Antonio
Negri o la evaporación de la dialéctica
Por Rubén Dri
"Al
haber alcanzado el nivel global, el desarrollo capitalista se encontró
directamente enfrentado cara a cara con la multitud, sin ninguna mediación.
De ahí que se evaporara la dialéctica, la ciencia del límite y su
organización".
(Antonio Negri, Imperio,
p. 222).
El arco iris global
imperial
Antonio
Negri, o Toni Negri, es el nuevo intelectual de moda que nos llega de
Europa con sus nuevas categorías o jergas y que en estas tierras, ávidas
siempre de recibir en forma acrítica lo que nos viene desde esas riberas,
causa furor. No es la primera vez que eso sucede ni será la última.
Antes lo precedió Althusser. ¿Quién podía hablar de la situación
nacional, de la revolución, de la ideología, si no había leído a
Althusser y no usaba categorías como las de Aparato Ideológico del
Estado y lo escribía así, AIE, y no sabía qué era el "corte
epistemológico?".
Althusser pasó, no sin
dejar hondas secuelas en la militancia, que es el aspecto que me interesa
en estas reflexiones. Después de Althusser llegaron otros como Foucault ,
Nietzsche y una caterva de pensadores, todos con algo que aportar, pero
que transformados muchas veces en fetiches, más que ayudarnos a
conocernos a nosotros mismos, a nuestra sociedad y sus problemas, sólo
servían como pantallas para no vernos.
Para nuestra desgracia
ahora toma la posta Antonio Negri con categorías como
"imperio", "multitud", "contrapoder"
(palabra sagrada si la hay). No me interesa mayormente el pensamiento de
Toni Negri, pero me preocupa el efecto que causa en la práctica política
militante, como en otro tiempo me preocupó por la misma causa el
pensamiento de Althusser.
La tesis central de
Negri es que la etapa del imperialismo, ésa que Lenin caracterizó como
"etapa superior del capitalismo", ha terminado, y, en su lugar,
tomó el relevo "el imperio". En la etapa del imperialismo había
estados nacionales fuertes que constituían verdaderos centros de poder.
Había un interior y un exterior. El capitalismo no había logrado todavía
incorporar a toda la humanidad en su interior. Éste es el paso que da el
imperio.
Desde ahora ya no hay más
centros, menos aún, centro. "Estados Unidos no constituye –y en
realidad, ningún Estado-nación puede hoy constituir- el centro de un
proyecto imperialista. El imperialismo ha terminado. Ninguna nación será
líder mundial como lo fueron las naciones europeas modernas" (Imp p.
15).
Ésta es una media
verdad y, como tal, un error. Es cierto que ya el liderazgo que ejercían
determinadas naciones como lo hizo primero Holanda y luego Inglaterra en
la modernidad reciente ya no podrá ser ejercido de la misma manera,
porque el poder de los grupos económicos, los gigantescos monopolios y
oligopolios, ha crecido desmesuradamente. Pero de ahí a concluir que
Estados Unidos no constituye el centro del poder imperial, es falso.
Es cierto que los
poderes económicos manifiestan una cierta independencia del poder político,
pero da la casualidad que los inmensos poderes económicos actuales se
concentran en las naciones más poderosas, es decir, en USA, Unión
Europea (especialmente Alemania) y Japón. "El Estado-nación y las
empresas que funcionan con estas naciones-Estados son ahora más fuertes
que nunca. Estados y multinacionales funcionan así en una relación sinérgica"
(PG p. 27).
Para Negri todo centro
de poder se ha difuminado, se ha desterritorializado, de manera que no se
lo puede ubicar en ninguna parte, salta de un lado a otro. Derrida, el
gran desconstructor nos invita a saltar del centro a la periferia y de ésta
al centro. Todo es difuso arriba, todos son flujos que van y vienen, no
hay dónde aferrarlos, no hay dónde atacar. Dispersión absoluta, a la
cual le responderá otra dispersión, la "multitud".
El imperio ha hecho prácticamente
desaparecer lo que antes, en la etapa del imperialismo se denominaba
primer mundo, segundo mundo y tercer mundo, porque "se han mezclado
en un revoltijo tal que continuamente hallamos el Primer Mundo en el
Tercero, el Tercero en el Primero y ya casi no encontramos el Segundo en
ninguna parte. El capital parece habérselas con un mundo uniforme o, en
realidad, con un mundo definido por nuevos y complejos regímenes de
diferenciación y homogeneización, desterritorialización y
reterritorialización" (Imp. pp. 14-15).
Esa desaparición de
los mundos, dicha de esa manera, configura también un error. En primer
lugar porque siempre en el primer mundo hubo tercer mundo y viceversa. Lo
nuevo, en este sentido es la fisura que se hizo de esos mundos o submundos
en el seno de cualquiera de los mundos. En segundo lugar, afirmar que Haití,
Bolivia, Argentina, el Congo pertenecen al mismo primer mundo que Estados
Unidos es, por lo menos, una cargada.
Esto es de perogrullo,
algo sobre lo que no cabría discutir. El asunto es que teorías como éstas
producen efectos a veces terribles, como lo sucedido en Argentina, donde
un gobierno como el de Menem "compró" esa teoría del mundo único
que, por su puesto, era el que antes se denominaba "primer
mundo" y se vivió una ´década en esa ficción que, al
desbarrancarse, nos dejó en los bordes inferiores del tercer mundo.
La dialéctica, ideología
burguesa, se ha evaporado
Uno de los ejes del
pensamiento de Negri es su negación de la dialéctica, a pesar de
considerarse marxista y de sumar a Marx para su bando pues afirma pensar
"con Marx y más allá de Marx" (Kam p. 11), con lo cual logra
el intento en el que fracasaron otros dignos precursores como Althusser,
Della Volpe y Colletti. Negri combina negaciones tajantes de la dialéctica
con otras en las que le concede algún ámbito que definitivamente ha
terminado con el advenimiento del imperio.
Éste es un tema
central, la raíz de los desvaríos de la concepción de Negri, por lo
cual me detendré un poco, pasando revista primero a los antecedentes
citados. La discusión sobre el tema de la dialéctica en el pensamiento
de Marx gira alrededor del concepto de ciencia y de materialismo.
Efectivamente, si lo
"científico" es aquello que corresponde al concepto de ciencia
natural, es lógico que no puede haber una "dialéctica científica".
No puede haberla porque la dialéctica no pertenece a los objetos o cosas
como entes separados de su relación intrínseca con los seres humanos.
Una piedra o una mesa, si la considero en sí, haciendo abstracción de su
inserción en las relaciones sociales, no pueden ser dialécticas.
Simplemente "son".
Ello nos lleva, a su
vez, al materialismo. Si lo que se entiende por tal es la materia en sí,
es la piedra, la mesa, los átomos, aquí no puede haber dialéctica.
Simplemente son. Un físico que estudia la composición del agua, descubre
leyes, composición y descomposición de elementos, nada más. Allí no
interviene la dialéctica.
Intelectuales marxistas
como Althusser y Poulantzas en Francia y Della Volpe, Colletti y Cerroni
en Italia reflexionaron, debatieron y discutieron largamente sobre el
estatuto "científico" del marxismo, entendido éste como
pensamiento de Marx (1), y se toparon con la dialéctica y la relación de
Marx con Hegel. Pero para todos ellos la ciencia era la ciencia natural,
la que surgió en los albores de la modernidad, con fundamento matemático,
que tantos logros había cosechado.
Para Althusser el
marxismo es la ciencia de la historia que ha roto con toda ideología.
Como ciencia de la historia se denomina "materialismo histórico".
Se distingue del marxismo como filosofía, reducida ésta a una
epistemología que traza el límite que separa a la ciencia de la ideología,
y recibe el nombre de "materialismo dialéctico".
Como el concepto de
ciencia de Althusser es el que fue elaborado con la base epistemológica
matemática, el mismo que aceptaba plenamente Kant y desde el cual partía
para examinar las bases de todo conocimiento verdadero, se encuentra con
el problema de la dialéctica que, de ninguna manera admiten tanto las
matemáticas, como la ciencia física, las dos ciencias que Kant nombraba
como conocimientos fundamentales.
Comienza por lo tanto a
realizar una tarea depuradora de los textos de Marx, para descubrir y
eliminar los "restos" –así suponía- feuerbachianos y, sobre
todo, hegelianos, que obstaculizaban el acceso al conocimiento científico.
En un momento determinado se produce en la elaboración del pensamiento de
Marx la célebre "ruptura epistemológica", después de la cual
Hegel y la dialéctica son dejadas de lado, y funda la ciencia de la
historia.
En Italia se intenta
una empresa parecida, es decir, descubrir el Marx científico, no dialéctico.
El libro más importante de Della Volpe lo dice claramente: "Lógica
como ciencia histórica" donde comienza afirmando que "con la
presente investigación el autor arriba a aquella filosofía-ciencia cuyos
primeros fundamentos metodológicos fueron establecidos por Marx en su crítica
a los procesos viciosos del idealismo hegeliano, así como a los de la ´metafísica´
de la economía política" (Log p. 15) (2).
La empresa, como afirma
Colletti, consiste en la "relación entre dialéctica y materialismo.
Se trata, naturalmente, del materialismo en gnoseología, es decir, de
aquel tanto de realismo que se encuentra, de hecho, implicado en la
ciencia". La conclusión a la que llega Della Volpe es que
"aplicar la dialéctica a la realidad es idealismo. La dialéctica,
en efecto, es ´negación de la negación´. Pretender dialectizar los
hechos, las cosas, es reproducir una concepción ´negativa´o platónica
de la materia (la materia como ´no ser)´´ . Pero entonces es absurdo
reclamarse del materialismo" (TraM p. 84).
Según Della Volpe el método
de Marx es plenamente científico en la medida en trasladó a la sociedad
la lógica de las ciencias empíricas. Las contradicciones de la sociedad
que analiza Marx en El Capital no serían contradicciones sino
contrariedades, oposiciones sin contradicción, por lo cual Della Volpe
denomina a Marx el Galileo del mundo histórico-social.
Colletti en una primera
etapa siguió tras las huellas dellavolpianas, hasta confesar: "Mis
males comenzaron cuando me di cuenta que (y, a decir verdad no se requería
mucho; pero el hecho es que para mí se ha requerido) que la dialéctica
está también en el Capital" TraM p. 149), de lo cual evidentemente
Negri parece no haberse dado cuenta.
Es evidente que si nos
referimos a las cosas, a los hechos como si hubiera hechos desnudos que no
se encuentran insertos en relaciones sociales, como si fueran algo estático
y no movimientos, allí no encontraremos dialéctica. Ésta sólo se
encuentra, y no puede no encontrarse, en el ámbito subjetual, es decir,
de los sujetos o, en otras palabras, en al ámbito social. El capital es
dialéctico en la medida en que se mueve con la subjetualidad que le
concede el sujeto creador del mismo.
Las categorías
clasificatorias en filosofía son relativas. Sirven pedagógicamente para
ordenar a los pensadores y a las corrientes de pensamiento según
determinadas categorías hegemónicas, pero de ninguna manera nos da una
idea cabal de dichos pensadores y corrientes de pensamiento. A Marx se lo
ubica siempre en el rubro "materialismo", pero él nunca dijo
que lo fuera. Puede ser colocado en ese rubro sólo si
"materialista" allí quiere decir "praxis", práctica
transformadora, como oposición a idea pura.
Si materialismo
significa cosas, hechos allí no puede haber dialéctica. Más aún si
quien mantiene tal concepción se profesa "nominalista" como lo
hace Negri. En esa tarea había sido precedido por Hobbes, a quien Negri
odia, pero tal vez se trate del materialista más consecuente. Sólo que
como todo materialista nominalista cae en la contradicción de que termina
elaborando un sistema, lo cual es imposible si lo que existe es sólo
materia.
Los materialistas
nominalistas, y Negri afirma taxativamente ser nominalista y rechazar
absolutamente el concepto, "están forzados a derivar todo lo que hay
de un principio determinado, de un principio material como generalidad
suprema, pero al mismo tiempo la materia debe caracterizar aquello que
precisamente no es un principio, que no es la figura más general del
pensamiento, sino lo que no es reducible puramente a pensamiento" (TF
p. 179).
Sin embargo, el
materialismo de Negri, según propias afirmaciones, es el de la praxis, no
el de los hechos desnudos o cosas: "mi propósito es, en estas
lecciones, desarrollar la filosofía de la praxis, el materialismo de la
praxis, insistiendo sobre: la dimensión de la temporalidad como
entretejido ontológico del materialismo" (Kam p. 32). De esa manera
se colocaría en la vertiente transitada por el joven Lukács, Korsch,
Gramsci, Mariátegui, el Che Guevara.
¿Cómo es posible,
entonces, que niegue la dialéctica? Porque pretender praxis, o sea, práctica-
conciencia, sin dialéctica es como pretender fuego sin calor. La clave, o
una clave, tal vez, nos la entregue Negri al interpretar la praxis como
fuerza –vis- tras las huellas spinozista: "decir praxis es decir
fuerza (vis) que construye (o transforma) la cosa en nombre y el nombre en
cosa" (Kam p. 38).
¿Qué es esa
"fuerza" capaz de transformar la cosa en nombre? ¿tiene ello
sentido? Toda fuerza se ejerce sobre una contrafuerza, de manera que se
forma un "juego de fuerzas". Lo que no se ve cómo la mera
fuerza pueda transformar la cosa en nombre y viceversa. Esto es un galimatías.
La praxis no es mera fuerza, sino práctica-conciencia, transformación
consciente.
En el estudio que le
dedica a Spinoza, traza Negri la maldita senda dialéctica que va de Kant
a Hegel, a través de Rousseau, mientras queda incontaminada de tal
maldición la vía Maquiavelo, Spinoza, Marx. Cómo logra recuperar un
Marx sin dialéctica es un verdadero misterio, como lo es sostener la
creación ex nihilo. Precisamente uno de los motivos, o el motivo de la
negación de la dialéctica es que ésta no consiente tal creación:
"La dialéctica, en cuanto forma del pensamiento trascendental,
refuta a la decisión la potencia de generar ex nihilo (de producir,
plena, plenísima de ser, en el vacío, contra el vacío)" (Kam p.
159).
Negri refuta el axioma
de la filosofía y la teología clásicas que sostienen que ex nihilo,
nihil fit. No sólo la dialéctica, sino todo sentido común y todo
pensamiento sensato sostiene que de la nada, nada se crea. Para hacerlo se
necesitaría un poder omnipotente como ha sostenido siempre la teología.
Sostener que se puede producir desde la nada, desde el vacío es mala
teología.
Para Negri la dialéctica
es una especie de saco que se pusieron los filósofos idealistas de la
burguesía como Kant, Rousseau y sobre todo Hegel, que les sirvió para
legitimar mentirosamente su dominio, pero que desaparece, se evapora,
cuando la multitud se enfrenta directamente al imperio. Evidentemente Marx
no se habría dado cuenta de semejante trampa burguesa.
De manera que la dialéctica
sería un verdadero obstáculo para ver la realidad, una capucha que nos
impediría mirar, porque "ser y no ser se afirman y se niegan
simplemente, discretamente, inmediatamente. No hay dialéctica. El ser es
el ser, el no ser es la nada" (AS p. 361). Ya lo decía el viejo Parménides:
el ser es, el no ser no es. Pero Parménides sacaba la lógica
consecuencia de que si ello es así, del ser nada se puede pensar ni
decir. No es lo que piensa Negri, quien no cesa hablar del ser.
El pueblo se ha
disgregado en la multitud
Una de las categorías
fundamentales de toda filosofía de la praxis y de toda sociología creada
desde América Latina es la de "pueblo". Cuando nos referimos al
pueblo estamos significando que no se trata de la masa, de una simple
multitud de átomos, de simples grupos fragmentados, sino de un sujeto, de
una totalidad que no implica la anulación de individuos y grupos, sino su
articulación en un proyecto común.
No es fácil para un
pueblo constituirse como tal, crearse como pueblo. El dominador siempre
hará todos los esfuerzos posibles para fragmentarlo, dividirlo,
atomizarlo, en una palabra, reducirlo a una multitud. De la multitud al
pueblo debe ser el camino y no al revés como nos lo propone Negri. Su
visión europea le hace ver al pueblo como una construcción del
"racismo colonial", de tal manera que "los conceptos de
nación, pueblo y raza nunca están muy apartados entre sí" (Imp p.
105).
Es probable que la visión
de los centros de poder desde donde surge la visión de Negri las cosas se
vean de esa manera. El pueblo francés o italiano puede verse como
superior a los pueblos del Tercer Mundo, a los latinoamericanos, digamos,
pero ello no corresponde esencialmente al concepto de pueblo. No lo vemos
así desde la periferia. Afirmarse como pueblo desde la periferia
significa afirmarse como sujeto, significa no aceptar ser tratado como un
objeto.
Para Negri el pueblo es
una "síntesis constituida", mientras que la multitud es
"constituyente". Toda síntesis simplemente constituida es
objetual, es objeto. El dominador colonialista entró con violencia
asesina y genocida en comunidades y pueblos, disgregándolos, esclavizándolos,
imponiéndoles nuevos límites territoriales, nuevas leyes, nueva
constitución política. De esa manera, los pueblos son "síntesis
constituidas", como dice Negri. Ésta no es otra que la acción y la
visión del dominador.
Para nosotros,
habitantes del Tercer Mundo, que sigue existiendo a pesar de lo que Negri
diga, el pueblo ha sido muchas veces objetualizado, pero en sus luchas se
constituye como sujeto. Lo que ha hecho el Terrorismo de Estado es
precisamente destruir los sujetos políticos y sociales cuya articulación
nos constituía como pueblo capaz de resistir los embates neoliberales y
de avanzar en proyectos liberadores y pulverizar al pueblo en multitud.
El pueblo nunca es sino
que es un hacerse pueblo, o sea, sujeto. Ser pueblo significa tener una
voluntad común como articulación de miles de millones de voluntades
expresadas, no meramente por individuos, por particulares, sino por
colectividades, por grupos que se construyen como sujetos.
Cuando se instaló la
dictadura de Onganía en 1966 la resistencia que le impidió imponerse no
fue obra de la multitud, sino del sujeto colectivo en que se articulaban
los diversos sujetos colectivos como los sindicatos clasistas, la CGTA,
los sindicatos combativos, la juventud peronista, las organizaciones
armadas, el movimiento villero. Cuando, mediante el Terrorismo primero, la
impunidad luego y la hiperinflación al final quebraron al sujeto popular
y lo redujeron a multitud, el neoliberalismo globalizador menemista pasó
como un huracán no dejando nada a su paso.
La trampa de la
democracia directa
La insurrección
popular que estalló el 19-20 de diciembre de 2001 se hizo al grito "¡Que
se vayan todos!", es decir, todos los responsables de una política
que nos ha sumido en la desocupación, el hambre, el analfabetismo, en una
palabra, la miseria. Planteó la exigencia de una "democracia
directa" puesta en práctica en las Asambleas, que habría
sobrecogido de asombro al mismo Rousseau.
Con ello, habrían caído
en una insidiosa trampa, pues "en la teleología materialista del común,
la filosofía política no tiene nada que hacer con la teoría de la ´democracia
directa´. La democracia directa no se libra de, al contrario, exalta, a
través de una ilusión trascendental de comunidad (de las
singularidades), la figura de la soberanía moderna" (Kam p. 128). Es
tan insidiosa esta teoría de la democracia directa que "la única
forma que realmente ha existido de democracia directa es la forma
corporativa", una de cuyas demostraciones ha sido "la
fascista" (Kam p. 128).
Para Negri todo lo que
tiene que ver con el concepto de "soberanía" debe ser rechazado
porque expresa la dominación burguesa: "Lo que parece revolucionario
y liberador en esta noción de soberanía nacional, popular, no es en
realidad más que otra vuelta de tuerca, una extensión adicional del
sometimiento y la dominación que implicó desde el comienzo el concepto
de soberanía" (Imp p. 104).
El concepto de soberanía
va unido al de nación. Como la soberanía significa dominación, la nación
que es su derivado, va por el mismo camino, de manera que el rechazo de la
soberanía implica el de la nación, por lo cual hay que convencer a los
palestinos que se equivocan completamente al lucha para ser una nación
soberana.
Como decía Jean Genet:
"´El día en que los palestinos lleguen a institucionalizarse, yo ya
no estaré de su lado. El día en que los palestinos constituyan una nación
como las demás naciones, yo ya no estaré allí´. Con la ´liberación´
nacional y la construcción del Estado-nación, todas las funciones
opresoras de la soberanía moderna inevitablemente estallan con toda su
fuerza" (Imp p. 110).
Todavía tenemos
frescas las escenas vistas por televisión y reproducidas en los diarios,
de los tanques del estado de Israel transitando por sobre los escombros de
Jenin. Es por lo menos frívolo aconsejarles que no luchen por un estado
soberano. Equivale a aceptar la dominación del estado opresor.
Es que las propuestas
de Negri dejan a los pueblos desarmados. Hace una fenomenología de la
dominación imperial que, en muchos aspectos, ayuda a comprender fenómenos
nuevos, pero deriva de ellos conclusiones disparatadas. El
"nomadismo, la deserción y el éxodo" son realidades penosas de
nuestro tiempo. Expresan cierta resistencia, pero afirmar que "las
batallas contra el imperio podrían ganarse a través de la renuncia y la
defección" (Imp p. 201), pues "son una potente forma de lucha
de clases que se da en el seno de la posmodernidad imperial y contra
ella" (Imp p. 202) es un grave error.
Significado y poder del
pobre
El pobre en los
mensajes de los grandes profetas hebreos, en el de Jesús de Nazaret, en
el de las primeras comunidades cristianas, en el franciscanismo y en la
teología de la liberación siempre fue considerado como el lugar teológico
por excelencia. Es decir, el pobre siempre fue el lugar por excelencia de
la revelación de Dios. Éste se manifiesta de manera especial en el
pobre.
En Jesús de Nazaret éste
es el eje de todo su mensaje. Él no habla de Dios, sino del Reino de
Dios, o sea, de la nueva sociedad de hermanos en la cual el único rey es
Dios, por oposición a todo tipo de dominación monárquica. Dios está en
el pobre, por lo cual en Juicio Final el juicio versará sobre si se
atendió a o no a las necesidades del pobre, porque atendiéndolo a él es
a Dios mismo a quien se atiende (Cfr. 25, 31-46).
Negri se coloca en esta
línea teológica de la pobreza: "No la riqueza, siempre quantitate
signata, sino la pobreza ha significado el nombre común de lo humano. De
Cristo a San Francisco, de los anabaptistas a los sansculotes, de los
comunistas a los militantes del Tercer Mundo, los necesitados, los
idiotas, los infelices (o a la verdad, los expoliados, los excluidos, los
oprimidos) han sido signos de lo eterno" (Kam p. 85).
No puedo menos de
adherir a esta hermenéutica del pobre. Es un eje central de la teología
de la liberación. Negri dice que todo esto sigue siendo materialismo. No
tengo problemas especiales con la adopción de vocablos, siempre que sepa
a qué se refiere. Mi disidencia comienza cuando Negri afirma que el pobre
de por sí es "una naturaleza potente" cuya experiencia nos
aleja "de toda concepción dialéctica" (Kam p. 87).
Los pobres son signos
de lo eterno. La voz de los pobres, es decir sus reclamos, sus exigencias
de justicia, sus amenazas a los dominadores, es la voz de Dios. En este
sentido, los pobres son poderosos, porque en ellos está el mismo poder de
Dios, pero ello es así cuando los pobres se construyen como sujetos,
cuando se organizan, cuando pueden expresar una voluntad colectiva. El
pobre como tal, como pobre, no sólo no es poderoso, sino que es
impotente.
Los desocupados,
empobrecidos, como multitud son impotentes de toda impotencia. Al
organizarse como MTDs comienzan a ser fuertes. Jesús de Nazaret lo sabía,
por lo cual, según lo narra el evangelio de Marcos, no se limitó a
decirles a sus colaboradores que repartieran el pan a la multitud, sino
que los hicieran sentar en grupos de cincuenta y de cien, es decir,
organizadamente, como lo hacían las antiguas milicias campesinas de la
confederación hebrea.
El franciscanismo en su
nacimiento con Francisco de Asís expresa uno de los momentos más puros
del espíritu que animaba a las primeras comunidades cristianas. Francisco
no quería que el movimiento fuese incorporado a las estructuras eclesiásticas.
Lamentablemente fue vencido en esa batalla y quedó como testimonio de los
valores más sublimes del cristianismo, es decir, de lo humano.
Pero todo ese
movimiento fue fagocitado por los poderes políticos y eclesiásticos.
Toda lucha por la liberación que se alimenta de la memoria, recupera
naturalmente lo aportado por ese y los otros movimientos y grupos que cita
Negri. Pero si no se logran verdaderas organizaciones capaces de elaborar
y llevar adelante proyectos colectivos, la derrota está asegurada de
antemano.
Esto, en contra de las
interpretaciones de todo tipo que desde los sectores de la dominación se
han tejido sobre su figura, no se le escapó a Jesús de Nazaret. No se
limitó a anunciar el "Reino de Dios" y ensalzar la figura del
pobre, sino que organizó un movimiento para llevar a cabo el anuncio.
Negri ahora nos dice que eso no sólo no es necesario, sino que es
contrapoducente, y, en lugar de proponer alternativas políticas se pone a
hacer teología.
Ser "signo de lo
eterno" es importante. Captar dónde se encuentran esos signos es
importante. Los símbolos –pues a eso se refiere Negri al hablar de
signo- son fundamentales en toda construcción humana. Los símbolos de lo
eterno son los símbolos de la grandeza humana, pero con ello no basta. Si
no son llevados a la práctica transformadora, revolucionaria, quedan en
eso, en puros símbolos. En el pobre vemos la presencia de Dios o de lo
terno, pero la vemos mejor en una sociedad en la que los pobres dejan de
serlo para ser seres humanos "satisfechos" en la realización de
todos los valores que los constituyen como tales. La satisfacción total
es uno de los momentos fundamentales de la realización del Reino de Dios.
La resistencia es éxodo
y deserción
Uno de los aspectos más
nefastos de la concepción de Negri, si la leemos desde nuestras luchas
por la liberación, es el de la manera de resistir que nos propone. Vale
la pensa reproducir una larga cita en la que sintetiza esta concepción:
"En la modernidad
la resistencia es acumulación de fuerza contra el despojo, que se
subjetiviza a través de la ´toma de conciencia´. En la posmodernidad,
nada de esto. La resistencia se da como difusión de comportamientos
resistentes singulares. Si se acumula, lo hace extensivamente, en la
circulación, en la movilidad, en la fuga, en el éxodo, en la deserción
– multitudes que resisten difusamente, escapan de los grilletes cada vez
más estrechos de la miseria y del comando. No hay necesidad de toma de
conciencia colectiva: el sentido de la rebelión es endémico, atraviesa
toda conciencia y la hace rebelde. En eso consiste en el efecto del común
que se ha pegado a cada singularidad como cualidad antropológica. Así la
rebelión no se puntualiza ni se uniforma, pero corres en el espacio del
común y se difunde como omnilateralidad incontenible de los
comportamientos de las singularidades. Así se define la resistencia de la
multitud" (Kam pp. 91-92).
Compara Negri la forma
resistir a los poderes de opresión en la modernidad y en la posmodernidad,
que, según su concepción, es la época en que nos encontramos y cuyos
rasgos de resistencia apunta en forma laudatoria. La forma de resistir en
la posmodernidad es la que para él es la adecuada.
En la modernidad la
resistencia o lucha contra el poder implica un proceso de acumulación de
fuerzas que no es posible lograr sin una toma de conciencia. Para Marx
esto se expresa como el paso de la conciencia frente al capital, o
conciencia en-sí, a la conciencia para-sí. Éste paso no es meramente
individual sino colectivo como clase. Lenin y Rosa Luxemburgo, aunque
difieran de la manera como se adquiere la conciencia para-sí, están de
acuerdo en que es necesaria para la revolución.
En la posmodernidad las
cosas han cambiado. La resistencia o lucha no es acumulación sino difusión
de los singulares que resisten. Miríadas de voluntades singulares
resistiendo. Es lo que a menudo se escucha en conversaciones de entrecasa
Si todos dejásemos de pagar los impuestos, siendo ese es
"todos" no un verdadero todo –no hablemos de clase- sino
voluntades dispersas, átomos.
Hablar de acumulación
en este tipo de resistencia es algo impropio. En todo caso, acumulación
"extensiva", es decir, aumento de singularidades que resisten
huyendo, cambiando de lugar, traspasando las fronteras, desertando,
"multitudes que resisten difusamente". Por ejemplo, los
hambrientos chaqueños que emigran hacia el sur, los desocupados tucumanos
que se avalanzan hacia Córdoba, los deheredados jujeños que pasan a
Bolivia, o los bolivianos que pasan a Salta, sin documentos.
Todas estas
individualidades que forman multitud o multitudes, con su movilidad, con
su ir y venir, con su éxodo constante formarían la más temible
resistencia a los poderes opresores. Para ello no necesitan una "toma
de conciencia colectiva", porque el sentido de la rebelión es ontológico,
es una "cualidad antropológica". De manera que es necesario
olvidarse de la necesidad del paso de la conciencia "frente al
capital" o "en-sí" a la conciencia "para-sí"
que señalábamos, como olo creyó Marx.
Cree Negri que de esa
manera la rebelión "se difunde como omnilateralidad incontenible de
los comportamientos de las singularidades". Nada más erróneo. Esta
afirmación debe hacer sonreír de complacencia a los intelectuales orgánicos
de los grandes centros del poder, ésos que Negri crea que se han disuelto
en los flujos que atraviesan todo el espacio humano. Es, directamente, la
concepción que, aplicada, lleva sin más a la derrota sin remedio de los
pueblos sometidos por el gran capital.
Buenos Aires, 10 de
junio de 2002 - Publicado en
Retruco
-26
de junio del 2002
Notas:
(1) Digo "el
marxismo como pensamiento de Marx", porque distingo entre el marxismo
como ideología o interpretación que realizan distintos movimientos y
partidos que reportan a Marx, del pensamiento propio de Marx. Para no
crear confusiones empleo el término "marxiano" cuando me
refiero al pensamiento de Marx y "marxismo" cuando aludo a una
interpretación o desarrollo. Como los autores citados no hacen diferencia
en la terminología y siempre hablan de marxismo, debo indicar cuando se
refieren al pensamiento de Marx o a alguna interpretación.
(2) Traduzco
directamente del texto italiano. Kairós, Alma Venus, Multitudo es la
exposición de la visión filosófica de Negri, su versión del
materialismo. Entiendo que no existe traducción al español.
Siglas
AS
La anomalía salvaje
Log Logica come scienza storica
PG Globaloney
Imp Imperio
Kam Kairós, Alma Venus, Multitudo
TF Terminología filosófica
TraM Tra marxismo e no
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