Pocas
nueces en Heiligendamm
Por
Julio Godoy
Inter
Press Service (IPS), 08/06/07
Heiligendamm,
Alemania.– La cumbre del Grupo de los Ocho (G–8) países más
poderosos, concluida este viernes, quedará en la historia como una de las
que generó más expectativas y requirió las más grandes medidas de
seguridad, pero tuvo los más pobres resultados.
El
encuentro en esta ciudad alemana sobre el mar Báltico terminó con dos
promesas vagas y no vinculantes: destinar más ayuda para el desarrollo de
África y negociar un nuevo régimen para reducir los gases invernadero,
causantes del recalentamiento planetario, cuando venza el Protocolo de
Kyoto en 2012.
El
fracaso del G–8 en Heiligendamm seguramente dejará una marca en la
credibilidad de las futuras cumbres. Los jefes de Estado y de gobierno de
Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón
y Rusia se despidieron este viernes sin haber alcanzado un acuerdo sobre
las negociaciones comerciales internacionales o sobre la eliminación de
los subsidios agrícolas en el Norte industrializado, temas de crucial
interés para el Sur en desarrollo.
Tampoco
se logró un acuerdo, como se esperaba, sobre los fondos de protección,
que distorsionan los mercados financieros internacionales, ni sobre el
estatus político de la provincia serbia de Kosovo.
Los
únicos acuerdos que alcanzaron los líderes del G–8 en Heiligendamm,
sobre el cambio climático y la ayuda a África, son vistos por activistas
como compromisos débiles, que tuvieron el único objetivo de ocultar el
hecho de que la cumbre fue un completo fracaso.
Este
viernes, los líderes de los países más poderosos acordaron destinar
60.000 millones de dólares "en los próximos años" a la lucha
contra el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), la tuberculosis
y la malaria, y otros 500.000 millones a un programa de desarrollo en África
En
una declaración conjunta sobre el continente africano divulgada este
viernes, los líderes del G–8 prometieron "acelerar sus esfuerzos
para contribuir a la meta del acceso universal a completos programas para
la prevención el VIH/Sida, tratamiento y apoyo para 2010".
El
objetivo de la ayuda es "desarrollar y fortalecer los sistemas de
salud de tal manera que la atención médica, en especial la primaria,
pueda ser provista sobre una base sostenible y equitativa para reducir las
enfermedades y la mortalidad, con particular atención a las necesidades
de los más vulnerables a las infecciones, como las adolescentes, las
mujeres y los niños", añade el texto.
El
G–8 se comprometió a "continuar los esfuerzos hacia esas metas
para proveer al menos unos 60.000 millones de dólares en los próximos años,
e invitar a otros donantes a contribuir también".
La
mitad del dinero será desembolsado por Estados Unidos, y el resto por los
otros siete países. Alemania tiene previsto incrementar sus
contribuciones al fondo en 5.400 millones de dólares para 2015, anunció
la ministra de Desarrollo, Heidemarie Wieczorek–Zeul.
Además
de la ayuda a la lucha contra el sida, la malaria y la tuberculosis, el
G–8 confirmó una donación extra de 500 millones de dólares este año
como parte del proyecto "Educación para todos" de desarrollo
sostenible para África.
Pero
expertos en desarrollo y en asistencia internacional sostienen que estas
nuevas promesas constituyen un paso atrás, comparadas con las hechas en
la última cumbre del G–8, celebrada en la localidad escocesa de
Gleneagles, donde se acordó duplicar la ayuda al desarrollo para 2010.
"Toda
la declaración (de ayuda a África) es sólo cosmética", dijo
Ulrich Post, experto en desarrollo de la organización gubernamental
Welthungerhilfe, una de las más importantes de Alemania.
Post
lamentó que la declaración del G–8 "sólo menciona la agricultura
en el continente con una sola frase".
"Frente
a las más de 200 millones de personas que sufren de desnutrición crónica,
de las que 80 por ciento viven en áreas rurales, esta actitud es
escandalosa", sostuvo.
Según
la organización Oxfam, las nuevas promesas del G–8 para África
representan, en el mejor de los casos, "apenas 3.000 millones de dólares
extra en ayuda para 2010".
Otros
activistas criticaron la ambigüedad de la declaración, que no establece
plazos para la entrega de los fondos.
El
lenguaje de la declaración es "deliberadamente engañoso. Estoy
exasperado", dijo el músico de rock irlandés y activista contra la
pobreza Bono.
Por
otra parte, la nueva promesa de ayuda a la lucha contra las enfermedades
no cumple con la meta estimada por la Organización de las Naciones Unidas
(ONU), que calcula una inversión de por lo menos 15.000 millones de dólares
anuales para combatir el sida para 2010.
Los
líderes del G–8 en Heiligendamm se comprometieron a volcar apenas
12.000 millones de dólares al año para luchar contra el sida, la
tuberculosis y la malaria.
El
acuerdo referido a los gases invernadero también fue visto como nada más
que cosmética. En su declaración, los líderes expresaron preocupación
por los "últimos informes del IPCC (Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre Cambio Climático de la ONU), los cuales concluyeron que
las temperaturas globales están aumentando, que esto es causado por
actividades humanas y que están previstos grandes cambios en la
estructura y en el funcionamiento de los ecosistemas".
Sin
embargo, el presidente estadounidense George W. Bush y su par ruso
Vladimir Putin aceptaron solamente "considerar seriamente las
decisiones tomadas por la Unión Europea, Canadá y Japón, que incluyen
por lo menos reducir a la mitad las emisiones globales para 2050".
Este
acuerdo abre la puerta a una negociación internacional hacia un nuevo régimen
de reducción de gases invernadero bajo el marco de la ONU y con la
participación de Estados Unidos, destacó Christoph Bals, director de la
organización ambientalista alemana Germanwatch.
Sin
embargo, la declaración no es vinculante, y las próximas negociaciones
en la conferencia de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático,
prevista para diciembre en Indonesia, será la primera prueba del
compromiso estadounidense y también del de economías emergentes como
China e India.
Ambiguo
acuerdo sobre cambio climático
Por
Julio Godoy
Inter
Press Service (IPS), 07/06/07
Heiligendamm,
Alemania.– El Grupo de los Ocho (G–8) alcanzó un acuerdo retórico:
reducir a la mitad las emisiones de gases invernadero para 2050. Estados
Unidos y Rusia se limitaron a anunciar que "considerarían
seriamente" la meta que se impusieron los otros seis países.
Tras
deliberar este jueves sobre el recalentamiento planetario en la primera
sesión de la cumbre en Heiligendamm, los jefes de gobierno de los ocho países
más poderosos del mundo se comprometieron en una declaración conjunta a
tomar "acciones fuertes y tempranas" en la materia.
La
anfitriona y canciller (jefa de gobierno) alemana Angela Merkel consideró
que el acuerdo era un "buen resultado" y un "paso
adelante", pero el documento tiene un enorme vacío.
Los
presidentes George W. Bush, de Estados Unidos, y Vladimir Putin, de Rusia,
sólo acordaron "considerar seriamente las decisiones de la Unión
Europea, Canadá y Japón, que incluyen la reducción a la mitad, al
menos, de las emisiones mundiales (de gases invernadero) para 2050",
según el texto aprobado. Así, ambos gobiernos dejaron la puerta abierta
para eludir el cumplimiento del acuerdo.
La
meta de reducción de emisiones se estableció con el objetivo de limitar
el aumento de la temperatura mundial a dos grados centígrados, el máximo
aceptable según el Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático
(IPCC) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Para
peor, como admitió la propia canciller Merkel, "ninguno de los
documentos del G–8 son de carácter obligatorio". De todos modos,
"puedo vivir muy bien con esta concesión", dijo.
"En
términos de objetivos, acordamos términos claros que reconocen que el
aumento de las emisiones de dióxido de carbono deben ser detenidas y
luego sustancialmente reducidas", dijo Merkel en conferencia de
prensa tras la primera ronda de debates de la cumbre.
La
declaración conjunta indica: "Estamos preocupados por los recientes
informes del IPCC, que concluyeron que las temperaturas mundiales están
en aumento, que eso es causado principalmente por actividades humanas y
que (...) se prevén grandes cambios en la estructura y funciones de los
ecosistemas, con consecuencias predominantemente negativas para la
biodiversidad y los ecosistemas como, por ejemplo, el suministro de agua y
alimentos."
La
posición de Estados Unidos en el acuerdo es considerada una concesión
del presidente Bush a Merkel, quien fue objeto de grandes críticas por lo
que activistas y dirigentes políticos consideran ingenuidad de su
gobierno ante la cumbre.
Antes
de la reunión, el gobierno alemán, a cargo de confeccionar su agenda,
anunció que se "atribuirá gran importancia a la eficiencia energética",
a la "protección ante el cambio climático" y a "los
esfuerzos internacionales" a partir de 2012, cuando concluya la
vigencia del Protocolo de Kyoto.
Pero
luego quedó claro que Estados Unidos no aceptaría recortes obligatorios
de las emisiones de gases invernadero, lo que llevó a Alemania a reducir
las expectativas del público en la cumbre.
Un
documento reservado redactado por colaboradores de hace tres semanas
indicaba que "el público alemán espera que la cumbre sea un éxito
en materia de protección ambiental" y que, de no alcanzarse acuerdos
al respecto, la reunión sería considerada "un fracaso".
Por
lo tanto, los expertos en opinión pública que elaboraron ese memorando
recomendaron a Merkel "reducir las expectativas" en materia de
ambiente y eficiencia energética.
En
cierto sentido, Bush colaboró con ese fracaso, al anunciar una
convocatoria a los principales 15 emisores de gases invernadero
––lista encabezada por el propio Estados Unidos, pero que incluye
también a los gigantes del mundo en desarrollo, China e India, no
obligados a recortar sus emisiones por el Protocolo de Kyoto–– a
acordar antes de fines de 2008 nuevas metas en la materia más allá de
2012.
El
presidente estadounidense, además, mantuvo su negativa a aceptar recortes
de carácter obligatorio. Apenas comenzó su gobierno, en 2001, Bush retiró
la firma de Estados Unidos del Protocolo.
Pero
el mandatario aceptó, bajo presión, discutir su propuesta en el marco de
la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, del que el
Protocolo de Kyoto es parte fundamental.
Estados
Unidos es el único país del G–8 que no ratificó el Protocolo, que
obliga a los países industrializados a reducir para 2012 sus emisiones de
gases invernadero 5,2 por ciento respecto de los niveles de 1990.
"Estados
Unidos se involucrará activamente en un marco post–Kyoto, y tal vez
tome la delantera", dijo Bush en Heiligendamm.
Expertos
en ambiente consideran que el presidente estadounidense debió aceptar
esta ambigua concesión para evitar nuevas críticas y más aislamiento
internacional.
"La
meta de reducir 50 por ciento las emisiones para 2050 es clave y debe
mantenerse, o, de lo contrario, la temperatura aumentará mucho más de
dos grados", dijo a IPS el experto Tobias Muenchmeyer, de la
organización ambientalista Greenpeace Internacional.
Por
su parte, el experto Yuri Onodera, de Amigos de la Tierra Internacional,
consideró: "Ya hemos visto muchas promesas vacías de los líderes
del G–8 en los últimos años y pocas acciones reales. Urgimos a los líderes
a actuar ahora y a recortar drástica e inmediatamente sus
emisiones."
Onodera
recordó que el G–8 tiene apenas 13 por ciento de la población mundial,
pero concentra 43 por ciento de las emisiones de bases invernadero del
planeta.
|