El Club Bilderberg, una
sociedad elitista a la sombra de los debates públicos
Bilderberg o la
democracia teledirigida
Por Mateo Balín,
(Periodista)
AIS (Agencia de Información
Solidaria) 09/03/05
Situado en un altillo de
una campiña de Oosterbeck, al noreste de Holanda, se erige el Hotel de
Bilderberg. Un edificio moderno de tres plantas con tejados a dos aguas.
Entre sus servicios destaca una fina cocina, la tranquilidad del complejo
y una veintena de salas equipadas para acoger reuniones de negocios.
Prestaciones que le han proporcionado un renombre internacional, como cita
su publicidad en la red. Pero la promoción se olvida de algo más simbólico
que ocurrió bajo sus cimientos en 1954. El Príncipe Bernhard de Holanda
reunió a puerta cerrada a la flor y nata de la política, la empresa y
las finanzas mundiales a fin de que éstos armonizaran la política
internacional de los aliados en plena Guerra Fría.
Este grupo supranacional
pretendía dinamizar las relaciones transatlánticas a través del
fortalecimiento de Naciones Unidas. La intención: convertirla en un
gobierno mundial de hecho, que a su vez garantizase la voz cantante tanto
de América del Norte como de Europa en la escena internacional. Para ello
creían necesario que ambos actores fueran pragmáticos y vigilasen las
consideraciones geopolíticas y geoestratégicas. La ecuación era
sencilla. Si algún régimen quiere cambiar el mundo, éste sólo podrá
conseguirlo con la búsqueda de consensos en los grandes temas que dominan
la agenda internacional y que respaldan los poderes. Y como los gobiernos
son incapaces de llegar a acuerdos en los grandes asuntos supusieron que
nadie mejor que la iniciativa particular para lograr este fin.
Que a nadie le sorprenda
que los grandes ‘cardenales’ de este cónclave planetario con medio
siglo de vida son dueños de bancos, administradores de grupos
industriales, comisarios europeos, millonarios como la familia Rockefeller
o George Soros, responsables de ‘think tanks’ (‘grupos de
pensamiento’), secretarios generales de la OTAN, FMI y Banco Mundial, ex
presidentes como George Bush padre o Bill Clinton y personajes tan
influyentes como Henry Kissinger.
Un periodista del diario
sueco Dala Demokraten, Goran Greider, establece un lazo entre el orden
actual del mundo y las influencias ejercidas en el seno de los Bilderberg
desde su creación. Según Greider, contribuyeron "a instaurar el
tipo de capitalismo que conocemos hoy y a solidarizar entre sí las
principales elites mundiales del ámbito de los negocios".
Normas internas
La adhesión al Club se
hace por contactos confidenciales a personas cuya influencia en círculos
nacionales e internacionales pueden ampliar el objetivo que preconizan:
imponer un único mercado globalizado poblado por una comunidad controlada
y manipulada, según escribe el periodista Daniel Estulin en un reportaje
publicado en la revista española Época, en septiembre de 2004.
Los miembros tienen
estrictamente prohibido hablar abiertamente del contenido de los debates
-para ello ya tienen hoy el Foro de Davos- y de las decisiones que se
toman. Aunque su organización interna sigue bajo secreto, se sabe que
existe un ‘comité conductor’ compuesto por miembros permanentes que
deciden a quién se invita. La secretaria general la ocupa desde 2000 el
belga Etienne Davignon, presidente de la empresa aérea belga SN
Airholding.
Davignon afirma que
"la franqueza es la regla del juego" y considera además que
"si el Club es un éxito se debe a que nadie molesta a nadie, a que
cada participante juzga útil escuchar una cosa distinta de la que está
acostumbrado a oír".
El Corporate European
Observatory, uno de los grupos de estudio más importantes sobre las políticas
liberales, asegura en un informe publicado en 2000 que si bien Bilderberg
no decide nada de manera formal, si llega a plasmar un consenso entre las
elites de la política, de la economía y de los medios de comunicación.
Algunos de éstos, sobre todo revistas y prensa especializada, son
utilizados como canales de difusión. "Se trata de un pacto
estructural entre las elites de los tres poderes", afirma el sociólogo
Geoffrey Gueuns, autor del estudio ‘Todos los poderes confundidos’.
Agenda extensa
En las secretas reuniones
que se celebran un fin de semana cada año en un lugar diferente del mundo
se tratan temas importantes para el mundo. Desde la guerra de Irak, la
lucha contra el terrorismo o la caída del dólar, hasta de genéricos o
el sida, como ocurrió en la reunión de 2003 en Versalles (Francia), que
contó con invitados de excepción como primeros ministros, miembros de la
realeza europea o jueces.
Otro de los temas que
tratarán en la reunión de este año será el desempleo. En ella, escribe
Estulin en Época, el primer ministro holandés, Jan Meter Balkenende,
propondrá borrar de la "memoria colectiva" la palabra
‘jobless’ (sin trabajo en inglés) y sustituirla con la expresión
"entre dos empleos".
Además tiene previsto
promover la iniciativa del "Nuevo Orden Mundial hecho a medida
Americana", según sus propias palabras. Una postura del primer
ministro holandés perfectamente entendible si tenemos en cuenta que apoya
la guerra contra el terrorismo de la Administración Bush.
Pero la agenda de los
Bilderberg es mucho más amplia. Pretenden promocionar acuerdos económicos
como hicieron con el Tratado de Libre Comercio (TLC) de América del Norte
o el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (precursor de la
Organización Mundial del Comercio). Apuestan por tres monedas universales
como consecuencia del proceso natural de integración planificado hace años
por la elite globalista: el euro para Europa, el dólar para el futuro
mercado de las Américas -a través de extender el TLC por todo el
continente- y otra para la unión Asia-Pacífico.
Quieren amortizar la
fiscalidad para que los países con mayores impuestos puedan competir con
aquellos en los que la tributación es menor. Forzando que la presión
fiscal de países como Estados Unidos aumenten con el objetivo de permitir
que el impuesto del 58% en Suecia sea competitivo.
Además, defienden la
transparencia de las cuentas bancarias y las tarjetas de crédito, y la
creación de un Ejército mundial vigilante. Hasta entonces ya elucubran
una base global de datos que identifique a cada individuo; dentro de una
iniciativa mayor, una Ley de Seguridad universal.
Entre los asuntos a
resolver destaca el militarismo estadounidense, la guerra de Irak o la
posición británica con respecto al euro. El tirón de orejas a Tony
Blair en Versalles fue subsanado con el nombramiento del británico Peter
Mandelson como comisario europeo de Comercio Exterior, que además tendrá
la difícil tarea de promover el europeísmo entre los británicos y
adoptar de una vez la moneda continental.
Con respecto a la OTAN,
los Bilderberg han extendido sus intereses al Golfo, Serbia, Bosnia,
Kosovo, Siria, Corea del Norte, Afganistán... Dentro de una estrategia
que consiste en crear tensiones en naciones cerradas cultural y
religiosamente, que conducen a estados de guerra y hostilidades perpetuas
que utilizan para justificar medidas de emergencia nacional en los tiempos
de paz. "El objetivo es maximizar el beneficio industrial de miembros
del Club vendiendo al mismo tiempo las armas y la mantequilla",
escribe Daniel Estulin.
En fin, estamos ante una
visión de la democracia teledirigida. Y no sólo puesta en práctica por
los Bilderbergs. El Bohemia Club, la Comisión Trilateral o el Club de
Roma aparecen como ramificaciones donde el gran poder negocia las políticas
globales a la sombra de los debates públicos.
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