Los pobres se
lanzaron a votar a Preval
Por Andrew Buncombe,
desde Puerto Príncipe
The Independent / Página/12, 08/02/06
Traducción de Virginia Scardamaglia
Haití es un país con
un 80 por ciento de desempleo. La mayoría de los habitantes del país
más pobre de América se lanzó ayer a votar por René Preval, a
quien se adjudicaba el 40 por ciento de los votos.
Eran las cuatro de la
mañana y todavía estaba oscuro cuando Dieudonnee Orelus salió de su
casa en el distrito Delmas 33 de la capital de Haití, silenciosamente
resuelta a jugar su parte en decidir el futuro de su país. Más de
cuatro horas después estaba sentada dentro del sofocante centro de
votación provisional, cansada y frustrada y aun lejos de emitir su
voto. Insistió, sin embargo, en que permanecería tanto tiempo como
necesitara –incluso si eso significaba esperar hasta el
anochecer–. "Vine aquí a votar... para que el país pueda
cambiar –dijo–. Me quedaré todo el día. Tengo esperanza."
Ayer esta empobrecida
nación caribeña concurrió a las urnas para elegir a su presidente y
representantes parlamentarios en la primera elección en seis años,
un proceso que una mayoría abrumadora de la población cree que es
vital si quiere darse vuelta el destino de Haití. El proceso fue
lento y confuso y a veces caótico; dos hombres murieron aplastados,
uno de un ataque cardíaco, otro a causa del derribo de una pared y un
quinto en un tiroteo fuera de un centro de votación. Pero la
violencia política que algunos habían anticipado parecía haberse
evitado, y mientras los votantes mostraban a menudo un ánimo enojado
y acusador, en gran parte eran pacíficos.
"Ha sido un poco
agitado. Algunos lugares abrieron muy tarde y la gente estaba
enojada", dijo David Wimhurst, vocero de la misión de la ONU en
Haití (Minustah). "Pero (los organizadores de la elección)
dicen que han enviado gente para ayudar. Entonces ha sido un poco
agitado pero está avanzando." Estuvo claro que la votación fue
mejor organizada en algunas áreas que en otras. En el centro de la
ciudad y en distritos como Bel Air, las filas de votación parecían
ordenadas y en calma. Afuera de Cité Soleil, el notorio gueto donde
casi 300.000 personas viven en condiciones extraordinariamente pobres
y sucias, la situación fue mucho más caótica.
"Díganle a la
comunidad internacional que no nos están dejando votar", demandó
Marc Jean–Baptiste, de un grupo de jóvenes enfadados situados en el
centro de Cité Soleil, quien dijo que habían sido apartados de un
centro de votación. "No quieren que avancemos. Este mismo grupo
que echó a Aristide. Ahora no quieren que votemos." En las zonas
más pobres de Haití, las charlas acerca de Jean–Bertrand Aristide,
el dos veces electo presidente que fue expulsado durante el golpe de
hace dos años apoyado por Estados Unidos, nunca están lejos. Pero
con el ex sacerdote en el exilio en Sudáfrica, la gran mayoría de
los pobres ha cambiado su lealtad a René Preval, una vez aliado de
Aristide y ex presidente. Los sondeos han sugerido que ganará
alrededor del 40 por ciento de los votos.
En realidad los dos
hombres representan cosas muy diferentes. Mientras crecía en
influencia durante los '80, Aristide predicaba una mezcla de
nacionalismo y Teología de Liberación desde el púlpito de la
iglesia St. Jean Bosco de su ciudad, mientras Preval combinaba un
deseo de invertir en programas sociales para ayudar a los pobres con
una aparente buena disposición a adoptar reformas del Banco Mundial y
el FMI. Esto no ha impedido que haya sido adoptado por los más pobres
de Haití, que decidieron que representa su única esperanza.
Ayer, a lo largo de la
ciudad, multitudes de gente irrumpieron en
"manifestaciones", quebrando ramas de árbol y caminando por
las calles mientras coreaban su nombre y mostraban sus documentos de
votantes. Orelus, que había dejado a sus cinco hijos en casa, fue a
votar con su esposo, Woodelson Jean. Como tantos otros, luego de la
expulsión de Aristide, el esposo de Orelus perdió su trabajo. El
desempleo formal en Haití ahora se ubica en alrededor del 80 por
ciento y grupos de ayuda internacional estiman que cada persona que sí
tiene un trabajo debe mantener a un promedio de 10 personas.
Mientras, grupos de
derechos humanos han detallado cómo el gobierno interino ha
desarrollado una masiva represión de partidarios del ex presidente y
hay cientos de prisioneros políticos en las cárceles de la nación.
La vida era difícil, dijo Orelus, y su trabajo de vendedor callejero
era ahora el ingreso económico de su familia. Y no tenía duda acerca
de a quién votaría cuando su turno llegó finalmente. "Preval
–declaró–. Soy pobre y René Preval es para los pobres."
|