Hace 20 años,
con el pacto de Esquipulas
II
Reagan derrotó a la revolución centroamericana
Por Enrique Villalobos Ulate
El Socialista Centroamericano Nº 67, agosto de 2007
Invitados por la Fundación Arias, el pasado 8 de Agosto los presidentes
centroamericanos, con la excepción de Daniel Ortega, se reunieron en
San José, Costa Rica, para celebrar los logros de 20 años de paz en
Centroamérica. La nueva generación de activistas de izquierda en
Centroamérica desconoce que fue lo que realmente ocurrió con la
firma de Esquipulas II, el 7 de agosto de 1987.
La revolución nicaragüense abrió en 1979 una situación
revolucionaria en el área Centroamericana. Como parte de una contra
ofensiva política y militar del imperialismo norteamericano, la
administración Reagan inicio en 1982 una “guerra de baja
intensidad” con el objetivo de cansar y desangrar a la nación
nicaragüense y obligar al FSLN a rendirse políticamente en la mesa
de negociaciones.
La combinación de presiones militares y el inicio de las negociaciones
diplomáticas, requería de la existencia de dos instrumentos: por un
lado, creó el ejército contra y, por el otro, estimuló la creación
del Grupo de Contadora. Todas las etapas de la guerra fueron fríamente
planificadas por el Departamento de Estado y la Casa Blanca.
El grupo de Contadora
El Grupo de Contadora fue creado el 9 de enero de 1983 durante una
conferencia celebrada en la isla panameña del mismo nombre, como una
iniciativa “pacificadora” de las burguesías de México, Panamá,
Colombia y Venezuela, para evitar la generalización de la guerra
revolucionaria en el área centroamericana.
Contadora recibió el total apoyo político de las fuerzas más disímiles
a nivel mundial. Todas coincidían en un punto: evitar la extensión
de la revolución en Centroamérica. En 1985 fue creado el “Grupo de
Apoyo” a Contadora, conformado por Argentina, Brasil, Uruguay y Perú.
La Comisión Kissinger
Para superar las contradicciones entre demócratas y republicanos, en
julio de 1983, Reagan formó la Comisión Bipartidista Nacional sobre
América Central, encabezada por el ex Secretario de Estado, Henry
Kissinger, con el objetivo de formular políticas en relación al
confl icto en América Central.
La escogencia no fue un capricho, ya que Kissinger ha sido probablemente
el más astuto y brillante diplomático del imperialismo
norteamericano en el siglo XX.
El 11 de enero de 1984, la Comisión Kissinger dio a conocer su informe
al Congreso de los Estados Unidos y al presidente Reagan, recomendando
proféticamente lo siguiente: “(...) no creemos que sería prudente de nuestra
parte desmantelar incentivos y presiones actuales sobre el régimen de
Managua, excepto de que haya un progreso evidente en la negociación
(...) los esfuerzos de los insurgentes nicaragüenses representan uno
de los incentivos que favorece un acuerdo negociado (...). Tal solución
no significaría la liquidación del gobierno sandinista o el abandono
formal de sus ideales revolucionarios, sino solamente su aquiescencia
para legitimarse por medio de elecciones libres. No está fuera de
toda posibilidad el que Nicaragua, y los otros países de la región,
por fi n la aceptarían (..) instamos a que la acción militar directa
de los Estados Unidos – que tendría un importante coste humano y
político- se considerase tan sólo como un posible último recurso y
solamente cuando hubieran los más claros peligros (…) Si nuestra
política se estanca, el proceso de Contadora languidece. Si actuamos
decididamente, el proceso también se acelera.
Dentro de este marco, los Estados Unidos de
América deberían estimular activamente el proceso de Contadora”.
(Revista de la Integración y el Desarrollo de Centroamérica. No. 33,
publicación del BCIE, Febrero de 1986)
Crisis y reanimamientos
Reagan quería la negociación y los sandinistas también, pero diferían
en la forma y los mecanismos de realizarla. Mientras el gobierno
sandinista aspiró siempre a una negociación directa, bilateral, con
los Estados Unidos, Reagan insistía en una negociación multilateral
con sus aliados centroamericanos, en donde el gobierno sandinista
fuera minoría.
El Grupo Contadora pasó por sucesivas crisis y reanimamientos. Cuando
el FSLN anunció su voluntad de entablar negociaciones multilaterales
con todos los gobiernos burgueses del área centroamericana, esta
concesión dio origen en septiembre de 1983 al “Documento de Objetivos de Contadora”, por medio del cual el gobierno sandinista otorgó una amnistía
parcial, se comprometió a no ayudar militarmente a la guerrilla del
FMLN, el anuncio de elecciones al año siguiente, a respetar a sus
vecinos, etc. Sin embargo, con la invasión de la isla Granada por los
Estados Unidos en noviembre de 1983, parecía inminente el ataque
militar directo contra Nicaragua.
Posteriormente en junio de 1984 salió a luz pública el “Acta
de Contadora para la paz y cooperación en Centroamérica” conocida
como “Acta de Contadora”, con propuestas de reducción de
armamentos y de celebración de elecciones, apoyada por las Naciones
Unidas, la Organización de Estados Americanos y la Comunidad Europea.
El gobierno sandinista declaró que la firmaría íntegramente.
Sin embargo, el llamado “Bloque de Tegucigalpa” formado por los
gobiernos de Honduras, El Salvador y Costa Rica, se negaron a
suscribir el Acta de Contadora por considerar que no estipulaba cuáles
serían los mecanismos de “control y verificación del armamento”,
lo que dio origen a nuevas y complicadas negociaciones secretas que
concluyeron con la versión revisada del Acta de Contadora. El
gobierno sandinista se negó a fi rmarla, aduciendo que sería igual a
“desarmarse” frente a la agresión imperialista.
Las negociaciones de Manzanillo
Debido al escándalo que se generó por el minado de puertos nicaragüenses,
durante el primer trimestre de 1984 el Congreso de los Estados Unidos
retuvo 14 de los 73 millones de dólares que había aprobado ese año
para apertrechar al ejercito contra. A mediados de ese año, como una
forma de calmar a la oposición demócrata que controlaba la mayoría
del Congreso de los Estados Unidos, Reagan se vio obligado a iniciar
negociaciones directas con el gobierno sandinista en el balneario de
Manzanillo, México.
En total, se produjeron nueve rondas de negociaciones en Manzanillo,
entre Harry Shlaudeman, embajador itinerante de Estados Unidos para
Centroamérica, y Víctor Hugo Tinoco, vice canciller de Nicaragua.
Reagan estaba ganando tiempo. El 18 de enero de 1985, después de la
toma de posesión del presidente Daniel Ortega, y también después
que Reagan logro su segunda presidencia, los Estados Unidos anunciaron
que no reconocerían la jurisdicción del Tribunal Internacional de la
Haya, ni la demanda que Nicaragua interpuso en abril de 1984. También
suspendió “indefinidamente” la décima ronda de conversaciones
bilaterales.
Reagan siempre combinó la diplomacia con la fuerza militar. El 6 de
Mayo de 1985 decretó el embargo económico a Nicaragua. El cerco
militar se estrechaba cada vez mas.
Esquipulas II
En mayo de 1986, Contadora logró su triunfo decisivo, al reunirse los
cinco presidentes centroamericanos en Guatemala, y firmar una
declaración que pasó a ser conocida con el nombre de Esquipulas I.
En esa reunión de mandatarios de Centroamérica, el Presidente Daniel
Ortega hizo una nueva propuesta de negociar el llamado “armamento
ofensivo” tendente a destrabar el estancamiento en que había caído
una vez más el Grupo de Contadora.
Un año después, en agosto de 1987, en una nueva reunión de
mandatarios de Centroamérica, se firmó en ciudad de Guatemala el
acuerdo “Procedimiento
para establecer la paz firme y duradera en Centroamérica”,
conocido mundialmente bajo el nombre de Esquipulas II.
Para esa fecha, el gobierno sandinista había alcanzado el “límite de
su resistencia”. La estrategia global del imperialismo había
rendido sus primeros frutos: la dirección sandinista buscaba
desesperadamente una salida negociada para terminar la guerra civil.
A partir de la firma de Esquipulas II, el gobierno sandinista comenzó a
revertir aceleradamente la independencia política que había
conquistado el 19 de julio de 1979, porque comenzó a orientar su política
externa e interna en función de los acuerdos diplomáticos
auspiciados por los Estados Unidos.
Esquipulas II fue también la expresión regional de los acuerdos entre
Reagan y Gorbachov. La burocracia soviética, aquejada por una
profunda crisis económica y un enorme descontento de las masas
trabajadoras, abrazó al imperialismo para conseguir un respiro económico,
cediendo posiciones en los llamados “conflictos regionales”.
Durante muchos años, Nicaragua resistió el bloqueo imperialista por el
apoyo económico y militar de las burocracias de Moscú, La Habana y
los países del este de Europa. Gorbachov restringió el apoyo económico
y militar llegando al extremo de cortar la cuota petrolera días antes
de la firma de Esquipulas II. Al perder ese punto de apoyo, se acentúo
la asfixia del gobierno sandinista. De esta manera, la burocracia de
Moscú contribuyó a estrechar aun más el cerco imperialista sobre
Nicaragua.
No hubo unidad centroamericana
Los planes e intenciones de Reagan eran de sobra conocidos. Mientras
agrupaba a todos los gobiernos centroamericanos contra Nicaragua, el
FSLN se negó a crear un frente de lucha conjunto con la guerrilla del
FMLN y la URNG, para librar una lucha coordinada que permitiese
liberar la región centroamericana de la dominación imperialista. Los
resultados de esta política nacionalista estrecha ya los conocemos:
el FSLN perdió el poder en 1990, el FMLN entregó las armas en 1992,
y la URNG fue desmantelada. Y si el FSLN volvió al gobierno en el
2007, lo hizo en los marcos institucionales creados hace 20 años por
Equipulas II.
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