Bajo la sombra de Esquipulas II
Ascenso y derrota de la Revolución Salvadoreña
Por Eugenio
Recinos Belloso
Revista 1857, Nº 1, sept/dic de 2007
El triunfo de la revolución contra Somoza, el 18 de Julio
de 1979, generalizó la situación revolucionaria al resto de Centroamérica,
especialmente a El Salvador. Sin embargo, el imperialismo
norteamericano y la oligarquía salvadoreña no se quedaron de brazos
cruzados e iniciaron un conjunto de maniobras políticas y ataques
militares para evitar la destrucción del Estado burgués y el orden
semicolonial en la región centroamericana.
Tres Juntas de Gobierno
El 15 de octubre de 1979, la autodenominada “Juventud
Militar” derrocó al dictador general Carlos Humberto Romero
(1977-1979), poniendo fin a 17 años de gobierno del Partido de
Conciliación Nacional (PCN). Este golpe de estado gozó del apoyo del
Foro Popular, en el que participaba el Partido Comunista Salvadoreño
(PCS), y el socialdemócrata Movimiento Nacional Revolucionario (MNR).
La Junta Revolucionaria de Gobierno (JRG) estuvo conformada
por los coroneles Jaime Abdul Gutiérrez y Adolfo Arnoldo Majano, y
por Román Mayorga Quiroz, rector de la Universidad Centroamericana
“José Simeón Cañas, Mario Andino, empresario y Guillermo Manuel
Ungo del MNR. El democristiano Rubén Zamora fue nombrado ministro de
la Presidencia y el empresario Enrique Álvarez Córdoba como ministro
de Agricultura. Héctor Dada Hirezi fue nombrado ministro de
relaciones Exteriores, en representación del ala “progresista”
del Partido Demócrata Cristiano (PDC) A pesar del “apoyo critico”
del PCS y de sectores de la burguesía, el Frente de Acción Popular
Unificada (FAPU), junto con el Bloque Popular Revolucionario (BPR) se
lanzaron a las calles, promoviendo la movilización revolucionaria con
huelgas, manifestaciones y tomas de edificios públicos.
Entre el 2 y el 5 de enero de 1980, los 3 miembros civiles
de la Junta, junto con el gabinete de ministros, renunciaron a sus
cargos excepto el ministro de defensa, coronel García. Los sectores
“progresistas” abandonaron el proyecto de reforma del régimen
militar. La reforma impulsada por los Estados Unidos terminó en un
profundo fracaso. Las contradicciones entre el Coronel Majano y el
Coronel Gutiérrez, reflejaba la profunda división de las fuerzas
armadas en como detener el ascenso revolucionario El 9 de enero de
1980 se anunció la conformación de la segunda Junta Revolucionaria
de Gobierno, conocida como Segunda Junta. Se mantuvieron al mando los
coroneles Gutiérrez y Majano, se incluyó a José Antonio Morales
Erlich, de PDC, continuó participando Héctor Dada Hirezi, quien había
ocupado la cartera de Relaciones Exteriores. Esta segunda Junta duró
apenas dos meses. El 9 de marzo renunció Dada Hirezi, siendo
sustituido por José Napoleón Duarte.
Las bandas paramilitares de ORDEN, antecesoras de ARENA,
continuaran asesinado selectivamente a los militantes de izquierda. El
asesinato más significativo de ese periodo de terror fascista ocurrió
el 24 de marzo, cuando un escuadrón de la muerte asesinó en plena
misa a Monseñor Oscar Romero.
En septiembre de 1980, el Coronel Arnoldo Majano renunció
a su cargo, dando paso a la tercera y ultima Junta de Gobierno,
conformada por el Coronel Jaime Abdul Gutiérrez, José Napoleón
Duarte, Antonio Morales Erlich y José Ramón Ávalos Navarrete.
La guerrilla salvadoreña
Cuando triunfo la revolución nicaragüense en julio de
1979, la guerrilla salvadoreña se encontraba fragmentada en varios
grupos. Inspirados en la unidad del sandinismo para obtener la
victoria militar, las organizaciones guerrilleras desarrollaron un
proceso de unidad.
El 19 de diciembre de 1979 se formó la Coordinadora Político
Militar, integrada por las Fuerzas Populares de Liberación
“Farabundo Martí” (FPL), la Resistencia Nacional (RN) y el
Partido Comunista Salvadoreño (PCS). El Ejército Revolucionario del
Pueblo (ERP) fue excluido temporalmente por exigencias de la RN.
Posteriormente, el 22 de mayo de 1980 esta coordinación de transformó
en la Dirección Revolucionaria Unificada (DRU).
Entre junio y agosto de 1980 se produjeron huelgas
generales con características insurreccionales, en las cuales
participaron las organizaciones armadas y de masas dirigidas por la
Dirección Revolucionaria Unificada (DRU). El ascenso de masas era tan
poderoso, que para septiembre de ese mismo año, la DRU informó sobre
el establecimiento de cuatro frentes de guerra.
En septiembre de 1980 la RN abandonó la DRU, a causa de
las pugnas internas con el ERP. Se reintegro a la coordinación unos
meses antes de la fundación oficial del Frente Farabundo Martí para
la Liberación Nacional (FMLN), el 10 de octubre de 1980. En diciembre
se sumó el Partido Revolucionario de los Trabajadores
Centroamericanos (PRTC).
Todas estas organizaciones guerrilleras tenían su frente
de masas. La coordinación militar también produjo una coordinación
en los frentes de masas, y fue así que se creó el 11 de enero de
1980 la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM), integrada por el
Bloque Popular Revolucionario (BPR) dirigido por las FPL; el Frente de
Acción Popular Unificado (FAPU) dirigido por la RN; la Unión Democrática
Nacionalista (UDN) dirigida por el PCS, y las Ligas Populares 28 de
Febrero (LP- 28) dirigidas por el ERP. En mayo de 1980 se incorporó
el Movimiento de Liberación Popular (MLP), dirigido por el PRTC.
El Frente Democrático Revolucionario (FDR)
La experiencia nicaragüense, en la que el FSLN desarrolló
alianzas con la burguesa opositora para derrocar a Somoza, fue copiada
en dos fases.
En la primera se constituyó, a comienzos de marzo de 1980,
el Frente Democrático Salvadoreño (FDS), integrado por
organizaciones de clase media como el Movimiento Independiente de
Profesionales y Técnicos de El Salvador (MIPTES), el Movimiento
Popular Social Cristiano (MPSC), escisión del Partido Demócrata
Cristiano (PDC) y por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR).
En la segunda fase, en abril de 1980, se constituyó el
Frente Democrático Revolucionario (FDR) con la participación de la
Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM), y el Frente Democrático
Salvadoreño (FDS), pero ninguno de estos frentes amplios logró a
atraer a sectores significativos de la burguesía salvadoreña. Esta
cerró filas alrededor de las trece familias de la oligarquía, le
tuvieron pánico a la revolución que se desarrollaba en Centroamérica.
Propuestas conciliadoras
En diversas oportunidades el FMLN-FDR hizo diversas
propuestas de negociación política.
El 25 de noviembre de 1980, el Presidente de la Junta
Revolucionaria de Gobierno (1979-1982), Ingeniero José Napoleón
Duarte, llamó públicamente a un diálogo “de todas las fuerzas políticas”.
Sin embargo, dos días después los cinco miembros de la dirección
del FDR fueron capturados, torturados y brutalmente asesinados por los
cuerpos de seguridad.
Esta masacre selectiva mostró trágicamente que la
oligarquía salvadoreña no estaba dispuesta a negociar absolutamente
nada en ese momento. Bajo la dirección de Guillermo Manuel Ungo y Rubén
Zamora, el FDR se convirtió en la cancillería del FMLN, encargado de
explorar y abrir relaciones diplomáticas a nivel internacional.
A pesar de la masacre de su dirigencia, en diciembre de
1980 la alianza FMLN-FDR se declaró disponible a entrar en diálogo
con el gobierno de los Estados Unidos, pero al asumir la presidencia
Ronald Reagan (1981-1989), en Enero de 1981, este inicio una
contraofensiva brutal para detener la revolución en Nicaragua, El
Salvador y resto de Centroamérica.
Primera ofensiva general
La primera ofensiva general se produjo el 10 de enero de
1981, días antes que Reagan asumiera la presidencia de Estados
Unidos. Se combatió durante una semana en las principales ciudades de
El Salvador. Esta ofensiva estaba destinada, más que a tomar el
poder, a forzar en la mesa de negociaciones la constitución de un
nuevo gobierno. La ofensiva general no logró sus objetivos, pero a
pesar del fracaso militar el 28 de febrero de 1981 el FMLN-FDR se
mostró dispuesto a negociar y aceptó la mediación propuesta por la
Internacional Socialista. No hubo ninguna negociación, el nacimiento
de bandas fascistas tenia el objetivo primordial de imponer el terror
en las ciudades, restarle base de apoyo a la guerrilla, y recuperar el
control del aparato del Estado.
El Ejercito logró imponerse militarmente, y la guerrilla
fue forzada a realizar un “repliegue táctico” desde enero hasta
junio de 1981.
La ofensiva general representó una derrota militar, pero
el FMLN-FDR logró el reconocimiento como fuerza política beligerante
por parte de los gobierno de México y Francia, los cuales declararon
el 28 de agosto de 1981 que reconocían “que la alianza del Frente
Farabundo Martí para la Liberación Nacional y el Frente Democrático
Revolucionario constituyen una fuerza política representativa,
dispuesta a asumir las obligaciones y ejercer los derechos que de ello
se derivan. En consecuencia es legítimo que la alianza participe en
la instauración de mecanismos de acercamiento y negociación
necesarios para una solución política”.
A pesar de la brutal represión, el ascenso de masas
continuó, facilitando a la guerrilla el establecimiento de bases de
poto en todo el país. En ese periodo, el FMLN lanzó como consigna:
“resistir, desarrollarse y avanzar”. En sus inicios, el FMLN libró
una guerra de guerrillas en los centros urbanos.
El Ejército desarrolló la estrategia de imponer el terror
contrarrevolucionario en las ciudades, a través de escuadrones de la
muerte, bandas fascistas lideradas por Roberto Dabuisson, para restar
base social a la guerrilla. Las milicias populares en San Salvador
fueron prácticamente aniquiladas. En cierta medida, esta sangrienta
estrategia dio los resultados esperados por el imperialismo: mantener
el control de los importantes y estratégicos centros urbanos,
mientras apuntalaba al ejército títere.
Para las elecciones de 1982, a pesar que se combatía en
los principales centros urbanos, el FMLN fue forzado a crear nuevos
frentes guerrilleros en las zonas rurales, sobre todo en los
departamentos de Morazán y Chalatenango. Mientras se producían estos
cambios en los escenarios de la guerra, la tercera Junta de Gobierno
convocó a elecciones de Asamblea Nacional Constituyente para el 28 de
marzo de 1982.
El 2 de Mayo se instaló la Constituyente, eligiendo como
presidente provisional al banquero Álvaro Magaña, (1982-1984)
poniendo fin al sangriento experimento de las Juntas de Gobierno. La
guerra civil continuó su curso, y el proceso electoral amañado no
logro detenerla.
En julio de 1982 la Conferencia Episcopal de El Salvador
hizo un llamado al diálogo entre las partes para poner fin a la
guerra. Sin embargo, el imperialismo yanqui no deseaba negociar en ese
momento, necesitaba primero recomponer su fuerzas y mantener el
control de la situación. Magaña se negó sistemáticamente a
negociar con la guerrilla. No obstante, Richard Stone, embajador
plenipotenciario de Ronald Regan, se reunió en julio y agosto de 1983
en repetidas ocasiones delegados del FMLN-FDR en Bogotá, Colombia,
por mediación del Presidente Betancur, y posteriormente en San José
de Costa Rica, a finales de agosto de ese mismo año. Estas fueron
maniobras exploratorias de Reagan con el objetivo de calmar la oposición
de los demócratas, y demostrar que se estaban produciendo cambios
democráticos en El Salvador, aunque esto era evidentemente una
fachada política para incrementar la ayuda militar al Ejército.
Para 1983 la comandancia del FMLN informó que mantenía el
control de la quinta parte del país.
Se produjo, entonces, una dualidad de poderes a nivel
territorial: la guerrilla era fuerte en el campo, mientras el ejército
lograba mantener el control en los centros urbanos.
El gobierno de Napoleón Duarte
Esta situación permitió la realización de las elecciones
de 1984. Los grandes competidores fueron el fascista Roberto
Dabuisson, fundador del partido Alianza Republicana Nacionalista
(ARENA), y el democristiano José Napoleon Duarte, siendo electo en
segunda vuelta este último. José Napoleon Duarte gozaba de mucho
prestigio político en la clase media.
Duarte había ganado las elecciones en 1972, como candidato
de la Unión Nacional Opositora (UNO), pero un fraude electoral colocó
en la presidencia al coronel Arturo Armando Molina. También había
sido miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno (1979-1982), tras
el derrocamiento del general Carlos Humberto Romero.
A pesar de la sangrienta guerra civil, Duarte fue el primer
presidente “civil” de El Salvador, electo democráticamente, desde
la represión desatada por el General Maximiliano Hernández Martínez
en 1931.
Durante más de cincuenta años, las dictaduras militares
fueron los gobiernos preferidos del imperialismo y la oligarquía. Con
esta careta civilista, el gobierno de Duarte desarrolló una
estrategia contra insurgente basada en el asistencialismo social,
construcción de escuelas, campañas de salud, combinado con el
fortalecimiento de la capacidad militar del Ejército, así como el
desarrollo de una política de democratización, pacificación y
negociación política con la guerrilla del FMLN.
Dentro de esta política de negociación, el 15 de Octubre
de 1984 se produjo la primera negociación directa entre el FMLN y el
gobierno salvadoreño, en La Palma, departamento de Chalatenango.
Duarte planteo la necesidad del desarme de la guerrilla y su
participación en el proceso electoral. Por su parte, el FMLN planteó
un programa de 29 puntos necesarios para la democratización. Las
negociaciones se estancaron y se reanudaron en Ayagualo, departamento
de la Libertad, el 30 de noviembre de 1984. En esa reunión se produjo
un solo acuerdo: continuar negociando.
En el periodo 1979-1987 el Ejército pasó de 10.000 a
56.000 soldados. El gobierno de Estados Unidos proporcionó ayuda
militar y económica equivalentes a un millón de dólares diarios. El
gasto en defensa llegó en estos años a abarcar el 40% del
presupuesto nacional.
El statu quo
La contraofensiva política y militar iniciada por la
administración Reagan en 1981 ocasionó importantes derrotas
parciales y suplementarios sacrificios a las masas en lucha. Sin
embargo, a pesar de los golpes y derrotas que el imperialismo yanqui
logró asestar al movimiento obrero y popular en El Salvador, y de las
constantes ofensivas del Ejército contra los bastiones de la
guerrilla, el FMLN continuó ejerciendo el control de la mitad del
territorio de ese país.
Se mantuvo la situación de doble poder territorial,
estallaron huelgas salvajes con ocupación de fábricas y edificios,
resurgieron las manifestaciones obreras y populares en las principales
ciudades de El Salvador, colocando nuevamente a la vanguardia de la
lucha antiimperialista a la clase obrera industrial, que rápidamente
se recuperaba de los estragos del terror fascista.
En todo este período, el imperialismo obtuvo triunfos
importantes: convocó a elecciones en El Salvador imponiendo el
gobierno de Duarte; logró el “recambio pacífico” en Guatemala
con el gobierno de Vinicio Cerezo; en Honduras renovó el juego democrático
burgués en donde salió electo Azcona Hoyos; en Costa Rica salio
electo Oscar Arias. En esta feroz lucha entre revolución en curso y
contrarrevolución imperialista, las masas nicaragüenses y salvadoreñas
jugaron un rol de vanguardia, el resistir los embates del ejercito
contra y del Ejercito salvadoreño.
Desde el fracaso de la ofensiva guerrillera del FMLN en
1980 hasta finales del año 1985, se estableció en la región
centroamericana un encarnizado combate entre revolución en curso y
contrarrevolución imperialista, que dio como resultado temporal el
establecimiento de un “statu quo”, un período en que la
contrarrevolución imperialista no pudo inflingir derrotas históricas
a las masas en lucha, ni la Revolución en curso logró repetir
triunfos colosales como el ocurrido en Nicaragua el 19 de Julio de
1979.
Este “equilibrio”, obviamente, fue muy dinámico ya que
tanto la Revolución como la contrarrevolución imperialista, trataron
de romperlo a su favor. No se trató de un “equilibrio” acordado
en la mesa de negociaciones, sino que resultó de la correlación de
fuerzas que uno y otro bando establecieron en el campo de la lucha de
clases.
No debe creerse se que el FMLN abandono completamente las
ciudades, sino que fue forzado a replegarse en el campo, disminuyendo
su actividad militar en los centros urbanos. La presión militar
ejercida por el gobierno de Duarte, obligó al FMLN a revisar sus tácticas
militares. A partir de 1984 el FMLN comprendió el valor estratégico
de las ciudades como la retaguardia de la política de contra
insurgencia, y reinició las labores de hostigamiento.
La Cumbre de “Costa del Sol”
Para 1988 la guerra civil se desarrolla en 10 de los 12
departamentos de El Salvador. Como era de esperarse, en las elecciones
legislativas de 1988, ARENA obtuvo la mayoría, y en marzo de 1989 ganó
la presidencia a través de la candidatura de Alfredo Cristiani. EL
FMLN intento vanamente aplazar el proceso electoral. Bajo la
presidencia de Cristina continuó la política de presión militar y
negociaciones diplomáticas para acorralar al FMLN.
Parte de estas presiones fue la realización de la cumbre
de presidentes centroamericanos, el 8 y 9 de Febrero de 1989, en El
Salvador, previa reunión de trabajo los cancilleres en Managua. El
principal objetivo de esta Cumbre, que debió realizarse en Enero, era
obligar al gobierno sandinista a aplicar totalmente el Plan aprobado
en Esquipulas II, abandonado a su propia suerte al FMLN.
Después de salvar muchas contradicciones, en esa reunión
se revitalizó el Plan de Esquipulas II.
El FSLN tenía dificultades para obtener el apoyo de sus
antiguos aliados. Carlos Andrés Pérez, ejerciendo un segundo mandato
presidencial en Venezuela, presionaba “amigablemente” al FSLN a
cumplir con Esquipulas II.
Los Acuerdos de “Costa del Sol”, constituyeron la
prolongación y superación de los acuerdos de Esquipulas II, Alajuela
y Sapoá. En esa reunión, el Presidente Daniel Ortega se comprometió
a reformar la Constitución, la Ley Electoral, a integrar el Consejo
Supremo Electoral (CSE) con representación “equilibrada” de todos
los partidos políticos, a convocar anticipadamente a elecciones
generales, municipales y de Parlamento Centroamericano, a más tardar
el 25 de Febrero de 1990. El gobierno sandinista aceptó la supervisión
del proceso electoral, por parte de una Comisión Especial de la OEA y
la ONU.
Los presidentes centroamericanos hicieron un llamado “a
todos los sectores y, en especial a los movimientos insurreccionales y
fuerzas irregulares que actúan en el área a que se incorporen a los
procesos políticos constitucionales de cada país. En este sentido
formulan un llamamiento a todos los sectores salvadoreños a
participar en las próximas elecciones”, en las que salió electo
Alfredo Cristiani por ARENA. Con ello, la suerte del FMLN quedó
sellada.
Los resultados de la Cumbre de El Salvador significaron una
calendarización o concretización de los acuerdos de Esquipulas II.
Lo mas graves fue que el gobierno sandinista, acosado por la guerra y
la crisis económica, se comprometió a aplicarlos de manera
unilateral. La famosa “simultaneidad” exigida durante tanto tiempo
por los diplomáticos nicaragüenses, en el sentido de que la guerra
civil en Nicaragua debía resolverse al mismo tiempo que en El
Salvador, quedó en el cesto de la basura. En esa reunión, el
gobierno sandinista no solo hizo graves concesiones políticas sino
que fue más allá al comprometerse a contribuir a la pacificación de
El Salvador.
En el transcurso de la guerra civil, el FMLN tuvo su
retaguardia en Nicaragua. Los hospitales, el avituallamiento y la logística
militar provenía fundamentalmente del ejército nicaragüense, que
alimentaba a la guerrilla del FMLN con el objetivo de obligar al
imperialismo norteamericano a negociar el desmantelamiento de la
contra, a cambio de “forzar” al FMLN a entrar al juego democrático.
Los comandantes sandinistas no tuvieron una posición consecuente,
sino que el apoyo militar clandestino al FMLN siempre fue en base a un
frió calculo político de mantener un peón sacrificable en la mesa
regional de negociaciones.
El gobierno sandinista terminó aceptando en los hechos y a
regañadientes la teoría de Reagan sobre la “simetría” entre el
FMLN y el ejercito contra.
El FSLN acepto canjear a la pujante guerrilla del FMLN por
el desarme del ejercito contra. Al perder el poder el FSLN en 1990, se
redujo considerablemente la retaguardia del FMLN. El derrumbe de la
URSS, le inicio del “periodo especial” en Cuba, redujeron aun mas
las fuentes de avituallamiento. Con Esquipulas II no solo se decidió
la suerte de Nicaragua, sino que el hundimiento de la revolución
sandinista de 1979 arrastró tambien al FMLN.
La “ofensiva final”
En septiembre de 1989, el gobierno de Cristiani llegó a un
acuerdo con el FMLN en México para solicitar la mediación de la ONU
en el proceso de negociación de la paz. Para reforzar su posición en
la mesa de negociaciones, el FMLN realizó una “ofensiva final” en
Noviembre de 1989, llegando a librar combates en el centro de San
Salvador.
Esta “ofensiva final” se produjo en el marco de un
increíble reanimamiento del movimiento obrero, el cual comenzó a
realizar huelgas y luchas callejeras, a pesar del terror fascista
desatado por las bandas de ARENA. En esa coyuntura fue dinamitada la
sede de FENASTRAS, una gran confederación sindical, con el objetivo
de atemorizar a la clase obrera. Extrañamente, el FMLN levantó la
consigna de sacar del gobierno a los fascistas que no querían la
negociación. En realidad, no se podía derrocar a un gobierno por la
mitad. Pero la “ofensiva final” no fue impulsada por el FMLN para
derrocar al gobierno de Cristiani, sino para negociar con el.
En diciembre de ese mismo año, cada quien por su lado, el
gobierno de El Salvador, así como el FMLN, solicitaron al Secretario
General de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuellar, que les
ayude en la búsqueda de la paz. Pérez de Cuellar nombró a Alvaro De
Soto para conducir las negociaciones políticas que duraron dos años
(Enero de 1990 - Enero de 1992).
Las negociaciones políticas
Después de la firma de varios acuerdos en Ginebra, Suiza,
el 4 de abril de 1990, en Caracas, Venezuela, el 21 de mayo de 1990, y
en San José de Costa Rica, el 26 de julio de 1990, el Consejo de
Seguridad de la ONU, mediante la Resolución 693 del año 1991, creó
ONUSAL, con la misión de verificar el cumplimiento de todos los
acuerdos políticos pactados entre el gobierno de El Salvador y el
FMLN.
Las negociaciones decisivas se realizaron en México, el 27
de abril de 1991. En una carrera contra el tiempo, el gobierno de
Cristiani le presentó a la Asamblea Legislativa un proyecto de
reforma de 24 artículos de la Constitución y 3 disposiciones
transitorias. La materialización de los acuerdo de paz incluía,
entre otros aspectos, la creación de la Policía Nacional Civil
(PNC), como un cuerpo de “naturaleza civil”, separado del
Ejercito, la que fue creada mediante 729 del 14 de enero de 1992. La
creación de un organismo de inteligencia del Estado independiente del
Ejercito, la reestructuración de las fuerzas armadas, la reorganización
del poder judicial, la desaparición de los organismos paramilitares,
el fin del reclutamiento forzoso, la creación de la Procuraduría de
los Derechos Humanos , la creación del Tribunal Supremo Electoral,
con participación de todos los partidos políticos, y al formación
de una “Comisión de la Verdad”.
Ante la resistencia de las fuerzas asesinas que permanecían
en el gobierno, al final se formo la “Comisión Nacional para la
Consolidación de la Paz” (COPAZ), que incluyó a delegados de ambas
partes, de los Partidos y Coaliciones presentes en la Asamblea
Legislativa, y a observadores de la Iglesia y de la ONU.
La última ronda de negociaciones entre el gobierno de
Cristiani se produjo en la ruta México y New York. Con el
asesoramiento de los cancilleres de Estados Unidos y de la Unión Soviética
los textos finales quedaron redactados el 31 de diciembre de 1991, y
se acordó que la firma se realizaría en el castillo de Chapultepec,
México, el 16 de enero de 1992.
El Ejército se concentró en 100 cuarteles de los 14
departamentos, y el FMLN se concentró en 50 puntos, y la entrega de
las armas se produjo.
En condiciones de paz, el Ejército redujo el número de
sus efectivos de 60,000 a 30.000 hombres. El Consejo de Seguridad de
la ONU amplió el mandato de ONUSAL hasta abril de 1995.
La nueva democracia neoliberal
A diferencia de Nicaragua, donde el FSLN destruyo a la
Guardia Nacional y obtuvo una victoria completa, construyendo sus
propias fuerzas armadas que le permitieron sobrevivir a la agresión
imperialista y la guerra civil, en El Salvador no ocurrió lo mismo.
El Ejército de El Salvador se mantuvo intacto, la oligarquía
salvadoreña nunca perdió el control de la situación. La creación
de la PNC y la disolución de los cuerpos para militares no fue una
gran conquista, sino una garantía mínima del juego político.
Los grandes vencedores de la guerra civil fueron el
imperialismo norteamericano y los fascistas de ARENA, que ahora han
cambiado el ropaje y de discurso.
ARENA lleva 18 años en el poder y cuatro gobiernos
consecutivos: Alfredo Cristiani (1989- 1994), Armando Calderón Sol
(1994 - 1999 ), Francisco Flores (1999- 2004) y Antonio Elías Saca
(2004-2009).
La transformación del FMLN, de ser una organización
guerrillera a convertirse en un partido reformista electoral, así
como su evolución política, sus diferentes fraccionamientos, y el
control que llegó a ejercer la corriente del PCS liderada por Shafick
Handal, por su importancia merece un análisis aparte.
Aunque el FMLN ha venido progresivamente aumentando su
caudal electoral, originando un sistema bipartidista, por medio del
cual comparte los principales cargos públicos con el partido de
gobierno, también ha venido modificando su discurso en aras de
conformar una amplia alianza electoral que le permita acceder al
gobierno por la vía electoral.
La joven vanguardia revolucionaria salvadoreña debe
estudiar y aprender las duras lecciones del periodo anterior.
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