¿Qué significa entonces la
afirmación de que la conciencia "refleja" al objeto? Toda
nueva concepción del mundo debe trabajar con la terminología forjada
por el desarrollo anterior de la humanidad. Pero como la nueva
concepción del mundo aporta contenidos nuevos al conocimiento, ocurre
que esa vieja terminología no le sirve en gran parte más que como
metáfora, o como ejemplo para hacerse entender, pero no expresa
perfectamente lo que la nueva concepción quiere expresar. Así, por
ejemplo, el marxismo habla de que la conciencia "refleja" la
existencia. Pero esta expresión –"refleja"-, tomada de la
ciencia natural del siglo pasado, para el marxismo es sólo una metáfora,
un ejemplo para hacerse entender.
La palabra "reflejo"
no describe exactamente lo que el marxismo afirma respecto a la relación
entre sujeto y objeto, porque el marxismo comienza por negar que el
ser y la consciencia sean cosas estáticas, aisladas, situadas una
fuera de la otra y sin otra relación que un contacto externo, como,
por ejemplo, el de un cuerpo que choca con otro. Y sin embargo, el
concepto de "reflejo" significa, precisamente, e implica,
una concepción de dos cosas completamente distintas y externas una
respecto de la otra. Vale decir que la palabra reflejo sólo refleja
muy imperfectamente el pensamiento marxista, porque está tomada de
concepciones anteriores, que el marxismo. Igual ocurre, como veremos más
adelante, con la expresión de Marx de que la economía constituye la
"anatomía" de la sociedad).
Lefebvre ha afirmado
recientemente que "nada es más contrario a la dialéctica
marxista que colocar lo real de un lado y en otro su reflejo en la
cabeza de los hombres". Tiene completa razón. Porque el marxismo
pone el énfasis no en la llamada realidad, en las cosas que
están fuera del hombre, sino en la actividad creadora del hombre que
conoce, transforma y crea esa realidad y esas cosas exteriores. Por
supuesto, los críticos stalinistas acusan a Lefebvre de no ser
materialista, porque para los aparatos lo fundamental es ser
materialistas en el sentido de adaptarse a las condiciones existentes.
Y los críticos stalinistas pretenden cubrirse con citas de Lenin
acerca de la teoría del reflejo. Pero en su obra filosófica más
profunda y madura, en sus apuntes sobre la Lógica de Hegel, Lenin
escribe: "El conocimiento es el reflejo de la naturaleza del
hombre. Pero no es éste un reflejo simple, inmediato, total; este
proceso consiste en toda una serie de abstracciones, de formulaciones,
de formaciones de conceptos, etc." (Cuadernos filosóficos,
traducción de MP). Y más adelante: "El reflejo de la
naturaleza en el pensamiento humano no se debe comprender como algo
muerto, ‘abstracto’, sin movimiento, sin contradicciones; al
contrario, es necesario comprenderlo como el proceso eterno del
movimiento, del nacimiento y negación de las contradicciones". Y
Lenin agrega, finalmente, que "la consciencia humana no solamente
refleja el mundo objetivo, sino que también lo crea".
Efectivamente, si el concepto,
el conocimiento, "refleja" a la realidad exterior, también
es cierto lo contrario, la realidad exterior, en la medida en que es
modificada y creada por el hombre, "refleja" al concepto. El
sujeto "refleja" en su consciencia al objeto, pero entonces
el objeto "refleja" también al sujeto que fue capaz de
crearlo o modificarlo. El hombre no se limita a tomar fotografías de
la realidad; el hombre construye la realidad. Por eso, mejor que de
reflejo –que sugiere una recepción pasiva- hay que hablar de
interacción, de relación, de proyección del objeto en el sujeto, y
de proyección del sujeto en el objeto.
Como dice Hegel: "El hombre
tiende a manifestarse a sí mismo en aquello que existe como algo
exterior a él. Realiza este fin haciendo cambiar las cosas
exteriores, a las cuales imprime el sello de su interior, encontrando
en ellas, así, su propio destino". "El sujeto –dice Hegel-
no ve en ello que se enfrenta a nada extraño, un límite ni una
barrera, sino que se encuentra solamente a sí mismo".
Engels ha dicho que "la
unidad del mundo consiste en su materialidad demostrada por el largo y
laborioso desarrollo de la filosofía y de la ciencia". Con esto
tenemos una valiosa clave para comprender la concepción marxista de
la relación entre sujeto y objeto, entre el ser y la consciencia. Es
el trabajo del hombre condensado en el conocimiento filosófico y
científico, es el trabajo del hombre, dice Engels, lo que demuestra
la unidad material del mundo. Vale decir que la captación de que
existe un objeto dotado de unidad material, lejos de ser un simple
"reflejo", de que existe un objeto independiente del sujeto,
es el resultado de la acción recíproca entre el sujeto y objeto, de
su interacción, de su unidad contradictoria.
¿Y qué afirma el marxismo
sobre la conciencia? El marxismo afirma que la conciencia –lo que el
hombre piensa de sí mismo y de lo que lo rodea- no puede explicarse a
sí misma. El marxismo trata de captar cuáles son las condiciones de
la conciencia, es decir, cómo y por qué el hombre llega a creer algo
de sí y sobre el mundo. El marxismo hace la crítica de la conciencia
y de las condiciones en que surge la conciencia, y demuestra que la
conciencia puede ser verdadera o falsa. Y la clave para comprender el
porqué está en la historia del hombre. Por eso Marx dice que
"no es la conciencia lo que determina la existencia, sino su
existencia social lo que determina su conciencia" (Prólogo de
1859 a la Crítica de la economía política).
El marxismo demuestra que la
conciencia está determinada, es decir, que no existe en el aire ni
flota en las nubes, sino que tiene sus raíces en la tierra. Pero
atención: si el marxismo afirma que la conciencia está determinada,
afirma también que está determinada como conciencia, vale decir, que
puede explicarse cómo el medio actúa sobre la conciencia, pero que
de ningún modo puede reducirse la conciencia a un mero reflejo del
medio. El idealismo coloca a la conciencia entre las nubes, como
prolongación de Dios, de la Idea o de cualquier fuerza mística
extraterrena, y le atribuye una autonomía y un poder sin límites. El
materialismo vulgar, por el contrario, reduce a nada la conciencia y
le quita toda autonomía, considerándola como una mera secreción
cerebral, como una especie de caspa que sale en forma de ideas que no
hacen más que "reflejar" –como fotografías- el objeto
exterior. El marxismo muestra que las raíces de la conciencia están
en la tierra y en la sociedad, que la conciencia no es omnipotente;
está condicionada. Pero el marxismo no coloca la conciencia al nivel
de la caspa, no la reduce a un mera fotografía de lo exterior. El
marxismo coloca la conciencia entre las más altas realidades humanas,
y se esfuerza para que la conciencia, captando las condiciones que la
originan e inciden sobre ella, sea cada vez más lúcida y eficaz.
El desprecio por la conciencia y
por sus problemas es totalmente extraño al marxismo. La gran batalla
del marxismo se libra precisamente en el terreno de la conciencia. El
marxismo lucha para modificar la conciencia de las clases oprimidas,
para que éstas tengan una conciencia veraz de su situación y de la
necesidad de revolucionarla.
(Necesidad del socialismo)
¿De qué naturaleza son los
juicios que hace el marxismo sobre la realidad social? Marx demostró
la necesidad del socialismo no en base a juicios éticos o morales
sobre lo que debe ser, sino en base a lo que es la realidad
capitalista y a sus perspectivas de evolución. Pero para el
pensamiento marxista los juicios éticos o de valor –"lo que
debe ser"- están inseparablemente unidos a los juicios de hecho,
que se atienen a explicar "lo que es". El marxismo afirma
que la necesidad del socialismo está objetivamente fundada en la
estructura y la evolución del capitalismo, pero afirma también que
el socialismo no vendrá por sí solo, como viene la lluvia de las
nubes. El socialismo vendrá porque el hombre hace un juicio de valor
y dice: "El capitalismo no puede ser, el socialismo debe
ser", y lucha por esto y logra la transformación.
Los filósofos supuestamente
marxistas de los grandes aparatos obreros –la II Internacional, y
después el stalinismo- han eliminado esta profunda unidad dialéctica
entre juicios de valor y juicios objetivos, y pretendieron transformar
la teoría marxista del socialismo en una especie de física de la
sociedad, en una supuesta ciencia que afirma que el socialismo es
necesario independientemente de la voluntad de los hombres e
independientemente de que los hombres lo consideren bueno o malo.
Por el contrario, el marxismo
afirma que la sociedad no puede ser estudiada
"objetivamente", al estilo de las ciencias naturales que
estudian la física o la química. El marxismo demuestra que en el
estudio de la sociedad y en los juicios sobre ella siempre interviene,
además del conocimiento objetivo que describe, lo que es el juicio de
valor que afirma lo que debe ser y lo que quiere que sea. Esto es así
porque los hombres que conocen la sociedad y la historia son los
mismos que hacen la sociedad y la historia. Y por lo tanto el
conocimiento de la vida social y la historia no es ciencia sino
conciencia. Por eso, toda separación de juicios de valor y
juicios de hecho, toda separación de la teoría y la práctica, del
conocimiento de lo que es y de la aspiración a lo que debe ser, es
irrealizable cuando se trata de la comprensión de la historia de la
sociedad.
Al comprender que por toda la
estructura de la sociedad capitalista es necesario el advenimiento del
socialismo, el marxismo afirma también que el socialismo debe ser,
que el socialismo es conveniente para el hombre, y por lo tanto que el
hombre debe tomar conciencia de esto y debe conscientemente trabajar
para el advenimiento del socialismo.
Pero si, como afirmaban los
escolásticos de la burocracia reformista de la II Internacional, o
los escolásticos de la burocracia moscovita, el socialismo es una
cosa que ya está inscripta en los hechos, si es algo que vendrá sea
bueno o no, quiera el hombre o no, con tanta seguridad como vendrá la
luz solar mañana a la mañana, entonces el papel consciente
revolucionario del hombre queda reducido a nada, y en cambio se eleva
a las nubes a los aparatos burocráticos, cuya función sería esperar
que se realice esa supuestamente ineluctable aparición del
socialismo.
El fatalismo mecanicista que
supone que el socialismo es inevitable, independientemente de que el
hombre lo quiera o no, otorga sin duda una gran tranquilidad de espíritu,
robustece la fe de los creyentes; es casi una religión. Pero no tiene
nada que ver con el marxismo.
El marxismo pone énfasis en la
voluntad real y actuante del hombre. Los fatalistas, en cambio,
sustituyen la voluntad consciente que actúa en procura de un fin y la
reemplazan por un acto de fe simple y apasionada en un supuesto fin
inevitable de la historia. Para esta gente, la Historia, así con mayúscula,
viene a sustituir la fe en la Divina Providencia con que se consuelan
los religiosos. El marxismo, repitámoslo, es justamente la antítesis
y la negación de todo esto.
(La praxis)
Y así nos acercamos al último
gran problema de la filosofía marxista que enfocaremos hoy. El
marxismo habla de unidad inseparable de teoría y práctica. El
marxismo no cree que ambas sean cosas distintas que se complementan
entre sí. El marxismo niega que la teoría sea un
"complemento" de la práctica, o viceversa. Para el
marxismo, teoría y práctica no son más que momentos de un mismo
proceso que es la praxis, es decir, la acción del hombre.
La concepción marxista de la
praxis significa la mundanización, la terrenización absoluta del
pensamiento. Praxis significa que quien forja al hombre, a su mundo, a
su destino, no es ninguna fuerza extrahumana ni infrahumana. Praxis
significa que el hombre no es producido ni condicionado por Dios, como
tampoco por la Historia, la Razón, el instinto, la herencia, el
medio, la raza, etc. Praxis significa que lo único que produce al
hombre y que lo condiciona es la propia actividad teórico-práctica
del hombre.
Veamos algunos párrafos de las
"Tesis sobre Feuerbach" donde Marx insiste en el problema de
la praxis:
"El defecto fundamental de
todo el materialismo anterior (...) es que sólo concibe la cosa, la
realidad, la sensoriedad, bajo la forma de objeto o de intuición,
pero no como actividad sensorial humana, como práctica,
no de un modo subjetivo. De ahí que el lado activo fuese desarrollado
por el idealismo (...)" (Tesis I).
"El problema de si al
pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un
problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica
donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y
la fuerza, la terrenalidad de su pensamiento (...)" (Tesis II).
"La teoría materialista de
que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación
(...) olvida que las circunstancias son cambiadas precisamente por los
hombres... La coincidencia de la modificación de las circunstancias y
de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse
racionalmente como práctica revolucionaria (...)" (Tesis III).
"...la esencia humana no es
algo abstracto, inherente a cada individuo. Es en realidad el conjunto
de las relaciones sociales (...)" (Tesis VI).
"La vida social es
esencialmente práctica. Todos los misterios que descarrían la teoría
hacia el misticismo encuentran su solución racional en la práctica
humana y en la comprensión de esta práctica" (Tesis VIII).
"Los filósofos no han
hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de
lo que se trata es de transformarlo" (Tesis XI).
(El marxismo, totalidad abierta)
Para terminar, hagamos
perfectamente claro algo que es fundamental para comprender la filosofía
marxista. La filosofía marxista constituye lo que Lefebvre, y antes
de él Labriola y Gramsci, denominan una "totalidad
abierta". Es totalidad porque es una filosofía que abarca el
conjunto de los problemas, que no es parcial o fragmentaria sino
total. Una filosofía que no es un conjunto de teorías dispersas,
sino un todo sistemático, con una estructura y una organización
interna. Por eso el marxismo es una totalidad. Pero es una
totalidad abierta, porque no es un sistema cerrado, es decir, que
pretende estar terminado, listo para la eternidad y para ser aprendido
de memoria. Al contrario, el marxismo reclama el aporte continuo de
nuevos datos, de nuevos enfoques, que se articulan con los datos ya
existentes y hagan así cada vez más completa y más profunda la
concepción marxista del mundo.
Para comprender mejor qué es
esto de una totalidad abierta, no hay más que observar lo que
es un ser vivo. Un ser vivo es una totalidad con una estructura, pero
es una totalidad en movimiento, una totalidad que continuamente
incorpora nuevos elementos, que tiene conflictos, que se modifica pero
sigue siendo esencialmente el mismo. Eso es también el marxismo: una
totalidad abierta, que se enriquece con cada avance del conocimiento
humano.