El nuevo
imperialismo
Entrevista
a David Harvey Sin Permiso, 21/05/06
Logosjournal.–
En un libro reciente, Ud. ha escrito sobre el imperialismo [El
nuevo imperialismo, traducción de Juan Mari Madariaga, Madrid, Akal,
2003]. Esto me lleva a preguntarle una cuestión muy
importante y oportuna: ¿por qué Irak, y por qué ahora?
David
Harvey.– Desde el punto de vista geoplítico, ésta es una
region crítica para la economía global, y
EEUU ha estado involucrado en Irak por lo menos desde 1945, si no
antes. La participación de EEUU en la región se ha cobrado gran
intensidad desde el año 1945. Aunque creo que deberíamos reconocer que
lo que ha hecho Bush en la region no difiere de la pauta general de la
intervención norteamericana. Antes de Bush ya teníamos varios miles de
efectivos en la región del Golfo, posiblemente diez mil. Ya habíamos
bombardeado algunos territorios en Irak. Los EEUU ya tenían una enorme
presencia en el área. Pero hay que preguntarse por qué Bush decidió
convertir esa presencia en una ocupación del territorio. Yo creo que esta
cuestión tiene mucho que ver
con una particular visión de los neoconservadores: de una u otra manera,
los EEUU tenían que ser capaces de controlar la región mediante
un proceso politico y militar en Irak.
Ahora bien; la razón por
la que consideran imprescindible tomar el control de la región tiene una
larga historia que está estrechamente relacionada con el control del
suministro de petróleo, pero no solamente con el control por parte de los
EEUU. Este control es la llave de la economía global. Los EEUU siempre
quisieron tener una presencia fuerte que les permitiera no sólo controlar
sus propias reservas y fuentes petrolíferas, sino también las fuentes de
petróleo de la entera economía
global.
Uno de los conceptos
que Ud. ha desarrollado explícitamente en sus dos últimos libros es la
idea de “acumulación por desposesión”. ¿Qué significa? Y ¿cómo
se inserta en su discusion sobre Irak, e incluso más allá de Irak?
La “acumulación por
desposesión” significa el saqueo y el robo de los derechos de las
personas. Cuando se analiza lo ocurrido en la economía global de los
pasados treinta años, podemos comprobar que el expolio ha sido a
domicilio. En algunos casos, porque se arrebatan los
derechos a las personas a disponer de sus propios recursos, aunque también
es cierto que el Oriente
Medio les está ofreciendo resistencia.
Uno de los grandes temas que estuvo detrás del movimiento zapatista fue
la lucha por el control de sus propios recursos.
En este momento, uno de
los asuntos centrales en
Bolivia es la lucha por tomar el control de los recursos naturales. En
gran medida, el capitalismo es una forma de disponer de los derechos que
tienen las personas sobre sus recursos naturales.
Pero la desposesión no sólo
se ejerce sobre los recursos naturales. Si se observa lo que ocurre con
los fondos de pensiones, es posible constatar que se trata de otro modo de
conculcar derechos. Si Ud. observa el mundo actual, podrá advertir que en
este preciso momento algunas personas son extremadamente ricas. Pero ¿cómo
lo han conseguido? ¿Se han hecho ricos porque realizan contribuciones
productivas para el desarrollo de la economía global, o porque disponen
de los derechos de otras personas?
Si observa la historia de
algunos fenómenos recientes, como el caso de Enron, descubrirá que el
mundo de hoy está acumulando una inmensa riqueza que trae su origen en la
desposesión de los derechos y las riquezas de otros. De sus recursos
naturales, como en el caso de Irak, Bolivia y Chiapas, pero también
desposesión de los derechos que habían sido acumulados en los fondos de
pensiones. Ahora mismo, en nuestro país es posible observar algo similar
a al [viejo] dominio eminente [feudal], que ahora toma la forma de
un robo de la propiedad de las personas para construir, por
ejemplo, nuevos mega supermercados o shoppings, como en el caso de los
creadores de Wall Mart. Está surgiendo un modelo totalizador y creo que
es importante que le prestemos atención, si queremos entender la dinámica actual de la acumulación del capital.
¿En qué medida es
posible explicar la política exterior de los EEUU mediante la idea de la
acumulación por desposesión? ¿Es ésta la lógica que impulsa las
decisiones políticas en los asuntos exteriores?
No creo que sea una
variable explicativa, pero es un concepto central al que debemos prestar
atención una y otra vez. Por ejemplo, los EEUU están preocupados por
la seguridad –y tienen buenas razones para estarlo porque, en distintos
lugares del mundo están surgiendo movimientos politicos—, razón por la
cual lanzan políticas preventivas, cosa que pusieron en práctica con la
invasión de Afganistán. La invasion de Afganistán fue una historia muy
distinta de la invasion de Irak. Pero no sólo porque en Afganistán no
había objetivos claros; no había nada en Afganistán que realmente
ambicionaran, exceptuando que los EEUU tienen ahora una presencia geopolítica
muy considerable en toda la región, y no simplemente en Afganistán sino
también en Uzbekistán. Intentan extender su poder militar en toda la
región porque es la clave del dominio político de la misma. Por tanto,
los EEUU tienen un interés legítimo en la estabilidad de la region, pero
al mismo tiempo ilegítimo, puesto que también están interesados en
disponer del comercio del petróleo que pertenece a las personas de la
región.
Entonces,
¿esto es lo que hay nuevo en el “Nuevo imperialismo”? Ud. dijo
que el viejo imperialismo se centraba en las relaciones de poder y
dominación. ¿Es ésto lo nuevo?
Hay dos cosas.
Curiosamente, en algún sentido el Nuevo Imperialismo es una nueva versión
de ciertos acontecimientos que ocurrieron a
finales del siglo XIX, cuando se produjo una inmensa acumulación a
causa de la desposesión perpetrada por
el Imperio británico: desposesión de recursos, destrucción y
reemplazo de las industrias
indigenas y cosas por el estilo. Nuestra situación actual es prácticamente
una repetición de lo que ocurrió en el Siglo XIX. La gran diferencia es
que –dejando de lado a Irak— por lo general no hay una ocupación
colonial. El imperialismo usa el poder de la economía y de las
instituciones internacionales, como el Banco Mundial o el Fondo Monetario
Internacional. Usa el poder del sistema económico y, en algunos casos,
hace uso de un poder encubierto para darle el mando a quien pueda tener
una agradable convivencia con los EEUU: a un dictador como Pinochet en
Chile o, antes que eso, al Shah en Irán. Es éste el modo en el que los
EEUU han enfrentado los problemas de tipo colonial, en lugar de hacerlo
mediante la ocupación directa, como lo hicieron Inglaterra, Francia y
otros regímenes imperiales a finales del siglo XIX.
¿Cuál
es la conexión entre el Nuevo Imperialismo y la globalización?
Pienso que están
intimamente conectados, pero también creo que están relacionados con la
neoliberalización creciente, esto es con la neoliberalización que se
produce mediante reformas institucionales a favor del mercado y de la
privatización y en contra de la intervención del estado en el bienestar
de las personas, etc.etc. La neoliberalización está
relacionada con un proyecto imperial muy distinto, bastante
diferente del proyecto imperial de los 50 y 60, cuando los EEUU eran
esencialmente una superpotencia imperialista. Ahora estan comprometidos
con la difusión de la ideología de mercado, tema que es crucial para la
continuidad del capitalismo. Por supuesto que actualmente esa ideología
amenaza con socavar la posición de EEUU en la economía mundial, porque
¿hacia donde se mueve el mercado? Hacia China y la India. Una vez
desatadas las fuerzas de mercado se produce una inmensa multiplicación
imposible de controlar en su totalidad, y creo que eso es lo que le está
pasando a los EEUU.
Ud. sabe que
Jagdish Bahwati acaba de publicar un
libro: In Defense of Globalization, en el que sostiene que la
globalización del libre mercado ha sido exitosa, porque liberó a las
personas de la pobreza y de formas político–sociales de dominación,
incluso porque hizo posible un nuevo tipo de cosmopolitismo. ¿Qué puede
decirnos su teoría crítica de la globalización sobre esta posición?
Le voy a responder de dos
maneras. Hay una inmensa controversia sobre qué tipo de datos se tienen
en cuenta y cómo se prueban. Por ejemplo, si Ud. se pregunta cuántas
personas eran pobres en 1980 y cuántas lo son ahora,
podría decir que ahora son menos los que están en la pobreza. Si
presta atención al rendimiento económico de países como China e India y
observa los datos agregados, parece que el mundo estuviera mejor.
Sin embargo, si analiza la desigualdad social, comenzará a percibir
muchos ejemplos que muestran que la neoliberalización ha incrementado la
desigualdad social, incluso en el mismo momento en que ha logrado que
algunos crucen hacia arriba la línea de pobreza. Si observara la
concentración de la riqueza en el nivel más alto de la sociedad,
podría constatar una inmensa concentración
en el 0,1% de la
población ubicada en el nivel más alto.
La pregunta es ¿a quién
beneficia realmente la neoliberalización? Si toma en cuenta la
concentración del poder económico y político, comprobará que ha
beneficiado claramente a una elite muy, pero muy pequeña. Y por ahí es
por donde debemos comenzar. Por ejemplo, el New York Times ha publicado
hace unos meses unos datos interesantísimos: ¿Cómo son de ricas –en
promedio— las 200 o 400 familias más ricas de los EEUU? Los datos
muestran que en 1980 tenían
algo así como $680 millones. En dólares constantes, eso es algo así
como $2.8 mil millones. Pues bien; entretanto, han cuadruplicado su
riqueza en los últimos veinte años, y esta historia no sólo vale para
los EEUU, sino globalmente. Después de la neoliberalización, en México
se observa un fenómeno similar. Y lo mismo ocurre en China y en la India.
Cuando Thomas Friedman habla del mundo plano, lo que quiere decir es que
no es necesario ir a Norteamérica para ser multimillonario; puedes serlo
ahora en Bangalore. No es necesario que migres a los EEUU para lograrlo,
pero la desigualdad social en la India crece de manera espeluznante.
Sobre este tema habla
Ud. en su libro: A Brief History of Neoliberalism, y lo entiende
como la “restauración del poder de clase.” ¿Que papel juega
esta idea ahora mismo (en los EEUU)? ¿Significa simplemente que está
creciendo la desigualdad? Porque este es un hecho, pero también lo es que
aumenta la indiferencia ante la creciente desigualdad social.
Tenga en cuenta que en
nuestro país hay que tomarse muy en serio preguntas del tipo: ¿quién
controla los medios de comunicación? ¿Quién controla el clima general
de la opinión pública?. Y nuevamente, si comparara la situación con la
de hace 30 años y advirtiera los niveles de concentración de poder en
los medios de comunicación y en otros ámbitos, pienso que podría
comprobar que la posibilidad de expresar el descontento está mucho más
limitada ahora a causa de la gran concentración de poder económico y político.
Si prestamos atención al modo en que el Partido Republicano se ha
convertido en el vehículo que tienen los grupos de interés para acumular
más y más capital día tras día, podremos comprobar que se trata de un
hecho realmente escandaloso. El Congreso recorta los beneficios del
Estado de bienestar, de uno u otro modo, y otorga $20 mi millones a la
industria de los seguros de salud o cosas por el estilo.
Hechos de este tenor son los que están ocurriendo.
Nos encontramos en una
situación política en la cual la posibilidad de expresar la ira política
está bloqueada de manera creciente. Veamos algo que considero un
interesante paralelismo. Algunas veces digo, bromeando, que China es el
sueño de Karl Rove. Su anhelo es que los EEUU fueran exactamente como
China, en donde la capacidad de expresar una oposición política en términos
de clase está prohibida por el Partido Comunista, dado el lenguaje y las
formas discursivas de las estructuras. En nuestro país ocurre algo
similar, cada día hay menos oportunidades de desarrollar una efectiva
capacidad para expresar una enérgica oposición en términos de clase
frente a esta concentración del poder, a causa de las
barreras ideológicas y también por la concentración de poder en
los medios de comunicación.
Cuénteme algo sobre
la dimensión ideológica de todo esto, puesto que el proceso de elaboración
ideológica es más complicado. Ud. habla de las instituciones y de la
concentración de la riqueza, pero ¿qué es el neoliberalismo, hablando
en términos generales? Y ¿cómo se relaciona con la cultura y la ideología
y no sólo con la economía?
La ideología neoliberal
tiene fuerza en el nivel popular porque insiste en la libertad individual
y la responsabilidad personal. Y estos son dos aspectos muy importantes de
lo que podríamos llamar la “Ideología Norteamericana”, desde los orígenes
mismos de los EEUU. El neoliberalismo hizo suya la exigencia que estuvo
presente desde los 50 y 60, para responder: “Podemos satisfacer la
exigencia, pero lo haremos de una determinada manera, mediante el mercado,
porque es posible lograr esos objetivos con el mercado. Lo haremos de tal
modo, que se olvidarán las exigencias de justicia social.” Creo que los
movimientos de los 60 trataban de compatibilizar la libertad individual
con la justicia social. Pero el neoliberalismo trató de hacerlo diciendo:
“les daremos la libertad individual, pero olvídense de la justicia
social”. Ésa es la razón por la que ha sido tan fuerte como ideología
en los EEUU, porque apela a una larga tradición de libertad individual y
autonomía.
Esta tradición estuvo
presente en la retórica de Bush incluso antes del 9/11, aunque se ha
intensificado desde ese momento. ¿Cuántas veces usó las palabras
“Libertad” y “Autonomía” en su segundo discurso inaugural? Creo
que, en algún grado, es ésta la tradición ideológica que apoyan todos
en los EEUU. La única cosa interesante es, ¿cómo relacionar la libertad
individual y la autonomía con las obligaciones sociales? ¿Qué relación
guarda con la justicia social? ¿Cómo conjuntar la libertad con la
efectiva posibilidad de que todos participen en el sistema? Este es un
tema que no es posible abordar, si se acepta que el único medio para
lograr los sueños de la libertad individual y la autonomía es, por un
lado, el mercado y la privatización de todo y, por el otro, un aparato
legal que depende estrechamente de los derechos personales individuales.
Y esta retórica
individualista es la llave maestra del
neoliberalismo...
Si, absolutamente. Me ha
impresionado mucho que alguien como Thomas Friedman –que es un gran ideólogo
neoliberal— se quejara amargamente de la ausencia de solidaridad social
con ocasión del gran desastre del huracán Katrina. No es posible que
alguien se pase gran parte del tiempo destruyendo una idea y luego haga un
giro y diga que en una situación determinada la solidaridad es necesaria.
Es realmente fascinante comprobar el modo en que la gente no logra hacer
cuadrar esas cosas. Incluso un columnista conservador como David Brooks ha
dicho cosas por el estilo, que necesitamos más solidaridad social. Pues
bien; no es posible decir tal cosa y al mismo tiempo machacar que todo
debe ser negociado en el mercado.
Al hablar de lo que se
debería hacer, la clásica pregunta es: tenemos intelectuales, activistas
y sindicatos, todos esos diferentes sectores podrían movilizar a la
sociedad en contra del discurso neoliberal y de las instituciones
neoliberales. ¿Cómo podrían unirse para formar un movimiento de oposición
crítica al neoliberalismo?
En este punto es
necesario volver a la geografía. Todo depende mucho de dónde se
encuentre uno y, por supuesto, estamos presenciando un gran movimiento
hacia la izquierda en América Latina. Hay diferencias entre Chile y
Brasil, países que a su vez difieren de Venezuela y de Argentina y
Bolivia. Pero, sin embargo, de uno u otro modo, existe algún tipo de
movimiento antiliberal. Lo interesante será ver cómo prenden estos
movimientos antiliberalización y qué hacen para que prendan. Creo que
Chile hará una propuesta muy distinta a la que propondrá Bolivia. Pienso
que nos estamos moviendo hacia un experimento importante de cómo es
posible lograrlo. Desde el punto de vista local –dentro de los EEUU—
nos encontraremos con lo siguiente:
Lo que ahora ocurre es
parte, o está muy cerca de los primeros movimientos por los salarios
dignos en Baltimore en los tempranos 90. En este momento los movimientos
se han extendido por varias zonas de los EEUU, y pienso que hay una fuerza
popular que impele a y reclama que no haya trabajadores que perciban un
salario que esté por debajo del nivel de subsistencia. Tenemos que estar
atentos a los movimientos locales, y yo creo que esos movimientos empujarán
más y más para lograr una conciencia nacional. Es importante prestar
atención a los movimientos y a las oportunidades que se presentan para la
acción política en los diferentes lugares. En los movimientos de lucha
por un salario acorde con el nivel de subsistencia hay un tipo de
oportunidades, y en Bolivia, otras, ambas en ciernes. Por ahora se trata
de una oposición fragmentada que se mueve de maneras muy distintas. Pero
también son fenómenos muy promisorios, porque confieso que no tengo
claro cuál podría ser la alternativa. No creo que tengamos un proyecto
que nos diga cómo hacerlo –y probablemente
sería una buena idea contar con alguno—, pero nos estamos
moviendo hacia algún lugar, por medio de una estructura de tipo
opositora.
Cuando Ud. menciona
los movimientos por los salarios dignos me hace recordar y volver a Marx.
Probablemente en estos movimientos hay un discurso sobre salarios,
desigualdad y distribución. Ahora bien; Marx pensaba que era necesario
contar con un lenguaje crítico sobre los procesos de producción,
mientras que aun los más
radicales de nosotros estamos lejos de ello, probablemente porque no hay
alternativas sobre la mesa. ¿Hasta dónde podremos llegar, si no lo
discutimos?
Bueno, por algún sitio
hay que empezar. Uno de mis pasajes favoritos de Marx es el siguiente:
“El reino de la libertad comienza cuando se deja atrás el reino de la
necesidad”. Y luego, al final dice: “Por consiguiente, limitar la
duración de la jornada de trabajo es una demanda crucial.” Ahora mismo
pasamos de una retórica revolucionaria a una demanda práctica cuasi
reformista.
Pienso que lo que
diferencia a un revolucionario de un reformista no es necesariamente la
obligación de hacer cosas radicales todo el tiempo; se trata más bien de
que, en un determinado momento, todos puedan coincidir en la acción, por
ejemplo, en la exigencia de un salario digno, aunque tú lo haces con
objetivos distintos, esto es, con la vista puesta en una transición a
largo plazo. En una transformación, y eso es lo que creo que Ud. tiene
mente.
Creo que Marx era
totalmente consciente de que si las personas trabajaban 18 o 20 horas al día
los 7 días de la semana, no les sería posible formar una conciencia
revolucionaria. Estarían condenados al agobio y no tendrían tiempo para
nada. Por esa misma razón, crear espacios y posibilidades para que la
gente diseñe alternativas es un antecedente para una transformación
mayor. Esa es una de las cosas que advierto en la campaña de Baltimore
por los salarios dignos. Las personas que tienen dos trabajos y jornadas
laborales de 80 horas a la semana no tienen tiempo para organizarse, y
apenas si les queda tiempo para tener una vida, y obviamente mucho menos
para tener presencia activa en las organizaciones comunitarias o para
organizar actividades políticas. Es muy difícil hacerlo en tal situación.
.- David Harvey es un geógrafo,
sociólogo urbano e historiador social de reputación académica
internacional. Entre sus libros traducidos al castellano en los últimos
años: “Espacios de esperanza” (Akal, Madrid, 2000) y “El nuevo
imperialismo” (Akal, Madrid, 2004).
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