Genocidio haitiano
Del silencio a la
responsabilidad argentina
Por
Daniel Stragá
CORREPI
(Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional),
Argentina, 03/02/06
Si el Parlamento no
fuera más que la caja de resonancia del disciplinamiento peronista, o
si la oposición – incluida la izquierda – no fuera meramente
comentarista del trajinar hegemónico del kirchnerismo, o si los
organismos de derechos humanos no fueran más que un espejo retrovisor
que lo único que mira son los crímenes de la dictadura, habrían de
haber tomado con muchísima seriedad las noticias que provienen de
Haití.
Desde la invadida república
caribeña vienen nuevas que hacen que el eufemístico objetivo
humanitario y pacífico del MINUSTAH se vea como una humorada amarga.
Por un lado, la pretendida jefatura de la misión represiva por parte
de un general pinochetista imputado en violaciones a los derechos
humanos (la puja entre Chile y Brasil por la misma cedió a favor de
los verdeamarellos porque los verdeamarellos tienen la idea fija de
pertenecer al Consejo de Seguridad de la ONU). Por otro, la
incorporación del grupo de elite guatemalteco, los autodenominados
Kaibiles. Estos militares, entrenados por el presidente genocida Ríos
Mont fueron los responsables de las matanzas sufridas por el pueblo
maya–quitché de las décadas de los 80 y 90 en el norte del país
centroamericano. Tanto los “prusianos” transandinos como los
genocidas guatemaltecos son demostrativos de la patética misión de
ayuda al pueblo haitiano.
Pero la nota
sobresaliente se debería tomar desde las páginas de la Folha de San
Pablo donde un grupo de soldados brasileños cuentan los horrores que
los militares latinoamericanos cometen a diario en Haiti.
Testimoniaron hasta con fotografías – desagradable coincidencia con
los marines yanquis que se animaron a mostrar las torturas que aplican
a los prisioneros iraquíes– cómo las tropas de las Naciones Unidas
se dedican a matar a haitianos de manera cotidiana.
La nota en el medio gráfico
paulista describe cómo las tropas invasoras se enfrentan día a día
con grupos de rebeldes partidarios del derrocado (por Washington y París)
presidente Aristide. De acuerdo con los relatos, la misión de paz
diariamente fusila a un haitiano. Si bien la información periodística
se circunscribe al área de Puerto Príncipe, no podemos más que
suponer que las matanzas de los pacificadores ocurre a lo largo y
ancho del país. Incluido, claro, Gonaives, donde se acantonan los que
invaden bajo nuestra bandera.
Los misioneros de la
paz latinoamericanos recorren el país armados con fusiles livianos,
armamento indiscutiblemente
ofensivo. Y como lo hacen sus colegas brasileños, es evidente que los
portan para usar. Fácil es imaginar lo humanitarios de los milicos
chilenos y cómo serán los represores guatemaltecos contra la
resistencia haitiana. Tan sencillo como imaginarse cómo serán los
mercenarios argentinos.
Hace unos meses sucedió
que un efectivo nacional resultó levemente herido. Se minimizó la
noticia dándole prácticamente el carácter de un accidente. Poco
–muy poco– se sabe de las tropas invasoras argentinas, más que la
“nota de color” de que zaparon un potrero para hacerse una
canchita de fútbol. A los brasileños también les gusta la redonda.
Hace unos meses CORREPI
se preguntaba que pasaría si las tropas argentinas mataban a algún
haitiano. Seguramente sería un “gatillo fácil” investigado por
las propias autoridades castrenses. Siempre que se diera a conocer,
decíamos, iba a reinar la impunidad pues los milicos argentinos
gozaban de la misma inmunidad que siempre pregona el Pentágono, y del
que abrevan todos los matones pacifistas de la MINUSTAH.
Si del parlamento se
tratara, tanto algún peronista como algún opositor al menos podría
pedir explicaciones de lo que realmente está sucediendo en Haití.
Deberían al menos tener sospechas de que lo que hacen los brasileños
sea repetido por los militares argentinos. Los organismos de derechos
humanos están muy embelesados por el “gobierno de los derechos
humanos”, que cede un predio de la marina o descuelga un retrato
empolvado. No se les cruza la idea de pedirle alguna explicación a la
ministra de Defensa, que como dice Bonafini es “maravillosa”, o al
Canciller Taiana, que se chapea con los derechos humanos.
Descontamos que las
tropas argentinas participan del mismo horror puesto en conocimiento
por los soldados brasileños. Es la manera que tiene el
“multilateralismo” de disciplinar a la primera república negra
libre y, sobre todo, de colaborar con el imperialismo yanqui, que
tiene otros frentes para “imponer la paz” al decir del esclavizado
Koffi Annan.
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