Género

 

XXII Encuentro de Mujeres, (Córdoba-Argentina) un debate con las compañeras de Pan y Rosas

Hay espacio para pelear una posición de lucha contra el gobierno

Las Rojas
Socialismo o Barbarie, periódico, 01/11/07

La participación en este Encuentro dejó ver algunas diferencias importantes que tuvimos, y que nos gustaría debatir.

El objetivo prioritario de Las Rojas en este Encuentro era la asamblea llamada por la “Campaña” en vista de la pelea por el aborto legal. Sabíamos de las limitaciones que la dirección de la “Campaña” le iba a poner a esa asamblea (ver notas de balance), pero apostamos a que, si la izquierda llevaba su posición a ese espacio, podíamos ser escuchadas por cantidad de compañeras independientes que apoyan la campaña verde, que coincidirían con nosotras en que hay que sacar la pelea por el aborto legal de la charca parlamentaria y llevarla a la calle. También consideramos que el domingo teníamos que llevar las resoluciones de la asamblea a los talleres y proponer a las demás mujeres el plan de lucha que votamos. En suma, hacer en los talleres el debate que la “Campaña” no quiso hacer en la asamblea misma.

Pan y Rosas, en cambio, tenía como objetivo prioritario echar a la Iglesia del Encuentro. Según entendimos, por dos razones: una era que la condena a Von Wernich había sido un golpe a la Iglesia que demostraba que por ese camino se podía avanzar. Otra, que no había manera de golpear al gobierno y sus aliadas en la “Campaña”. Esta posición se vio ya en el preencuentro que hicimos en conjunto, donde las compañeras de Pan y Rosas expresaron que no querían llevarle gente a la asamblea de Marta Rosemberg (dirigente de la “Campaña” feminista que apoya al gobierno). No veían ninguna posibilidad de que la izquierda o las mujeres independientes que quieren luchar pudieran pesar en esa asamblea. A pesar de ello, la mayoría de las presentes en el preencuentro se pronunció a favor de jugarnos a la asamblea y a la discusión posterior en los talleres.

Es cierto que también nos pronunciamos por “fuera la Iglesia del Encuentro”. Pero esto puede entenderse de dos maneras. Una es la que practicó Pan y Rosas, a saber: el Encuentro Nacional de Mujeres sigue siempre igual a sí mismo, con la única diferencia de que, de ahora en más, una guardia roja interrumpirá los debates expulsando físicamente a las mujeres de la Iglesia de las comisiones.

Otra es la que entendemos nosotras: hay que dar una pelea política para lograr que los Encuentros de Mujeres se conviertan en el congreso de un movimiento de lucha contra el Estado y sus amigos, entre ellos la Iglesia. De este modo, la Iglesia queda afuera por definición. O sea, tal como nos acusan las feministas y el PCR, queremos cambiar el carácter de los Encuentros. Eso significa pelearle la dirección del movimiento de mujeres a la CTA, el PCR y las feministas cooptadas por el gobierno.

Aunque parezca que estos objetivos nos quedan grandes, la vida demuestra que cuando la izquierda le da pelea a la CTA y afines, siempre les gana terreno. A veces todo el terreno, como en Fate. A veces un espacio importante, como en el gremio de prensa, donde, ayudados por la desubicación del sector de la CTA que lo dirige, causamos un gran revuelo y les provocamos una crisis. Y a veces ganamos nuevas relaciones con sectores del movimiento a los que hasta el momento no habíamos llegado, y avanzamos en sacarles otro pedazo de careta a estas direcciones, como creemos que pasó en este Encuentro.

Ya el año pasado, en Jujuy, Pan y Rosas se negó a concurrir al acto por Romina, con el argumento de que estaba dirigido por el PCR. Ya vieron lo que pasó: la movilización de las mujeres, mucho más extendida que aquellas a las que influencia la izquierda, le pasó por encima al PCR y convirtió su pequeña ceremonia de lamentaciones en un verdadero acto de repudio multitudinario.

Nos parece que los hechos, también en este caso, demostraron que sí tenemos un espacio para pelear una posición de lucha contra el gobierno. Marta Rosemberg y sus incondicionales huyeron de la asamblea, y muchas compañeras “verdes” se quedaron. Y luego, en los talleres donde pudimos discutir, muchas también acordaron con el plan de lucha. Por supuesto que esto no garantiza que se lleve a la práctica. Depende en gran medida de que la izquierda se mantenga en sus trece y se juegue a llevarlo adelante, porque a partir de haber logrado esa asamblea, estas compañeras que rompen o cuestionan la política de la “Campaña” nos empiezan a ver como un factor de posible unificación. Y aunque son, como nosotras, una minoría entre las miles que van a los Encuentros, son minorías activas y muy luchadoras, como las mujeres de la Multisectorial de Santa Fe, que llevaron adelante la pelea por Ana María Acevedo, o los grupos feministas de Córdoba que ya están diciendo que la “Campaña” no va más y que hay que coordinar con la izquierda, o las de la Casa del Encuentro, influenciadas por el feminismo histórico pero que también quedaron entusiasmadas con los resultados de nuestra acción en la asamblea.

Por último: en su balance posterior al Encuentro, Pan y Rosas dice que las kirchneristas participaron muy poco en los debates. Es verdad que muy pocas mujeres se animaban a defender abiertamente al gobierno, pero no se engañen: la pata del gobierno en los Encuentros no son las militantes K, sino las dirigentes de la “Campaña”, Rosemberg y compañía. La política del gobierno para el movimiento de mujeres no es (por ahora) “viva Cristina” directamente. Esa posición abriría, justamente, la discusión política que no quieren hacer. La burocracia no abre discusiones. Su política es “no hagamos política, no metamos al Estado en esto (la lucha contra el Estado), fuera los partidos”. Y esta posición sí estuvo presente todo el tiempo, contra ella batallamos en Córdoba, y esta vez con toda claridad ganamos a un sector.

Por eso nos parece importante avanzar en este debate, porque queremos lograr una coordinación convencida y convincente en este plan de lucha, empezando por ustedes y las demás corrientes con las que actuamos en este Encuentro en un bloque común.

Un abrazo, Las Rojas