Aristocracia del dólar
Cómo el Consejo de
Relaciones Exteriores determina la diplomacia norteamericana
Red Voltaire, 19/08/05
Desde París
Desde hace 60 años, el
Council on Foreign Relations (CFR) asesora al Departamento de Estado. En
cada conflicto, determina los objetivos bélicos en interés de sus
miembros y fuera de todo control democrático. También participa en la
redacción de una historia oficial cada vez que es necesario condenar los
errores del pasado y rehacerse una imagen. Financiado por 200
multinacionales, cuenta con 4 200 miembros cooptados entre los cuales se
escogen la mayoría de los dirigentes gubernamentales. La élite del
business elabora la política exterior de los Estados Unidos por consenso
y a puerta cerrada.
En un programa televisivo
sobre un tema de la realidad, NBC solicitó el concurso de los ministros
en ejercicio y de ex ministros para simular su reacción en caso de un
nuevo ataque terrorista. Para reconstituir las condiciones reales, las
autoridades son asistidas por dirigentes del CFR quienes los asesoran en
directo.
Durante la Primera Guerra
Mundial, el presidente Woodrow Wilson nombra al periodista progresista
Walter Lippmann subsecretario de Guerra, y le encarga que constituya un
grupo secreto de 125 universitarios de alto nivel, «L’Enquête», para
estudiar las oportunidades de extender el liberalismo en el mundo mediante
la Primera Guerra Mundial [1].
Lippman trabaja en estrecha
colaboración con el consejero especial del presidente, el coronel Edward
Mandell House. El informe final «Los objetivos de la guerra y las cláusulas
de paz que requieren» [2], servirá de base a los célebres Catorce
puntos de Wilson. Con frecuencia el enfoque de «hacer el bien de la
humanidad sin ella» se califica de idealista en oposición al realismo de
«defender sus propios intereses sin preocuparse por los grandes
principios». En realidad Wilson realiza los dos a la vez: piensa extender
la democracia, pero se reserva el derecho a invadir México o anexarse
Haití. En la actualidad, los neoconservadores invocan esa tradición:
querer democratizar el Gran Medio Oriente y comenzar bombardeando Afganistán
e Irak.
Durante el Armisticio,
Wilson viaja a Europa para participar personalmente en la Conferencia de
Paz de Versalles. Va acompañado de cinco colaboradores directos, entre
ellos el coronel House, que lleva con él 23 miembros de «L’Enquête».
La delegación norteamericana impone su método de trabajo a sus socios:
no se trata de discutir tratados de paz, Estado por Estado, antes de que
se haya definido lo que será la paz. Intenta que se comparta su visión
de lo que se llamará más tarde la globalización: un mundo abierto al
comercio, sin aduanas ni reglas, y una Sociedad de Naciones (SDN) que
prevenga las guerras. Ese proyecto será ampliamente enmendado por los
europeos, después finalmente rechazado por el Congreso de los Estados
Unidos que desaprueba a Wilson.
Al margen de la Conferencia
de Paz, las delegaciones británica y norteamericana deciden crear una
suerte de Academia Binacional que continuará y actualizará los trabajos
de «L’Enquête» para ayudar a los dos gobiernos a definir
conjuntamente su política exterior a largo plazo. Se acordó que ese
Instituto anglonorteamericano para las Relaciones Internacionales se
organizaría en dos secciones autónomas, una en Londres, la otra en Nueva
York. Pero, por su parte, Elihu Root (secretario de Estado que había
organizado las intervenciones en Cuba, Santo Domingo y Honduras, y, sin
embargo, obtuviera el Premio Nobel de la Paz) ya había creado un Consejo
para las Relaciones Exteriores (Council on Foreign Relations - CFR). Esta
asociación reunía a un centenar de personalidades, pero en realidad no
funcionaba. Por consiguiente, «L’Enquête» se fusionó con el CFR para
formar la rama norteamericana del dispositivo, mientras que los británicos
creaban el Instituto Real de Relaciones Internacionales (Royal Institute
for International Affairs - RIIA) en Chatham House.
Las reglas de
funcionamiento del CFR y de Chatham House son las clásicas de las
sociedades de pensamiento: se invita a los participantes a que citen en el
exterior los trabajos realizados, pero jamás deben revelar la identidad
de sus autores. Además, en esa época, los dos clubes están reservados a
los ciudadanos nacionales y exclusivamente masculinos. Sin embargo el tono
de los debates evoluciona de forma diferente en el Reino Unido (dirigido a
su Imperio) y a los Estados Unidos (preso del aislacionismo). Esta
divergencia aparecía en los títulos de sus respectivas publicaciones:
Foreign Affairs (Relaciones Exteriores) para el CFR, International Affairs
(Relaciones Internacionales) para el RIIA.
Durante la etapa entre las
dos guerras, el CFR pasa de 300 a 663 personalidades en Nueva York,
escogidas por cooptación, que representan a todas las tendencias políticas,
salvo claro está, los aislacionistas. El CFR es financiado generosamente
por donaciones privadas, sobre todo las de la Fundación Carnegie, y no
por el Estado Federal al cual asesora. Otros clubes idénticos se crean en
ocho grandes ciudades norteamericanas.
Al final de los años
treinta, el Consejo se divide sobre la actitud a adoptar frente al
militarismo nipón y a la Alemania nazi. En definitiva el club toma
partido: el director a la sazón, Hamilton F. Armstrong, y el secretario,
Allen W. Dulles, publican un sonado opúsculo ¿Se puede ser neutral?
Desde la invasión de Polonia, en 1939, es decir dos años antes de que la
Casa Blanca decidiera entrar en la guerra, el CFR comienza a trabajar
fuertemente sobre los objetivos bélicos y continuará el trabajo de sus
expertos hasta el fin de las hostilidades. Un centenar de universitarios
redacta los War and Peace Studies [3], en 682 memorias, dirigidas al
Departamento de Estado. Las investigaciones son financiadas por la Fundación
Rockfeller con 350 000 dólares y servirán de base para convocar las
Conferencias de Dumbarton Oaks y de San Francisco (creación de la ONU).
Al final de las
hostilidades, Allan W. Dulles, quien sirvió durante la Guerra Mundial en
la OSS [4], es electo presidente del CFR. La primera iniciativa del
Consejo es imputar el balance de la guerra a la cuenta de la administración
Truman. Esta vez, es demasiado. Eminentes historiadores protestan contra
la monopolización de la investigación histórica por un club de
intereses privados vinculado al Estado Federal. En la práctica, el CFR es
el único que tiene acceso a los archivos del gobierno y puede escribir
una historia oficial sin temor a que lo contradigan. El número de
miembros continúa aumentando rápidamente y muy pronto alcanza el millar.
Los administradores del CFR, para cubrir todos les sectores de la
sociedad, deciden abrir el club a personalidades menos adineradas: los
dirigentes sindicales de la AFL-CIO [5].
También es el Consejo
quien elabora la doctrina de la Guerra Fría. Foreign
Affairs publica anónimamente un artículo memorable: «The Sources of
Soviet Conduct» [6]. En realidad se trata de un análisis del
embajador George F. Kennan de regreso de Moscú. En él, describe el
comunismo como intrínsecamente expansionista, y asegura que no tardará
en representar una amenaza más grave aún que el III Reich. Una suerte de
paranoia se apodera del Consejo, donde muchos interpretan equivocadamente
este artículo como el anuncio de un ataque militar inminente de los
Soviets. De todas maneras, el presidente Harry S. Truman encarga a Kennan
que elabore el National Security Act que establece el aparato de Estado
secreto (Estado Mayor Interarmas, permanente en tiempos de paz, la CIA y
el Consejo Nacional de Seguridad). De forma espontánea, los hombres del
CFR llegan a los puestos de responsabilidad de esas instituciones secretas
del Estado Federal, sobre todo, Dean Acheson, Charles Bohlen, Averell
Harriman, Robert Lovett y John McCloy. En cambio, dichas instituciones
utilizan el CFR para prevenir cualquier retorno del aislacionismo en las
élites y para movilizar las que están al servicio del Plan Marshall [7].
No obstante, el giro
efectuado por la administración Truman, cuando Kammam es licenciado en
beneficio de su adjunto Paul H. Nitze [8] y cuando la Guerra Fría
evoluciona del simple containment al enfrentamiento indirecto, es una
reacción al primer ensayo atómico soviético y se decide fuera del CFR.
Durante los años
cincuenta, el Consejo estudia la doctrina nuclear. Se crean grupos de
trabajo ad hoc en 1954 y 1955. Las minutas de las reuniones las redacta un
joven universitario cercano al complejo militar-industrial, Henry A.
Kissinger [9]. Luego del primer ensayo atómico chino, en 1964, el CFR
realiza un trabajo sobre China y predica una política de apertura que es
adoptada por Richard Nixon, quien la anuncia en Foreign Affaire; luego,
progresivamente la pone en práctica Kissinger ahora convertido en
secretario de Estado de Nixon. En este período la Fundación [10] se une
a los donantes. Se contratan a brillantes universitarios como Zbigniew
Brzezinski o Stanley Hoffman. Siguiendo la misma técnica, el CFR redacta
estudios históricos al final de la guerra de Vietnam. Veintidós
personalidades de altísimo nivel publican una historia oficial. Como en
1945, las élites estadounidenses deciden por sí mismas los delitos que
deben de ser reconocidos y absueltos, y los que pueden ser ocultados y,
por lo tanto, deben caer en el olvido. Se desmiente a Nixon y se finge
sacar lecciones del pasado para poder virar la página y aspirar una vez más
a situarse del lado de la buena voluntad.
David Rockfeller, del Chase
Manhattan Bank (convertido en el JP Morgan Chase), asume la presidencia
del CFR en 1970. Abre tímidamente el club a las mujeres y recluta a jóvenes.
Crea el cargo de director ejecutivo que confía al ex secretario de Estado
de Carter, Cyrus R. Vance, y luego un Consejo Consultivo Internacional
(Francia está representada por Michel Rocard y Canadá por Brian Muroney).
Tras el derrumbe de la URSS, el CFR establece la nueva línea política
del país y publica en Foreign Relations un artículo de Samuel Huntington:
«El choque de las civilizaciones» [11].
En la actualidad el Council
on Foreign relations está presidido por Richard N. Haass, un ex consejero
diplomático del presidente Bush padre convertido en adjunto de Colin L.
Powell en la administración Bush hijo. Está considerado uno de los
mentores de Condoleezza Rice. El presidente es Peter G. Peterson, un
banquero cercano a los Bush. Más de 200 multinacionales financian el club
en más de siete millones dólares anuales. Cuenta con 4 200 miembros y
emplea a 50 investigadores. Foreign Affairs tiene una venta en el mundo de
125 000 ejemplares. A lo largo de los últimos sesenta años, el CFR ha
elaborado las estrategias a largo plazo del Departamento de Estado al
establecer un consenso en el interior de las élites estadounidenses
(excluidos los aislacionistas) fuera de todo control democrático. Ha
establecido los objetivos de guerra de todos los conflictos en los cuales
los Estados Unidos se han involucrado en función de los intereses de sus
miembros. En ese sistema, la guerra no es «la continuación de la política
por otros medios», según la fórmula de Clausewitz, sino la continuación
del libre mercado. Paralelamente, la definición de las estrategias de
guerra corresponde a la Rand Corporation como consejera del Departamento
de Defensa. El Council on Foreign Relations también ha elaborado una
historia nacional consensuada que acredita el mito del intervencionismo
desinteresado y niega los sufrimientos infligidos por Washington al resto
del mundo. Por último, el CFR ha contribuido a exportar el modelo político
estadounidense cooptando a dirigentes extranjeros.
Notas:
[1]
Algunos años más tarde, Walter Lippmann se convertirá en uno de los teóricos
del liberalismo en oposición a la planificación iniciada por Franklin
Roosevelt durante el New Deal. Cf. «Friedrich von Hayek, el padre del
neoliberalismo», por Denis Bonneau, Voltaire, 30 de enero de 2005
[2]
The War Aims and Peace Terms its Suggests.
[3]
War and Peace Studies.
[4]
La OSS da lugar a la CIA, cuyo director será Dulles.
[5]
Ver la investigación de Paul Labarique «¿AFL-CIO o AFL-CIA?» y «1962-1979:
La AFL-CIO y la contrainsurgencia sindical», Voltaire del 19 de enero de
2005 . Entre los responsables de la AFL-CIO que entran al CFR, señalemos
a David Dubinski, Robert J. Watt, Lane Kirkland, Thomas R. Donahue y Glenn
Watts
[6]
«The Sources of Soviet Conduct» por Mr. X, Foreign Affairs, julio de
1947
[7]
The CIA and the Marshall Plan par Sallie Pisani, University Press of
Kansas, 1991.
[8]
Paul Nitze estaba casado con Phyllis Pratt, una heredera de la Standard
Oil. En esa casa de la familia de los Pratt, amablemente ofrecida, se
instala el CFR a partir de 1944.
[9]
«Le retour d’Henry Kissinger», por Thierry Meyssan, Voltaire, 28 de
noviembre de 2002.
[10]
«La Fundación Ford, fachada filantrópica de la CIA» y «Por qué la
Fundación Ford subvenciona la oposición», Voltaire, 31 de enero de
2005.
[11]
«La guerra de civilizaciones», por Thierry Meyssan, Voltaire, 7 de
diciembre de 2004.
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