Georg
Lukacs
Lenin:
La coherencia de su pensamiento (1924)
Capítulo 1 - La
actualidad de la revolución
El materialismo histórico
es la teoría de la revolución proletaria. Y lo es porque su esencia
es la síntesis conceptual de ese ser social al que se debe la
producción del proletariado y que determina el ser entero del mismo;
lo es porque el proletariado que lucha por su liberación encuentra en
él su más clara autoconciencia.
La grandeza de un
pensador proletario, de un representante del materialismo histórico,
se mide, en consecuencia, por la amplitud y profundidad de su
penetración en estos problemas. Se mide, así mismo, por la
intensidad con que es capaz de percibir adecuadamente, más allá de
los fenómenos de la sociedad burguesa, esas tendencias de la revolución
proletaria que en ellos y por medio de ellos van elaborándose hasta
adquirir un ser eficaz y una clara conciencia. De acuerdo con este
criterio, Lenin es, sin duda, el pensador más grande que, desde Marx,
ha producido el movimiento obrero revolucionario.
Los oportunistas, ya
que no pueden ocultar o simplemente trivializar su importancia ante el
mundo, tienen a bien decir que Lenin ha sido un gran político ruso,
pero que para llegar a líder del proletariado mundial le ha faltado
el necesario conocimiento de la diferencia existente entre Rusia y los
países capitalistas avanzado; que ha hecho extensibles de manera nada
crítica -y ésta habría de ser su gran limitación desde una
perspectiva histórica- los problemas y soluciones de la realidad rusa
a la generalidad, intentando su aplicación al mundo entero.
Olvidan -y es algo que
hoy se olvida con razón- que este mismo reproche le fue hecho a Marx
en su tiempo. Se decía que Marx había convertido, de manera nada crítica,
sus observaciones en torno a la vida económica inglesa y a las fábricas
inglesas en leyes generales de la evolución social; las observaciones
podían ser, en cuanto a tales, de lo más justas, sin embargo, como
leyes generales, no podían menos de resultar necesariamente falsas.
Actualmente no es ya en
modo alguno necesario refutar detenidamente este error, ni ponerse a
evidenciar que Marx, en realidad, jamás "generalizó"
experiencias aisladas, limitadas en el tiempo y en el espacio. Marx
vislumbró, por el contrario, tanto histórica como teóricamente -y
de acuerdo con el método de trabajo de los auténticos genios históricos
y políticos- en el macrocosmos de la fábrica inglesa, en sus
supuestos básicos, condiciones y consecuencias de orden social, en
las tendencias históricas conducentes a su surgimiento y en las que
hacían problemática su existencia el macrocosmos del capitalismo en
la totalidad de sus dimensiones.
Porque esto es,
precisamente, lo que distingue al genio del simple rutinario en la
ciencia o en la política. A este último sólo le es dado comprender
y distinguir los momentos del proceso social en sus datos inmediatos,
aislados unos de otros. Y si pretende remontarse a conclusiones
generales no hace, en definitiva, sino interpretar -de manera
totalmente abstracta- ciertos aspectos de un fenómeno limitado en el
espacio y en el tiempo como "leyes generales", aplicándolas
como tales.
El genio, por el
contrario, que penetra en la verdadera esencia de una época, en su
verdadera tendencia primordial, viva y efectiva, percibe más allá
del conjunto de los acontecimientos de su tiempo la vigencia,
precisamente, de esta misma tendencia, de tal modo que aun cuando su
intención no sea otra que hablar de los problemas del día tan sólo,
está en realidad ocupándose de los problemas decisivos.
Hoy sabemos que la
grandeza de Marx estriba, precisamente, en esto. A partir de la
estructura de la fábrica inglesa captó e interpretó todas las
tendencias decisivas del capitalismo moderno. Tuvo siempre ante los
ojos la totalidad del desarrollo capitalista. He ahí por qué pudo
vislumbrar a un tiempo en todos y cada uno de sus fenómenos la
totalidad del proceso, y en su estructura, el movimiento del mismo.
Pero pocos son hoy los
que saben que Lenin ha conseguido respecto de nuestro tiempo lo mismo
que Marx llegó a conseguir respecto de la evolución general del
capitalismo. En los problemas de la evolución de la Rusia moderna
-desde los problemas del surgimiento del capitalismo en el marco de un
absolutismo semifeudal, hasta los de la realización del socialismo en
un país rural atrasado- ha vislumbrado Lenin en todo momento los
problemas de la época entera: la entrada en la última fase del
capitalismo y las posibilidades de orientar la lucha decisiva,
convertida ya en inevitable entre burguesía y proletariado a favor de
éste, para la salvación de la humanidad.
Lenin jamás generalizó
-de igual modo a como tampoco lo hizo Marx- experiencias locales
privativas de Rusia, limitadas en el tiempo o en el espacio. Con la
mirada del genio supo percibir, por el contrario, en el lugar y en el
momento de sus primeros efectos, el problema fundamental de nuestra época:
la inminencia de la revolución. Y todos los fenómenos, tanto rusos
como internacionales, los comprendió e hizo inteligibles a partir de
esta perspectiva, la perspectiva de la actualidad de la revolución.
La actualidad de la
revolución: he ahí el pensamiento fundamental de Lenin y el punto,
al mismo tiempo, que de manera decisiva le vincula a Marx. Porque el
materialismo histórico, en tanto que expresión conceptual de la
lucha del proletariado por su liberación, no podía ser captado y
formulado teóricamente sino en el momento histórico en que por su
actualidad práctica había accedido al primer plano de la historia.
En un momento en el que, por citar las palabras mismas de Marx, en la
miseria del proletariado no se muestra únicamente la miseria en
cuanto a tal, sino su aspecto revolucionario "llamado a derrocar
la vieja sociedad".
Por supuesto que también
entonces era necesaria la mirada imperturbable del genio para
vislumbrar la actualidad de la revolución proletaria. Porque al
hombre medio la revolución proletaria sólo le resulta visible cuando
las masas obreras se encuentran ya luchando en las barricadas. Y si
este hombre medio ha recibido una formación marxista vulgar, ni
siquiera entonces. Porque a los ojos del marxista vulgar los
fundamentos de la sociedad burguesa son tan inamovibles, que aun en
los momentos de su conmoción más evidente no desea otra cosa que el
regreso de la situación "normal" no viendo en sus crisis
sino episodios pasajeros y considerando la lucha, incluso en tales períodos,
como la nada razonable rebelión de unos cuantos irresponsables contra
el, a pesar de todo, invencible capitalismo.
Los que luchan en las
barricadas le parecen, pues, extraviados; la revolución aplastada un
"error" y los constructores del socialismo en una revolución
victoriosa -aunque a los ojos de los oportunistas sólo pueda
forzosamente serlo de manera efímera- incluso, criminales.
En el materialismo histórico
figura, pues, como condición previa -ya en la teoría- la actualidad
histórico-universal de la revolución proletaria. En este sentido,
como fundamento objetivo de toda la época y como clave para su
entendimiento, constituye el núcleo de la doctrina marxista. Sin
embargo, a pesar de la restricción, impuesta por el tajante repudio
de todas las ilusiones no fundadas y la condenación severa de todas
las tentativas de putsch, la interpretación oportunista se aferra,
atendiendo especialmente a los detalles, a los llamados errores de las
previsiones de Marx, con el fin de extirpar de manera total y radical
la revolución, por medio de este rodeo, del edificio general del
marxismo. Y en esto los defensores "ortodoxos" de Marx se
encuentran a medio camino con sus "críticos". Kautsky
replica a Bernstein que la decisión acerca de la dictadura del
proletariado es asunto que hay que abandonar al futuro (a un futuro
muy lejano, por supuesto).
Lenin ha restaurado en
este punto la pureza de la teoría marxista. Y la ha captado,
precisamente en lo que a esto concierne, de manera más clara y
concreta. No es que haya intentado corregir de un modo u otro a Marx.
Se ha limitado a introducir en la teoría -a raíz de la muerte de
Marx- la marcha viva del proceso histórico. Lo cual significa que la
actualidad de la revolución proletaria no es ya únicamente un
horizonte histórico-universal tendido por encima de la clase obrera
que pugna por liberarse, sino que la revolución se ha convertido en
el problema crucial del movimiento obrero.
Lenin podía soportar
tranquilamente el reproche de blanquismo,1 etc., que le valió esta
postura suya fundamental. Y no sólo por estar en buena compañía, en
este punto, ya que compartía dicho reproche con Marx (con
"ciertos aspectos" de Marx) sino porque en realidad no se
ganó esta buena compañía sin merecimientos por su parte. Por un
lado, ni Marx ni Lenin se plantearon nunca la actualidad de la
revolución proletaria y sus objetivos finales como si su realización
fuera posible en cualquier forma y en cualquier momento. Por otro, la
actualidad de la revolución llegó a convertirse para ambos en el
seguro criterio de acuerdo con el cual tomar las decisiones
pertinentes en todos los problemas cotidianos.
La actualidad de la
revolución determina el tono fundamental de toda una época. Tan sólo
la relación de las acciones aisladas con este punto central, que únicamente
puede ser encontrado mediante el análisis exacto del conjunto histórico-social,
hace que dichas acciones aisladas sean revolucionarias o
contrarrevolucionarias. Como actualidad de la revolución hay, pues,
que entender: el estudio de todos y cada uno de los problemas
particulares del momento en su concreta relación con la totalidad
histórico-social; su consideración como momentos de la liberación
del proletariado.
El enriquecimiento que,
en este sentido, el marxismo debe a Lenin, consiste simplemente
-simplemente!- en la vinculación íntima, evidente y cargada de
consecuencias de las acciones individuales al destino global, al
destino revolucionario de toda la clase obrera. Significa simplemente
que todo problema actual -por de pronto ya como tal problema actual-
se ha convertido, a la vez, en un problema fundamental de la revolución.
Con el desarrollo del
capitalismo la revolución proletaria se ha convertido en el problema
del día. Lenin no ha sido el único en prever la inminencia de esta
revolución. De todos modos, no sólo se distingue por su valor,
abnegación y su entrega de todos aquellos que en el momento en que la
revolución proletaria, cuya actualidad habían pregonado ellos mismos
en el plano teórico, entraba en su fase práctica prefirieron huir
cobardemente, sino también por su claridad teórica de los mejores, más
lúcidos y heroicos de entre los revolucionarios contemporáneos.
Porque ni siquiera éstos
fueron capaces de otra cosa que de reconocer la actualidad de la
revolución proletaria del modo mismo en que Marx la concibió en su
período histórico: como problema fundamental de la época. No les
fue posible convertir este exacto conocimiento suyo -pero sólo en
ella- en el hilo conductor indiscutible de exacto en la perspectiva
histórico mundial, todos los problemas del día, tanto de los políticos
como de los económicos, de los teóricos como de los tácticos, de
los concernientes a la agitación corno de los relacionados con la
organización.
Lenin fue el único en
consumar este paso hacia la concretización del marxismo, un marxismo
actualmente convertido en algo eminentemente práctico. De ahí que
-en el plano histórico-mundial- haya sido el único teórico
comparable a Marx que hasta la fecha ha producido la lucha del
proletariado por su liberación.
Notas
1. Se da el nombre de
blanquismo a la tendencia política representada por Louis Auguste
Blanqui (1803-1881), uno de los revolucionarios franceses más
importantes del siglo XIX, y sus seguidores. Creía en la necesidad de
una dictadura revolucionaria que reeducara a las masas, implantada por
un pequeño partido armado y muy disciplinado.
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