Estados
Unidos e Israel
Eje
de agresión, tortura, muerte y devastación
Por
Edward. S. Herman Znet, octubre 2006
Con
Israel de nuevo metida en una gran guerra de agresión en el Líbano, y
protegida una vez más de cualquier respuesta mundial efectiva por el
poder y veto de USA, cada vez esta más claro que el problema global
central de violencia y desorden organizado a comienzos del siglo XXI
radica en los objetivos, colaboración y poder del eje USA–Israel. Estos
socios de agresión y terrorismo de estado apoyan mutuamente su proyección
de poder, el superpoder fuera de control protege la limpieza étnica de su
cliente en la región, mientras el lobby israelí dentro de los Estados
Unidos apoya la proyección violenta de poder de los Estados Unidos,
quienes, a su vez, facilitan una protección adicional a la escalada de
violencia en la región perpetrada por Israel. Lo más extraordinario, sin
embargo, es la débil resistencia (e incluso el apoyo) que encuentra el
eje de agresión, tortura, muerte y devastación (ATDD siglas del inglés
Aggression, Torture, Death and Devastation) por parte de los países
europeos y de “la comunidad internacional” en general.
Libre
para Agredir
Consideremos
que los Estados Unidos han llevado a cabo, durante los últimos siete años,
tres guerras de agresión violando la Carta de la ONU (Yugoslavia,
Afganistán, Irak) y que, sin haber asimilado su agresión en Irak (que
actualmente se reconoce que estuvo basada en mentiras y en el
desvergonzado abuso de los procesos de la ONU, además de ser un “crimen
supremo”), ha comenzado una cuarta agresión, contra Irán, una vez más
bajo la descarada protección de la ONU. Además, los Estados Unidos
fueron el principal conductor de “las sanciones de destrucción
masiva” contra Irak durante los 90, que resultaron en la muerte de quizás
un millón de civiles iraquíes, posiblemente el mayor genocidio después
de la Segunda Guerra Mundial (sólo superado, tal vez, por el Congo y
Ruanda), un proyecto que también se llevó a cabo abusando cínicamente
de la ONU.
En
lugar de resistirse a estas agresiones y operaciones genocidas, el G8 y la
comunidad internacional han apaciguado al agresor y genocida; nunca han
condenado sus agresiones o impuesto sanciones en respuesta a sus graves crímenes,
sino que han colaborado con él, y en el caso de Irak, han ofrecido
aprobación y apoyo para la mortífera ocupación.
La
ONU, creada específicamente para prevenir “el azote de la guerra”, no
ha conseguido plantarle cara a la serie de agresiones perpetradas por los
Estados Unidos o por sus clientes israelíes. Este fracaso, y la crisis
mundial que refleja, casi no ha sido reconocido por los medios de
comunicación occidentales y los círculos intelectuales, por las mismas
razones que subyacen bajo el apaciguamiento y colaboración: el poder
militar de la superpotencia, miedo a las consecuencias políticas y económicas
por la oposición al desenfreno de los Estados Unidos y su cliente, algún
sentido de solidaridad por los objetivos y políticas de EE.UU. e Israel
por parte de las elites mundiales y los medios de comunicación y cobardía
y falta de fortaleza moral.
Durante
varias décadas, Israel y EE.UU. han sido libres de agredir, ignorar las
resoluciones o mandatos de la ONU, ignorar la ley internacional que
gobierna el comportamiento de un poder de ocupación, y poco a poco, pero
sin pausa, “redimir la tierra” de Palestina haciendo una limpieza étnica
de los palestinos. Israel llevó a cabo una invasión en Líbano en 1982
sin ninguna penalización por esta agresión, o por la prolongada ocupación
ilegal, o por los bombardeos periódicos y ataques en el Líbano o por el
prolongado mantenimiento de un ejército terrorista en tierras libanesas.
La nueva agresión al Líbano en julio y agosto 2006 también se está
llevando a cabo sin ninguna pena o sanción por parte de la ONU u otro
organismo internacional; de nuevo, como en 1982, cuenta con la protección
del veto y el poder de EE.UU.; e Israel está actualmente amenazando a Irán
y a Siria sin ninguna cortapisa visible por parte de EE.UU. o de la
comunidad internacional.
Centros
de Tortura
Además
de la supremacía en materia de agresiones, el eje EE.UU./Israel lleva
mucho tiempo siendo un importante patrocinador y usuario de la tortura. El
uso del método de tortura “waterboarding” (al prisionero se le hace
creer, recurriendo a reflejos fisiológicos, que va a ahogarse; N. de la
T.) por parte de los EE.UU. data de la guerra contra los “negros”
filipinos en 1900; el uso de métodos eléctricos de tortura estuvo muy
extendido durante la Guerra de Vietnam, junto con los “Tiger Cages”; y
este país fue el principal patrocinador de los regímenes de tortura en
los años 60 y 70 cuando los lideres norteamericanos lucharon contra los
levantamientos populares nacionales en el Tercer Mundo. Muchos de los
principales torturadores aprendieron sus tácticas en la Escuela de las Américas
en aquellos años. Abu Ghraib, Bagram y los campos de redención no rompen
con el pasado ni son contrarios a los “valores americanos” sino que
están construidos sobre una sólida tradición. (Capitulo 2 de Chomsky y
Herman, “The Washington Connection”, 1979, titulado “The PentagonCIA
Archipeligo”.)
Israel
lleva décadas usando la tortura de forma sistemática contra los
palestinos; en 1993 el New York Times mencionó, de pasada, que las
victimas de tortura israelí llegaban a cifras de 400/500 al mes, pero que
Israel estaba “reconsiderando” los méritos de estas prácticas de
“interrogatorio” (Joel Greenberg, “Israel reconsidera
Interrogatorios a Árabes”, Agosto 14, 1993). Si esto se hiciera a judíos
de manera sistemática en algún país, la protesta sería ensordecedora,
pero aquí, una práctica israelí considerada bárbara en cualquier otro
lugar se trata de una manera muy poco destacada y no conlleva ninguna
respuesta política negativa de los EE. UU. o de la comunidad
internacional. Esto ha permitido a Israel prosperar, disponer de
importantes ayudas internacionales y conseguir elogios regularmente como
modelo de democracia, a pesar de ser, desde hace tiempo, “el único
estado del mundo en legalizar efectivamente el uso de métodos que
constituyen tortura o maltrato” (Amnistía Internacional, “El gobierno
israelí debería implementar una decisión de la Corte Suprema para hacer
ilegal la tortura”, 6 Septiembre, 1999).
El
negocio de la muerte va bien
EE.UU.
e Israel son también grandes suministradores de muerte a aquellos que se
ponen en su camino. Ambos están altamente militarizados, los EE.UU. son
ahora el poder militar dominante en el mundo, Israel supera con creces la
fuerza militar de cualquiera de sus vecinos. Ambos ponen cada vez más de
manifiesto la arrogancia del poder y una disposición a utilizar sus armas
en lugar de solucionar los conflictos por medios pacíficos. Ambos se han
inclinado por el uso de armamento de alta tecnología que tiene efectos
devastadores en la población civil, pero que reduce las bajas del agresor
y la necesidad de tropas de tierra. Como se ha mencionado, sus
inclinaciones violentas ahora se refuerzan mutuamente.
El
uso por parte de EE.UU. de bombas atómicas contra la población civil de
Hiroshima y Nagasaki, con cientos de miles de victimas civiles en lo que
fue una demostración y una actuación de aviso, ocupa un lugar singular
en los anales de la violencia. Los EE.UU. tienen una larga tradición de
amenazar con el uso de monstruosidades cada vez más letales. Israel tiene
también un arsenal considerable de armas nucleares y desde hace tiempo ha
planteado la amenaza de usarlo por primera vez, reforzada por la ausencia
de cualquier poder nuclear que pueda tomar represalias entre sus rivales
cercanos. La “amenaza” de Irán de adquirir armas nucleares es una
amenaza en defensa propia, que privaría a Israel de un elemento
importante que le permite el uso regular de la fuerza contra sus vecinos.
Durante
la Guerra de Vietnam, en la que los EE.UU. desplegaron profusamente su
feroz armamento contra una resistente sociedad rural, mataron a varios
millones de personas. A estos podemos añadir los cientos de miles que
murieron en Camboya y Laos. Muchos miles más han continuado muriendo en
Indochina a causa de los millones de bombas sin explotar que cubren el
terreno y que los EE.UU. no han hecho ningún esfuerzo por retirar o
incluso facilitar un mapa guía de apoyo o ayuda técnica. Como un cartel
que se leía en un campo militar de EE.UU. en Vietnam, “Matar es nuestro
negocio, y el negocio va bien”.
Muchas
muertes relacionadas con EE.UU. han ocurrido vía patrocinio. Patrocinó y
tuvo una relación especial duradera con la dictadura de Suharto, ayudando
en su inicial estallido genocida en 1965–1966 con, posiblemente, un millón
o más de civiles masacrados y apoyando su invasión/ocupación de Timor
Este y 200.000 muertes más allí. Patrocinó el aumento de Estados
Nacionales de Seguridad en Latinoamérica, donde florecieron los
escuadrones de la muerte y grupos de contrainsurgencia entrenados por
EE.UU., que establecieron un estado de terrorismo “infinitamente peor
que el terrorismo que estaban combatiendo” (Una comisión de la verdad
posterior a la Junta Argentina). Las guerras patrocinadas por los EE.UU.
en América Central en los años 70 y 80 tuvieron grandes bajas civiles
con ataques genocidas en los Indios Mayas de Guatemala entre otras
operaciones asesinas a gran escala del estado. Los asesinatos patrocinados
por EE.UU. en Latinoamérica en aquellos años tuvieron un saldo de
cientos de miles (los “desaparecidos” solamente, se estimaron en
90.000 en 1981). El “compromiso constructivo” de EE.UU. con el
apartheid en Sudáfrica y el apoyo a los “luchadores por la libertad”
Sav imbi en Angola también contribuyeron a muchos cientos de miles de
muertes en esa zona en los años 70 y 80.
Las
muertes israelíes has sido a una escala menor, pero todavía notables en
vista de su reivindicación de ser victimas de terrorismo y estar
simplemente tomando represalias por las acciones de sus vecinos más débiles
y de la resistencia palestina a su ocupación y a la limpieza étnica. Las
supuestas “represalias” israelíes al “terrorismo” palestino
supusieron una proporción de muertes palestinas contra israelíes de 20 o
25 a 1 hasta la segunda Intifada, cuando esta proporción cayó de 3 o 4 a
1, aunque con una proporción más alta de heridos (la cifra de 25:1 la da
James Bennent en el New York Times, 12 marzo, 2002). Se ha estimado que en
los asesinatos de Sabra y Shatila, principalmente de mujeres, niños y
ancianos, hubo entre 1.500 y 3.000 víctimas, una cifra mucho más alta
que las estimaciones de la policía israelí de asesinatos de israelíes
por parte de la OLP durante el periodo 1961–1981. El total de asesinatos
por parte de Israel en Palestina es difícil de estimar, pero está en
torno a las decenas de millar. Las matanzas de libaneses por parte de
Israel en la invasión de 1982 es estiman entre 17.000–20.000 y el número
de asesinados en Líbano antes y después de esa fecha sin duda asciende a
muchos miles.
Devastación
Los
EE.UU. han utilizado su avanzada tecnología armamentística y su riqueza
no sólo para matar a gran número de personas en países que se
interponen en su camino, sino también para destruir sus infraestructuras
y medios de vida, enseñándoles así a ellos y a otros una lección sobre
los costes de la oposición, coartando su capacidad de desarrollo y
tomando represalias. Los bosques de Vietnam fueron arrasados y destrozados
por la guerra química, sus tierras fueron destruidas en gran medida por
sustancias químicas y cráteres de bombas, una gran fracción de sus
varones más competentes y productivos fueron asesinados, principalmente
en bombardeos, gran número de ellos fue herido y traumatizado y cientos
de miles de niños nacieron con deformidades debido al envenenamiento químico.
Vietnam dejó de representar una amenaza como modelo alternativo serio.
También Nicaragua dejo de ser una “amenaza de buen ejemplo” después
de una década de terrorismo y guerra económica patrocinada por EE.UU.
que redujo los ingresos a la mitad y jugó un papel clave en el desalojo
del Gobierno reformista Sandinista. El Salvador, Guatemala, la Republica
Dominicana, Haití, Afganistán, el Congo, y Angola son otros estados que
no se han recuperado de los ataques directos o patrocinados de EE.UU.
Irak
fue devastado en la Guerra del Golfo de 1990–1991 y luego no se le
permitió recuperarse, ni reparar los daños a sus instalaciones de agua y
sanitarias, por no decir alimentar a su gente. La invasión/ocupación de
2003/2006 ha cobrado un tributo adicional mucho mayor en la ya devastada
infraestructura iraquí y ha sido notable por el grave daño que el
invasor ha causado en las bibliotecas, museos y otros monumentos históricamente
importantes. Irak es una sociedad destrozada, con una serie de golpes
asestados principalmente por EE.UU. y Gran Bretaña, en confabulación con
la ONU.
Israel
ha devastado el Líbano una y otra vez desde 1978 en adelante, con
excepcional destrucción de infraestructura en 1982 y ahora en 2006. En
2002 Israel comenzó una destrucción sistemática de las infraestructuras
en Palestina, destruyendo edificios públicos, registros, instalaciones médicas,
bibliotecas, entre otras instalaciones. En el reciente asalto de Gaza en
2006, en principio para rescatar a un único soldado israelí cautivo, su
primer objetivo fue la estación eléctrica que suministraba electricidad
a 700.000 civiles palestinos. Otros objetivos incluyeron depósitos de
agua en tejados y redes de suministro, puentes, carreteras y centros médicos.
En ningún momento la Unión Europea y mucho menos su mecenas han
penalizado o castigado a Israel por estos múltiples ataques flagrantes e
ilegales a instalaciones civiles.
Conclusión
Estamos
en una era de intensificación de la violencia, dirigida por un superpoder
militarizado con una capacidad enorme para matar, estrechamente ligado a
un cliente militarizado y expansionista a quien el caos y la guerra le
suponen beneficios para su “Gran Israel” y su programa de limpieza étnica.
Esta es una continuación de las políticas de este eje de ATDD, que ya
vienen de largo, pero más peligrosas por la muerte de la Unión Sovietica
(y el final de una “contención” real) y la llegada al poder en los
EE.UU de una Administración excepcionalmente irresponsable, estúpida y débil.
Los débiles, estúpidos e inmorales a menudo hacen cosas estúpidas y
horrorosas para compensar sus errores y una vez más en Oriente Medio han
desencadenado violencia a gran escala y la amenaza de una guerra incluso
mayor.
El
eje de ATDD esta marcando el tono por todo el mundo. Predica que aquellos
que se resisten sólo entienden la fuerza, pero el mundo reconoce que en
verdad es el dúo del eje el que sólo responde a la fuerza o amenaza. Y
de este modo, los líderes del eje provocan en respuesta a ello
militarización y violencia por todo el mundo, mientras que los grandes
problemas a los que se enfrenta la humanidad (pobreza, enfermedad,
amenazas medioambientales, desigualdad, racismo, déficit democrático) no
se tratan, llegando a ser cada vez más graves.
Estos
problemas no se van a tratar hasta que el público mundial no se enardezca
lo suficiente como para expulsar a los líderes del eje o forzar a los
poderes que no pertenecen a este eje a resistirse a su violencia con
acciones que cuenten y que no puedan ser ignoradas.
.–
Edward S. Herman es economista, critico, y autor y coautor de
numerosos libros, Triunfo del Mercado y Más Allá de la Hipocresía
(ambos Souh End Press).
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