¿El
Iraq de Brasil?
Por
Decio Machado
Diagonal,
Madrid, 16/02/06
“No
hay un día en que las tropas no maten a un haitiano”, ha declarado
un soldado del Ejército brasileño.
La
muerte del general Bacellar, que dirigía la misión militar de la ONU
en Haití, reaviva en Brasil las críticas sobre el papel de sus
tropas.
A
raíz de la muerte del general Bacellar en Haití, las voces de varios
parlamentarios brasileños y de determinados sectores sociales
volvieron a alzarse contra la participación de este país en la
fuerza militar. En 2004 ya se había impulsado la campaña No al Envío
de Tropas.
Argumentan
que al asumir el liderazgo de las fuerzas internacionales, Brasil se
transformó en el rostro visible de una ocupación que EE UU,
desgastado por su intervención en Iraq, no quiso asumir.
Algunos
plantean que las llamadas tropas ‘de paz’ son una ocupación
militar que viola la soberanía haitiana.
La
crítica ha llegado a sectores del oficialismo que piensan que si bien
salir de forma inmediata de Haití tendría efectos desmoralizantes,
se debería abandonar con la mayor brevedad posible.
Al
cruce de esas opiniones salieron el vicepresidente y titular de
Defensa, José Alencar, y el de Exteriores, Celso Amorim: “Brasil
debe reafirmar su posición en el escenario.
internacional,
permaneciendo al mando de la misión de estabilización en Haití,
incluso tras la muerte de nuestro jefe de operaciones”.
Días
antes de su muerte y viendo a sus fuerzas militares cada vez más
empantanadas en una misión sin gloria, Bacellar dijo: “Haití no
será el Iraq de Brasil”.
El
diario Folha de Sao Paulo ha publicado declaraciones de soldados:
“El nombre de ‘misión de paz’ es para tranquilizar a la gente
de Brasil. En verdad, no hay un día en que las tropas no maten a un
haitiano en un tiroteo”. En el informe de la Escuela de Derecho de
la Universidad de Harvard y la ONG Centro de Justicia Global, de marzo
de 2005, se critica que Brasil en vez de proteger a los civiles y los
derechos humanos ha apoyado las acciones de la Policía haitiana.
En
el Ejército brasileño existen sectores nacional-conservadores que no
ven con buenos ojos la intervención en Haití. Entienden que con la
política exterior se ha capitulado a la determinación de ser una
potencia regional, un discurso que viene de la última época de
dictadura, que rompió el acuerdo militar con EE UU a raíz de las
presiones para que Brasil no desarrollase su programa nuclear. Desde
estos sectores se afirma que el ex presidente Fernando Henrique
Cardoso capituló ante EE UU al firmar el tratado de no proliferación
nuclear, y que Lula aceptó “cobardemente” las imposiciones de
Washington. Desde la cúpula militar se ha dicho: “Si Brasil se
hubiese fortalecido militarmente en esta última década, ya estaríamos
en el Consejo de Seguridad de la ONU”, objetivo que el Gobierno de
Lula comparte, aunque pretende alcanzarlo por el mantenimiento del
mandato de la misión militar en Haití y con la propuesta de reforma
del Consejo.
Una
muerte confusa El general Urano Bacellar fue encontrado muerto el 7 de
enero de un tiro en la cabeza en su hotel de Puerto Príncipe. Según
la tesis oficial, fue un suicidio, aunque medios como A Folha definen
al general como “un hombre de mucho equilibrio”. El editor del
Haiti Tribune, Wienner K. Fleurimond, sospecha que la muerte pudo
ocurrir por una acción de grupos al servicio de la mafia y el narcotráfico.
A
pesar de la situación, los demás países que participan en la misión
acordaron que Brasil mantenga el liderazgo de las tropas de la ONU, y
el general José Elito Carbalho Siqueira fue designado por Brasilia en
reemplazo de Bacellar. El Ejército brasileño comanda las fuerzas en
Haití desde junio de 2004 con 1.200 soldados brasileños, el mayor
contingente brasileño en el exterior desde la II Guerra Mundial.
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