27
de junio de 1975: el Rodrigazo
La
clase obrera enfrenta al gobierno peronista
Por Oscar Alba
Socialismo
o Barbarie, periódico, 06/07/06
El
Rodrigazo fue el plan económico puesto en marcha el 4 de junio de
1975 por el entonces ministro de Economía, Celestino Rodrigo. Por
aquel entonces se estaba produciendo una crisis económica de
envergadura. El costo de vida alcanzaba el 80% y en la canasta de
precios llegaba casi al 75%.
La
crisis económica era agravada a su vez por el contexto de
inestabilidad política que sufría el país. La muerte de Perón había
dejado en el gobierno a Isabel Martínez,
su esposa, junto al siniestro José López Rega, ministro de Bienestar
Social y orientador fundamental de la política reaccionaria y
fascistoide que tenía el gobierno peronista. El punto de apoyo del
plan de Rodrigo estaba en limitar los salarios que, desde febrero,
estaban en discusiones de paritarias. El gobierno planteó entonces la
anulación de los convenios laborales a cambio de un aumento general
de salarios del 40%. Los gremios como el SMATA, UOM, UOCRA y textiles,
entre otros, habían logrado aumentos que superaban el 100%. Esto fue
lo que provocó la explosión de los trabajadores, fundamentalmente
del sector industrial.
Desde
febrero de ese año había comenzado un proceso, aún molecular, en
distintos sectores obreros ante el comienzo de las discusiones
paritarias. En Córdoba, los obreros de IKA Renault decidieron en
asamblea hacer abandono de tareas. Con distintos grados y medidas la
movilización fue desarrollándose en fábricas de Córdoba, Santa Fe
y el Gran Buenos Aires.
La
burocracia sindical peronista, con Casildo Herrera, secretario general
de la CGT, y Lorenzo Miguel, de la UOM, a la cabeza, se ve obligada a
exigir a Isabel la homologación de los convenios. Ante la negativa
del gobierno, la CGT llama sorpresivamente a una huelga general para
el 27 de junio, con una imponente movilización a Plaza de Mayo.
Muchos obreros de la construcción que unos días habían ido a la
Plaza, llevados por la burocracia, a corear “¡Gracias Isabel!”,
volvieron para insultar a la presidente y a López Rega.
La
contraofensiva obrera
La
movilización se desarrolló a partir del surgimiento de las
Coordinadoras fabriles que nucleaban a las fábricas de distintos
gremios de una zona. En el Gran Buenos Aires se formaron las
coordinadoras de zona Norte, Sur y Oeste (La Matanza) y en Capital
Federal la coordinadora del Transporte (subtes e interlíneas de
colectivos) y la de Capital norte, organizada alrededor de Grafa, una
fábrica textil que empleaba a 4.200 obreros.
Las
grandes fábricas quedaron paralizadas desde el 27, y desde entonces
se sucedieron diariamente movilizaciones a la CGT para exigirle a la
burocracia peronista a que llamara a un paro general hasta lograr la
homologación de los convenios, en marchas organizadas y dirigidas por
las respectivas coordinadoras. Miles de obreros y obreras se
concentraban frente al viejo edificio de la calle Azopardo y desde las
escalinatas de la facultad de Ingeniería hablaban los dirigentes de
las fábricas. Los oradores denunciaban el plan del gobierno y
planteaban la necesidad de enfrentarlo con una huelga general por
tiempo indeterminado hasta hacerlo caer. “¡14.250 o paro
nacional!” fue la consigna voceada por los trabajadores en esas
concentraciones. En los anocheceres de aquel invierno, por la avenida
Madero, relucían los miles de cascos amarillos de los obreros de
Propulsora Siderúrgica de La Plata, o las nutridas columnas de la
zona norte que hormigueaban por el centro.
Por
su parte la burocracia la burocracia trataba de negociar con el
gobierno sin llegar a la huelga general. Pero el gobierno se mantenía
inflexible. En tanto, las movilizaciones obreras seguían desarrollándose
en forma independiente de la conducción burocrática de los
sindicatos, que veían en las coordinadoras el germen de una nueva
dirección.
El
3 de julio las coordinadoras fabriles llamaron por su cuenta a una
gran movilización a la Plaza de Mayo. Pero el gobierno se lanza a
reprimir: la policía enfrentó y dispersó la columna de la zona
norte en Panamericana y General Paz, la coordinadora de zona sur choca
con la policía en el Puente Pueyrredón, mientras que en capital más
de dos mil obreros de los turnos mañana y tarde son gaseados en las
puertas de la fábrica Grafa. Los obreros entonces volvieron a entrar
a la fábrica y la tomaron, rodeados por la policía hasta la noche.
La jornada dejó también más de un centenar de trabajadores
detenidos.
Al
día siguiente la burocracia emite descaradamente un comunicado en
donde “exhortan a todos los trabajadores a mantenerse férreamente
unidos, solidarios y disciplinados a sus legítimos organismos de
conducción gremial y no dejarse utilizar por elementos que
aprovechando la difícil situación por la que atraviesa el país
quieren llevar a una perturbación que impide resolver los grandes
problemas” (Clarín, 4-7-75). No obstante la represión
sufrida el 3 de julio, la movilización obrera se mantiene y se
extiende.
Finalmente,
la burocracia, atenaceada entre la intransigencia del gobierno de
Isabel y la creciente movilización obrera, declara una huelga general
de 48 horas, el 7 y 8 de ese mes. A las 36 horas de paro, el gobierno
anuncia la homologación de los convenios y unos días después, el 11
y el 18 de julio, respectivamente, caen el Ministro de Bienestar
Social, José López Rega y el ministro de Economía, Celestino
Rodrigo.
El
“Rodrigazo” atacó las conquistas obreras a partir de desconocer
las convenciones colectivas de trabajo y fue parte de un proyecto político
reaccionario encarnado en Isabel y su esotérico ministro López Rega.
Por aquellos días la funesta Triple A creada por el gobierno
asesinaba a militantes y activistas. El triunfo de la movilización
obrera golpea al gobierno, y la burguesía comienza a ver la necesidad
de otra salida política que, ante todo, termine con el ascenso obrero
y “estabilice” el país.
Las
jornadas de junio-julio demostraron el potencial de la clase obrera y
son una fuente permanente de enseñanzas, más allá del tiempo y de
las nuevas condiciones por las que transita una nueva clase
trabajadora en nuestro país.
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