Confirma el
historiador Paul Kennedy la inevitable decadencia de Estados Unidos
Por Alfredo
Jalife-Rahme
La Jornada,
18/10/06
La "revuelta
de los generales" y los soldados del eje neoliberal Israel-EEUU-Gran
Bretaña refleja la insubordinación al exceso militarista de fantasiosos
burócratas civiles y, por encima de todo, sus debacles en los campos de
batalla desde Fallujah hasta Bint-Jbeil, situación que han leído
correctamente los círculos estratégicos europeos, rusos, indios, chinos
y hasta norcoreanos.
La otrora
superpotencia unipolar pretendió detener su ineluctable decadencia y/o
putrefacción (v.g el "síndrome Kamel Nacif" en su
Capitolio) mediante el montaje hollywoodense mediático de la "guerra
contra el terrorismo global" que se tradujo en el sicótico concepto
unilateral maniqueo del "eje del mal" y su ostentoso despliegue
militarista de corte sico-tecno-cibernético ("conmoción y
pavor"). El tiro le salió por la culata y lo único que consiguió
fue haber acelerado su desplome, en lugar de haber manejado en forma
inteligente su "decadencia controlada".
Esa es la
conclusión a la que llega el historiador británico Paul Kennedy (PK),
especializado en "gran estrategia" , quien saltó a la fama
mundial con su voluminoso libro Ascenso y caída de las grandes
potencias, en el cual destaca la interacción entre la economía y la
estrategia en los pasados cinco siglos, escrito un año antes de la caída
del Muro de Berlín.
En fechas
recientes ha sido motivo de dos entrevistas: una para The Financial
Times (1/9/06) y otra en el periódico semioficial egipcio Al-Ahram
("Las pirámides"). Su libro incomodó sobremanera al grupo
de los Vulcanos, que conjuga los intereses del nepotismo dinástico
de los Bush, el complejo militar-industrial y los neoconservadores
straussianos, jefaturado por la tripleta George Pratt Schultz-Felix
Rohatyn-Alfred Heinz (alias Henry) Kissinger, que inició su
experimento depredador con el golpe de Estado en Chile hace 33 años para
imponer el modelo neoliberal en Latinoamérica y, luego, al mundo.
En entrevista con
el periodista egipcio Ezzat Ibrahim, del semanario Al-Ahram (20
sept./4 oct.), PK considera que la "gran rueda de la historia se ha
volteado contra EEUU", que "ha ido demasiado lejos".
Ibrahim enfatiza que los "neoconservadores y otros apologistas del
imperio estadunidense tildaron al historiador británico de 61 años de
catastrofista, pero la presente dirección de la guerra en Irak parece
ilustrar la sobre-extensión imperial de EEUU y su aventurerismo, que ha
socavado su energía y sus recursos.
PK critica a los
neoconservadores y alaba a "los generales del ejército de EEUU,
quienes dirán que en definitiva su país se encuentra
sobre-extendido" tanto "militar como financieramente debido a
los déficit presupuestal y comercial".
En una de las clásicas
entrevistas-lunch de Daniel Dombey (DD), del Financial Times,
pregunta al célebre historiador británico si en su famoso libro de 1988,
que ha vendido más de 2 millones de ejemplares y había puesto a la
defensiva al gobierno de EEUU, no se había equivocado al predecir el
"declive de EEUU, el ascenso de China y el futuro glorioso (sic) de
Japón" .
La tesis nodal de
PK, ahora profesor en Yale que sigue muy productivo (a diferencia del
charlatán de Zedillo, que sepa Dios qué hace allí con su improductivo
Centro de la Globalización), se centra en que la fortaleza económica e
industrial de un país determina en gran medida su poder militar y su
lugar en el mundo.
DD recuerda que
PK es mejor conocido por su argumento de que el "poder económico y
el potencial militar de EEUU se encuentran en declive relativo desde
1945". PK revela que durante unas vacaciones en la Selva Negra
alemana se cayó metafóricamente de la silla cuando leyó que George
Schultz, entonces secretario de Estado de Reagan, había realizado una
gira por seis países de Asia para "desmentir" su tesis de que
"EEUU se encontraba en declive".
Muy tenaz, como
debe ser un periodista crítico, DD increpa los hallazgos de su libro:
"EEUU se volvió más fuerte, no más débil. Japón se estancó y no
continuó su ascenso a la cumbre. La URSS, que dijo que no se colapsaría,
se colapsó. En suma, exageró la importancia de la manufactura, lo que
magnificó los errores de su teoría".
PK replica con
serenidad: no se equivocó con China, "la mejor situada de las
grandes potencias con la más coherente gran estrategia",
cuyas "reformas económicas se traducirán en más poder político";
tampoco se equivocó con Europa, que "necesita modernizar su economía
y una estrategia común de defensa".
Con Japón se
equivocó (Nota: como la mayoría, entre quienes resalta Zigbniew
Brzezinski) y admite que "sobrevinieron tres sucesos verdaderamente
interesantes en la escena mundial en torno a 1990 que tomaron por
sorpresa(sic) a alguien ubicado en 1985": la "desaceleración
misteriosa (sic) de Japón, que repentinamente se frenó"; "la
desintegración de la URSS"; y el "impresionante crecimiento
anual de la economía de EEUU". Los tres sucesos dan mucho para
discutir, pero hay que dejar defenderse a PK.
Sobre el
interrogatorio acucioso de DD, quien le exige demostrar que EEUU
manifiesta una "sobre-extensión imperial", admite que EEUU
"posee una enorme fuerza innata (sic)" cuando los datos para
inversión en investigación o la flexibilidad (sic) de sus mercados de
capitales no se parecen al imperio otomano en torno de 1878".
Sin duda, EEUU es
un prodigio de creatividad científica con la mayor inversión en I&D
jamás vista en la historia de la humanidad (Nota: ¡157 veces más que el
mediocre "México neoliberal foxiano": así con tres dígitos!),
gracias a las cuales ha permanecido de pie y ha prolongado su declive. Lo
grave es que la I&D de EEUU va de la mano de su dispendio militar.
En cuanto al mito
de la "flexibilidad", a nuestro juicio, se ha implementado a
enorme costo social de poda laboral que más temprano que tarde cobrará
sus facturas pendientes.
PK no entiende
por qué su concepto de "manejo del declive" resultó "tan
provocativo (sic)" y proporciona el ejemplo del primer ministro británico
lord Salisbury, que precisamente fue la política que emprendió a
finales del siglo XIX: "fortaleció las posiciones débiles y se
retiró de las expuestas, protegiendo los intereses principales" del
imperio británico, que había comenzado su declive imperial. EEUU debe
imitar el repliegue de Gran Bretaña: en su caso, "retirarse de
Irak". Considera que el gobierno bushiano "ha mordido más de lo
que puede masticar" y que la "supremacía de EEUU no puede durar
más".
Luego coloca un
axioma que hasta DD admite como diatriba impecable: desde el punto de
vista teórico para un politólogo o economista, a sabiendas de todo lo
que ha ocurrido en la historia, un país con 4.5 por ciento de la población
mundial (Nota: ya alcanzó 5 por ciento, gracias a la fuerza biológica
mexicana) "no puede sostener esta posición extraordinaria de
generación en generación, especialmente cuando los equilibrios
productivos globales han variado", por lo que "es extremadamente
difícil evitar la conclusión general" sobre la prospectiva de EEUU,
que "no puede ser benigna ni matizada". Su planteamiento previo
de hace 18 años se había basado en que EEUU "manejaría
adecuadamente su declive relativo" y no como ahora, cuando "ha
hecho estallar todo".
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