John
Lennon fue un terrorista
Por
Carlos Tena
InSurGente, 26/09/06
El
documental que en España se titulará EEUU contra John
Lennon, sobre la década (1966–1976) que marcó la
etapa más antibelicista del ex Beatle, dicen que conmovió en el último
Festival Internacional de Cine de Venecia, donde fue recibido con
calurosos aplausos y algunas lágrimas. Mira por dónde, un amigo del
alma me trae a Cuba una copia pirata en DVD del documental de David
Leaf y John Scheinfeld, que se exhibió en calidad de estreno
mundial en la sección Horizontes. Un trabajo impecable y muy bien
montado que denuncia el acoso al que el Gobierno estadounidense sometió
al carismático músico, cuando se trasladó a vivir a Estados Unidos,
abrazando la causa pacifista y la defensa de los derechos civiles. El
filme, cuya banda sonora está compuesta, como no podía ser de otra
manera, por canciones de Lennon, algunas de ellas inéditas, denuncia
que la administración del presidente Richard Nixon vigiló al músico,
intervino sus líneas telefónicas e intentó deportarlo bajo el
argumento de que el genio británico estaba siendo desleal con
Estados Unidos.
“Queríamos
mostrar lo que pasa cuando un gran artista tiene el coraje de desafiar
al poder, cuando un hombre sin miedo lucha por la paz”, explicó
David Leaf, uno de sus directores. “La película no está diseñada
para comentar la situación actual, pero la comparación es inevitable”.
Leaf
recordó sobre todo el caso del grupo femenino de música country, The
Dixie Chicks, boicoteado en numerosas radios de Estados
Unidos luego de que una de sus integrantes criticara al actual
presidente estadounidense, George W. Bush. “Después de los
atentados del 11 de septiembre, cualquier ligero desacuerdo con el
gobierno es considerado antipatriótico. Eso es exactamente lo que le
pasó a Lennon”, explicó el director.
El
documental se basa sobre todo en numerosos documentos, entre los que
destacan su luna de miel con Yoko Ono en Montreal y
Ámsterdam, donde estuvieron metidos una semana en la cama protestando
contra la guerra de Vietnam, así como numerosas entrevistas de
televisión en las que ambos mostraban su radical oposición a la
violencia. EEUU contra John Lennon recoge además
los testimonios de varios protagonistas de la época, ex activistas,
ex funcionarios del gobierno y periodistas, así como de la viuda del
músico asesinado en 1980, Yoko, quien permitió a los directores un
acceso sin precedente al archivo privado de la pareja, con material
audiovisual hasta hoy desconocido.
“El
público se encontrará con una Yoko Ono nunca vista hasta ahora en público.
Creo que para ella había llegado el momento de hablar de aquella época.
Y, dados los trágicos sucesos de los últimos cinco años, consideró
necesario que se hiciera esta película”, señaló Leaf, que
hizo hincapié en el hecho de que John y Yoko eran la pareja más
famosa del momento. “Usaron su fama para intentar construir un
mundo mejor. Eso convierte en único lo que hicieron. Fueron muy
valientes”.
Celebro
mucho aquel estreno y la emoción que despertara en la première
veneciana ya que, aunque la denuncia se haga con bastante retraso,
habremos de entonar aquello de más vale tarde que nunca. Porque ya
hace más de veinticinco años que lo sugerí en la desaparecida
revista “La Calle”, que dirigía el entonces
izquierdista (hoy derechón) César Alonso de los Ríos,
y lo volví a recordar en el 2000 por medio de un articulo en el que
se recogía parte de la tesis hoy mantenida por los dos
documentalistas.
No
es vana presunción, por favor (que uno aunque no tenga abuela, sabe
de modestia y recato), es sana alegría por coincidir en los
planteamientos de esta pareja de cineastas que han tenido la fortuna,
el coraje y el valor de recopilar tanto material original e inédito,
para gritarle al mundo (aunque no se demuestre de forma fehaciente)
que el gobierno de EEUU asesinó a John Lennon de la
manera más cinematográfica: utilizando a través del FBI
a un pobre psicópata que se encargaría de descerrajar todo un
cargador de pistola contra el autor de Imagine.
No fue otra cosa el tal Mark Chapman: la mano
ejecutora del ejecutivo yanqui. ¿O acaso a estas alturas alguien en
su sano juicio duda de que Lee Harvey Oswald, el
asesino de John F. Kennedy, era un pistolero pagado
por el Federal Bureau of Investigation?.He aquí lo que escribí
entonces y que hoy mantengo:
“El
todopoderoso FBI ha hecho públicos unos informes secretos en los que
revela que el ex Beatle John Lennon apoyó desde 1972 al Irish
Republic Army, más conocido como IRA,
enviando aportaciones económicas a personas y organizaciones civiles
cercanas al movimiento de liberación de Irlanda del Norte.
Sin
entrar a valorar la fiabilidad de la información (no hay que olvidar
que la misma agencia mantuvo ocultos informes que relacionaban a ese
mismo departamento con el asesinato de John Kennedy), la pregunta que
surge de inmediato es por qué salen a la luz dichas denuncias el año
en que se conmemora el 20º aniversario del asesinato del Beatle, y
mientras las conversaciones en el proceso de paz de Irlanda del Norte
atraviesan un impasse inquietante.
¿Acaso
quiere el FBI que la imagen de Lennon se distorsione para la historia
y para sus fans, de tal forma que el ídolo pase de héroe a villano?
¿Quién o quienes están interesados en meter en la cloaca de la
sospecha terrorista al creador de temas como Working Class
Heroe, Revolution, Woman is the Nigger of the
World, etc.? ¿Tal vez para oscurecer los posibles
conciertos y celebraciones del 8 de diciembre de 2000, día en el que
un nunca investigado Mark Chapman descerrajó cinco balazos en el
cuerpo de John?
Las
teorías sobre el asesinato de Lennon jamás merecieron una
investigación a fondo. Ni siquiera su viuda, Yoko Ono, quiso gastar
ni un solo dólar en una labor que sabía de antemano iba a ser
torpedeada desde instancias inalcanzables para ella. Habría de
esperar a que Oliver Stone obtuviera el permiso
correspondiente para abrir la Caja de Pandora que se oculta en todos
los despachos del FBI, y comenzara el rodaje de JWL (John Winston
Lennon) donde quedaría demostrado, como en JFK, que
el magnicidio de Dallas no fue obra de un procastrista norteamericano.
O sea, que el Beatlecidio no fue mera casualidad.
Desde
muy jóvenes, tanto John como el hoy flamante Sir Paul Mac
Cartney, no ocultaron sus simpatías por los movimientos de
liberación del territorio de Irlanda del Norte (explícitamente
demostrado en temas como Get Back Ireland to the Irish o
Sunday, Bloody Sunday), pero de ahí a afirmar que
financiaban las acciones del IRA hay un enorme
abismo, tan grande como la intención de acabar de una vez con la
leyenda del John Lennon paficista a ultranza, soñador e idealista.
Tal
vez al FBI no le convenga recordar que en 1916 el Gobierno británico
condenó a muerte a Eamon de Valera, posteriormente
primer ministro de Irlanda hasta 1959 y Presidente de la República
ese mismo año, o que actores como John Wayne, Maureen
O’Hara o directores como John Ford (todos
de ascendencia irlandesa), simpatizaban abiertamente con la causa
republicana aportando miles de dólares a sus fines. Pero,
naturalmente, los protagonistas de la película El Hombre
Tranquilo no debían ser investigados”. (Fin del artículo)
Hace
veintiséis años, John era un personaje desleal
en las listas negras del Gobierno de USA. Hoy, de haber sobrevivido,
estaría en las de peligrosos terroristas.
Porque defendía la paz, porque apoyaba a los trabajadores, porque
combatía contra la injusticia, porque denunciaba las bestialidades
yanquis en Vietnam, porque comprendió la lucha de Irlanda del Norte
por su total independencia, porque le gritó al mundo que aun faltan
muchas Revoluciones.
Cada
vez que escucho a Bush lanzando el epíteto a diestro y siniestro,
como a su colegas intelectuales (es un decir), para definir la lucha
de la guerrilla en Latinoamérica, a los militantes de Hezbolá,
al pueblo palestino, a cualquier ciudadano vasco simpatizante de la
independencia, a los corsos que sólo quieren serlo, a la resistencia
iraquí, a los Cinco Héroes cubanos prisioneros en cárceles de USA,
precisamente por ser antiterroristas, etc., pienso en cómo aquellos
mandatarios, con el silencio cómplice de muchos gobiernos de la Comunidad
Levinsky (o sea, la europea) se pasan la vida protegiendo a
demócratas como Luis Posada Carriles,
Orlando Bosch, Santiago Alvarez, Pedro García Remón, Tony Blair o
Silvio Berlusconi, sin que les asome un mínimo rubor en las
mejillas.
Por
eso afirmo que, en este estado de cosas, John Lennon era un
terrorista. Y yo también. A mucha honra.
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