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El Sitrac-Sitram no ha muerto ni morirá jamás (II parte)

Una de las expresiones políticas más avanzadas
del clasismo

Por Oscar Alba
Socialismo o Barbarie, periódico, 02/08/07

Presentamos la segunda parte del texto sobre la experiencia del Sitrac-Sitram en Córdoba (la primera está en: www.socialismo-o-barbarie.org/historias/070701_sitrac_sitram.htm). Se trata en este caso del período políticamente más activo y fecundo, y el que ofrece más lecciones para las nuevas generaciones de luchadores obreros.

Sin duda, el desarrollo de los sindicatos clasistas del Sitrac-Sitram se da en el marco político general impuesto por el Cordobazo. Esta seminsurrección obrera y estudiantil de mayo de 1969 tuvo como afluentes distintas corrientes del sindicalismo cordobés. A su vez, estas corrientes reflejaban, no siempre en forma idéntica, las principales líneas políticas-sindicales que se expresaban en el orden nacional. Así, en 1968 se podían identificar en la provincia tres sectores: los “ortodoxos”, que estaban encabezados por Alejo Simó, de la UOM; los “legalistas”, que tenían al frente a Elpidio Torres del SMATA y a Atilio López de UTA (Unión Tranviarios Automotor), y los “independientes”, con el “Gringo” Agustín Tosco de Luz y Fuerza a la cabeza.

Estos sectores se integraban en la CGT de los Argentinos –que a nivel nacional lideraba el dirigente gráfico Raimundo Ongaro y que en Córdoba agrupaba a una serie de sindicatos chicos, a sectores burocráticos “ortodoxos” y a Tosco– y en la CGT Azopardo, donde se van a nuclear los “legalistas”.

Este entramado del sindicalismo cordobés era también, y fundamentalmente, producto del acomodamiento de las direcciones de los gremios a las presiones del ascenso obrero. Esto, por ejemplo, significó, entre otras cosas, que la central obrera provincial declarara una veintena de paros generales entre 1969 y 1971.

A mediados de 1970, la burocracia del SMATA cordobés impulsa la toma de varias fábricas con una serie de paros que duran poco más de un mes y que finalmente terminarán, por la traición de la dirección sindical, con el despido de 800 trabajadores de IKA-Renault. Ante esta situación, Elpidio Torres renuncia a su cargo como secretario de la CGT, lo cual va a provocar un nuevo reacomodamiento en las tendencias sindicales de la provincia. En los últimos meses de ese año, legalistas e independientes van a conformar una alianza para superar, en parte, el vacío de conducción y las permanentes disputas, agudizadas por la renuncia de Torres. Pero si en la superestructura de los gremios se reflejaba un verdadero crucigrama de sectores, las luchas obreras iban consolidando y fortaleciendo por la base la emergencia de una vanguardia cada vez más amplia y combativa.

El clasismo

Es en este marco en que comienzan a surgir direcciones clasistas en diversos sectores de trabajadores, de las cuales el Sitrac-Sitram va a trascender las fronteras cordobesas y logrará una proyección nacional. En San Lorenzo (Santa Fe), los obreros de Petroquímica Sudamericana (PASA) van a imponer una dirección clasista. En las comisiones internas de Citroen, Mercedes Benz y Chrysler tendrá un papel preponderante la TAM (Tendencia de Avanzada Mecánica), que también tenía influencia en otras fábricas automotrices como Peugeot y otras. En el Banco Nación surge también una dirección clasista.[1]

El triunfo obrero del Sitrac, imponiendo una nueva dirección antiburocrática y antipatronal, va a dar impulso a los obreros de Materfer para pelear también contra la burocracia, en este caso de Hugo Casanovas, secretario general del Sitram. Pocos días después de la caída del burócrata Lozano en el Sitrac, hubo una verdadera rebelión obrera en Materfer.

El 3 de junio los trabajadores tomaron la planta exigiendo la renuncia de Casanovas y toda la dirección del sindicato. Así, siguiendo el ejemplo de sus compañeros de Concord, los 1.500 obreros de Materfer se armaron de una nueva dirección combativa.

En Concord, desde un principio, la nueva dirección se plantó frente a la patronal para luchar contra los ritmos de producción infernales que la FIAT imponía a sus trabajadores. La Comisión Directiva del sindicato, apoyándose en el activismo, comenzó a controlar al pie de las líneas de producción para que los ritmos bajaran, sin que se redujeran los salarios. Así fue que le torcieron el brazo  a la patronal, que tuvo que ceder y lograron un gran triunfo.

Pero la patronal no se quedó quieta y largó un nuevo zarpazo. El 13 de enero de 1971 son despedidos Bizzi, Páez y Torres, Sigampa y Jiménez, dirigentes del sindicato y del cuerpo de delegados. Los obreros no hicieron esperar su respuesta y tomaron la fábrica, manteniendo en su poder a varios directivos como rehenes, pese a las amenazas del gobierno de declarar a la provincia zona de emergencia para que el Ejército desalojara la fábrica.

“Esa noche en la asamblea se estuvo a punto de aceptar el desalojo ante lo que parecía la inminente llegada del Ejército. Fue en ese momento decisivo que intervino el compañero Páez, logrando que no se realizara el abandono hasta que no se reuniera el cuerpo de delegados y los activistas, que en ese momento estaban en los distintos puestos de control. Reunido el cuerpo de delegados, en un clima cargado de emotividad y decisión de luchar, se resolvió resistir las amenazas y la dictadura tuvo que dar marcha atrás”.[2] Rápidamente, los trabajadores de otras fábricas hicieron llegar su solidaridad efectiva. Cientos de trabajadores de IKA-Renault, Perdriel y Materfer se encolumnaron para llegar hasta la planta tomada. Nuevamente la patronal tuvo que bajar el hocico y reincorporó a todos los despedidos.

El Sitrac-Sitram, el “Viborazo” y la ofensiva de la dictadura

El ascenso obrero no se detenía. A inicios de 1971 la lucha de clases en Córdoba volvió a agudizarse. El Plenario de Gremios de Córdoba rompe la tregua con el gobernador Bernardo Bas y larga una huelga general. Al mes siguiente, cae el gobierno provincial de Bas y es reemplazado por el de Camilo Uriburu. La designación de este personaje de la derecha como gobernador es repudiada por los trabajadores y los estudiantes. El “Comando de lucha” [3] llama a un nuevo paro general. El Sitrac-Sitram adhiere al paro cortando la ruta 9 a la altura de Ferreira. La movilización se extiende a los barrios. El corte de ruta es reprimido y cae asesinado el obrero Adolfo Cepeda, de 17 años.

La CGT provincial repudia la represión y llama a un nuevo paro general para los días15 y 16 de marzo. Respondiendo a las palabras del nuevo gobernador, los obreros y los estudiantes ponen en marcha el “Viborazo”.[4]

El primer día de paro, unas 12.000 personas concurren a un acto en Plaza Vélez Sarfield. Por la tarde se ocupan los barrios Güemes, Colón, Clínicas, Alberdi, Córdoba Centro y Villa Revol.[5] El 17 de marzo cae el gobernador Uriburu y la dictadura va a lanzar una represión sobre la vanguardia, a la vez que prepara una nueva apertura democrática, el Gran Acuerdo Nacional.

En los meses siguientes continúa el ascenso de luchas, el gobierno interviene organizaciones gremiales y son detenidos cientos de activistas. En octubre, la dictadura del general Lanusse prepara un nuevo golpe contra la vanguardia obrera de Córdoba. El ejército desplaza tropas hacia las fábricas de Ferreira y Santa Isabel, y el 26 de ese mes se lanza la ofensiva contra el Sitrac- Sitram.

El Ministerio de Trabajo le retira la personería gremial. La policía ocupa los locales sindicales y la Gendarmería ocupa las fábricas Concord y Materfer. No obstante, los trabajadores resuelven, en un primer momento, mantenerse dentro de las plantas. Se realiza una asamblea y se ratifica la ocupación de las plantas. La policía reprime lanzando gases vomitivos. Poco después los trabajadores deciden abandonar las fábricas. El Sitrac-Sitram es disuelto y son despedidos cerca de 400 trabajadores, mientras sus dirigentes eran perseguidos y/o encarcelados.

El Sitrac-Sitram como herramienta política y sindical

El desarrollo del Sitrac-Sitram debe ser visto no sólo desde el punto de vista de su capacidad y su fuerza para organizar huelgas, movilizaciones y tomas de fábrica, sino también desde el punto de vista de su esfuerzo por dar respuestas políticas, no sólo ante los reclamos obreros sino frente a los hechos políticos que sacudían el país. El 22 y 23 de mayo de 1971, los sindicatos de Concord y Materfer convocan al primer Plenario Nacional de Sindicatos Combativos. Aunque Tosco y el peronismo combativo no asistieron al mismo, y una delegación de 35 delegados de la Intersindical de San Lorenzo fue detenida cuando se dirigían al plenario, la concurrencia de los sectores ongaristas y comisiones orientadas por el PRT (LV), entre otros, le confirió una significativa representación. También estuvieron presentes agrupaciones estudiantiles y políticas de la izquierda. Allí, el Sitrac-Sitram presentó su programa político, que tenía un carácter anticapitalista, antiburocrático y antiimperialista.

En su punto tres, el programa expresaba: “La gran tarea del frente de liberación es aglutinar bajo la dirección de los trabajadores a todos los demás sectores oprimidos, a los asalariados del campo y la ciudad, peones rurales, campesinos pobres y colonos, capas medias de la ciudad, curas del Tercer Mundo, profesionales, intelectuales y artistas progresistas y al conjunto de los estudiantes. Este frente de liberación nacional y social es el instrumento apto para derrotar a las minorías reaccionarias que detentan el poder coaligadas con el imperialismo, instaurando, mediante la lucha popular y las movilizaciones de masas, un gobierno popular revolucionario dirigido por la clase obrera que pueda asegurar el cumplimiento del presente programa, concretando la revolución democrática, antimonopolista y antiimperialista, en marcha continua hacia el socialismo”.[6] Este programa, más allá de ciertos rasgos populistas y etapistas, tenía el inmenso mérito de colocar a la clase obrera como sujeto político y social del cambio revolucionario. En este sentido, fue una de la expresiones políticas  más avanzadas del clasismo.

El Plenario finalmente aprobó el programa y  resolvió repudiar el GAN de Lanusse, a la vez que reclamó un Plan de Lucha y la libertad de los presos políticos.

Para el 28 de agosto el Sitrac-Sitram llama a un Segundo Plenario Nacional, que se realizará en Córdoba. Fue una continuidad del anterior en cuanto a los reclamos y las definiciones políticas, y se convocó para una nueva reunión nacional de sindicatos combativos y agrupaciones clasistas para el mes de noviembre, la cual ya no se pudo realizar.

Los plenarios fueron esencialmente políticos, e incluso el debate al interior de la dirección del Sitrac-Sitram muestran cómo su evolución clasista fue producto también de arduas discusiones. Las corrientes de la izquierda revolucionaria fueron otro factor de influencia sobre las definiciones políticas del Sitrac-Sitram, en un sentido y en otro. Es decir, llevando, a través de sus militantes, tanto obreros de fábrica como compañeros que se acercaban a la nueva dirección el germen de la lucha revolucionaria. Como también determinando posiciones erróneas como, por ejemplo, la influencia sectaria de algunas organizaciones, como los maoístas, que jugaron en contra de avanzar hacia un espacio clasista más amplio. Por otra parte, la política aperturista del GAN significó nuevas expectativas en el movimiento de masas, en relación a un período de democracia y la vuelta de Perón al gobierno. El Sitrac-Sitram, correctamente, repudió, como dijimos, al GAN, ya que éste consistía en una política para encarrilar el ascenso obrero hacia el parlamentarismo burgués. Pero la consigna lanzada en su programa político  “Ni golpe ni elección, revolución”, aunque conllevaba un sano propósito de independencia de clase, desconocía que las expectativas del movimiento obrero exigían dar también la pelea en el terreno electoral con una alternativa clasista.  Esto ayudó al aislamiento  desde el punto de vista objetivo y fue en contra de la maduración del Sitrac-Sitram, ya no sólo como dirección de los trabajadores de Córdoba sino como referente nacional de la amplia vanguardia que se desarrollaba en todo el país.

En sus dieciséis meses de existencia, el Sitrac-Sitram dejó una experiencia invalorable por su clasismo, por su heroísmo y por haber demostrado en sus palabras y en sus acciones cómo se pelea contra la patronal, contra la burocracia y los gobiernos burgueses de turno. “El Sitrac-Sitram no ha muerto ni morirá jamás” y la nueva generación de luchadores obreros que está surgiendo tendrá que completar la tarea que los clasistas cordobeses dejaron como enseñanza.


Notas:

1. Tanto el TAM como la Comisión Interna del Banco Nación estaban orientados por el PRT (La Verdad), organización surgida de la ruptura del Partido Revolucionario de los Trabajadores.

2. Gregorio Flores, “Sitrac-Sitram. La lucha del clasismo contra la burocracia sindical”.

3. El “Comando de Lucha” era un organismo creado por la CGT cordobesa.

4. El término “Viborazo” hace alusión a las palabras del gobernador Uriburu, que por esos días había expresado que en Córdoba anidaba “una venenosa serpiente”, en alusión al proceso de luchas, a la cual él esperaba poder cortarle la cabeza.

5. Beba Balvé, “Lucha de calles, lucha de clases”.

6. G. Flores: Documentos (“Sitrac-Sitram. La lucha del clasismo…”)