La lucha por la legalización del aborto en Argentina
Imponer en las calles el derecho a decidir
Las Rojas
Socialismo o Barbarie, periódico, 02/08/07
La “Campaña por el aborto legal, seguro y gratuito”
tuvo su lanzamiento en un acto casi “clandestino” en el Congreso.
El desarrollo del acto y los límites evidenciados por la política de
las organizadoras muestran que el camino para imponer el derecho al
aborto libre, gratuito y seguro pasa por la movilización
independiente, no por la confianza en proyectos semioficiales o de
“amigos del gobierno”.
Las organizaciones de mujeres nos
enteramos, mediante un flash de cuatro segundos en un noticiero, de
que el 28 de mayo (Día de la Salud de la Mujer) la “Campaña por el
aborto legal, seguro y gratuito” presentaría un proyecto de ley en
el Congreso nacional, acompañado por un acto en la puerta del
edificio parlamentario. Mediante una misión de espionaje con
triangulación en el interior del país, conseguimos el texto del
proyecto, más clandestino y secreto que un mensaje cifrado de Al
Qaeda sobre el paradero de Bin Laden.
Más allá de que este proyecto tiene aspectos que se podrían
mejorar, y de que no acordamos en absoluto con su fundamentación (ver
más abajo), nos parece que da la oportunidad de dar un paso
adelante, dándole al movimiento de mujeres un eje muy claro de
lucha por su aprobación. Así que, en cuanto nos enteramos, Las Rojas
largamos todo y fuimos volando al Congreso.
A partir de aquí queremos dar una opinión crítica acerca
del modo en que se desarrolló este acto, que no es más que la
continuación del criterio con que la “Campaña por el aborto legal,
seguro y gratuito” encara la pelea por esta reivindicación de las
mujeres.
En
la puerta del Congreso nos encontramos con las pocas mujeres
convocadas por las pocas organizaciones que se enteraron, y con las
mujeres de la “Campaña”, que al tiempo que invitaban a las
presentes a hacer uso de la palabra, les arrebataban el micrófono
en cuanto decían algo que no les gustaba.
¿Y
qué es lo que no les gustaba?
1)
Cualquier mención a la existencia de clases sociales:
las compañeras de “La Casa del Encuentro”, habitantes de una
villa de emergencia, agarraron el micrófono para decir que la
penalización del aborto castiga sobre todo a las mujeres pobres, que
son las que se mueren por abortos en malas condiciones, mientras las
mujeres de las clases pudientes pueden acceder al aborto clínico...
pagándolo. Las mujeres de la “Campaña” no las dejaron hablar más.
2)
Cualquier mención a la existencia del Estado y del gobierno: Las
Rojas hablamos en el acto preguntándonos si el ministro Ginés
realmente está de acuerdo con la despenalización, a pesar de que
firmó el petitorio de la “Campaña”, porque no elaboró un solo
proyecto de ley en este sentido, y durante su mandato se presentaron
incluso casos que entrarían en el aborto no punible, según la ley
argentina, y no los defendió. En el Hospital Argerich procesaron a
una mujer que llegó con secuelas de un aborto mal realizado, y Ginés
tampoco la defendió. Por todo esto, opinamos que las mujeres debemos
confiar sólo en nuestra propia capacidad de lucha para imponer
nuestros reclamos, y no en la buena voluntad de ningún funcionario,
siempre atados a compromisos con el poder. Cuando escucharon esto, las
mujeres de la “Campaña” nos quitaron el micrófono.
3)
El reclamo de libertad para Romina: cada vez que cantábamos
“A los violadores la cárcel ya, para Romina la libertad”, desde
el equipo de sonido (completamente monopolizado por la “Campaña…”)
se elevaba algún estridente canto que intentaba tapar nuestras
consignas.
Por qué esto es un problema
Es
cierto
lo que dijeron en ese acto las compañeras de la Casa del Encuentro:
el derecho al aborto legal, el derecho a la maternidad elegida, aunque
esté negado en los papeles para todas las mujeres, está negado
en los hechos para las mujeres de las clases pobres.
Esto corre para todos los derechos de la mujer. La mujer trabajadora y
pobre es la que no accede a guarderías, la que no puede irse de la
casa de un hombre golpeador, ni contratar un buen abogado para juicios
por alimentos, y tampoco pagar un aborto o acceder a educación sexual
y anticonceptivos adecuados.
No
tratamos de negar el derecho “en abstracto” de todas las mujeres a
gozar de su sexualidad en iguales condiciones que los varones. Pero la
falta de ese derecho, al concretarse en la vida real de las mujeres,
produce situaciones demasiado diferentes en las distintas clases
sociales. Para las mujeres pobres (es decir, la gran mayoría), es
cuestión de vida o muerte, y se convierte en un derecho humano
elemental y urgente. La propaganda de la “Campaña…”, que
constantemente con discursos como “las que acuden a una curandera
arriesgando su vida y también las que abortan en condiciones clínicas
pero culpadas por la sociedad…”, intenta igualar la situación de
todas, intenta también desligar la tragedia de Romina de la
ilegalidad del aborto, y le quita a esta lucha sus banderas más
sentidas, como la muerte de Ana María en Santa Fe y la de las miles
que mueren por esta causa, que son todas mujeres pobres.
Esta
es la razón por la que el gobierno se niega a legalizar el aborto, a
pesar de que el 80% de la población se ha declarado a favor en
numerosas encuestas. La clase burguesa, a la que el gobierno
representa, no lo necesita, y sí necesita en cambio mantener los
mecanismos de control hacia los trabajadores y pobres que son la
Iglesia, la familia y la maternidad compulsiva.
Los
derechos de las mujeres pobres son los de toda la clase trabajadora
Las
mujeres que tienen dinero, además, aunque se aprobara una ley de
aborto legal, seguirían acudiendo a clínicas privadas, que es la
medicina que utilizan habitualmente. La mujer trabajadora es la que
tendrá que seguir luchando para que, junto con la legalización, haya
hospitales en pie donde se puedan realizar abortos “seguros y
gratuitos”.
Toda la catástrofe de la salud y la educación en nuestro
país se sintetiza en la tragedia de las mujeres. No podemos luchar
seriamente para parar las muertes por aborto si no luchamos por una
salud y educación dignas para todos. Y esta es una lucha contra el
Estado capitalista, no hay vuelta. Kirchner opina que “salir del
infierno” es tener 40.000 palos verdes guardados en el Banco
Central. La mujer trabajadora no va a salir del infierno hasta que
esos recursos no salgan de allí para levantar los hospitales, las
escuelas y condiciones de trabajo y salarios dignos. Esta es la
contradicción de hierro que convierte en un absurdo la confianza de
la “Campaña…” en los “funcionarios progresistas que apoyan
los derechos de la mujer”.
Para
imponer el derecho al aborto tenemos que unirnos todos los que estamos
a favor, pero nos parece que vamos al fracaso si la voz de esta lucha
la monopolizan las feministas institucionales de la “Campaña…”,
asociadas por mil lazos al mismo Estado ante el cual reclaman. Lazos
muy concretos como cargos bien pagados y subsidios sin fin, y que por
eso maniobran todo el tiempo para negar que ésta es una pelea
contra el Estado, quitándole así al movimiento de mujeres todo su
potencial movilizador.
No
son precisamente los “funcionarios progresistas” los que han
sacado a la luz los hechos aberrantes que la ilegalidad del aborto
sigue produciendo, ni han movido un dedo para ayudar. En los días en
que Ginés García declaraba que “en la práctica ya no se aplica la
penalización del aborto” (!!!), en Jujuy le negaron la pastilla del
día después a una joven jujeña que denunció una violación y quedó
embarazada. Fueron sus vecinos quienes se movilizaron y juntaron el
dinero para el aborto. En todos los casos sucede lo mismo. ¿Dónde
está el “apoyo” de los funcionarios en los que se “apoyan”
las militantes de la “Campaña…”? ¿Dónde estaban los
defensores de las mujeres del gobierno cuando el Estado asesinó a Ana
María Acevedo en Santa Fe? Están gobernando el mismo Estado donde
trabajan los jueces, policías y curas cómplices de la trata de
mujeres y niños.
Las
Rojas ya iniciamos muchas actividades en facultades, escuelas, barrios
y lugares de trabajo en pos de lograr una campaña masiva por la
legalización del aborto. Llamamos a la izquierda, a los movimientos
sociales, a las trabajadoras y luchadoras de los barrios a tomar esta
campaña en nuestras manos y hacer oír nuestra propia voz.
En
octubre tenemos una gran oportunidad en el Encuentro de Mujeres a
realizarse en Córdoba para votar allí un plan de lucha nacional por
la aprobación del proyecto de ley presentado el 28 de mayo, y que jamás
se va a convertir en ley si queda en un mero debate parlamentario.
Ganemos
las calles, los hospitales y los juzgados para imponer el derecho al
aborto legal y a la anticoncepción, y por la libertad de Romina.
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