Irak resiste

 

Irak: el sangriento precio de la ocupación

Por Tariq Alí
La Jornada, 23/02/04

Todo el mundo sabe que el presidente estadunidense George W. Bush y el primer ministro británico Tony Blair justificaron la guerra con mentiras, pero, ¿se sabe el precio que se está pagando en el suelo de Irak? En primer lugar, el precio en sangre, que ésta y todas las semanas pagan civiles y otros. Más de 50 personas murieron el jueves pasado, cuando un coche bomba estalló cerca del lugar donde iraquíes hacían fila para alistarse en la policía. Los militares estadunidenses culparon a seguidores de Al Qaeda y a militantes extranjeros por éste y otros ataques suicidas. Pero las ocupaciones por lo general son horribles. ¿Cómo puede embellecerse una ocupación?

En segundo lugar, el precio en conflicto interno. La religión es la política de la oposición no armada frente a la ocupación. Lo que atestiguamos en las calles de Bagdad y Basora es una pugna por el poder dentro de la comunidad chiíta. ¿Cuál debe ser el carácter del nuevo Estado iraquí? Y, mientras la ONU continúa con su nerviosa indecisión sobre la fecha de elecciones, ¿ cuándo se llegará a ellas?

En tercer lugar, y relacionado con esta urgente pregunta de los comicios, está el precio en confusión. Entre los ocupantes estadunidenses y sus diversos grupos de interés se construye una intrincada red de pactos y pagos en efectivo, pero nadie sabe cuánto durará.

Como han mostrado los acontecimientos de la semana pasada, el tema clave ahora es el de las elecciones directas. Kofi Annan está listo a entrar en acción. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha reconocido al gobierno títere de Irak. Hace dos semanas una reunión en Munich trajo de nuevo a bordo a Francia y Alemania. La ocupación de un país árabe cuenta ahora con el respaldo de la mayor parte del hemisferio norte. Todo lo que se requiere es una sombrilla oficial de la ONU para fingir que no existe una ocupación imperial y tratar de llegar a un acuerdo con los líderes religiosos chiítas.

La posición de esos dirigentes es incómoda porque la resistencia armada los ha obligado a organizar movilizaciones masivas y presentar su propia alternativa a la ocupación. Han exigido elecciones inmediatas para formar una asamblea cuyos miembros puedan establecer una nueva Constitución. ¿Cuál podría ser el resultado de esas elecciones? En el pasado, la política secular cruzaba divisiones sectarias y étnicas. El Partido Baaz mismo fue fundado en Basora y en su dirigencia, en tiempos anteriores a Saddam Hussein, figuraban muchas personas de origen chiíta. Fue la combinación de la represión de Saddam, la vuelta a la religión en el norte y el sur, después de 1989, y el oportunismo estadunidense (en forma de dinero y armas a los grupos religiosos opositores a Hussein) después de la primera guerra del Golfo lo que condujo al dominio total de los líderes religiosos en el sur.

Los dos principales líderes de la oposición no armada, Ali Al-Sistani y Moqtada Al-Sadr, se disputan el apoyo popular. Ali-Sadr es hostil tanto a la ocupación como a los planes por crear una federación iraní, pues la ve como el primer paso hacia la balcanización del país y el control occidental del petróleo.

Al-Sistani, que representa los intereses de Teherán y está en términos amistosos con la Oficina del Exterior de Londres, se ha mostrado cooperativo pero, temeroso de perder seguidores ante su rival, ha exigido una elección general inmediata. Es él quien desea hablar con Kofi Annan, para que no se vea que negocia con los despreciados ocupantes.

Si Annan le dice que hay que posponer las elecciones, tal vez se muestre dispuesto a alinearse. Pero si se realizan los comicios y el resultado es una mayoría chiíta, ¿no seguirá Irak el mismo camino que Irán a finales del decenio de 1970? En términos de leyes religiosas, es indudable que sí. Tanto Al-Sistani como Al-Sadr han demandado la imposición de la sharia.

Pero no se trata sólo de política y religión. El poder conduce al dinero y al clientelismo. Hay miembros de familias y tribus ligadas a los principales grupos clericales del sur, y están impacientes. Mucho dependerá de dos asuntos claves: quién controla el petróleo iraquí y cuánto tiempo permanecerán en el país las tropas de Estados Unidos y la ONU. Como resultado de la invasión y ocupación de Irak, el régimen clerical de Irán se ha vuelto un protagonista clave. Aunque alguna vez formó parte del eje del mal, sus estrechos vínculos con Al- Sistani hacen preciso ahora un acercamiento entre Washington y Teherán.

¿Y cómo se puede facilitar mejor ese acercamiento que sacando de nuevo el espectro de la Al Qaeda wahabita? Estados Unidos busca culpar a esa organización de los ataques con coche bomba de esta semana, pero pasa por alto el mensaje de prácticamente todas las luchas nacionales del siglo pasado: "si colaboras, prepárate a pagar por ello".

En la Francia de Vichy y la Yugoslavia ocupada, como después en Vietnam, Argelia, Guinea y Angola, los colaboracionistas fueron tomados como objetivos regulares. Entonces, como ahora en Irak, los políticos y la prensa servil condenaron como "terrorista" a la resistencia. Cuando los ejércitos de ocupación se retiraron y la violencia cesó, muchos de los "terroristas" se volvieron "estadistas".

Algunos de quienes nos opusimos a la guerra señalamos que si bien la ocupación militar de Irak por Estados Unidos sería fácil, enfrentaría resistencia en distintos niveles. Y, según se vuelve más patente cada día, el talón de Aquiles de la ocupación es su incapacidad de controlar una población hostil. De ahí la necesidad de colaboracionistas. Destruir estados mediante la supremacía militar es una cosa; construirlos es una operación más compleja y requiere de una población, si no dócil, por lo menos amigable.

¿Puede mantenerse por tiempo indefinido la primacía estadunidense a la vista de la abrumadora hostilidad? Es obvio que no, pero tampoco puede Estados Unidos, sea cual fuere el partido que esté en el poder, permitirse el lujo de una derrota en Irak. Sería un golpe brutal al "imperio" y debilitaría su capacidad de controlar otras partes del mundo. Añádase a esto una pequeña ironía: en tiempos de Saddam Hussein, Al Qaeda no estaba presente en Irak. Si unos cuantos de sus miembros están ahora allí es a causa de la ocupación angloestadunidense.

Las autoridades de ocupación están entrampadas. La ocupación cuesta 3 mil 900 millones de dólares al mes. En términos políticos, si permiten una elección democrática, podrían obtener un gobierno de legitimidad indisputable que quiera que se marchen del país. Si optan por una elección amañada al estilo Florida, la indignación chiíta podría resultar incontenible y se iniciaría una resistencia armada en el sur, la cual levantaría el espectro de una guerra civil.

En términos militares, la captura de Saddam Hussein no ha afectado la tasa de bajas estadunidenses, y el número de colapsos nerviosos y suicidios entre sus fuerzas de ocupación ha alcanzado índices sin precedente. Más pronto de lo que cualquiera hubiera pronosticado, la ocupación se ha vuelto insostenible. Los cambios de régimen en Washington y Londres podrían ser castigo pequeño, en comparación con el que les están propinando en Irak.

* El libro más reciente de Tariq Ali es Bush in Babylon: The Recolonisation of Iraq, publicado por Verso - Traducción: Jorge Anaya

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