta pelea de escuelas filosóficas y corrientes políticas por aferrarse al pedazo de Marx más afín a sus postulados, es atinado recuperar un concepto planteado por varios estudiosos serios de Marx: el de "Marx integral".

En efecto, lo más correcto es tomar el pensamiento de Marx como una unidad, un todo integrado, donde no se pueden desechar alegremente porciones o regiones enteras sin que se resienta todo el andamiaje intelectual. Lo cual no implica que esa integridad haya brotado completa de la nada y se haya mantenido siempre igual a sí misma; es evidente que ha habido evolución, desarrollo, etapas, estructuras de pensamiento provisorias luego reemplazadas por otras superiores, etc. Esto es particularmente visible, como lo pone de manifiesto Enrique Dussel, en la construcción de las categorías para lo que luego sería El Capital.

Lo que interesa resaltar aquí es que sería un tremendo error dar por buena la parcelización burguesa del pensamiento de Marx y hablar del economista, el filósofo, el soció-logo, el antropólogo, el "científico puro", el político revolucionario, el periodista o el estudioso. No sólo por la obvia -aunque no trivial- razón de que se trata de la misma persona, sino por un motivo profundo: no hay "material de descarte" o de mera formación en la obra de Marx, ni es posible aislar un "pensamiento económico" de una matriz filosófica y de una perspectiva crítica hacia el conjunto del funcionamiento de la sociedad capitalista como un todo. En palabras de Adam Schaff, "es imposible comprender la forma madura del socialismo científico si no se lo concibe como la corporización de los ideales que Marx reverenció desde su juventud, y si su análisis científico no está iluminado por el humanismo socialista".

Acerca de la presente selección

Tomando en cuenta estas consideraciones, parece entonces ineludible un recorrido al menos parcial sobre los textos de fundación -y no sólo en sentido cronológico- del marxismo. De entre esos textos se han seleccionado, como ya adelantáramos:

1) El primero y más extenso de los dos capítulos de La cuestión judía, trabajo redactado entre agosto y noviembre de 1843 y publicado en los Anales franco-alemanes (Deutsche-Französische Jahrbücher) en 1844.

2) La Introducción a la Crítica de la filosofía del derecho de Hegel, escrita a fines de 1843 y también publicada en 1844 en los Anales franco-alemanes, fue pensada como presentación a la crítica hecha por Marx a la filosofía política de Hegel. Ese cuerpo principal quedó en estado de manuscrito (casi como comentarios al texto) y se publicó recién en los años ‘30 del siglo pasado.

3) Tres apartados de los Manuscritos económico-filosóficos de 1844, también llamados Manuscritos de París; uno del primero (El trabajo enajenado) y dos del tercero y último (Propiedad privada y trabajo y Propiedad privada y comunismo). Esta obra fundamental de Marx permaneció desconocida incluso para los marxistas hasta 1932, año en que el monumental trabajo de Riazanov de revisión y exhumación de textos inéditos de Marx y Engels se plasmó en la edición de este material. La polémica que introdujo en las filas del marxismo fue inmediata y se sostuvo a lo largo de décadas, con posiciones que van desde su celebración como cumbre de la versión humanista del marxismo hasta su rechazo in limine por la misma razón.

4) Finalmente, reproducimos las telegráficas, pero profundas y de interpretación en ocasiones ardua, Tesis sobre Feuerbach (1845), que condensan en una síntesis extraordinariamente densa las conclusiones del estudio y crítica por parte de Marx de la filosofía alemana de su tiempo; conclusiones que abrirán camino a las primeras formulaciones de lo que luego se dio en llamar materialismo histórico.

No es nuestra intención aquí siquiera intentar un repaso de los principales aspectos conceptuales de estas obras. Sólo señalaremos que están presentes todas las preocupaciones que teñirán la ulterior evolución del pensamiento de Marx, e incluso temas que no volverán a ser desarrollados in extenso en su obra posterior. Si esto se debe a que los consideraba suficientemente saldados o a un desplazamiento a otras problemáticas, es materia de discusión. Pero todos aquellos que quieran profundizar en las bases mismas de la crítica radical, científica y revolucionaria de Marx al Estado, la sociedad y el pensamiento burgueses, tienen en estos trabajos "juveniles" una inmejorable puerta de ingreso.

Sin la menor pretensión de exhaustividad en la enumeración, digamos que los lectores encontrarán aquí agudos desarrollos -sobre muchos de los cuales hemos hecho en nuestra corriente escasa reflexión- acerca de tópicos tales como el carácter de la política y del Estado; su relación con la sociedad civil; la cuestión de los derechos humanos; la opción por el proletariado como clase revolucionaria; la alienación; la sociedad comunista y diversos aspectos de la filosofía marxista.

En consecuencia, es lícito afirmar que estas obras representan un primer y necesario paso en el abordaje del conjunto de la obra de Marx, que continuaremos más adelante con los textos mal llamados "económicos".

Adicionalmente, sería muy conveniente (por no decir casi imprescindible) no encarar los textos desde la ignorancia total, desde nuestras lecturas previas o desde nuestros prejuicios -opciones que pueden coincidir-, sino tomando como referencia ciertos textos-guía que nos ayuden a contextualizar e interpretar una obra que no resulta de lo más accesible en una primera lectura.

Sabiendo los riesgos y el esfuerzo que eso implica, un texto recomendable para el abordaje de la presente selección son los capítulos publicados por el partido en forma de folleto del libro de Cornu El marxismo: sus orígenes, que aporta un adecuado contexto histórico de la sociedad y el pensamiento de la época del joven Marx, además de análisis serios y claros a cargo de un verdadero conocedor. Otro texto que sería de gran utilidad para quienes pudieran acceder a él es al menos la primera parte del libro de Maximilien Rubel Karl Marx: esbozo de biografía intelectual.

Finalmente, algunas observaciones sobre la edición. Las traducciones de los textos están entre las más confiables disponibles en nuestro idioma, pero cabe aclarar que -particularmente en La cuestión judía- la expresión alemana bürgerliche Gesellschaft, que significa, de manera indistinta, "sociedad civil" y "sociedad burguesa", ha sido casi siempre traducida como "sociedad burguesa". Esto puede inducir a confusión, sobre todo en aquellos casos en que la expresión remite a la obra de Hegel, donde bürgerliche Gesellschaft tiene el significado específico de "sociedad civil". En tales casos, nos hemos permitido agregar entre corchetes esta aclaración. Los demás corchetes corresponden a acotaciones del traductor, cuyas notas han sido en general omitidas. Los números romanos en los Manuscritos indican el número de página del manuscrito original. Todos los resaltados son originales de Marx.

No dudamos de que este folleto será de continua e imprescindible consulta y estudio, y esperamos que las ocasionales dificultades de su lectura sean sólo un acicate y un contraste con la enorme satisfacción que deparará asomarse a las puertas de un mundo apasionante: la teoría del marxismo revolucionario.

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