Una
argentina combatiente en el frente de Madrid
La
capitana Mika
Por
Daniel Campione Argenpress, 20/07/06
Se cumplen setenta años
del inicio de la guerra civil española. Podemos enterarnos con beneplácito
acerca de la erradicación de placas con los nombres de Fanjul, Yagüe
y otros “héroes” del franquismo de calles y paseos públicos españoles,
por parte de IU-Corriente Roja y otras agrupaciones de izquierda.
En Buenos Aires, se
publican entrevistas y se realizan homenajes al poeta Quesada, a Fanny
Edelman y a otros argentinos y argentinas participantes de las
Brigadas Internacionales.
La oportunidad es
propicia para recordar a Mika Feldman (que luego adoptó el apellido
Etchebehere), argentina nacida en la colonia judía Moishesville en la
provincia de Santa Fe. Ella no formó parte de las Brigadas, sino de
la columna del POUM, con la que luchó en las cercanías de Madrid, y
en la defensa de la ciudad. Anarquista primero, miembro del grupo
universitario Insurrexit, con paso por el Partido Comunista de
Argentina y luego por el Partido Comunista Obrero (previa expulsión
junto con el grupo nucleado en torno al periódico La Chispa del PCA),
su militancia se definió por el trotskismo, junto con su pareja Hipólito
Etchebehere, también argentino. Juntos anduvieron por la Patagonia
argentina, y luego por Francia, Alemania, donde trataron de estimular
la resistencia obrera al nazismo, hasta recalar en España en vísperas
de la guerra civil, incorporándose a las milicias del POUM desde el
primer día. Muerto Hipólito en combate a poco de iniciarse el
conflicto, en Atienza, Mika lo reemplazará como oficial al mando de
una compañía, con el grado de capitana. Combatirá en Sigüenza, en
la defensa de Madrid en La Moncloa, en las trincheras de Pineda de Húmera,
en el fracasado intento de tomar el Cerro del Aguila, todo hasta los
primeros meses de 1937.
Debilitadas las
columnas del POUM por las bajas militares, y reprimidas luego por la
acusación de “quintacolumnistas” y “trotskistas”, pese a que
el POUM había roto con Trotsky y sus hombres habían combatido
tesoneramente por la República, Mika pasará a tropas de la CNT, en
base a su vínculo con el dirigente libertario Cipriano Mera. Seguirá
en el frente hasta mediados de 1938, cuando pasará a desempeñarse en
tareas médicas y culturales, en Madrid.
Según algunos
afirman, fue la única mujer con grado de capitana en el frente de
combate, y esa actuación quedaría reflejada en sus memorias,
publicadas en 1976, tituladas Mi guerra de España. Es un escrito
vivaz, carente de benevolencia pero también de tremendismos. Nada hay
en sus escritos de ese tono planamente hagiográfico en el que sólo
habitan héroes y militantes ejemplares. Sus dudas y miedos, el
sentimiento materno que la hace preocuparse todo el tiempo por el
abrigo y la comida para sus milicianos, la nostalgia de los paisajes
patagónicos y los barrios parisinos, ocupan un lugar no desdeñable
en el texto. Y va mostrando su gradual y a veces difícil comprensión
de la cultura hispánica y del modo de ser de los campesinos y
jornaleros extremeños que forman el grueso de su compañía. Critica
con dureza al gobierno republicano, a la conducción militar del
conflicto, y al papel de los representantes de la Internacional
Comunista y la URSS, sin que esos señalamientos se apoderen del libro
ni le impidan reconocer la valentía y la vital importancia militar de
las Brigadas.
Mika murió en París
en 1992, después de haber tomado parte del Mayo francés y de otras
gestas de los rebeldes de la tierra, incluyendo una nueva residencia
en Argentina en los primeros años cuarenta.
Por fortuna, en los
últimos años su figura ha sido rescatada del olvido, primero en España
y luego en nuestro país. Horacio Tarcus publicó “Historia de una
pasión revolucionaria”, una documentada reconstrucción de la
trayectoria de Mika e Hipólito, en 2000, y hace pocos meses, Bárbara
Funes incluyó un capítulo dedicado a ella en el volumen Luchadoras,
compilación dedicada a diferentes revolucionarias que dirigió Andrea
D’Atri. Sería deseable que Mi guerra de España fuera reeditado en
Buenos Aires, quizás con un estudio previo sobre el personaje y sus
circunstancias. Mientras tanto, valga el recuerdo y homenaje hacia una
persistente luchadora de la revolución, que supo empuñar las armas e
incluso ejercer el mando, superando los prejuicios y resistencias de
la época hacia el rol femenino en la época.
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Daniel Campione es profesor universitario (UBA y UNLP). Coautor
del libro de reciente aparición 'Argentina. Los años de Menem'.
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