En
algunos aspectos, peor que Vietnam
Por
Paul Krugman
The New York Times, 21/04/04
Nueva York.- Irak no es Vietnam. La diferencia más importante es el número
de bajas, que asciende a sólo una pequeña fracción de las matanzas
en Indochina. Pero también hay paralelismos reales, y en algunos
aspectos Irak parece ser peor.
Es
cierto que la actual fuerza norteamericana en Irak es mucho más pequeña
que el ejército que enviamos a Vietnam. Pero las fuerzas armadas de
los Estados Unidos en su totalidad, y el ejército en particular, son
mucho más pequeñas que en 1968. En términos del volumen de la
fuerza norteamericana comprometida, el de Irak es un conflicto de las
dimensiones de Vietnam.
Y
el estrés que Irak provoca en nuestras fuerzas es, quizá, peor. En
Vietnam, las fuerzas norteamericanas consistían principalmente en
reclutas para el corto plazo, que regresaban a la vida civil después
de cumplir con el servicio militar. Nuestra fuerza en Irak consiste en
voluntarios para el largo plazo, incluyendo reservistas que nunca
esperaron ser convocados para largas misiones en el extranjero. La
capacitación de esos voluntarios, su moral y su voluntad de
realistarse se verán severamente afectadas si son convocados para
pasar años librando una guerra de guerrillas.
Algunos
halcones sostienen que esto demuestra que necesitamos un ejército de
mayores dimensiones. Pero Bush no ha solicitado un mayor número de
fuerzas. En realidad, parece reacio a pagar por las fuerzas que
tenemos.
Una
comparación fiscal entre las políticas de George W. Bush y de Lyndon
Johnson hace que la época de Vietnam parezca una edad dorada de
responsabilidad personal. Al principio, Johnson se resistía a
afrontar el costo de la guerra. Pero en 1968 debió resignarse a
aumentar los impuestos y recortar el gasto; convirtió un enorme déficit
en un superávit al año siguiente. Hoy, un programa comparable -el
presupuesto pasó de un déficit de 3,2 por ciento del PBI a un 0,3
por ciento de superávit en sólo un año- eliminaría gran parte de
nuestro déficit presupuestario.
En
contraste, Bush, que habla tanto de mantener el rumbo, no se ha
mostrado dispuesto a suprimir nada de su lista de deseos domésticos.
Por el contrario, aprovechó el fulgor inicial del aparente éxito en
Irak para arremeter con otro recorte impositivo, esperando hasta más
tarde para hablarnos de los 87.000 millones de dólares adicionales
que necesitaba. Y todavía está en eso: en su reciente conferencia de
prensa nada dijo acerca de los 50.000 a 70.000 millones de dólares
adicionales que todos saben que serán necesarios para financiar las
permanentes operaciones.
Esa
chicana fiscal forma parte de un esquema más amplio. Vietnam melló
la confianza nacional no sólo porque perdimos sino porque nuestros líderes
no nos dijeron la verdad. En septiembre pasado, el general Anthony
Zinni se refirió a "Vietnam, donde oímos tanta basura y
mentira", y preguntó ante una audiencia de oficiales militares:
"¿Está volviendo a ocurrir?"
Efectivamente,
los paralelismos proliferan. El ataque del golfo de Tonkin con las
inexistentes armas de destrucción masiva y la relación con Al- Qaeda.
"Corazones y mentes" con "nos dan la bienvenida como
libertadores". La "luz al final del túnel" con
"pasar el punto crítico". Vietnamización, con el nuevo ejército
iraquí.
Algunos
afirman que Irak no es Vietnam porque hemos ido allí a llevar la
democracia, y no para respaldar a un régimen corrupto. Pero hablar de
ideales no cuesta nada. En Vietnam, los oficiales norteamericanos
nunca dijeron: "Estamos apoyando a un régimen corrupto".
Decían que estaban defendiendo la democracia. El resto del mundo, y
los propios iraquíes, creerán en las intenciones idealistas de los
Estados Unidos siempre y cuando vean un gobierno iraquí legítimo,
incorrupto, en contraste con, digamos, una elección fraudulenta que
coloque en el poder a Ahmed Chalabi.
Si
no estamos promoviendo la democracia en Irak, ¿qué estamos haciendo
entonces? Muchos de los partidarios más moderados de la guerra ya han
alcanzado la fase de la lógica del atolladero: ya no tienen
demasiadas esperanzas sobre lo que podemos lograr, pero temen las
consecuencias si retiramos las fuerzas. La ironía es dolorosa. Uno de
los verdaderos motivos para invadir Irak fue demostrar al mundo el
poder norteamericano. Una clara muestra de lo mal que nos ha ido es el
hecho de que se dice hoy que no podemos retirarnos porque eso
demostraría la debilidad norteamericana.
Una
vez más, el paralelismo con Vietnam es obvio. ¿Recuerdan la teoría
del dominó?
Y
existe otro paralelismo más: la política nixoniana ha vuelto.
Lo
que recordamos ahora es el caso Watergate. Pero igualmente serios
fueron los esfuerzos de Nixon para suprimir el disenso, como las
marchas de protesta "Díganselo a Hanoi", donde los críticos
de la guerra de Vietnam eran acusados de afectar el espíritu
combativo de nuestros soldados y de incentivar al enemigo. Días atrás,
George W. Bush formuló un metamensaje nixoniano: declaró que quien
plantee analogías entre Irak y Vietnam afecta el espíritu combativo
de nuestros soldados e incentiva al enemigo.
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