¿Bush “huye
hacia delante” atacando Irán?
Por Immanuel
Wallerstein
La Jornada,
24/03/07
Traducción de
Ramón Vera Herrera
Los franceses
tienen una expresión, fuite en avant (literalmente “fuga
hacia delante”): algo que uno hace cuando se halla en una situación
donde va perdiendo y espera salvarla haciendo lo mismo o algo peor,
con lo que se crea una situación en que la gente siente que tiene que
respaldarlo a uno. ¿Es esto lo que George W. Bush intenta hacer en Irán?
Sabemos dos
cosas acerca del régimen de Bush. Su posición en Irak es
insostenible y ahora es impugnada inclusive en Estados Unidos. El
llamado a una retirada crece día con día y surge de todas partes. Y
sabemos que, desde 2001, los neoconservadores y Dick Cheney han estado
pujando por emprender un ataque militar contra Irán con el objetivo
de cambiar el régimen. Entonces, éste podría ser el momento.
Estados Unidos
ha enviado su flota a la región y puso al mando a un almirante
conocido por su eficacia en ataques mar–aire. Washington emite
virtualmente a diario comunicados que señalan las supuestas malas
acciones de los iraníes. En resumen, Estados Unidos agita el sable.
Es más, muchísimas personas parecen tomar esto muy seriamente. Tres
de los militares retirados de más alto rango en Estados Unidos han
advertido públicamente contra la locura que significa atacar Irán.
También lo ha hecho Zbigniew Brzezinski, a quien no podemos calificar
de paloma. Así también lo han hecho incontables políticos y diplomáticos
de todo el mundo. Pero Cheney ha dejado claro que el gobierno
estadounidense hace lo que le place, sin importar cuántos oponentes
tenga, o quiénes sean.
¿Apoyará
alguien a Estados Unidos en tal aventura? De hecho, muy pocos. No lo
respalda el Congreso estadounidense, aunque Bush y Cheney cuenten con
el hecho de que sería más duro para los demócratas oponerse a ellos
sobre el asunto Irán que sobre Irak. Tendrán el respaldo del
gobierno israelí. Y creen contar con el apoyo de los sauditas. Pero
eso es malinterpretar la posición saudita. Estos, por supuesto,
tienen la preocupación de limitar las pretensiones iraníes de
hegemonizar la región y la preocupación de contener las
posibilidades de una militancia chiíta en estados dominados por
sunitas, primero que nada en Arabia Saudita. Pero los sauditas también
han dejado claro que un ataque militar a Irán perjudicará los
objetivos políticos sauditas más que ayudarlos. La mediación activa
de los sauditas en la disputa entre Hamas y Fatah en Palestina indica
que con toda claridad buscan distanciarse de la estrategia
estadounidense en Medio Oriente. Y en Europa inclusive los británicos
están expresando abiertamente su disgusto por la idea de un ataque
contra Irán.
Así que
supongamos que, pese a todo esto, Bush y Cheney decidan emprender su
atropellado y súbito avance hacia la guerra, su fuite en avant para
intentar salvar su desastrosa situación. ¿Qué pasaría, y por qué
harían algo así? Lo que pasaría parece claro. Un ataque aéreo
sobre Irán no lograría el objetivo de desmantelar el programa
nuclear iraní, aunque podría dañarlo. Enviar tropas, si acaso
Estados Unidos encuentra a alguien a quien enviar, conduciría a una
cuota de muertes estadounidenses muy alta. El gobierno iraní se
fortalecería políticamente, en casa y por todo el mundo islámico.
Los rusos y los chinos respaldarían de facto a Irán.
Y lo peor de
todo para Estados Unidos es que aquéllos a los que en Irak considera
sus aliados más cercanos comenzarían a vociferar en un llamado en
pos de una retirada estadounidense inmediata de Irak. El anterior
primer ministro Ibrahim Jaafari ya comenzó a andar ese camino. Nadie
en Irak, nadie, quiere que Estados Unidos ataque a Irán, y a nivel
emocional, nadie se pone del lado de Estados Unidos en esta cuestión.
Ahora, Cheney es un político inteligente, y puede ver todo esto,
pienso yo. Así que, ¿por qué, pese a todo, puja por la guerra? ¿Acaso
podemos jugar con la idea de que crear un desastre aún mayor para
Estados Unidos le resulta la mejor opción disponible para lograr sus
objetivos políticos reales?
Cheney (y Bush)
saben que tendrán el control del gobierno de Estados Unidos sólo por
dos años más. Después, no saben quién estará en el poder, pero
tienen muchas razones para pensar que no serán sus clones. Lo último
que quisieran es una transferencia pacífica del poder a cualquiera
que pueda desmantelar lo que han construido y que intente (tan sólo
que intente) regresar a Estados Unidos a donde estaba –en el país e
internacionalmente– en los años de las presidencias de Richard
Nixon a Bill Clinton.
Entonces,
buscan aumentar, no disminuir, las querellas internas en Estados
Unidos. Buscan desmantelar más el marco de libertades civiles, uno
que nunca fue perfecto pero que podía darse el lujo de mantener
algunas restricciones al poder gubernamental. Buscan mayores
regresiones en el ámbito de los derechos sociales. Buscan crear un
Estados Unidos más oscuro en un mundo más oscuro.
¿Puede alguien
detenerlos? Posiblemente. Existe ahora una extendida resistencia, muy
vocalizada, en las fuerzas armadas. Por primera vez en mi vida,
encuentro en la prensa especulaciones sobre un golpe militar. Dudo que
vaya a ocurrir, pero la mera especulación muestra qué tan vastas son
las zozobras. Y existe también la resistencia de los políticos que
en su gran mayoría son esencialmente moderados de centro y cuya mayor
preocupación es mantener las posiciones para las que los eligieron y
que son personas que vuelan a donde los lleve el viento de su base
electoral. ¿Será esto suficiente? Es difícil decirlo, pero veremos
la situación con mayor claridad en los próximos dos o tres meses.
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