Un
ejército industrial de reserva a escala mundial
Por
Claude Serfati (*)
Enviado
por Boletín informativo – Red solidaria de la izquierda radical,
07/09/05
Cuando
muchos hablan del imperialismo como una categoría pasada y sin ningún
valor hoy, Serfati retoma – sin dejar de lado las necesarias
actualizaciones – el debate acerca de una de las características
fundamentales del capitalismo: la existencia de un verdadero ejército
industrial de reserva a escala mundial. En unos de sus últimos libros, el
autor analiza rigurosamente los cambios más significativos operados en el
imperialismo: Impérialisme et Militarisme: Actualité du XXI Siècle. Editions
Page Deux, Cahiers Libres, Lausanne–Suiza. De
allí reproducimos las páginas 40–47, publicadas en su edición Nº 12,
agosto 2005, por la revista Marxismo Revolucionario Atual. Traducción de
Ernesto Herrera
Un
ejército de reserva mundial
Bajo
el tema "mundialización", el análisis económico designa una
forma de organización de la producción y de la circulación estructurada
por los grandes grupos "globales" (todavía denominados empresas
multinacionales o transnacionales por la CNUCED – Conferencia de las
Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo). La importancia de los
cambios producidos por esto grupos es, en tanto, contestada por un cierto
número de autores que se apoyan en particular sobre los trabajos de Paul
Bairoch. Este constata que cuando la "fase precedente de la
mundialización – que se situa, grosso modo, entre 1860 y la víspera de
la Primera Guerra Mundial – la mundialización era entonces más
avanzada que a mediados de los años ´90." (Bairoch,2002) El
documenta estadísticamente esta posición y subraya en particular que la
relación entre el stock de IED (1) y el PIB – que es un indicador
significativo de la "globalización" de las empresas – era
inferior en 1990 al de 1913. El concluye: "Por consecuencia, nada de
nuevo bajo el sol". (p. 68) Podríamos observar, actualizando con la
ayuda de los datos de la CNUCED las series estadísticas ofrecidas por
Bairoch, esta relación pasó del 9,5% al 21%, lo que la coloca muy por
arriba del nivel de 1913 (12,9% en los países occidentales). P. Bairoch
reconoce está tendencia, una vez que subraya que considerada bajo el ángulo
del ritmo de crecimiento anual de IED y no apenas en su nivel (en relación
al PIB), la mundialización podría ser considerada como una realidad.
Más
allá de eso, la orientación geográfica es muy diferente, una vez que en
1913 la mitad de la IED no estaba dirigida a los países desarrollados
(Europa y Estados Unidos), sino al "resto del mundo".
Es
útil recordar algunos datos sobre el lugar de las empresas
transnacionales en la economía mundial producidos por la CNUCED. El
crecimiento de las fuerzas de estas empresas es impresionante y medido por
su lugar en el comercio mundial, en el volúmen de IED, en los efectivos
empleados o en las exportaciones.
Pero
tales datos, más allá del stock de IED en relación al PIB no da cuenta
de los cambios cualitativos de la economía mundial producidos por los
grupos mundiales. La megafusiones–adquisiciones, el desarrollo de las
IED y la multiplicación de los acuerdos de cooperación tranfronteras
inter–empresas facilitando la constitución de "redes" de
grupos (2). Estas evoluciones reforzarán el control de los grandes grupos
sobre la producción y la apropiación del valor agregado a escala
mundial. Ellas acompañan las nuevas formas de relaciones que se
desarrollaron con los fondos de pensión cuyo fuerte aumento representa
uno de los hechos marcanmtes de las últimas décadas. Los grupos
transnacionales son instituciones centrales del capital financiero
contemporáneo. (Serfati, 1996, Routurier, Serfati, 2003) Las exigencias
de la administración fundada sobre la "creación de valor para el
accionario" son emblemáticas de las transformaciones que afectan las
estrategias de estos grupos. Ellas ayudan a comprender la amplitud de las
mutaciones de las condiciones de producción y de apropiación del valor y
la realidad de la ofensiva efectuada contra los productores.
Esto
no suprime, de forma alguna, las competencias y las rivalidades que son
atizadas por el crecimiento lento del consumo en numerosas industrias. La
competencia entre los grupos incentiva a una explotación de la mano de
obra que constituye una corrida desenfrenada en dirección al desastre. En
este plano, el período que abrió al inicio de los años ´80 ofrece
notables oportunidades para la valorización del capital. La "mundialización"
ofrece un espacio poblado de un inmenso ejército de reserva de
productores disponibles, en el cual el capital puede "tomar" a
voluntad. La OIT (Oficina Internacional del Trabajo) estima en
aproximadamente 3 mil millones de personas el total de la población
activa mundial en 2003 y esta no para de aumentar, incluso si observamos
un enlentecimiento de su tasa de crecimiento, que pasó de 2,01% entre
1980 e 1990 a 1,76% de 1990 a 1995 y a 1,66% entre 1995 y 2000. Se estima
que la población de los "países en desarrollo" pasará de 4
mil 800 millones en 2004 a 5 mil 600 millones en 2010. Estamos lejos del
"fin del trabajo" que había sido anunciado.
La
colocación en competencia mundial de los productores, constituye por su
amplituda actual y la futura, el elemento central y largamente explicativo
de la "mundialización". Un economista que frecuentemente toma
una cierta distancia con los efectos de la moda, habla de la capacidad de
las empresas de proceder a un "arbitraje mundial del trabajo" y
define la deslocalización como un "equivalente funcional de
productividad importada". (3)
El
movimiento se aceleró desde hace algunos años gracias a la extrema
movilidad del capital y las facilidades ofrecidas por el uso sistemático
de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC). Al mismo
tiempo, estas condiciones favorables no habrían ofrecido todas sus
potencialidades, sin la implantación de las políticas neoliberales que
organizan, inintirrumpidamente desde hace dos décadas, la ofensiva del
capital contra el trabajo. Antes de retomar el tema de la ofensiva contra
los asalariados de los países desarrollados, es necesario recordar que
las políticas aplicadas en los países del sur bajo instigación de las
instituciones financieras internacionales, asumieron como blanco los
elementos de protección social de los cuales se beneficiaban fracciones
limitadas de los asalariados. Las políticas de ajuste estructural
provocaron una reducción dramática de los gastos sociales y
contribuyeron considerablemente para el crecimiento del "trabajo
informal". Hoy, los trabajadores informales representan la gran mayoría,
a veces lo esencial de la población activa en numerosos países del sur,
incluso si excluímos el sector agrícola. La fuerza de trabajo informal,
excluyendo al sector agrícola, respresenta el 55% de la población económicamente
activa de América Latina, entre 45 y 85% en Asia y practicamente el 80%
en Africa. (Charmes citado en Heintz, 2002) La categoría de "trabajo
informal" designa un conjunto heterogéneo que incluye a los
empeladores de micro–empresas informales, los empleados por cuenta
propia y los "trabajdores informales" (trabajadores empleados en
las empresas informales ocasionales, a domicilio, a tiempo parcial, etc.).
Esta definición es más amplia que aquella que todavía era dada al
inicio de los años ´90 (que contaba apenas con los trabajadores en las
empresas informales). Las organizaciones internacionales de estadísticas
del trabajo, la OIT, tomaron de hecho conciencia de la necesidad de
integrar progresivamente otras categorías con el fin de dar cuenta de las
realidades producidas por la mundialización.
Porque
la ligazón con la mundialización del capital es claramente evidente. Una
fracción de esta fuerza de trabajo es directamente integrada en la cadena
de producción de los grupos multinacionales. La cadenas intensivas del
trabajo en la cuales la distribución juega un papel preponderante, con la
industria del textil y de la vestimenta (ropa, zapatos), o todavía la
industria de aparatos electrónicos donde esto más se verifica, pero las
potencialidades ofrecidas por las innovaciones tecnológicas permiten
extender este modo de funcionamiento a otras cadenas de producción (automóviles,
por ejemplo) y, en una proporción creciente, las actividades de
servicios. Los grupos multinacionales no crearon, evidentemente, el
trabajo informal partir de la nada, pero en conjunto con las políticas
neoliberales (ajuste estructural), ellos contribuyeron a generalizar su
uso, particularmente por la generalización de la utilización de mano de
obra femenina e infantil a domicilio. De hecho, los especialistas que
buscan medir la amplituda del trabajo informal, observan el fuerte
crecimiento del trabajo a domicilio, que remite al antiguo "putting
out system" que dominó durante la revolución industrial en la
"aurora" del capitalismo en los países europeos sin de hecho
desaparecer. Ellos evalúan que el ascenso del trabajo a domicilio en los
países del sur es "un medio de disminuir el costo del trabajo
contornando los sistemas de protección social". (Charmes, 2003,
p.158) De hecho, el trabajo a domicilio es muchas veces comandado por una
empresa, en posición intermediaria en la cadena de producción y que
trabaja para el grupo multinacional responsable por el pedido.
Las
condiciones de explotación de la fuerza de trabajo informal son, por
definición, muy heterogéneas. Ellas difieren por grado de inserción de
la actividad de los productores en los procesos de mundialización y por
el nivel de derechos que le es atribuído. Un gran parte de esta población
vive condiciones dramáticas. Sería más exacto decir que ella sobrevive.
Según los datos de la OIT, 550 millones son clasificados como
trabajadores pobres, o sea, ganan menos de un dólar por día y no
disponen de empleo fijo. Las categorías más vulnerables son claramente
las mujeres así como los niños. La OIT evalúa en 246 millones el número
de niños que trabajan; en Africa la tasa de actividad de los niños
menores de 14 años llega a alcanzar 1/3. Centenas de millones de
personas, entre las cuales decenas de millones de niños, trabajan, según
la ONU, en condiciones próximas a la esclavitud, lo que llamamos de forma
más púdica, de trabajo forzado. Tomando en cuenta la crisis económica
que afecta a una parte del planeta, la ausencia de interés por mercados
insolventes, las oportunidades ofrecidas por las innovaciones tecnológicas,
fracciones importantes de las poblaciones del sur son "inútiles".
Ellas pueden ser abandonadas a las "leyes naturales de
existencia" o en una hipótesis menos pesimista, sometidas a una
"explotación mineral de su fuerza de trabajo". (4) La aceptación
por la "comunidad internacional" de esta situación refleja
menos su "impotencia" que la complicidad con estas formas de
explotación de donde sacan partido directa o indirectamente (bajo la
forma de sub–contratación) los grupos multinacionales. Cuando la acción
de las poblaciones involucradas apoyadas por organizaciones y asociaciones
se hace muy fuerte (véase el caso de ElfTotalFina en Birmania), los
grupos multinacionales que son implicados participan en la elaboración de
normas de buena conducta, de cartas fundamentales, etc.
Las
condiciones de trabajo y de sobrevivencia de las poblaciones clasificadas
como dependientes del "trabajo informal" evocan aquellas que
conocieron los proletarios y sus familias en el curso de las fases
iniciales de la expansión industrial del capitalismo. Ellas recuerdan
también las condiciones de explotación de la mano de obra de las
colonias o semicolonias en el curso del "imperialismo clásico".
Las diferencias deben, en tanto, ser subrayadas. El reservatorio de mano
de obra hoy disponible es de una amplitud mucho más considerable y su
colocación en competencia claramente más fácil en razón del margen que
disponen las direcciones de los grupos para deslocalizar sus capitales de
acuerdo con las oportunidades. No parece haber más barreras disuasivas a
la deslocalización de una actividad de un país del sur en dirección a
otro que sea juzgado más atractivo gracias a los bajos costos salariales
y a los incentivos fiscales de los gobiernos. (5) Las industrias de la
frontera mexicana (las maquiladoras) que hace diez años parecían
constituir el límite inferior de las condiciones de empleo de mano de
obra, perdieron 200 mil empleos en el curso de la recesión 2000–2001.
Desde 2002, las empresas deslocalizaron 60% de esto empelos para el Asia y
el resto de América Latina. (CNUCED, 2004) Los grupos multinacionales
disponen de una gama mucho más variada de opciones, como muestran los
estudios hechossobre la industria textil. Ellos pueden deslocalizar sus
actividades de una país clasificado como "menos desarrollado"
hacia otro todavía menos desarrollado, cuando el objetivo único es el
costo salarial. Ellos pueden, por otro lado, dejar esos países, para
volverse en dirección de otros que puedan asegurar el conjunto de las
etapas de la cadena de producción (corte, costura, terminación y
embalaje del producto). Es el caso de la China, de la India, de Paquistán
y tal vez de Vietnam, que disponen de las cartas ganadoras de las cuales
no se benefician países que aseguran apenas las tareas elementales, tales
como Bangladesh (cuyas exportaciones son compuestas en un 84% de producción
textil), Indonesia, etc.
Además
de eso, el nivel de calificación de la mano de obra disponible es mucho más
elevado que era en el inicio del siglo XX. La tasa de alfabetización de
los adultos en el conjunto de los países en desarrollo alcanzaba el 74%
en 2000 (siendo 81% entre los hombres y 67% entre las mujeres). En los países
del sur que alcanzaron el estatuto de "emergentes", los grupos
multinacionales pueden colocar en funcionamiento equipamientos productivos
que necesitan el empleo de una mano de obra altamente calificada. Ellos
pueden también, aumentar la intensidad de la competencia entre los
asalariados del sur y del norte, teniendo como consecuencia una presión
extraordinaria sobre las condiciones de existencia de los asalariados del
norte que tiende a amplificarse en los próximos años. Esta capacidad del
capital de crear un mercado mundial de trabajo, constituye otra diferencia
significativa con el período del imperialismo clásico. Ella ofrece al
capital nuevas ventajas frente al trabajo en los países desarrollados.
Notas:
(*)
Claude Serfati, maestro de conferencia en economía, es miembro del Centro
de economía y ética por el medioambiente y el desarrollo (Universidad de
Versalles Saint–Quentin–Yvelines). Es responsable de investigación:
"Mundialización, Institución, Desarrollo durable". Miembro del
consejo científico de ATTAC (Francia). Autor de numerosas obras sobre la
mundialización, el imperialismo y la industria del armamento.
1)
Un Inversión Extranjera Directa (IED), es una inversión que implica un
interés durable y una relación de largo plazo de una entidad residente
en un país en un emprendimiento localizado en otro país. Un nivel de
propiedad superior al 10% del capital es necesario para calificar una IED
(abajo de este nivel, hablamos de inversión inmobiliaria. (definición de
la CNUCED citada por el autor, p 41)
2)
Un informe de la ODCE, publicado en 1991, definía la globalización como
un proceso en el cual el valor es creado y distrubuido a escala mundial en
el interior de redes.
3)
S. Roach, "How global labour arbitrage will shape the worl economy",
GlobalAgenda, 2003, www.globalagendamagazine.com/2004/stephenroach.asp
4)
B. Guilbert, 2004, "Por `explotación mineral de la fuerza de
trabajo` entendemos una explotación del trabajo forzado sin preocupación
siquiera de la reproducción biológica de esta fuerza", p. 5
(subrayado en el texto).
5)
Para un punto de vista diferente, al menos en lo que concierne a las
perspectivas a mediano plazo, ver I. Joshua que documenta una penuria de
la mano de obra en el horizonte de los años 2040 (2003).
Referencias
Bibliográficas:
BAIROCH,
P. , “Les principales composantes économiques de la mondialisation dans
une perspective historique. Mythes
et réalités. », Economie Appliquée, tome LV, nº2, 2002.
CHARMES,
J., «La mondialisation favorise–t–elle le travail informel ? », dans
Serfati, C. (sob a direção de), Regards Critiques sur la Mondialisation,
Editions Octares, Toulouse, 2003.
GUILBERT,
B., «La mondialisation de la valeur. Le 11 septembre et la loi de la
valeur », Communication au Colloque Marx International, 28 septembre 2004
– 2 Octobre 2004, Université de Paris–10.
HEINTZ,
J., «Global Labor Standards : their impact and implementation », PERI
Working Papers Service, nº 46, 2002
JOSHUA,
I. , Le grand tournant : une interrogation sur l`avenir du capital, Actuel
Marx, PUF, 2003.
ROACH,
S,. “How global labour arbitrage will shape the worl economy”,
GlobalAgenda, 2003, http://www.globalagendamagazine.com/2004/stephenroach.asp.
SERFATI,
C. , « Le rôle actif des groupes à dominante industrielle dans la
financiarisation de l`économie », dans F. Chesnais (Editeur), La
Mondialisation Financière, Genèse, enjeux et coûts, Syros, 1996.
ROUTURIER,
P. e SERFATI, C. , « Enron, la communauté et le capital financier »,
Revue de l`IRES, 1º trimestre, 2003.
UNCTAD,
World Investiment Report, 2004, Genève, 2004
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