Muere Aleksander
Yakovlev, ideólogo de la 'glasnost' y 'señor de derechas' en la era
Gorbachev
El anticomunista del
Politburó
Era un 'señor de
derechas', no muy alejado de los esquemas de Reagan o Margaret
Thatcher
Por Rafael Poch (*)
La Vanguardia, Barcelona, 19/10/05
En el Moscú de finales
de los ochenta pasaban cosas prodigiosas para los periodistas. Una de
ellas es que, en pocos meses, se pasó de escribir una crónica
partiendo de que las luces de los despachos de la plaza Vieja, donde
el PCUS tenía su sede central, se mantuvieran encendidas hasta más
tarde de lo habitual, a ser recibido por un miembro del Politburó en
uno de aquellos despachos y mantener con él una conversación
confidencial de 45 minutos. Ese miembro del Politburó era Aleksander
Yakovlev, fallecido ayer a los 81 años.
En aquellos inicios de
la perestroika nadie podía sospechar que Yakovlev, la persona que
estaba al frente de la ideología en el Politburó del PCUS, fuera lo
que en Occidente definiríamos como un anticomunista. Citaba a
Gramsci y usaba la jerga de la doctrina oficial, pero, conforme se
pudo quitar la obligada máscara del decorado doctrinario, que todos
llevaban, apareció un señor de derechas, no muy alejado de los
esquemas de Ronald Reagan o Margaret Thatcher. Y, sin embargo, ¡qué
trayectoria más diferente! A los 16 años ocultó su edad para poder
marchar al frente a morir "por Stalin y la patria". Fue
herido y toda su vida cojeó. En 1959, durante el deshielo de Jruschov,
fue becario en la Universidad de Columbia, una experiencia de
Occidente "en directo" a los 35 años que le impresionó y
marcó.
Entre 1967 y 1972,
durante la reacción brezhnevista que siguió a la apertura de
Jruschov, Yakovlev fue responsable de propaganda en el comité
central, pero cayó en desgracia por calificar en un artículo como
"propaganda antimarxista" los puntos de vista del
nacionalismo ruso, que entonces expresaba la revista Molodaya
Gvardia.En aquel artículo, Yakovlev desaconsejaba por
"peligrosa" la edición de una obra de Nikolai Karamzin
(1766–1826), el primer historiador ruso. Mijail Suslov, el
inquisidor de Brezhnev y valedor de los nacionalistas rusos, castigó
al cosmopolita Yakovlev, enviándolo al exilio a Canadá como
embajador de la URSS, desde 1973 hasta 1983.
Fueron diez años para
digerir desengaños, en los que el futuro miembro del Politburó
consumió profusamente la versión de la historia rusa fabricada por
el enemigo. En el centro de esa versión, una concepción de la
revolución rusa como "accidente histórico" y la tesis de
que la única alternativa al régimen soviético era el sistema de
Estados Unidos.
Al regresar a la URSS,
la política de glasnost (transparencia) de Yakovlev fue la venganza
de toda una generación de cosmopolitas aupados al poder, que dieron
por buena casi toda la propaganda de la industria occidental de la
guerra fría y la usaron contra la otra mitología, la que, en manos
de nacionalistas rusos o soviéticos, había sido versión oficial en
la URSS hasta entonces. La seriedad se perdió completamente de vista
en aquella pelea, y en lo que respecta al pasado soviético, aún no
ha regresado.
Junto con sus compañeros
de Politburó, Gorbachov, Ligachov (su adversario), Rizhkov,
Shevardnadze y otros, Yakovlev formó parte del grupo dirigente
reformista más honesto de la transición rusa. Su obra estuvo llena
de errores enormes, pero casi todo lo que vino después ha sido peor,
y gran parte de las cosas buenas de la Rusia de hoy son consecuencia
de aquella caótica libertad. Demasiado complicado para un juicio
maniqueo. Descanse en paz, Aleksander Nikolayevich.
(*) Ex corresponsal de
´La Vanguardia´ en Moscú (1988–2002)
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