La base económica del poder
imperial
Por James Petras
Rebelión, 12/08/04
Traducido para Rebelión por J. A.
Julián
El debate sobre el poder económico
en la economía mundial gira en torno a varios ejes. Uno de los elementos
que fundamentan el poder económico internacional son las empresas
multinacionales (EMN) de Estados competidores. Para analizar las fuerzas
de los diferentes Estados resulta útil comparar la proporción de las
principales multinacionales que está vinculada a cada uno de ellos.
La configuración general de poder
que determina el número y porcentaje de EMN vinculadas a los diferentes
Estados debe matizarse sopesando el subsector específico en el que se
concentran las diferentes EMN nacionales. Según nuestra hipótesis, las
EMN de los diferentes países concentran su poder en sectores diferentes.
El poder no es homogéneo en todos estos sectores y se halla cada vez más
disperso entre los principales bloques de poder en lucha. Si bien un
cierto grado de dispersión es signo de relaciones competitivas y
complementarias entre los poderes imperiales, nuestra hipótesis es que un
poder central --EE UU-- domina más sectores que los restantes bloques de
poder.
Para determinar las 500 EMN más
importantes nos hemos basado en los criterios y cálculos utilizados por
el Financial Times en su documento Special Report FT Global 500, de 27 de
mayo de 2004. En este informe la clasificación de las empresas se realizó
basándose en su capitalización de mercado, es decir en el valor de
mercado de las acciones de cada una de las empresas. Esta cifra se obtiene
multiplicando el precio de cada acción por el número de acciones
emitidas. No se han tenido en cuenta las empresas participadas
mayoritariamente por los Estados o grupos familiares, y el cálculo se
realizó el 25 de marzo de 2004.
El poder económico dominante: las
500 EMN más importantes
EE UU sigue siendo el poder
dominante en términos absolutos y relativos: entre las 500 EMN más
importantes cuenta con 227 (45%), seguido por Europa Occidental con 141
(28%) y Asia, 92 (18%). Estos tres bloques regionales controlan el 91% de
las principales EMN del mundo. La "globalización" puede
entenderse en su sentido más general como el poder derivado de las EMN
basadas en los citados tres bloques de poder, que les permite movilizar
capital, y controlar el comercio, el crédito, la financiación y el
espectáculo. Casi tres cuartas partes (73%) de las grandes instituciones
corporativas se hallan en la esfera de poder que configuran Europa y EE UU.
Si bien las EMN de Asia tienen un papel cada vez mayor y pueden
representar un cierto peligro las próximas décadas, a corto y medio
plazo el eje económico EE UU-Europa seguirá siendo predominante. El
"boom" de China e india y la recuperación económica de Japón
reflejan el crecimiento del capitalismo endógeno y la expansión y
conquista por las EMN de Europa y EE UU de los mercados económicos. América
Latina, Oriente Medio y África cuentan con un total de once de las 500
EMN más importantes. En América Latina, sólo Brasil y México tienen
EMN de envergadura mundial, África no tiene ninguna y en Oriente Medio,
Arabia Saudí controla cuatro de las seis EMN. Los continentes y países
que muestran un menor desarrollo de sus EMN son precisamente los países
que han estado dominados por las EMN de Europa y EE UU y sus
correspondientes Estados imperiales. La imposibilidad de acumular capital
endógeno bajo la dominación de gobernantes clientelistas al servicio de
las EMN de EE UU y Europa es la causa principal del continuo pillaje de
recursos, transferencia de beneficios a los principales bancos (entre las
500) y del proceso general de desacumulación. Las escasas EMN que han
aparecido en Rusia y América Latina son principalmente empresas estatales
privatizadas, creadas a partir del ahorro público y la inversión de
anteriores regímenes estatalistas que tuvieron la capacidad, en su día,
de limitar la presencia de las EMN de EE UU y Europa.
Un examen más detallado de la
"cúspide" de las EMN gigantes ilustra con claridad la gran
concentración de poder de EE UU, a saber:
De las 10 principales EMN, ocho
pertenecen EE UU y dos a Europa. Del 20% superior, el 75% son empresas de
EE UU, el 20% de Europa, y el 5% de Japón. La mayor concentración de
poder estadounidense se halla entre las mayores EMN, mientras que la
competencia se incrementa a medida que descendemos a niveles inferiores de
la escala.
EE UU tiene la mayores EMN en los
siguientes sectores: producción industrial (General Electric), petróleo
y gas (Exxon-Mobil), programas y servicios informáticos (Microsoft),
productos farmacéuticos (Pfizer), banca (Citicorp), comercio al por menor
(Wal-Mart), seguros (American International Group) y componentes de
tecnología de la información (Intel). La capitalización total estas EMN
gigantes alcanza la suma de un billón novecientos setenta y nueve miles
de millones (1.979.000.000.000) de dólares.
Los partidarios de la
"decadencia" del imperio norteamericano ignoran sin duda el
poder mundial consolidado de las ocho principales EMN de EE UU. Lo que
llamamos "globalización" es en realidad la concentración y
extensión máxima del imperio estadounidense, o al menos de un imperio
formado por EE UU y Europa, complementado por la emergencia gradual de EMN
asiáticas.
Las EMN rusas, centradas casi
exclusivamente en los recursos naturales, son un caso especial: son el
resultado del pillaje y el robo de las grandes empresas estatales
ampliamente integradas en sus economías nacionales. En la actualidad, las
EMN rusas son principalmente prestatarias de servicios y suministradoras
de las EMN de EE UU y Europa, se hallan poco integradas en el Estado ruso,
y las dirigen oligarcas expatriados en el Reino Unido, Israel y otros
lugares.
Las EMN gigantes canadienses operan
en su mayor parte en la banca, los recursos naturales y la tecnología de
la información. Están vinculadas en parte a las EMN de EE UU y, en
cuanto a la "construcción de imperio", operan con muy poca
participación directa del Estado canadiense, excepto para seguir la senda
estadounidenses.
A partir de las 100 primeras
empresas, sin embargo, la preponderancia de las EMN de EE UU es menor y
las EMN euro-asiáticas se han convertido en un auténtico reto. Además
de las 100 empresas principales, las EMN europeas y asiáticas se están
convirtiendo en operadores importantes dentro del sistema imperial,
sobrepasando sus límites tradicionales y entrando selectivamente y
compitiendo con las EMN de EE UU dentro de la economía nacional
estadounidense.
Dominación concentrada y
compartida
La competencia y la
complementariedad en la construcción imperial entre las EMN de EE UU,
Europa y Asia se hace evidente cuando atendemos a sectores económicos
específicos. Al examinar las 10 principales empresas en determinados
sectores económicos clave nos encontramos con una " monopolización",
una "competencia" y un "desplazamiento" de las EMN
estadounidenses.
Comercio al por menor
Las EMN estadounidenses dedicadas
al comercio al por menor copan ocho lugares entre los diez primeros. No es
una sorpresa teniendo en cuenta que la economía estadounidense se basa en
gran medida en el consumo de los particulares, las burbujas especulativas
y unos altos niveles de endeudamiento. Todas las principales empresas de
comercio al por menor de EE UU comenzaron dominando sus mercados locales y
acumulando capital a base de una intensa explotación de una fuerza de
trabajo mal pagada y no sindicalizada, y más tarde se trasladaron a otros
lugares en otros países en los que les era posible reproducir sus prácticas.
El negocio de la venta al por menor en Asia y Europa estaba basado hasta
hace poco en empresas pequeñas o medianas de propiedad familiar.
Tecnología de la información
EE UU domina este sector, en el que
ocho de las diez principales empresas dedicadas a la tecnología de la
información son estadounidenses --el resto europeas--, en parte como
resultado de las subvenciones estatales obtenidas por vía del gasto
militar, y también del timo del "año 2000" (el "escenario
de fin del mundo", que permitió canalizar miles de millones de dólares
hacia las nuevas empresas de la TI), y la burbuja especulativa de la década
de 1990.
Medios de comunicación de masas y
entretenimiento
Las EMN de EE UU dominan en todo el
mundo el sector de los medios de comunicación de masas y del
entretenimiento. Casi un 80% de las principales EMN (11 de 14) está
controlado por capital estadounidense. Con el desmantelamiento de los
medios de comunicación públicos en las primeras décadas del siglo
veinte y la monopolización de la radio, la televisión y la industria
cinematográfica, los gigantes estadounidenses se transformaron en enormes
conglomerados, mediante la adquisición o la bancarrota de la prensa local
y las empresas musicales y culturales, antes de repetir este mismo esquema
en todo el mundo. El crecimiento de las grandes concentraciones
estadounidenses de empresas dedicadas a los medios de comunicación y el
entretenimiento se consiguió gracias a una favorable intervención
estatal, la desregulación y la promoción, por cuanto los medios de
comunicación y de entretenimiento han servido como brazo propagandista no
oficial, abierto y encubierto, de las conquistas imperiales, las guerras
la ocupación y la penetración estadounidense.
El complejo militar-industrial
Las EMN estadounidenses ocupan los
primeros lugares en la lista de las industrias militares relacionadas con
la guerra y la construcción del imperio: de las once firmas gigantes de
este sector que se hallan entre las "top 500", nueve son
estadounidenses y dos europeas. El militarismo ha potenciado la expansión
industrial estadounidense durante los últimos 65 años, y permitió a EE
UU salir de la Gran Depresión de los años 1930, a costa de absorber y
dilapidar billones de dólares financiados por el Estado, debilitando con
ello gravemente la presencia EE UU en las actividades industriales no
militares, como veremos más adelante.
Programas y servicios informáticos
En este sector, las EMN de EE UU
son también dominantes, con seis de las diez principales firmas. No
obstante, la supremacía de EE UU está amenazada por Japón y Europa,
cada una de las cuales tiene dos de las diez empresas mayores. El reto
antimonopolista lanzado en Europa, la explosión de la burbuja de empresas
TI y la mayor financiación de la investigación y desarrollo por parte
del Estado ha conducido a una intensa competencia interestatal así como a
fusiones, adquisiciones y "prácticas de competencia
deshonesta".
Banca
El capital financiero y bancario de
EE UU ha crecido hasta convertirse en la fuerza principal de la economía
mundial. Los bancos multinacionales de EE UU representan el 60% de los
diez principales bancos del mundo, seguidos por los europeos con tres y
los japoneses con uno. El sistema bancario estadounidense ha crecido
gracias a la gestión de la deuda de América Latina, Asia y África,
convirtiendo los valores de deuda en acciones de propiedad por medio de
las políticas neoliberales de privatización y desregulación de los
mercados financieros. Los bonos federales de EE UU también han crecido de
manera desproporcionada, permitiendo la transferencia de cientos de miles
de millones de dólares de fondos ilícitos acumulados por gobernantes
corruptos, delincuentes internacionales y líderes empresariales
corruptos, especialmente de América Latina. Los grandes bancos
norteamericanos internacionales tienen un papel destacado en la elaboración
de la política imperial estadounidense, a través de las instituciones
financieras internacionales, promoviendo el neoliberalismo, la desregulación
financiera, los programas de austeridad clasistas y el cobro de la deuda
exterior. A menor escala pero en la misma dirección, los gigantes
bancarios europeos influencian las políticas de la Unión Europea. Sin
embargo, muy a menudo los bancos multinacionales europeos actúan en
coordinación con los bancos estadounidenses a través del "Club de
París" con los mismos objetivos de cobro de la deuda por medio de
políticas comunes.
El reto europeo:
telecomunicaciones, petróleo y gas, seguros, productos farmacéuticos y
manufacturas
Europa es líder en
telecomunicaciones, con el 40% de las diez principales EMN, seguida por EE
UU y Asia con el 30%. En el sector de los seguros encontramos el mismo
patrón: Europa 50%, EE UU 40% y Japón 10%. En materia de petróleo y
gas, EE UU y Europa tienen cuatro cada una, y Rusia y Brasil una cada una.
La misma "paridad" existe entre las empresas farmacéuticas, en
las que EE UU y Europa dominan las diez primeras.
En electrónica y equipos eléctricos,
las EMN japonesas, y en general las asiáticas, controlan el 70% de los
principales productores, Europa el 20%, mientras que EE UU tiene solamente
una EMN entre las diez primeras.
La expresión más clara de la
competencia interimperialista podemos encontrarla en la industria
manufacturera, tanto la ligera como la pesada, entre otras la metalurgia,
el transporte, los productos químicos, los productos forestales y la
electrónica. Las mayores empresas de industria ligera se reparten así:
EE UU tiene un 44%, Europa el 48% y Japón el 8%. La proporción en
industria pesada es la siguiente: 32% de las 100 principales son
estadounidenses, 30% son europeas, 22% japonesas, 7% de otros países asiáticos
y el resto se reparte entre otros cinco países. La misma igualdad de
presencia podemos hallarla en el floreciente sector de los productos de
cuidado personal y cosméticos, en los que EE UU y Europa tienen cada una
el 33%, seguidas por Japón con el 11%.
El imperio estadounidense se
caracteriza por su fuerza económica y su debilidad relativa. EE UU domina
en materia de TI, finanzas y medios de comunicación; y tiene una posición
más débil en manufacturas, seguros, telecomunicaciones y electrónica.
El imperio de EE UU es "competitivo" en materia de productos
farmacéuticos, petróleo y gas.
Es un error referirse a EE UU como
la "potencia global", por cuanto tiene importantes competidores
que lo han sobrepasado o compiten favorablemente este país en ámbitos
clave de la energía y la producción. Si bien EE UU dominan los sectores
"visible" y de "consumo" (medios de comunicación de
masas y venta al por menor) es relativamente más débil en manufacturas,
telecomunicaciones y seguros. El poderío de EE UU se fundamenta en los
servicios, no en la producción de bienes tangibles ligados al consumo
civil. Si no contase con las EMN de carácter militar-industrial, que
gozan de enormes subsidios oficiales, EE UU tendría una presencia todavía
menor en la industria. Además, su economía industrial se ha visto
gravemente debilitada por la deslocalización de las EMN estadounidenses
al extranjero, en particular a China. A la vez que mantienen sus
actividades económicas en el extranjero, en funciones de creación de
imperio, las EMN mantienen sus sedes en EE UU, reteniendo así un poderoso
control de la dirección, las políticas y el personal en el Estado y el
gobierno.
La idea de que Europa puede quedar
reducida a una potencia "regional", tal como propone la doctrina
Wolfowitz-Perle, se da de bruces con la apabullante realidad de una Europa
que es un competidor imperial global de EE UU, y que dispone de una base
de poder sólida en los ámbitos de las manufacturas, las finanzas y las
telecomunicaciones.
Además, los datos recientes
sugieren que EE UU está perdiendo gradualmente su posición dominante.
Los datos para 2004 muestran que treinta EMN de EE UU dejaron de formar
parte de las " top 500" mientras que solamente hubo quince
nuevas incorporaciones, lo que significa una pérdida de catorce unidades
(5 %). Europa mantuvo su lugar, pero Japón y el resto de Asia registraron
un incremento neto de catorce unidades (un incremento de casi 20%).
Hay que hacer dos importantes
observaciones. Por una parte, la reducción del porcentaje de EMN
estadounidenses en relación con Europa y Asia se compensa en parte por el
hecho de que las EMN europeas están dispersas en una serie de países
que, a pesar de los lazos de la Unión Europea, no funcionan como un
organismo unificado. Y otro tanto puede decirse de Asia. Por otra parte,
el gobierno federal de EE UU puede obtener ventajas económicas mediante
la costosa utilización de su ejército y de la intervención de su policía
secreta, incluso en una situación de relativa decadencia de sus EMN y de
fuerte competencia.
La competencia y los desacuerdos
entre los políticos europeos y Washington en relación con las políticas
comerciales y la guerra de Irak se subordinan a su colaboración a largo
plazo. Además, una parte de los conflictos políticos giran en torno a
los ideólogos sionistas del Pentágono que han impuesto su política
sobre Medio Oriente y la guerra global.
Ante estos conflictos, inducidos
ideológicamente, el capital norteamericano y el europeo se han
interrelacionado cada vez más. La economía de Europa y EE UU genera un
total 2,5 billones de dólares (2.500.000.000.000) en ventas, y el empleo
de doce millones de trabajadores a ambos lados del atlántico (Financial
Times, 9 de junio de 2004). En 2003, las EMN de EE UU invirtieron en
Europa 87 mil millones de dólares (87.000.000.000), un incremento del 42%
en relación con 2002. Los altos niveles de comercio e inversión entre
los dos centros imperialistas principales demuestran que los conflictos y
rivalidades siguen siendo menos importantes que sus intereses económicos
comunes. No obstante, a pesar de las afinidades estructurales, el grupo
que enarbola la bandera de "Israel primero" (Wolfowitz, Perle,
etc.) ha sido causa, y continuará siéndolo, de importantes tensiones en
la relación.
El conflicto israelo-palestino, la
guerra de Irak, y los planes sionistas del Pentágono para Medio Oriente
(Irán, Siria y Norte de Irak) crearán sin duda nuevas tensiones entre
los dos centros imperiales. El imperio europeo, con su estrategia diplomática
dominante de "comercio-inversión-mercado" hace frente a una
estrategia colonial estadounidense altamente militarista. Europa propone
un estilo de imperialismo multilateral, consultivo y de cooperación,
mientras que Washington tiende a la acción unilateral y la monopolización
del poder y del saqueo imperial. Los europeos esperan establecer una
cooperación en Oriente Medio con las élites de los países árabes e
Israel; Washington, influenciado por los sionistas, da prioridad a una
relación exclusiva con Israel y a la exclusión de Europa y de los
gobernantes árabes, excepto como clientes sumisos. En este contexto
podemos esperar una profundización de los vínculos estructurales entre
las EMN imperiales y los regímenes imperiales, una competición
continuada en el reparto de mercados, y un conflicto político provocado
por los sionistas extremistas de Washington y sus mentores de Tel Aviv.
Conclusión
Las políticas imperiales adoptadas
por EE UU responden básicamente al poder y a la centralidad de las
principales EMN en la economía estadounidense. Los acuerdos de libre
cambio, las políticas del Fondo Monetario Internacional y del Banco
Mundial, las privatizaciones, la supresión de los obstáculos
arancelarios, y el establecimiento de más de 180 bases en el extranjero,
en más de 130 países, son respuestas a los imperativos estructurales de
la economía de EE UU, y más particularmente a las principales EMN que
operan en todo el mundo. El imperialismo no es una "política",
una" conspiración" o un producto de un determinado gobierno
sino una realidad económica estructural determinante.
La mayor parte de las principales
políticas al servicio de los intereses en imperiales no se establecen
mediante un debate público amplio, ni tampoco los intereses imperiales se
formulan con este nombre. Un reducido círculo de los órganos directivos,
formado principalmente por funcionarios no elegidos que suelen actuar a
puerta cerrada, planifica las políticas imperiales. El resultado se
presenta más tarde al público debidamente maquillado con la retórica
ritual de "libertad", "democracia", etcétera. La
determinación estructural de los intereses estratégicos es compatible (e
incluso requiere) el sistema de actuación "a puerta cerrada".
Así pues, el argumento que contrapone el concepto de "teóricos
conspiradores" a las determinaciones estructurales constituyen una
distinción falsa. Los determinantes estructurales y
"conspirativos" operan a diferentes niveles, a veces
compatibles. Los actores económicos estructurales, como las grandes
empresas multinacionales, establecen el marco general de las políticas de
EE UU, mientras que son los órganos políticos decisorios los que
elaboran las políticas para llevar a cabo los intereses de aquéllas. La
elaboración de las políticas se realiza en gran parte a espaldas del
electorado, por lo que efectivamente puede considerarse una
"conspiración", pero de ningún modo a espaldas de las EMN. Por
otra parte, hay momentos en que determinados cargos políticos pueden
conseguir un cierto grado de independencia de una determinada EMN en
regiones específicas y perseguir sus propia agenda ideológica incluso a
expensas de las EMN.
El ejemplo más llamativo de esta
excepcional circunstancia es el comportamiento de determinados sectores
del aparato estatal de EE UU en relación con Oriente Medio durante la
actual presidencia de George W. Bush. Un influyente grupo de sionistas
norteamericanos, en estrecha alianza con Israel y con fuertes lealtades
hacia ese Estado, ha formulado una estrategia de guerra permanente en
Oriente Medio, basada en el uso unilateral del poder militar de EE UU a
fin de potenciar el poder del Estado de Israel.
Estos sionistas diseñadores de políticas
pusieron su punto de mira sobre varios de los países productores de petróleo,
escasamente aliados entre sí y que proporcionan unos beneficios
exorbitantes a las EMN de EE UU, que adquieren bonos del Tesoro de EE UU
para equilibrar la balanza de pagos de EE UU y que tienen vínculos
importantes con las instituciones financieras de EE UU. Además, dichos
creadores de políticas sionistas, han exacerbado el aislamiento político
y diplomático EE UU en todo mundo (Europa, Asia, África, Oriente Medio)
y han provocado una alta volatilidad de los precios de petróleo y enormes
déficits presupuestarios. En teoría, y a sus propios ojos, los sionistas
no se oponen violentamente a las EMN de EE UU ni tampoco están en contra
de la construcción del poder imperial de EE UU, pero al subordinar y el
encarrilar el poder imperial EE UU hacia los intereses económicos de
Israel en Oriente Medio se oponen en la práctica a los imperativos
estructurales de las EMN de EE UU.
El ejemplo más evidente es la
guerra de Irak: para destruir la economía de Irak se destruyó y saqueo
la infraestructura de este país, y para destruir la unidad nacional del
mismo, se polarizó y politizó grupos religiosos y étnicos. Como
resultado, el poder de Israel en el Oriente Medio se ha potenciado y se ha
avanzado hacia nuevos blancos: Siria ha sido boicoteada por EE UU, e Irán
se ha convertido en un objetivo militar, a la vez que Arabia Saudí ha
sido el centro de feroces disputas ideológicas, a mayor beneficio de los
intereses de Israel. La operación ha tenido resultados inesperados: el
imperio se ha empantanado en una prolongada guerra colonial que está
perdiendo, el déficit presupuestario comercial crece en proporción geométrica,
todo Oriente Medio se ha desestabilizado y la actitud de Israel hacia los
musulmanes ha despertado la enemistad de cientos de millones de personas
hacia la presencia económica y militar estadounidense. Estratégicamente,
la fuerza militar de EE UU sea está estirando hasta su máxima capacidad
para defender o expandir el imperio. El servicio militar obligatorio
polarizaría el país, debilitando su apoyo a las políticas imperiales.
Desde un punto de vista objetivo, el intento sionista de implicar la política
de construcción imperial de EE UU con el poder creciente de Israel,
inventándose un bloque de poder conjunto EE UU-Israel, ha sido un
tremendo error. En pocas palabras, ha erosionado el poder imperial.
Éste es un ejemplo evidente de cómo
las personas encargadas de la elaboración de las políticas han actuado
no solamente a espaldas del público sino también de las EMN y contra los
imperativos estructurales del imperio. Es evidente que no siempre hay una
relación directa entre los imperativos estructurales del imperio y la
realización efectiva de los intereses de las EMN. Determinados factores
ideológicos pueden conducir a los responsables que deciden las políticas
a desviar la priorización de los intereses de las EMN en favor de otras
lealtades, incluyendo los intereses de otros Estados en algunos casos poco
frecuentes, como vemos hoy en el caso de la política de EE UU hacia
Oriente Medio. No cabe duda de que en algún momento futuro no muy
distante, las políticas sionistas pueden provocar una "corrección"
de las políticas imperiales de EE UU. En estos momentos, el Estado ya está
dividido entre pro y antisionistas, entre los que dan preferencia a
"Israel primero" y los constructores del imperio. En la medida
en que las ambiciones israelíes hacia Oriente Medio ponen en peligro los
intereses los grandes intereses de las principales EMN de EE UU, existe la
posibilidad de llegar a un enfrentamiento político clave, en el que el
bloque del poder israelí estadounidense movilice todos sus recursos para
presionar al Congreso, los partidos y al presidente para que respalden las
ambiciones israelíes contra las EMN y los intentos de los portavoces de
éstas de centrarse en una visión más amplia de la competencia
interimperialista.
En última instancia, habrá de
verse si los poderosos imperativos económicos estructurales basados en la
masiva presencia de las EMN estadounidenses en la economía mundial tienen
suficiente fuerza ante una fracción políticamente poderosa del capital
judío localizado en sectores económicos de punta, como los medios de
difusión y las finanzas. En última instancia, los imperativos
estructurales de la construcción del imperio predominarán sobre los
intereses "de clan" del grupo que responde la consigna de
"Israel primero", pero es posible que hasta llegar ahí se haya
de sufrir una profunda crisis nacional e internacional, previa a la
resolución.
Por último, analizar la fortaleza
económica y la debilidad relativa de las EMN de EE UU nos ayuda a
comprender parcialmente las políticas imperiales; no obstante, es preciso
analizar la esfera política institucional a través de la cual se
elaboran y persiguen las políticas imperiales. Si bien el Estado imperial
representa a las EMN, lo hace a su propia manera, y en ocasiones las políticas
perseguidas pueden sacrificar un bloque de intereses imperiales en
beneficio de otro.
Julio de
2004
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