2003: el año de Bush
Por Immanuel Wallerstein
La Jornada, México, 7/1/2004
En 2003 George W. Bush dejó
su marca en el mundo y es probable que lo haya celebrado al comenzar el Año
Nuevo de 2004. En realidad fue un año desastroso para Bush, para Estados
Unidos, para el mundo. El año que terminó, Bush buscó demostrar que
Estados Unidos podía y que podría asegurar mundialmente su poder
unilateral, reafirmando su potencia militar, lo que fortalecería su
posición política y económica en el mundo. Estados Unidos mostraría
que es la superpotencia, si no respetada, por lo menos temida, por amigos
y enemigos por igual. ¿Lo logró? Pienso que no.
Repasemos los sucesos desde el punto de vista de Bush. El año comenzó
bastante mal. En febrero Estados Unidos buscó la legitimación
internacional para su guerra contra Irak mediante una resolución del
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Pese al fuerte cabildeo,
incluyendo repetidos telefonazos del mismo presidente, Washington no pudo
asegurar más de cuatro votos (de 15) para la resolución, y como tal la
retiró. En marzo invadió Irak de todos modos, con una "coalición
de los dispuestos", esencialmente Gran Bretaña, Australia y Polonia.
En el último minuto Turquía, pese a la gran tajada monetaria que le fue
ofrecida, se negó a tomar parte.
No obstante, fue veloz la operación militar y para mayo Estados Unidos
había ocupado, más o menos, todo Irak. Bush proclamó que la misión se
había "consumado". Pero tan pronto lo dijo, comenzó la guerra
de guerrillas y desde entonces sigue creciendo en fuerza. Más soldados
estadunidenses mueren y muchos más caen heridos que en la primera fase
desde que la misión se "consumó", y conforme terminaba el año
las fuerzas armadas estadunidenses admitieron que crecía la tasa de
bajas. Aunque Estados Unidos trabajó intensamente en lograr que otros países
enviaran tropas, fue muy limitado lo que consiguió. El resultado es que
no ha podido reducir en número su propio destacamento de tropas.
Diciembre trajo un logro brillante, cuasi militar: la captura de Saddam
Hussein. El jefe de la ocupación estadunidense, Paul Bremer, anunció:
"Damas y caballeros, lo tenemos" Y era cierto. Pero como no se
trataba de un juego infantil de "escondidas", no queda claro si
capturarlo le resolvió muchos problemas a Estados Unidos. Sin duda fue un
golpe sicológico, especialmente en Estados Unidos. Pero, ¿redujo la
resistencia a la ocupación estadunidense? Tal vez haya descorazonado a
algunos leales baazistas, aunque todavía está por verse. Por otra parte,
liberó a aquellos iraquíes que antes dudaban si luchar o no contra
Estados Unidos por temor a que Hussein retornara si luchaban. En cualquier
caso, en las últimas semanas de diciembre ocurrieron muchos más ataques
violentos contra las fuerzas de ocupación.
¿Cómo le fue a Bush en el frente político y económico mundial? Económicamente,
la guerra trajo el llamado "repunte Bagdad", que permitió un
brotecito de crecimiento económico en todo el mundo. Esto se debe en gran
medida al keynesianismo militar estadunidense. Pero existen dos ángulos
negativos que deben señalarse. El crecimiento económico benefició en
gran medida a los adinerados. No redujo el desempleo, ni en Estados Unidos
ni en otros lados, ni incrementó el ingreso real de los estratos
trabajadores. Así, el impacto de más largo plazo sobre la demanda
efectiva sigue en duda. Y lo que es más importante: el dólar sigue
derivando hacia abajo.
Este deslizamiento del dólar es para Bush un aliciente económico a muy
corto plazo (es decir, en el año electoral de 2004). Permite un
incremento en las exportaciones estadunidenses y una reducción, en términos
reales, de la deuda externa. Puede también haber taponado algún repunte
ulterior en el desempleo. Pero un dólar fuerte es, a fin de cuentas, un
poderoso instrumento político y económico, y Estados Unidos no podrá
permitirse por mucho tiempo tener un dólar débil. ¿Puede hacer algo
para revertir el deslizamiento? En aras de cubrir el déficit de la cuenta
exterior, jala dinero mediante la venta de bonos, mes tras mes. Hasta 2003
era capaz de vender lo suficiente para cubrir su déficit creciente y,
como tal, hacer posibles las increíbles transferencias financieras a las
corporaciones estadunidenses y a los ciudadanos más pudientes.
Pero, conforme el dólar comenzó a perder valor significativo, el resto
del mundo empezó a dudar de "meterle dinero bueno al malo",
comprando bonos cuyo valor se hunde. La entrada de dólares ya no cubre el
déficit estadunidense, lo que comienza a meter en problemas al
Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Hasta ahora la situación se
mantiene sin caer en el desastre inmediato total sólo por la decisión de
los gobiernos del este asiático (particularmente China), que continúan
comprando documentos del Tesoro estadunidense.
China (y Japón y Corea del Sur) hace esto, por supuesto, porque conviene
a sus intereses. Pero invertir en dólares también los pone en riesgo, y
podrían muy pronto arribar a la conclusión de que las ventajas son más
endebles que los riesgos que corren sus recursos. En cualquier caso,
Estados Unidos depende ahora de ellos para mantener su salud económica, y
no a la inversa, lo cual no significa estar en posición de fuerza. Y
mientras tanto, se pone a la venta, para los inversionistas extranjeros,
lo contrario de lo que Estados Unidos desearía.
Políticamente la situación no es mucho mejor. La guerra contra Irak marcó
un punto de quiebre en sus relaciones políticas con Europa. Francia,
Alemania y Rusia viraron su postura: de ser aliados recalcitrantes son
ahora rivales políticos sistemáticos. Actúan con cautela respecto de
Estados Unidos, ya no se coluden. Esto significa que, aunque de vez en vez
sigan en línea con lo que Washington propone, no se cuenta con ellos para
todo. El replanteamiento de la deuda iraquí lo ejemplifica. James Baker
parece haber obtenido compromisos de sus deudores europeos y del este asiático,
de renunciar a parte de la deuda que a Irak tiene con ellos. En cualquier
caso, estos países pueden ha-berse cansado de esperar por sus pagos, y
podrían aun conseguir concesiones en torno a derechos y negociaciones
futuras con Irak como parte del precio de cancelar su deuda, cuando los
arreglos detallados se lleven a cabo. Baker no ha conseguido todavía el
respaldo de los estados árabes, que son los principales acreedores. No
debe olvidarse que uno de los motivos de la invasión iraquí a Kuwait fue
anular la deuda que se tenía con este último país.
Ahora se dice abiertamente que Europa occidental ya no volverá a ser la
seguidora fiel del liderazgo estadounidense. La mayoría de las figuras
políticas, incluidas las más conservadoras, consideran que la política
de Washington en Medio Oriente es fundamentalmente un fracaso, no sólo en
Irak, sino también en Afganistán, Irán e Israel-Palestina. Si Pakistán
o Arabia Saudita estallan en la cara de Estados Unidos, habrá
Schadenfreude en la mayoría de las capitales europeas, incluso en Europa
de este.
Por último, pero no menos importante, la campaña electoral promete ser
muy difícil para Bush. Por el momento cuenta con frenar la amenaza de
deflación y tiene en su haber la captura de Saddam Hussein para impulsar
su campaña. Pero Bush no sólo le erizó los pelos al resto del mundo: ya
logró despertar inclusive a un electorado estadunidense soñoliento que
hoy está involucrado apasionadamente en lo político. Tiene devotos que
lo siguen, pero una porción significativa de la población estadunidense
se opone de la forma más enfática posible. Hay sin duda algunos votantes
veletas atraídos por su retórica patriotera. Pero hay también muchos,
es probable que sean más, que tienen miedo de un segundo periodo de Bush
(los jóvenes, que con frecuencia no votan, los verdes, los negros y los
latinos), y esta vez se preparan para votar, especialmente por Dean.
2004 puede no ser el año de Bush
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