Segunda
entrevista a Noam Chomsky sobre su último libro "Estados
Fracasados: El Abuso de Poder y la Agresión a la Democracia”
¿Estados Unidos o
Estados Fallidos? (II)
Reportaje de Amy
Godman y Juan González
Democracy
Now!, 03/04/06 / La Haine, 11/04/06
Traducido del inglés para Rebelión por Bárbara Maseda
El pasado lunes 3 de abril Democracy Now! publicó la
segunda parte de una entrevista exclusiva concedida por Noam Chomsky con
motivo de la edición de su libro más reciente, Failed States: The Abuse
of Power and the Assault on Democracy (Estados Fracasados: El Abuso de
Poder y la Agresión a la Democracia). En la
siguiente transcripción se da continuidad a la exposición que iniciara
el profesor Chomsky en la primera parte de la entrevista acerca de
cuestiones de primer orden en la actual crisis norteamericana, tales como
la retirada de las tropas de Irak; el déficit democrático nacional; su
interferencia en los procesos democráticos de América Latina y el
Caribe; y las actuales protestas en ese país contra las regulaciones
migratorias; entre otras.
JUAN GONZÁLEZ: Teniendo en cuenta los
altos niveles que ha alcanzado la oposición a las políticas de la
administración Bush, le pido al profesor Chomsky que explique cómo es
que tanto descontento hacia el gobierno no se ha traducido en una
movilización política más grande.
NOAM CHOMSKY: En primer lugar, por el hecho
de que la publicidad está diseñada para debilitar los mercados libres,
eso lo sabe todo el mundo, cualquiera que alguna vez en la vida haya visto
un anuncio publicitario en la televisión. Según lo que nos enseñan en
los cursos de economía, nuestro sistema está basado en mercados libres
con iniciativas empresariales y elecciones racionales por parte de los
bien informados consumidores.
Pues bien, la realidad es sumamente
diferente. Una cantidad enorme de las iniciativas empresariales, si desean
llamarles así, vienen del dinámico sector estatal del cual depende la
mayor parte de la economía para socializar costos y riesgos, y para
privatizar las posibles ganancias. Y eso se logra, si se quiere, a través
de la publicidad. Así que se presenta bajo el nombre de “defensa” o
algún otro pretexto, pero es esencialmente la manera en que el público
paga los costos de investigación y desarrollo, se corren los riesgos y
finalmente se transfieren las ganancias. Existe cierta iniciativa
empresarial, pero no tanta, principalmente a los efectos del marketing.
Hasta donde toca a los consumidores, cuando
uno mira un anuncio de televisión, este no persigue formar un consumidor
informado que va a tomar una decisión racional. Todos nosotros sabemos
eso. Si ese fuera su objetivo, General Motors simplemente brindaría una
lista de las características de sus modelos y eso sería todo, punto
final. El propósito es embaucar y engañar con imaginería —está clarísimo—
para garantizar que consumidores ignorantes tomen decisiones irracionales.
Y eso va directo al déficit democrático.
EE.UU. no tiene elecciones en un sentido serio. Tiene campañas
electorales que dirigen las mismas industrias que venden pasta dentífrica:
la industria de las relaciones públicas. Cuando están vendiendo
candidatos no te dicen –– no te dan mucha más información sobre
ellos que la que brindan en el caso de estilos de vida, drogas o automóviles.
Lo que hacen es crear una imagen para embaucar y engañar. Eso es lo que
llaman una campaña electoral. El resultado es que las personas
simplemente no están al tanto de las posiciones de los candidatos
respecto a ciertos problemas.
Así, para tomar un ejemplo crítico,
tomemos, digamos, los Protocolos de Kyoto. No son la solución de todos
los problemas, pero la catástrofe medioambiental es una cuestión seria.
El público está fuertemente a favor de los Protocolos de Kyoto, tan
fuertemente a favor que la mayoría de los votantes de Bush –– los
votantes de Bush –– pensaron que él estaba a favor de los protocolos.
Sencillamente, ellos estaban desprevenidos. Y no es por incapacidad mental
o por falta de interés. Es porque esa es la manera en que se nos
presentan las campañas. Se estructuran para mantener determinados temas
fuera de la agenda, las cuestiones impactantes.
Tomemos, por ejemplo, la atención médica,
uno de los peores problemas nacionales –– el problema nacional más
serio; para la mayoría de las personas, un problema de primer orden. Es
el sistema de salud más ineficaz del mundo, con el doble del costo per cápita
de otros países con los que es válida la comparación; uno de los que
peores resultados tiene, en gran medida por la privatización. El público
está fuertemente contra él. Por largo tiempo el público ha estado a
favor de alguna especie de sistema nacional de salud.
Bueno, se suponía que Kerry era el candidato
de –– que hablaba por electores que pedían gastos sociales, etc.,
etc. El último debate presidencial, un par de días antes de las
elecciones, fue acerca de cuestiones internas del país. Y el New York
Times llevó la cuenta precisa de esto. Lo describió como –– señaló
que Kerry no hizo mención de ninguna participación gubernamental en ningún
sistema de salud. Y la razón, según el reportero del Times, es que a la
idea le falta el apoyo político, lo cual quiere decir que tiene el apoyo
de la aplastante mayoría de la población pero se le oponen las
corporaciones farmacéuticas, la industria de seguros, etc., etc. Eso es
lo que cuenta para el apoyo político. Así que Kerry no lo mencionó, y
el público no se enteró de su posición respecto a estos problemas. Y
ocurre con el resto de las cuestiones. Por tanto, estas no son elecciones
reales. Nos reiríamos de ellas, y fueron las de cualquier país del
tercer mundo.
Ahora, tomemos la guerra en Irak. Cuando se
habla del sistema de propaganda gubernamental tenemos que reconocer que
este incluye a los medios de difusión masiva. Incluye a los medios de
difusión masiva, a los periodistas, etc. Todo eso es parte del sistema
propagandístico, muy estrechamente relacionados. No hay prácticamente
ninguna crítica a la guerra en Irak. Supongo que esto sorprenderá a los
periodistas. Ellos piensan que están siendo muy críticos, pero no lo
son. El tipo de crítica a la guerra en Irak que se permite en el sistema
doctrinal, en los medios de difusión masiva, etc., es el tipo de crítica
que escuchaba, digamos, en el estado mayor alemán después de
Stalingrado: “No está funcionando; está costando demasiado; cometimos
un error, deberíamos cambiar de general;” algo así. De hecho, la crítica
está al mismo nivel de un periódico de escuela secundaria alentando al
equipo local de fútbol. No se pregunta: “¿Deben ganar?” Se pregunta:
“¿Cómo vamos?” “¿Los entrenadores cometieron un error? ¿Deberíamos
intentar algo diferente?” A eso llaman crítica.
Pero hay una pregunta crítica: ¿Qué
derecho tiene EE.UU. de invadir otro país, en violación mayúscula de la
ley internacional, sabiendo que probablemente va a provocar el incremento
de la amenaza del terrorismo y de la proliferación nuclear? Pero bueno,
–en palabras del Tribunal de Nüremberg— esto no es más que un crimen
supremo internacional por el cual fueron ahorcados los líderes alemanes.
Ya saben, la cuestión no es cómo van a ganar, sino en primer lugar: “¿Qué
están haciendo allí?”
AMY GOODMAN: ¿Usted cree, Noam Chomsky,
que las tropas deben retirarse inmediatamente?
NOAM CHOMSKY: Yo pienso que hay un cierto
principio al que debemos adherirnos. El principio es que los ejércitos
invasores no tienen absolutamente ningún derecho. Tienen
responsabilidades. La primera responsabilidad es respetar la voluntad de
las víctimas y pagarles enormes indemnizaciones por los crímenes
cometidos. En este caso, los crímenes se remontan, pasando por las
sanciones que ya de por sí eran un crimen monstruoso, al apoyo dado a
Saddam Hussein, a sus peores atrocidades, pero particularmente, a los crímenes
de la invasión. Ésas son las dos responsabilidades de un ejército de
ocupación.
Bueno, ya la población [iraquí] lo ha
dejado bastante claro. Incluso las encuestas de EE.UU. y Gran Bretaña lo
dejan claro. Mayorías abrumadoras quieren que EE.UU. fije una agenda para
la retirada y que la cumplan. EE.UU. y Gran Bretaña se niegan. Y de las
indemnizaciones ni hablar; eso está muy lejos de la conciencia del
sistema doctrinal. Bien, pienso que esto contesta la pregunta. Realmente
no importa lo que yo piense. Lo que importa es lo que piensan los iraquíes,
y creo que eso lo sabemos muy bien. La razón de que EE.UU. y Gran Bretaña
no se retiren es la que mencioné, las consecuencias de un Irak
independiente serían una última pesadilla para ellos. Y van a hacer todo
lo que puedan para evitar la democracia iraquí, como ya lo han intentado
en el pasado.
AMY GOODMAN: ¿Y el argumento de que se
desataría una guerra civil y de que la violencia sectaria se incrementaría,
y de que como EE.UU. intervino, ahora tiene la responsabilidad de no dejar
la situación en el desastre?
NOAM CHOMSKY: Sí, los alemanes podrían
haber dado el mismo argumento sobre la Europa ocupada, los rusos sobre los
satélites, los japoneses sobre Asia, y así sucesivamente. Sí, todos
ellos podrían haber alegado el mismo argumento: bueno, nosotros
intervenimos y ahora tenemos la responsabilidad de asegurar que no pasen
cosas terribles, etc., etc. Y el argumento tuvo alguna validación. Así,
cuando los alemanes fueron expulsados de Francia hubo miles, quizás
decenas de miles de personas asesinadas como traidores, y muchísimos más
en Asia. ¿Pero es este un argumento para ellos? No. No es su problema.
Nosotros no sabemos lo que pasará, y no es
una decisión que debamos tomar. Es una decisión que le toca a las víctimas,
no es nuestra decisión. Los ejércitos de ocupación no tienen derecho de
tomar decisiones. Podríamos hacer un seminario académico sobre esto, en
el que podríamos discutir las consecuencias probables. Pero el punto es
que no nos toca a nosotros decidir. Pues bien, los medios de difusión
masiva y el periodismo simplemente continuarán siendo parte del sistema
propagandístico del gobierno hasta que estos temas no se lleven a discusión
conjuntamente con las problemáticas críticas de la guerra como, por
ejemplo, en primer lugar, ¿qué derecho tenemos de invadirlos?, etc.,
etc. Es, como yo digo, cual periódico de escuela secundaria o como Pravda
durante la guerra de Afganistán.
JUAN GONZÁLEZ: ¿Y qué hay del papel del
pueblo norteamericano en este proceso? Me parece que evidentemente la
mayor parte de los sentimientos anti–guerreritas se canalizan hacia uno
u otro candidato político, en lugar de continuar hacia la constitución
un movimiento de masas que, sin tener en cuenta a los políticos en el
poder, se movilice para desembarazar a Estados Unidos de esta invasión.
NOAM CHOMSKY: Sí, usted tiene toda la razón.
Pero ése es nuestro problema. Quiero decir, no se puede esperar que los
centros de poder —ya estén en el gobierno o en el sistema económico o
en los medios de difusión masiva, y que tienen todos un vínculo muy
cercano— intenten estimular movimientos populares que serán críticos
del poder y que tratarán de corroer el poder. De hecho, su tarea es lo
contrario. Pues sí, esto debe hacerlo un movimiento popular, así es como
cada cambio constructivo ha tenido lugar en el pasado. ¿Cómo fue que nos
hicimos de los derechos civiles en la magnitud que existen hoy, de los
derechos de las minorías, de los derechos de la mujer, del sistema de
beneficios que existe, etc., etc.? Esas no son dádivas divinas; se ganan
desde abajo. Y va a ser igual en este caso.
AMY GOODMAN: Noam Chomsky, ya que está
hablando de movimientos populares, ahora mismo estamos en medio de una
especie de oleada a la que nunca antes se habían enfrentado los medios de
difusión angloparlantes norteamericanos. Me refiero al nivel enorme de
protestas populares contra la política migratoria de este país, algunas
de ellas no son sólo las protestas más grandes por cuestiones
migratorias, sino que son de las protestas más grandes en la historia de
este país, con más de un millón de personas en las calles de Los Ángeles,
cientos de miles en Atlanta y Arizona, la protesta más grande quizás en
la historia de Chicago… ¿Qué hay con esto? ...una retirada masiva de
40 000 estudiantes de escuelas secundarias…
NOAM CHOMSKY: Bueno, estas protestas sí
tuvieron un efecto. Así lo reflejó en alguna medida la cuenta que se le
pasó al Comité Judicial del Senado. Los centros de poder no pueden
ignorar las protestas públicas y, lo que es peor aún para su punto de
vista, su organización continua. Una manifestación de vez en cuando, está
bien, se puede soportar. Pero si se estabilizan y se vuelven una
organización de base real, que desarrolla un sistema político que
funciona, donde las personas realmente participan creando y dando forma a
la política, eligiendo a sus propios candidatos –– si esto llegara a
ese estado, estarían en problemas. Y estamos muy lejos de eso.
De hecho, es un tipo de –– es una ironía
terrible. Deberíamos estar avergonzados. Pero si se quieren buscar
elecciones democráticas en el hemisferio occidental por estos días, hay
que mirar a países como Bolivia, no a los Estados Unidos. En Bolivia
tuvieron elecciones verdaderas. Es el país más pobre en América del
Sur. El pasado diciembre, ellos tuvieron unas elecciones en las cuales las
masas bien organizadas de la población, las personas pobres, los indígenas
y otros, se las arreglaron para elegir a un candidato de sus propias
filas. Allí había problemas realmente serios, y las personas conocían
los problemas. Y ellos votaron sobre los problemas. Eso es dramáticamente
diferente de lo que pasa aquí. Ésa es la democracia real. Quieren hablar
de la promoción de la democracia, pues necesitamos esa promoción aquí,
y podemos aprender de ellos.
De hecho, lo mismo ocurre con Venezuela.
Nuestro sistema de propaganda mediático gubernamental culpa
implacablemente a Venezuela de ser una dictadura totalitaria, etc., etc.
Bien, se puede pensar lo que se quiera de Chávez ––no es nuestro
problema–– pero la cuestión es qué piensan los venezolanos de él.
Ésa es la pregunta si uno cree en la democracia. Ya sabemos la respuesta.
Durante los años de Chávez se ha incrementado exponencialmente el apoyo
al gobierno elegido. Es ahora el más alto en América Latina por un
considerable margen. Él se las ingenia para ganar encuesta tras enc––
elecciones y referéndum después de las elecciones, uno detrás de otro.
Después de media docena —a pesar de la
intensa oposición de los medios de difusión masiva, a un nivel que es
inimaginable aquí, y además con la subversión de la superpotencia—
encima de todo esto, EE.UU. apoyó un golpe militar para intentar
derrocarlo, pero tuvo que ceder, en parte porque Chávez fue restituido rápidamente
por la acción popular, pero en parte también debido a una oleada de
protestas a lo largo de América Latina dónde, sencillamente, no se tiene
el mismo desprecio por la democracia que tienen nuestros líderes y medios
de difusión, y no gustan de la idea de que gobiernos democráticamente
elegidos sean derrocados por el ejército.
Desde entonces, EE.UU. se ha dedicado a la
subversión. Es muy probable que –– la última encuesta que vi, una
encuesta norteamericana hace un par de semanas, le preguntaba a la gente
por quién iban a votar en las próximas elecciones. Y me parece que
fueron dos tercios los que respondieron que votarían por Chávez, y me
parece que 4% es el máximo a que llegaba el candidato en segundo lugar.
Bien, en tales circunstancias, es casi seguro que EE.UU. recurrirá al
procedimiento que normalmente aplica cuando se conoce que uno va a perder
unas elecciones: tratar de desacreditarlas, consiguiendo que la oposición
las boicotee.
JUAN GONZÁLEZ: Bueno, a usted le alegrará
saber que cuando –– usted mencionó a Hugo Chávez–– cuando Amy y
yo lo entrevistamos hace varios meses, él mencionó que su escritor
norteamericano favorito era Noam Chomsky, e incluso hizo referencia a
algunos de sus libros. Así que, supongo que nosotros –– debería
hacerse una encuesta para saber cuántos líderes del tercer mundo está
leyendo Noam Chomsky, porque usted obviamente está teniendo un efecto en
muchos de esos líderes.
NOAM CHOMSKY: Yo no quisiera parecer
autosuficiente, pero a decir verdad conozco algunos ejemplos.
AMY GOODMAN: ¿Cuáles son, Noam?
NOAM CHOMSKY: Bueno, es injusto mencionarlos.
AMY GOODMAN: Bien, permítame
preguntarle…
NOAM CHOMSKY: Ellos tienen sus propios
problemas con el gobierno norteamericano.
AMY GOODMAN: Permítame preguntarle por
Haití. ¿Cómo encaja en el cuadro que usted describe?
NOAM CHOMSKY: Bueno, no voy a repasar la
historia entera, pero Haití realmente tuvo también elecciones democráticas,
de un tipo que debería avergonzarnos. Ellos tuvieron elecciones realmente
democráticas en 1990, de nuevo, como Bolivia. Las organizaciones masivas
de base, personas pobres a las que nadie estaba prestando atención
tuvieron éxito eligiendo a su propio candidato, para el asombro general.
Todo el mundo asumió que el candidato respaldado por EE.UU. que
representaba las élites y los centros de poder ganaría fácilmente. Pues
bien, no lo hizo. Consiguió el 14% de los votos. Muy rápido, instantáneamente,
EE.UU. procedió a subvertir la elección –– al instante –– a través
de lo que se denominan medidas para la promoción de la democracia, o sea,
de apoyo a la oposición. Eso fue lo que hizo USAID, tratar de apoyar a
cualquiera que se opusiera al gobierno.
Se tomaron otras medidas. Rápidamente hubo
un golpe militar, que trajo años de sanguinario terror. Contrariamente a
lo que la gente cree, EE.UU. apoyó el golpe. Continuó comerciando cada
vez más con la junta y la élite rica bajo el mandato de Clinton. De
hecho Clinton autorizó que la Texaco Oil Company proporcionara petróleo
a la junta y a la élite, haciendo caso omiso de las disposiciones
presidenciales que lo impedían formalmente. Finalmente, la administración
Clinton decidió que el público había sido torturado bastante, y envió
a los Marines. A eso se le llamó promoción de la democracia. Sin
embargo, como inmediatamente señalaron Allan Nairn y otros, Aristide fue
restituido con la condición de que aceptara las políticas del candidato
norteamericano derrotado en las elecciones de 1990, ásperas políticas
neoliberales que estaban destinadas a destruir la economía, como de hecho
ocurrió, llevaron a la confusión, al desastre, dando continuidad a la
subversión norteamericana. Finalmente, la administración Bush bloqueó
la ayuda. Entonces sobrevinieron una mayor confusión, un mayor desastre;
actualmente, el país como que se está desmoronando. Se puede entrar en
detalles.
Pero finalmente EE.UU. y Francia simplemente
intervinieron y quitaron al presidente. Francia estaba particularmente
enfurecida porque Aristide había apelado a Francia educadamente para
hacer algo sobre la deuda aplastante que se había impuesto a Haití en
1825 como castigo por tenerlos –– por haberse liberado de Francia. Habían
estado soportando esto desde entonces, y naturalmente eso enfureció a
Francia. “¿Cómo pueden los haitianos atreverse a decir esto?” Así
que EE.UU. y Francia básicamente lo sacaron a puntapiés. Atrocidad
horrible ya que ahora están intentando reconstruirse de algún modo.
Nuevamente les debemos enormes indemnizaciones — al igual que Francia—
por las atrocidades que hemos estado haciendo allí durante más de un
siglo, después de que emprendimos el proyecto de torturar a haitianos de
Francia. Existe alguna –– es difícil saber cuáles son las
posibilidades. La sociedad realmente ha sido devastada. Es una de las más
pobre del mundo.
AMY GOODMAN: ¿Y lo último que le ocurrió
a Aristide cuando fue sacado de Haití, después de que fue reelegido
—esto, claro, el 29 de febrero de 2004, en un avión norteamericano con
seguridad y ejército de EE.UU.— y fue enviado a la República
Centroafricana?
NOAM CHOMSKY: Sí, no sólo eso, sino que
EE.UU. ni siquiera le permitirá regresar a la región. Está en esencia
encarcelado –– se insistió en que estaba encarcelado en Sudáfrica.
Hubo enormes protestas de los países caribeños por esto. El candidato
que ganó la elección fue el más cercano a él; probablemente si él
hubiera estado rigiendo, habría ganado, pero EE.UU. nunca permitiría eso
y ni siquiera admitiría que regresara a la región. Bueno, ese es
simplemente otro ejemplo del casi apasionado odio a la democracia, que es
consistente y como tal se reconoce.
Incluso se reconoce en el estudio –– en
el más prestigioso estudio de los defensores de la promoción de la
democracia. Ellos la defendieron, como Thomas Carothers, director del
Carnegie Endowment Project –– fue el más respetado –– él la
defiende y dice que es maravillosa. Pero también señala que EE.UU. se
había opuesto de forma consistente a ello. Existe lo que él llama una
fuerte línea de continuidad en todas las administraciones: a saber, la
democracia se promueve si y sólo si esta apoya los objetivos estratégicos
y económicos de EE.UU. En Centroamérica, por ejemplo, dónde él estaba
particularmente –– estaba involucrado con en el Departamento de Estado
de Reagan; dice que EE.UU. se opone a la democracia y la razón según él
es que EE.UU. sólo toleraría versiones que sean de arriba abajo
estructuras democráticas en las que las élites tradicionales aliadas a
Estados Unidos permanecerían en el poder en sociedades altamente
antidemocráticas. Sí, ese es el tipo de promoción de la democracia que
nosotros fomentamos, que la administración predica y que la prensa y los
periodistas alaban como magnífica. Una vez más, esto es una especie de
Corea del Norte.
AMY GOODMAN: Y otra región, claro,
volviendo a Israel, la elección de Kadima, los medios caracterizando a
Kadima como el partido centrista que va a anular muchos de los pagos en el
West Bank, y luego la elección de Hamas en los territorios ocupados. ¿Su
respuesta?
NOAM CHOMSKY: Bueno, yo simplemente instaría
a cualquiera que quiera meterse en esto que compare el lead del editorial
del New York Times de ayer con el lead del editorial de ayer en la revista
de negocios número uno, la London Financial Times. Son diametralmente
opuestos. El New York Times dice que es maravilloso que los israelitas estén
de acuerdo en retirarse del West Bank. Por supuesto, hay una pequeña
cuestión de fronteras, pero ellos dicen que eso no tiene la menor
importancia. Ya saben, un problema menor, la ubicación de las fronteras.
Efectivamente, ningún problema, salvo por las personas que viven allí.
Ese es el New York Times.
Ellos – el Times informó sobre la angustia
de los pobladores que tendrán que abandonar la región. Es como si el
reporte hubiera sido –– como si yo dijera: “Sabes, yo irrumpí en tu
casa, tomé la casa entera, finalmente acordamos –– te torturé, te
robé todo y entonces acordé dejarte el ático y el sótano, pero me quedé
con el resto de la casa. Y es –– lo hago con gran angustia, porque no
quiero dejar el ático. Como que me gusta.” Es esa la forma en que ha
sido informado. Es vergonzoso.
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