Fragmentos del diario
de un torturador norteamericano en Bagdad
Por
Carlos Fresneda
El
Mundo, Madrid, 02/05/04
A los
nuevos y espeluznantes detalles sobre las torturas en la cárcel iraquí
de Abu Ghraib se ha unido ahora la investigación por la muerte de al
menos un prisionero por malos tratos a manos de los soldados
americanos. Los diarios de Ivan Chip Frederick, el sargento que tuvo a
su cargo los 900 presos en la mazmorra de Sadam, están poniendo en
serios aprietos al Pentágono.
Frederick,
de 37 años, fue elegido para llevar las riendas de la mazmorra de Abu
Ghraib por sus seis años de experiencia como carcelero en la prisión
de Buckingham, en Virginia.
Los
diarios del sargento, encerrado desde hace 82 días en la prisión de
Camp Victory, en Irak, a la espera de ser juzgado por un tribunal
marcial, han trascendido gracias a su tío William Lawson, que acusa
al Pentágono de elegir a su sobrino como «chivo expiatorio». Estos
son algunos de los extractos:
Condiciones
de la prisión
«Se
obligaba a los presos a vivir en celdas frías y húmedas.IM [Miembros
de la Inteligencia Militar] nos han mandado meter a un preso en una
celda de aislamiento con poca o ninguna ropa, sin retrete ni agua
corriente, sin ventilación ni ventanas, hasta tres días».
«En
esas ocasiones estaba presente algún agente de IM e incluso del CID
[Departamento de Investigación Criminal]. Más o menos la primera
semana de enero de 2004 se esperaba que visitara las instalaciones el
ICRC [Comité Internacional de la Cruz Roja].Se aceleró el proceso de
los presos que aún no habían sido juzgados. Me llevé a un lado al
teniente coronel Phillabaum. Le pregunté sobre cómo quiere IM que se
hagan las cosas y cómo estaban siendo tratados los presos. Su
respuesta fue: 'No se preocupe por eso'.He pedido apoyo al batallón
para saber qué hacer respecto a la conducta de algunos presos y no he
conseguido nada».
«Tenía
unas cuantas habitaciones pequeñas dentro de las galerías...Muchas
veces me ordenaban que metiera a alguno en uno de esos cuartos tan
pequeños; miden unos 90 por 90 centímetros. Cuando lo saqué a
colación hablando con el comandante, me dijo: 'Me da igual si tienen
que dormir de pie'».
«Se
obligaba a los presos a dormir en zonas no adecuadas, como tiendas en
las que había entrado lluvia, con sólo dos o tres mantas para
protegerlos de la intemperie. A un preso que se veía que era un
enfermo mental le dispararon con proyectiles no letales por estar
cerca de la reja cantando, cuando se podría haber usado un medio de
coacción menos duro».
Uso
de perros
«IM nos
ha animado y nos ha dicho que estamos haciendo un gran trabajo, y que
ahora estaban consiguiendo resultados positivos e información. El CID
ha estado presente cuando se utilizaron los perros de trabajo del Ejército
para intimidar a los presos, a petición de IM. Un agente del CID dijo
al soldado de [el pabellón] 1A que apretara a un preso todo lo
posible, que quería hablar con él al día siguiente. El 18 de enero
de 2004 [hubo] un preso rebelde con un brazo roto. Al preso le
hicieron una llave de cabeza y lo ahogaron [hasta dejarle
inconsciente] en presencia del equipo de agentes del CID».
Muerte
de un detenido
«Allá
por noviembre trajeron a 1A a un preso OGA. Le apretaron tanto que el
hombre falleció. Pusieron el cuerpo en una bolsa para cadáveres y lo
tuvieron en hielo unas 24 horas en la ducha de 1B. Al día siguiente
vino el médico y colocó el cuerpo en una camilla, le puso un IV
[identidad] falso en el brazo y se lo llevó. Este OGA no llegó a ser
juzgado y por lo tanto no tenía número».
Instalaciones
sanitarias
«Había
una gran plaga de piojos entre los presos. La única solución eran
las maquinillas de afeitar».
«Presos
que estaban infectados de tuberculosis fueron alojados en la misma
galería que los demás prisioneros y... los soldados serían
posiblemente infectados por este virus, que se propaga por el aire».
Libertad
religiosa
«Los
presos tienen una mezquita en el recinto, pero no se les permite
acudir a ella».
El
sargento alega que ni él ni sus hombres recibieron adiestramiento
especial sobre cómo tratar a los prisioneros de guerra. La primera
vez que tuvo acceso a la Convención de Ginebra fue meses después,
una vez detenido, a través de Internet. La mujer del sargento
Frederick, Martha, ha decidido romper también el silencio y lanzar su
dedo acusador hacia los mandos superiores: «Tengo la sensación de
que están ocultando algo y que están haciendo lo posible por cargar
todo el peso de lo ocurrido sobre los hombros de mi marido».
Desde
que lo detuvieron junto con otros cinco militares acusados de crueldad
y malos tratos (aunque el número de implicados asciende a 17),
Frederick no ha podido entrevistarse personalmente con su abogado,
Gary Myers, con quien ha hablado sólo por teléfono.«Les puedo
asegurar que el sargento Frederick no tenía ni idea sobre cómo
humillar a los árabes hasta que se encontró con militares de alto
rango que le enseñaron cómo», declaró Myers.
El
sargento Frederick empezó a escribir su diario el pasado enero,
cuando los altos mandos del Ejército de Tierra en Irak pudieron ver
las fotos que ahora han dado la vuelta al mundo y decidieron abrir su
propia investigación. Frederick creyó conveniente guardar un
registro de todo lo ocurrido en la prisión para cubrirse las
espaldas, llegado el caso. Curiosamente, y pese a que muchos de los
detalles de los diarios de Frederick fueron divulgados en Estados
Unidos por la agencia AP, la prensa norteamericana no se hizo eco de
la historia y se limitó a recoger ayer la «indignación
internacional» causada por las imágenes de los soldados humillando a
los prisioneros iraquíes.
Ni un
solo congresista, republicano o demócrata, ha reclamado la apertura
de una investigación parlamentaria por lo ocurrido en la prisión de
Abu Ghraib, la misma en la que Sadam tenía sus cámaras de tortura.
El Pentágono informó de que la investigación militar sigue en
curso, que los responsables serán juzgados por un tribunal marcial y
que el general Geoffrey Miller, el mismo que tuvo a su cargo a los
prisioneros de Guantánamo, ha asumido el mando temporal de las cárceles
de Irak.
El
candidato demócrata John Kerry expresó su «malestar por el
tratamiento vergonzoso de los prisioneros iraquíes» y finalmente
concluyó: «Pero no podemos permitir que las acciones de unos pocos
ensombrezcan el tremendo y buen trabajo que miles de soldados están
haciendo en Irak y en otros lugares del mundo».
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