El
escudo de misiles en Europa es como una declaración de guerra
Por
Noam Chomsky (*)
Il
Manifesto, 30/05/07
Sin
Permiso, 03/06/07
Traducción
de Amaranta Süss
La
instalación de un sistema de defensa de misiles en Europa oriental es prácticamente
una declaración de guerra.
Tratad
de imaginar cómo reaccionaría Norteamérica si Rusia, China, Irán o
cualquier potencia extranjera osara sólo pensar en colocar un sistema de
defensa de misiles en las fronteras de los EUU o en sus aledaños, y no
digamos si empezara a llevar a cabo ese plan. En tales circunstancias, de
todo punto inimaginables, no sólo habría que esperar con certeza una
violenta reacción norteamericana, sino que esa reacción resultaría
también comprensible, por razones simples y claras.
Es
de todos conocido que la defensa con misiles es un arma de primer golpe.
Reconocidos analistas militares norteamericanos la describen así: “No sólo
es un escudo, sino una capacitación para la acción”. Ella “facilitará
una aplicación más eficiente de la potencia militar de EEUU en el
extranjero”.
“Aislando
al país de las represalias, la defensa con misiles garantizará la
capacidad y la disposición de los EEUU para ‘modelar’ el contexto en
otras partes del mundo”. “La defensa con misiles no sirve para
proteger a Norteamérica. Es un instrumento de dominación global”.
“La
defensa con misiles sirve para conservar la capacidad norteamericana de
ejercer el poder en el extranjero. No tiene que ver con la defensa; es un
arma ofensiva, por eso tenemos necesidad de ella”.
Todas
estas citas proceden de reconocidas fuentes liberales pertenecientes a la
tendencia dominante, que querrían desarrollar el sistema y ponerlo en los
límites extremos de la dominación global de los EEUU.
La
lógica es simple y fácil de comprender: un sistema de defensa con
misiles, a pleno funcionamiento, informa a los potenciales objetivos de
que “os atacaremos si nos place, y no estaréis en condiciones de
responder, por lo tanto, no podréis impedírnoslo”.
Están
vendiendo el sistema a los europeos como una defensa contra los misiles
iraníes. Aun si Irán tuviera armas nucleares y misiles de largo alcance,
la probabilidad de que los usara para atacar a Europa es inferior a la
probabilidad de que Europa reciba el impacto de un asteroide. Si, pues, se
tratase verdaderamente de defensa, la República Checa debería instalar
un sistema para defenderse de los asteroides.
Si
Irán diera aunque fuera el más mínimo signo de querer hacer algo
semejante, el país se evaporaría. El sistema apunta, en efecto, contra
Irán, pero como arma de primer golpe. Forma parte de las crecientes
amenazas contra Irán, amenazas que constituyen ya por sí mismas una
grave violación de la Carta de las Naciones Unidas, aunque esto no salga
nunca a la luz. Cuando Mijáil
Gorbachov permitió a Alemania que formara parte de una alianza militar
hostil, aceptó una grave amenaza a la seguridad de Rusia, por razones
demasiado notorias como para volver sobre ellas. A trueque, el gobierno de
EEUU se comprometió a no ampliar la OTAN hacia el Este. Ese compromiso ha
sido violado una años más tarde, lo que ha suscitado pocos comentarios
en Occidente, pero ha incrementado el riesgo de un enfrentamiento militar.
La
llamada defensa con misiles aumenta el riesgo de que estalle una guerra.
La “defensa” consiste en incrementar las amenazas de agresión en
Oriente Medio, con consecuencias incalculables, y el peligro de una guerra
nuclear definitiva.
Hace
más de medio siglo, Bertrand Russell y Albert Einstein lanzaron un
llamamiento a los pueblos del mundo, a fin de que se enfrentaran al hecho
de que nos hallamos ante una elección “clara, terrible e inevitable. ¿Tenemos
que poner fin a la especie humana, o está la humanidad dispuesta a
renunciar a la guerra?”.
Aceptar
el llamado “sistema de
defensa con misiles” decanta la elección del lado del fin de la especie
humana en un futuro no demasiado lejano.
*
Noam Chomsky, el intelectual vivo más citado y figura emblemática de la
resistencia antiimperialista mundial, es Profesor de lingüística en el
Instituto de Tecnología de Massachussets en Cambridge y autor del libro
Imperial Ambitions: Conversations on the Post-9/11 World.
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