Bush, el buen amigo de las corporaciones
Por Iván
Salgado (*)
Argenpress, 03/04/04
En
los últimos días de la administración Clinton, los republicanos se
escandalizaron porque ese presidente 'perdonó' a varias personas que
tenían problemas legales con la justicia estadounidense. La base de
los 'perdones' fueron las espléndidas donaciones que los acusados
hicieron al partido demócrata, en especial, a los proyectos del
saliente presidente.
Uno
de ellos fue el millonario Marc Rich, exiliado en Europa, quien a través
de su esposa, Denise Rich, y su abogado, el señor Jack Quinn, donó
para la biblioteca que Clinton deseaba fundar como su 'legado', la
cantidad de 450.000 dólares. Eso le valió que los cargos por evasión
fiscal y tráfico ilegal con Irán durante 1983, que pendían sobre su
cabeza, fueran suprimidos de las actas del Departamento de Justicia y
que Rich pudiera regresar cuando lo quisiera a Estados Unidos, sin
temor a ser encarcelado.
Así
como este caso, hubo algunos otros, aunque el de Rich fue el más
sobresaliente. Muchos funcionarios entrantes prometieron que todo eso
se iba a investigar y a aplicarse todo el rigor de la ley si el ex
presidente era hallado culpable de malos manejos durante su
administración.
Sin
embargo, ninguna de esas amenazas prosperaron, probablemente, como
veremos, porque el entrante presidente, el señor George W. Bush,
también se traía entre manos oscuros tratos con ejecutivos de
empresas, los cuales le hicieron jugosas donaciones cuando aquél era
candidato presidencial. Probablemente por esas circunstancias se debió
a que nada se hizo contra Clinton, para evitar los escándalos contra
Bush.
Pero
por los días en que salió a la luz el escándalo de la quiebra del
gigante de la electricidad, Enron Corporation, el cual donó al
candidato Bush miles de dólares, se verá que no fue la única
empresa que lo hizo.
Las
siguientes son algunas de las corporaciones que donaron dinero a Bush,
y los problemas en que se vieron envueltas y como el buen amigo Bush
les ha ayudado a resolverlas: FORD-FIRESTONE.
La
Ford Motor Company, el segundo gran fabricante mundial de autos, que
abarca el 14.9% de la producción mundial, y Firestone-Brigstone,
hasta hace poco uno de los cuatro fabricantes de neumáticos más
importantes en el mundo, se inmiscuyeron en un escandaloso descrédito
que dio origen a especulaciones sobre la poca atención a las normas
de diseño y fabricación que muchas empresas practican
cotidianamente.
Los
motivos de tal descrédito fueron dos productos. Por un lado, el Ford
Explorer, un SUV (sport utility vehicle) muy popular entre los
conductores de este tipo de agresivos vehículos, excesivamente
consumidores de gasolina (podría decirse que representan el regreso
de los típicos automóviles estadounidenses tan distintivos de los
cincuentas, sesentas y setentas: demasiado grandes, imprácticos y
voraces quemadores de combustible), altos, rudos, fuertes, ideales
para el conductor con complejo de superioridad que ve en dicho vehículo
una extensión de su aplastante personalidad.
El
otro producto fue la llanta Firestone, modelo Wilderness AT, elegida
por Ford como equipo estándar para equipar al Explorer. Todo iba bien
hasta que las estadísticas de accidentes, sólo en los Estados
Unidos, provocados por las volcaduras de esas cruzas de camionetas
familiares y pickups, así como los muertos y heridos provocados por
aquéllas, eran alarmantemente altas: 174 personas fallecidas y más
de 700 heridas.
Ya
desde el año 2000, cuando se presentó el problema en toda su
magnitud, a la compañía a quien en principio se responsabilizó fue
a Firestone, señalando que sus métodos de fabricación fueron los
causantes de los accidentes, pues se buscó la rapidez en la
manufactura de sus neumáticos, a cambio de sacrificar la calidad.
Sin
embargo, al analizar los hechos, más bien, como han señalado ya
varios investigadores gubernamentales y privados, el problema fue una
combinación de negligencias por parte de ambas empresas.
El
problema de los accidentes, de acuerdo con los peritajes señalados
por los expertos, surgió como consecuencia de que las llantas
Wilderness AT involucradas sufrieron un repentino desprendimiento del
revestimiento, que es la capa en donde va el dibujo de la llanta, la
cual se pone en contacto con el pavimento. Según las propias
declaraciones de los testigos sobrevivientes de las volcaduras, las
llantas simplemente se 'pelaron', así como si a un plátano se le
quitara la cáscara, y se abrieron, dejando a los conductores sin la más
mínima oportunidad de maniobrar para evitar que el vehículo perdiera
el control y se volteara.
Pero,
por otro lado, una buena parte de la explicación de los accidentes,
sobre todo, los fatales, radicaría en la tendencia de conducir dichos
vehículos a excesiva velocidad, lo cual les resta estabilidad, dadas
sus características de altura en relación con su ancho, la que no
está equilibrada, pues lo conductores los tratan de manejar como si
fueran autos deportivos, por ejemplo, un BMW o un Audi, pero no lo
son. Por otro lado, Ford, desde un principio, no cumplió con todas
las especificaciones originales de diseño, con tal de ahorrarse
dinero en su fabricación y aumentar la ganancia.
Pero
ninguna de las dos empresas aceptó su culpabilidad. Cuando todavía
en diciembre del año 2000, sin crisis económica, en Estados Unidos
se vendían cientos de Explorers, Ford demandó más llantas a
Firestone. Esta empresa así lo hizo, pero, ya durante las demandas,
Ford la culpó de haber descuidado sus controles de calidad. Y así
fue: Firestone aumentó su producción, pero no con mejores máquinas,
sino, simplemente, acelerando la producción, haciendo trabajar más a
sus obreros, con lo cual disminuyó el tiempo individual de la
manufactura de cada llanta.
De
acuerdo con el testimonio de obreros despedidos de Firestone en varias
de sus plantas, la empresa desde mediados de los noventa, en vista del
enorme éxito del Explorer, elevó sustancialmente la producción
implantando condiciones que hacían trabajar más a sus empleados, es
decir, los sobreexplotaban. De hecho, hubo un paro obrero que duró 10
meses entre 1994 y 1995 en la planta Decatur, en Illinois, luego del
cual, aquélla quedó en manos de obreros inexpertos, pues los
antiguos y experimentados trabajadores fueron despedidos porque
exigieron aumentos de sueldos, reducción en el ritmo de trabajo y
otras prestaciones acordes con sus incrementadas responsabilidades.
Además,
Firestone, propiedad ya desde entonces de la empresa japonesa
Bridgestone -que esta corporación adquirió en los ochentas- implantó,
de acuerdo con las exigencias de productividad de sus dueños nipones,
la jornada laboral de ¡12 horas! para poder cumplir con la demanda de
llantas de los Explorer. Según los obreros, las inspecciones de las
llantas recién hechas no tomaban más de 10 segundos. Además, para
poder emplear el caucho seco y caduco -seguramente como consecuencia
de la huelga, mucho material se quedó embodegado- se le aplicaba, ¡imagínense!,
solvente, para que se volviera pegajoso y, así, poderlo emplear.
También se redujo el curado o cocimiento de los neumáticos,
procedimiento mediante el cual, empleando un intenso calor, las
diferentes capas que conforman una llanta son unidas. Ese tiempo pasó
de 26 minutos a ¡16 minutos!, es decir, casi un 40% menos. O sea, que
los dueños se decidieron por el camino fácil: hacer trabajar más a
sus obreros, disminuyendo las normas de calidad.
Sin
embargo, los problemas provocados por las llantas mal hechas no
terminan ahí. De acuerdo con los investigadores, resulta, además,
que existe, también, un problemas en el diseño, no sólo de las
llantas de Firestone, sino de otras marcas. Se trata de la ausencia de
una capa de nylon, un elemento fundamental para una llanta que será
sometida a altas velocidades, la cual en la actualidad ya se eliminó
porque, según los fabricantes, las bajas velocidades a las que
circulan los autos no las justifican. Así, de esa manera,
sobreexplotando a sus trabajadores, disminuyendo el tiempo de
fabricación, reciclando el material viejo y no cumpliendo con normas
de diseño (la capa de nylon), Firestone estaba cumpliendo
puntualmente con la cuota de sus neumáticos Wilderness AT, exigida
por Ford, para equipar sus demandadísimos, rudos Explorers.
Antes
de que el escándalo se hiciera público en Estados Unidos, se habían
reportado accidentes con los Explorers y las llantas Firestone. En
Arabia Saudita, en 1999 se reportaron 14 muertes por esa razón. En
este caso, Firestone alegó en su favor que sus llantas no estaban
hechas para terrenos ásperos y malos caminos, así como para
condiciones de climas cálidos o por llantas sobre o subinfladas.
Evidentemente esta 'justificación' es absurda, y demostraría un implícito,
ofensivo punto de vista discriminatorio, como diciendo que sus llantas
estarían hechas solamente para los 'buenos caminos, bien asfaltados y
clima templado' de Estados Unidos y no para los malas, polvosas
terracerías, llenas de hoyos y charcos de los países
subdesarrollados.
También
se reportaron problemas con las llantas de los Explorers en Latinoamérica,
específicamente en Venezuela, Ecuador y Colombia desde el año 1998,
pero, claro, como se trataba de países de segunda, de gente de
segunda, de compradores de segunda, ni Ford, ni Firestone atendieron
la situación. Transcurrió más de año y medio, antes de que Ford
comenzara la reposición de los neumáticos en alrededor de 30,000 vehículos
y, claro, culpó a Firestone por producir llantas defectuosas. Pero
Firestone insistió en que no era así, y que sólo había cumplido
con las especificaciones señaladas por Ford?¦ pareciera el viejo
juego de '¿dónde quedó la bolita?'.
Esto
muestra, simplemente, el grado de irresponsabilidad de estas empresas
y que, en realidad, salidos los productos de sus distribuidoras, lo
que menos les interesa es lo que pueda suceder si salen defectuosos y
si esos defectos ponen en riesgo la vida de los consumidores.
Sin
embargo, fue gracias al abogado Randy Roberts que el tema cobró
relevancia. Roberts representó legalmente a la familia de una
adolescente fallecida en una volcadura de un Explorer, el 16 de
octubre de 1998, la joven Jessica LeAnn Taylor. El abogado fue tan
tenaz que logró atraer la atención de la agencia gubernamental
encargada de la seguridad del tráfico automovilístico, la NHTSA (National
Highway Traffic Safety Administration), pues pudo demostrar que el
accidente se debió al desprendimiento de la capa exterior de uno de
los neumáticos Firestone.
Así,
gracias a su acción, otros demandantes pudieron dar paso a sus casos
legales contra las dos empresas y fue, hasta entonces, después de
varios meses de negligencia, que el gobierno dio curso a sus litigios.
Aquí hay que hacer notar cómo, hasta el gobierno, es en parte
responsable de que las compañías hayan desdeñado a los demandantes,
pues, a pesar de que la NHTSA ya poseía algo de información sobre
los accidentes (sabía de unos 50 casos reportados en el curso de una
década), nada pudo o quiso hacer contra las dos empresas antes del
escándalo. Claro, en el caso de Ford, seguro gracias a sus
contribuciones a los republicanos, el problema se retrasó, no así en
el caso de Firestone, empresa que su propietaria japonesa Bridgestone
decidió eliminar.
De
todos modos las dos empresas fueron demandadas: Ford, por $590
millones en indemnizaciones. Firestone, mientras existió, debió
reponer nada menos que ¡seis y medio millones de llantas defectuosas!
A $70 dólares cada llanta, eso significa que debió erogar $455
millones de dólares, aparte de que, también, debió asumir
indemnizaciones, como la que aceptó pagar a una familia del estado de
Tejas, de origen mexicano, en agosto del 2000, por siete y medio
millones de dólares.
La
conclusión aquí es que ambas empresas compartieron la
responsabilidad: probablemente las llantas en ese vehículo tendían a
fallar por la baja calidad de éstas , pero, por otro lado, el vehículo
presentaba varios graves problemas de diseño y, ni siquiera con
mejores llantas podía evitarse que fuera tan peligroso. Si esto
hubiera sido así, resultaría extraño, entonces, que Ford, por fin,
a partir de su Ford Explorer modelo 2002 se decidiera a incorporar las
especificaciones de seguridad que los ingenieros indicaron para el
prototipo original, tales como mayor ancho del chasis, 6.3 cm, y una
menor altura. Lo que Ford denominó el 'totalmente nuevo Explorer, con
un nuevo nivel de seguridad', sencillamente incluyó mejoras en el
diseño que se señalaron hace más de una década. De todos modos la
empresa tuvo un mal comienzo con su 'nuevo vehículo', pues apenas
estaba en las salas de exhibición, cuando se retiraron del mercado
47.000 unidades, debido - ¡esto es de plano increíble! -, a que sus
neumáticos presentaron rajaduras ocasionadas por la línea de montaje
cuando se estaban armando.
Los barones de la electricidad
Por
lo general, las señales inequívocas de las crisis capitalistas se
acompañan de medidas tendientes a reforzar el poder de los
monopolios, quienes así se aseguran el acaparamiento del bajo consumo
característico de dichos períodos. Las grandes corporaciones se
sirven de la alianza que establecen con los gobiernos en las épocas
de 'vacas flacas' para consolidar su poder e ir eliminando cualquier
obstáculo que se oponga a su enriquecimiento , aún a costa de
afectar a la población en general con imposiciones impopulares, como
mayores impuestos, medidas represivas para que sean aceptados, malos
productos, fallas en los servicios, mayor contaminación, etcétera.
Estados
Unidos, país que tanto proclama el 'libre mercado', no es la excepción,
como sucedió con la industria eléctrica. De hecho, la empresa Enron,
tan aclamada como un 'gran ejemplo' de la desregulación
gubernamental, es decir, la proclamada privatización, quebró, y ni
sus aportaciones al gobierno de Bush pudieron rescatarla.
Durante
el verano del año 2001, el estado de California experimentó
continuos apagones debidos, según se decía en ese entonces, a que
las compañías generadoras de electricidad no contaban con suficiente
fluido eléctrico, entre ellas Enron. Sin embargo, actualmente se sabe
que no era así, sino que fue el pretexto para que tales compañías,
verdaderos monopolios, justificaran un alza en la energía pretextando
que a causa de una temporada 'más caliente de lo normal', el consumo
de electricidad había subido bastante, especialmente, sobre todo, a
la refrigeración , y una vez que pudieron cobrar más, curiosamente
hubo menos apagones. Y fue cuando la gente comenzó a protestar contra
los costos tan excesivos.
Las
compañías les cobraron hasta cuatro veces más de lo normal (el dueño
de una pequeña tienda de metales provocó el enojo del conservador
senador republicano Duncan Hunter cuando le enseñó su cuenta de la
luz del mes de mayo de ese año, la cual ascendió a $115.000 dólares,
cuatro veces más de lo que usualmente el hombre había estado pagando
antes de la supuesta crisis) y, claro, como ellas también
contribuyeron generosamente a la campaña de Bush, pudieron actuar
libremente, sin obstáculos, pues todos los funcionarios del gobierno
están a favor del 'libre mercado', un libre mercado que está
protegido, en todo momento, por el gobierno, y que no se complica la
vida con competencias, ya que, gracias a las medidas gubernamentales
de no oponerse a ningún tipo de control, los productores de energía
eléctrica actúan a sus anchas y cargan todo el peso de su codicia y
de su ineficiencia a los, hasta ahora, resignados consumidores. Hay
que señalar, además que, como siguen empleando muchas de las
generadoras carbón mineral para producir electricidad, este anticuado
método, extremadamente contaminante, eleva mucho los costos, pero
Bush insiste en que es más 'caro modernizarse' y por eso prefiere que
su país siga siendo el principal contaminador del mundo.
A
pesar de esos problemas, ni Bush, ni su vicepresidente, Dick Cheney, y
ni la agencia gubernamental FERC (Federal Energy Regulatory Commission,
la supuesta encargada de 'regular' los precios, cosa que ya ni de
broma hace) administrada por el señor Curtis Hébert, permitieron que
se estableciera un control de precios de la electricidad, gracias a lo
cual, los monopolios eléctricos comandados por los llamados 'barones
de la electricidad', aumentaron considerablemente sus ganancias.
Así,
California debió pagar alrededor de $100 millones de dólares diarios
por el fluido durante la fase más dura de la crisis y de $27.000
millones de dólares que pagó en total en el 2000, en el 2001 su
cuenta ascendió a $55.000 millones de dólares.
Enron
Corporation, en particular, empresa establecida en Houston, logró que
sus ganancias se elevaran ¡281% en el primer cuatrimestre de dicho año!.
Enron era administrada por Ken Lay, uno de los ejecutivos que más
dinero le 'donó' a Bush, además de que era 'asesor informal' del
Departamento de energía y que, según se está investigando ahora,
tuvo mucho que ver en el 'diseño de la política energética'
adoptada por el presidente y su gabinete. Pero, a la defensa de Enron,
salieron varios funcionarios, entre ellos, Curtis Hérbert, el jefe de
la FERC, quien señaló que nada 'peor para los apagones que los
controles de precios'.
Sin
embargo, los apagones en California demostraron que, aún sin
controles, los monopolios eléctricos en Estados Unidos son un
desastre, buscando dar, no un buen servicio, sino la manera de
incrementar sus jugosas ganancias.
Esto
se debería de tomar como ejemplo en México, para no insistir en
privatizar la electricidad. A pesar de lo anterior, el actual
secretario de energía de Estados Unidos, Spencer Abraham, insiste en
mantener privatizada la producción de energía eléctrica, diciendo
que la quiebra de Enron no es 'motivo de alarma'.
Las humeantes tabacaleras
Uno
de los casos más evidentes del contubernio entre el gobierno de Bush
y las corporaciones y, también, el más dramático en cuanto al poder
del llamado 'big money', es decir, el poder económico de las grandes
corporaciones, es el de la industria tabacalera. En el año 2000, los
fabricantes de cigarros de Estados Unidos (EU) sufrieron un mortal
golpe durante la administración Clinton, cuando las demandas en su
contra, tanto de los gobiernos de varios estados, como de
particulares, fueron resueltas a favor de éstos, quienes los acusaron
de daños a la salud con sus productos y demostraron que las
tabacaleras, incluso, les agregaban más de 200 sustancias, aparte de
la nicotina y el alquitrán, para crear el hábito (o para reforzarlo,
y por eso es tan difícil que un fumador pueda dejar de fumar), sin
importar que dichas sustancias fueran sumamente peligrosas para el
organismo, incluso, cancerígenas. Las cuatro mayores firmas (las tres
primeras, por orden de importancia son:
Philip
Morris, R.J. Reynolds Tobacco y British American Tobacco) acordaron
pagar $ 206.000 millones de dólares durante 25 años para ayudar a
costear la atención de enfermedades relacionadas con el tabaquismo,
es decir, se comprometieron a entregar a los gobiernos y a los
particulares demandantes, del orden de $ 8.240 millones de dólares
anuales en promedio. Sin embargo, ahora que gobierna Bush, quien
recibió siete millones de dólares para su campaña por parte de las
tabacaleras, las cosas para 'Big Tobacco', o sea, las grandes
tabacaleras, han cambiado. Para empezar, buscaron la apelación de la
sentencia judicial, cuando en el 2002 estaba por vencerse un pago al
gobierno de $20.000 millones de dólares. Así, los jueces del
Departamento de Justicia, ahora a favor, como se verá, del 'big money',
declararon que los casos en que se basaron las demandas eran 'muy débiles',
como si los testimonios de las víctimas del tabaquismo y de los
activistas contra el fumar, no fueran la gran cosa. Y las compañías
buscan no pagar a pesar de que, contrario a lo que se hubiera esperado
en ese entonces, sus ganancias, gracias a sus agresivas prácticas
publicitarias, han ascendido sorprendentemente.
Por
ejemplo, Philip Morris, la empresa líder mundial, en el 2000, subió
sus utilidades ¡91%!, y fue la más cotizada en Wall Street. Así
mismo, R.J. Reynolds y British Tobacco, fueron las otras dos compañías
líderes que también vieron ascender sus ganancias.
En
general, las tabacaleras obtuvieron en ese año $10600 millones de dólares
en utilidades. Los precios de sus cigarros no sólo no han bajado,
sino que han subido bastante y por eso tienen grandes ganancias. Por
ejemplo, un paquete de Marlboros cuesta en EU $3.15, de los cuales
$1.40 dólares es la utilidad neta para el fabricante Philip Morris,
es decir, un 44% de ganancia, muy por encima del 10% en promedio que
obtienen el resto de las industrias (la industria automotriz obtiene
en promedio cinco por ciento, por citar un caso). Es decir, el mercado
de fumadores ha aumentado muy gratamente para esas empresas. Así, esa
'jugosa' situación ha ocasionado que, también, las firmas dedicadas
a la producción de cigarros (y con éstos, sus letales consecuencias)
hayan aumentado, de 10 que había hace unos años, a 90 en la
actualidad. Sobre todo, estas nuevas compañías se especializan en la
fabricación de cigarros baratos, aprovechando que no todos los
fumadores pueden acceder a los caros. Pero, independientemente de
cigarros caros o baratos, llama la atención cómo las tabacaleras han
arreglado las cosas a su favor, a pesar de la decisión judicial del
2000 y, además, están a punto de disminuir las multas que en su
contra se impusieron. Incluso, ni el incremento de precios, en ese
entonces, de alrededor del 60%, las afectó, pues los cigarros siguen
siendo un excelente negocio: en todo el mundo, los fumadores han
aumentado y ahora montan alrededor de ¡1200 millones de personas!, o
sea, ¡una cuarta parte de la humanidad fuma! (aparte de los cuatro
millones que mueren cada año, consideremos toda la contaminación que
esos 1200 millones de fumadores producen por los cigarros que cada uno
fuma diariamente). Claro, ese hábito se ha favorecido por la
publicidad que esas empresas manejan, en el sentido de que el fumar se
presenta como un símbolo de status social, de prestigio, de
occidentalización, de una exclusiva forma de ser ('Bienvenidos al
exclusivo mundo Marlboro'), y por eso, desde la adolescencia, muchos
comienzan a fumar, para pertenecer a esa 'exclusiva clase' que brinda
el fumar. Así, a pesar de los supuestos obstáculos que el gobierno
les puso a las tabacaleras, hoy día están más fuertes que nunca y
siguen fortaleciéndose. Eso fue cuando el gobierno era, en
apariencia, su enemigo, pero ahora, con Bush, todo cambió. El actual
procurador general, el señor John Ashcroft (el que se ha opuesto a
nominaciones de negros para jueces o de homosexuales para cargos públicos),
en su momento, siendo entonces senador, se opuso a la resolución de
Clinton y, actualmente, busca favorecer y disminuir las penas contra
las tabacaleras, es decir, se ve claramente la estrecha asociación
entre corporaciones y gobierno para defender los intereses de aquéllas,
sobre todo, en estos tiempos tan difíciles de crisis, pues de lo que
menos se trata, es de afectarles sus ganancias.
Además,
también se echaron atrás los intentos de la anterior administración
de aumentar considerablemente los impuestos a los cigarros para que
fueran muy caros y se desalentara su consumo. Por si esto fuera poco,
para evitar regulaciones más severas contra el tabaco, así como
futuras demandas, Philip Morris está buscando que el cigarro ya no
sea un artículo tan controlado por parte de la FDA (La Food and Drugs
Administration, es decir, la agencia gubernamental que controla todo
lo relacionado con los alimentos y la salud y que ha considerado hasta
ahora el cigarro como una droga), con lo que sus responsabilidades se
limitarían muchísimo, sobre todo, las relacionadas con la salud. Así,
si esto se logra, el gobierno y los demandantes serán despojados de
argumentos fuertes en el futuro para acusar a las tabacaleras de daños
a la salud. Pero, por otro lado, los estados que las demandaron por daños
a la salud, aunque esto parezca broma, están tratando de mantener
saludables a las tabacaleras para que éstas les paguen el dinero
prometido (o menos, si las tabacaleras logran disminuir las sanciones)
en 1998, así de absurdo. Es decir, esos estados esperan que las
tabacaleras tengan buenas ganancias, aunque ello implique que haya más
fumadores, más enfermos, más muertes, que a la larga les salga más
caro que lo que van a obtener por las demandas.
Es
evidente, pues, la falta de ética, de comportamiento moral, del
propio gobierno, con tal de que las jugosas ganancias de las
tabacaleras lleguen a los bolsillos de los funcionarios encargados,
supuestamente, de proteger el interés público por encima del
empresarial. Es como si demandáramos al dueño de una tlapalería por
vender solvente a menores y que lo obligáramos a pagar una multa para
curar a los inhaladores de ese solvente, pero, para que pudiera
pagarnos, le permitiéramos seguir vendiendo solvente, incluso, a más
menores, en mayores cantidades que antes, para que nos pagara más rápido.
Para cuando nos liquidara la multa, habría más enfermos y nos saldría
mucho más caro curarlos que el dinero que obtuvimos por la demanda.
Así, más o menos, es lo que está haciendo el gobierno en EU. Pero,
además, se están obstaculizando las demandas pendientes. Todavía
hay 1500 en los juzgados en ese país y las que se han ganado, se están
apelando, como en California, en donde Philip Morris busca cambiar el
veredicto de tres juicios que se ganaron en su contra. Sin embargo,
aunque los afectados hayan triunfado, aún falta que realmente se les
pague. Por ejemplo, hay un caso de un demandante que, después de ¡40
años ganó un juicio, pero es el día en que no se le ha dado un solo
centavo! Incluso, para que se vea el gran poder del Big Tobacco,
acciones judiciales a nivel de países, como una de Ecuador, y otras
de Nicaragua, de Guatemala y de Ucrania, demandando a las tabacaleras
por daños a la salud, han sido descalificadas por jueces
estadounidenses.
También,
la demanda de una ex sobrecargo, por daños a la salud, debido al
efecto del llamado second hand smoker (es decir, el fumador de segunda
mano, aquél que no tiene el hábito, pero que es obligado por las
circunstancias a aspirar el cigarrillo de los fumadores), fue
rechazada por otro juez, lo que sienta un precedente negativo para
otras 3200 aeromozas, quienes están demandando por lo mismo, de
acuerdo con un arreglo por $320 millones de dólares al que se había
llegado. En el estado de Florida, se había llegado a una sanción de
$145,000 millones de dólares en daños punitivos contra las
tabacaleras, pero los analistas predicen que la resolución se revisará
y se revocará. Ese estado es de los que ya están tratando muy bien
al Big Tobacco, pues espera que éste le pague los $11000 millones de
dólares prometidos en el 2000, así que está procurando afectarlo lo
menos posible con molestas demandas de quejosos incomprensibles, de
que si no dejan hacer sus buenos negocios a las tabacaleras, éstas no
podrán pagar el dinero que prometieron. Tanta confianza ha puesto el
estado en los fabricantes de cigarros que, incluso, ya les compró
acciones con el dinero de los fondos mutualistas para que aquellos les
den buenas ganancias como pago de intereses.
En
fin, parece que Big Tobacco es casi intocable y el protegido del
gobierno en contra de la intolerante sociedad que se atreve a
atacarlo. El consumo de cigarros apenas si bajó un dos por ciento en
el 2000, a pesar del constante aumento de precios (el paquete de
cigarros subió de $1.74 que costaba en promedio en 1997, a $2.95
actualmente, es decir, 170%), lo que significa que a los adictos no
les importa pagar más con tal de conservar su hábito (ya se señaló
que se comprobó que los fabricantes agregan sustancias tan adictivas,
que es casi imposible dejar el hábito de fumar una vez adquirido).
Por ejemplo, R.J. Reynolds experimentó un incremento de sus ganancias
de 27%, lo que significó $100 millones de dólares más durante el
primer cuatrimestre del 2001. Philip Morris obtuvo 7.7% más de
ganancias, que en dinero significó $1200 millones de dólares por las
ventas de cigarros. Es notable el aumento de fumadores en regiones
como Europa Oriental y Asia, al igual que las ganancias.
Esto
se debe a que, luego del terrible golpe que las tabacalera sufrieron
en EU, éstas se dedicaron a reforzar la venta de cigarros en los países
subdesarrollados, mediante agresivas campañas publicitarias, así,
como en México, donde nunca ha existido una legislación en contra de
la publicidad tan abierta y directa de los cigarros (se anuncian tanto
en radio, como en televisión, incluso en los horarios de más rating).
A China, en especial, con sus 350 millones de fumadores, se le
considera el 'paraíso perdido', esperando un día que se le pueda
penetrar.
El
negocio es tan prolífico, que, como ya se dijo, ha permitido que le
entren empresas dedicadas a la venta de cigarros baratos, para
aquellos fumadores que no pueden comprar las marcas caras. Por
ejemplo, empresas como Alliance Tobacco, CigTEC, Smokin Joes, S&M
Brands, Commonwealth y otras han logrado incrementar sus ventas en el
mercado de los cigarros baratos, cuyos ingresos montan la asombrosa
cifra de ¡12600 millones de dólares! ( poco menos de lo que México
paga en intereses anuales por la deuda externa), de 4% en 1997 a 14%
en la actualidad. Aprovechan que las grandes corporaciones deben
cargar en cada cajetilla de cigarros 58 centavos de dólar como costo
del pago de sus demandas (como se ve, nada tontas, las grandes
tabacaleras simplemente le pasaron el precio de sus multas a los
consumidores, así que, en realidad, no están poniendo un solo
centavo de su bolsillo), para ofrecer cigarros baratos, del orden de
uno o dos dólares el paquete, como Durant, Lewiston y Tahoe. Así,
por ejemplo, la empresa Commonwealth Brands ha aumentado sus ventas
66%, montando éstas $800 millones de dólares. De esa manera tan
entusiasta, ha ayudado Bush a sus grandes amigas, las tabacaleras.
El monopolio Microsoft
Siguiendo
con el tema del poder al que llegan las corporaciones estadounidenses
tenemos también el caso de Microsoft, empresa fabricante de programas
de cómputo, en especial del sistema operativo Windows, con el cual,
actualmente, trabajan el 97% de las computadoras personales existentes
en el mundo. Su dueño y director es el señor Bill Gates, considerado
el hombre más rico del mundo, con una fortuna estimada, a pesar de la
recesión económica, en casi $47,000 millones de dólares. Esta
empresa fue acusada durante la presidencia de Clinton de prácticas
monopolistas por el Departamento de Justicia a través del entonces
juez del caso, el señor Thomas Penfield Jackson, quien resolvió que
la empresa debía dividirse en tres compañías, si realmente se quería
terminar con su monopolio. Una compañía tendría que dedicarse
exclusivamente a la producción del sistema operativo, otra, a la
creación de aplicaciones y una tercera, a los servicios y operaciones
a través del Internet.
Evidentemente
que la compañía ha negado siempre los cargos de 'monopolio', pero,
de hecho, así ha sucedido: Microsoft, desde su origen, ha operado
muchas veces mediante prácticas ilegales. Por ejemplo, el sistema 'windows',
en realidad, Microsoft lo tomó del de Macintosh, claro, mejorándolo
e, incluso, superándolo. Así ha hecho con otros softwares de otras
compañías, sobre todo, cuando ha visto en peligro sus ventas. La
empresa toma el producto que le está haciendo la competencia, lo
analiza perfectamente, determina cómo funciona y lo copia, mejorándolo
mucho más que el original, así que, en realidad, muchas de las
veces, Microsoft no ha innovado, sino, simplemente, ha partido de
avances ya dados. Eso mismo sucedió cuando Microsoft decidió entrar
a la competencia por el Internet, en vista de que éste representaba
una nueva panacea para los negocios, ofreciendo un navegador que, en
un principio, en 1995, fue casi una copia, ésta sí de mala calidad,
del que por entonces se consideraba como el buscador líder de la red,
el Netscape Communicator 2.0, de la compañía Netscape. Microsoft no
sólo buscó entrarle al negocio del Internet, sino destronar a esa
compañía, la cual llevaba, prácticamente sin competencia, la
delantera en la operación de búsqueda de sitios electrónicos. De
hecho Microsoft, lo logró. Netscape casi quiebra, pues no pudo
competir con Microsoft, la cual, a partir de su buscador Explorer 4.0,
ofreció un producto mucho mejor que el de Netscape y, lo peor para ésta
empresa, gratuito, el cual venía ya incluido con el sistema operativo
Windows 98. Netscape fue la compañía que, de hecho, inició una
demanda legal contra Microsoft por sus prácticas de competencia
desleal, ofreciendo testimonios de otras compañías, de los métodos
intimidatorios y hostigadores que Gates y su equipo de ejecutivos
realizaban contra toda aquélla empresa que se rehusara, ya fuera a
vender el sistema operativo Windows sin incluir el Explorer, o su
navegador del Internet o a asociarse con Microsoft.
También,
se ofrecieron testimonios de empresas a las cuales Microsoft había,
primero, ofrecido comprar, con tal de evitar su competencia, pero
cuando éstas rehusaban su oferta, entonces la estrategia cambiaba y
aquélla decidía atacarlas con todos sus recursos disponibles,
copiando y mejorando su producto y ofreciéndolo gratis o a un precio
menor. Netscape no pudo sobrevivir y se salvó de la quiebra cuando
fue adquirida por America on Line - fusionada actualmente con
TimeWarner -, uno de los fuertes competidores de Microsoft por el
control del Internet y de los servicios que se prestan a través de él.
Por
todo ello, se había decidido legalmente fragmentar al emporio de
Gates, sólo que, para su buena suerte, y gracias a los dos y medio
millones de dólares que Microsoft 'donó' a la campaña presidencial
de George W. Bush, el actual jefe antimonopolio del departamento de
estado, el señor Charles James, revisó el caso y decidió fallar a
favor de la compañía, por lo cual, al menos por el momento,
Microsoft no está obligada a dividirse. Claro, era de esperarse,
sobre todo con el gobierno tan abiertamente empresarial de George W.
Bush, quien, como hemos visto antes, debe muchos favores a varios
empresarios por el dinero que éstos aportaron a su campaña
presidencial.
Gracias
a esa decisión, Microsoft continúa, en cierta forma, con sus prácticas
monopolistas. Por ejemplo, el nuevo sistema operativo, el Windows XP,
incluye algunas características que evidencian la tendencia de
Microsoft a atar a sus consumidores y a otras empresas a sus
productos. Su instalación requiere de conectarse al Internet para
recibir algo así como unas claves de certificación de la
autenticidad del producto, además de que quien lo compre, aunque
tenga más de dos computadoras, debe de adquirir una copia para cada máquina,
pues cada paquete puede instalarse sólo en una PC. Por si fuera poco,
no funciona con varios programas, especialmente los de empresas
competidoras y no acepta trabajar con los servidores de America on
Line vía cable. También, en julio del 2001, Microsoft logró que los
fabricantes de computadoras incluyeran por default los iconos de MSN,
el mensajero instantáneo, del Internet Explorer, así como del
Microsoft Media Player, éste último para tocar compactos o ver películas
en DVD.
En
medios gubernamentales se ha insistido en que el caso no está
'cerrado aún' y que se revisará la 'conducta de Microsoft', para no
llegar a la medida 'extrema de tener que dividirla', pero podemos
estar seguros de que mientras Bush y su séquito de empresarios-políticos
estén en el poder, Gates, como muchos otros grandes hombres de
negocios, estará a salvo de todas esas 'molestias', teniendo la
seguridad de que podrá seguir sus prácticas monopolistas, con tal de
garantizarse el consumo de un mercado mundial que cada vez tiende a
reducirse más a causa de la crisis.
Las temibles tarjetas de crédito
Y
los casos de las empresas beneficiadas por las jugosas donaciones
hechas a Bush abarcan también a las compañías que expiden tarjetas
de crédito, tales como American Express, Visa o los mismos bancos,
muchos de los cuales hacen un muy buen negocio con dichos instrumentos
de crédito, que cobran intereses leoninos, de agio, que exprimen a
los deudores, cuya deuda, en muchos casos, se vuelve impagable.
Actualmente, los estadounidenses deben alrededor de 700.000 millones
de dólares en créditos por tarjetas y las citadas compañías están
aprovechando su 'buena amistad' con Bush para cobrarse alevosamente
todo ese dinero.
En
los primeros meses del 2001 se aprobaron una serie de medidas
destinadas a obligar a los clientes morosos a pagarles sus deudas a
las compañías, tanto el total, como los intereses. Según los
ejecutivos de las empresas, bajo las leyes anteriores, los deudores
podían muy fácilmente declararse 'en quiebra' y borrar su adeudo.
Bastaba con declararse 'insolvente' ante el gobierno y 'todo se
solucionaba', lo cual, señalan aquéllos, permitía que muchos
'holgazanes' se hicieran de una fortuna, gracias al crédito otorgado.
Probablemente eso haya cierto en algunos casos, los menos, como señalan
los críticos de las medidas, pero en la mayor parte de los deudores,
las cosas no son así y si no pueden pagar es porque realmente no
pueden hacerlo, menos durante la recesión, la que apenas, según se
dice, está ya superándose. Las nuevas disposiciones ordenan que
todos los deudores deben renegociar al menos un 25% de la deuda y
pagarla, para que así el banco le 'conceda la gracia' de extenderle
el plazo con la deuda restante. Ni tratándose de créditos de casas,
el banco o la compañía se ablandarán, ya que pueden embargar,
incluso, la propiedad si el deudor no tiene para pagar. Lo peor de
todo fue que esas empresas aplicaron esas leoninas decisiones durante
la fase más grave de la crisis económica estadounidense, con lo
cual, la mala situación financiera de los deudores, simplemente tendió
a agravarse, no así la de las empresas, no conformes con que sus
ganancias durante los pasados dos años aumentaron un impresionante
50%. Así pues, de nueva cuenta, se ve a un gobierno entreguista a los
intereses del gran capital.
El emporio General Electric
General
Electric comenzó haciendo focos hace más de 100 años. Pero ahora la
empresa se ha diversificado tanto y crecido tan enormemente, que es,
en nuestros días, una gigantesca corporación cuya finalidad
original, la fabricación de focos, constituye un monto bastante pequeño
en producción y en ventas. Las siguientes, son las actividades a las
que se dedica hoy GE, cuyas ventas anuales llegan a los ¡130,000
millones de dólares, casi una tercera parte del PIB mexicano!:
Motores para aviones. Esta actividad abarca el 8.2% de su producción
y asciende a 10.900 millones de dólares anuales. Es el mayor
fabricante de motores turbohélices y turbojets para aviones
comerciales y militares, desde el nuevo Airbus de la línea aérea Air
France, hasta el avión militar F/A 18E Super Hornet, bastante
utilizado en las guerras contra Afganistán e Irak.
Electrodomésticos.
Esta actividad abarca el 4.5% y asciende a 5.900 millones de dólares
anuales. GE es el fabricante número dos de electrodomésticos en EU.
Sus marcas incluyen GE, Mongram, Profile y Hotpoint. El señor Jeff
Immelt, el actual presidente de la compañía, se ganó su fama
trabajando hace años en ese competitivo sector.
Plásticos.
Esta actividad abarca el 5.9% y asciende a 7.800 millones de dólares
anuales. GE es uno de los más grandes surtidores de polímeros, los
cuales se emplean en muchas cosas, desde autos, hasta cocinas y baños.
Sistemas
generadores de electricidad. Esta actividad abarca el 11.25% y
asciende a $14,900 millones de dólares anuales. Es su segunda división
más grande y se encarga del diseño, fabricación, instalación y
mantenimiento de plantas eléctricas de todo tipo: gasolina, aceite,
carbón y nucleares.
Productos
industriales y sistemas. Esta actividad abarca el 9% y asciende a
11.800 millones de dólares anuales. Incorpora cuatro divisiones, las
que proveen transmisión de electricidad (interruptores de circuitos,
fusibles, protectores de sobrecarga), distribución eléctrica y
protección (como reguladores de voltaje), automatización y control
(conectores y desconectores, sistemas de control de turbinas) y
motores y controles (motores AC y DC, así como generadores). Otros
productos incluidos aquí son las lámparas, los accesorios eléctricos
(apagadores, contactos, etc.) y locomotoras.
Servicios
de capital GE. Esta actividad abarca el ¡50%! y asciende a 66.200
millones de dólares. Como puede verse, esto confirma la tendencia de
ésta y otros grandes consorcios, a dedicarse a actividades
especulativas, más rentables que la fabricación de cualquier cosa,
mientras no haya crisis, por supuesto. Es el más lucrativo segmento
de GE, y ofrece una amplia variedad de servicios financieros, desde
tarjetas de crédito privadas (por ejemplo, las ofrecidas por cadenas
de autoservicios), hasta hipotecas, arrendamiento industrial (de
maquinaria, por ejemplo), venta de equipo e, incluso, seguros de todo
tipo.
Productos
técnicos. Esta actividad abarca el 6% y asciende a 7.900 millones de
dólares. La división de productos médicos de GE fabrica equipo de
diagnóstico por imagen, tales como los de resonancia magnética,
ultrasonidos y los escáners CT. Otras divisiones desarrollan sistemas
de rayos X y de imágenes fluoroescópicas. Comunicación. Esta
actividad abarca el 5.2% y asciende a 5.200 millones de dólares. La
cadena de televisión NBC, considerada de alta calidad, tiene los
canales de cable MSNBC y CNBC, 13 estaciones poseídas y operadas por
aquélla, así como más de 220 afiliadas en los EU.
Pues
bien, sus generosas contribuciones a Bush, le valieron que éste
intentara, infructuosamente, mediar ante los reguladores europeos de
los negocios, cuando GE intentó adquirir a la empresa Honeywell,
manufacturera de controles de aviones, aduciendo aquéllos que se
hubiera gestado, de haberse concretado la operación, un gran
monopolio que pondría en peligro a empresas europeas tales como la
también fabricante de turbinas de aviones Rolls-Royce, de Inglaterra,
o a United Technologies, ésta, irónicamente, de EU. El italiano
Mario Monti fue quien se opuso férreamente a la compra, la que trató
de concretar el entonces director ejecutivo de GE, el señor Jack
Welch, muy 'buen amigo' de Bush.
De
todos modos, los buenos negocios siguen, pues los aviones Hornet, las
'estrellas' durante la reciente guerra de Estados Unidos contra Irak,
están equipados con motores GE, y se comportaron tan bien, que el
Pentágono ya ordenó la adquisición de varias decenas de aparatos a
los que, por supuesto, con un contrato de exclusividad, GE surtirá de
potentes máquinas.
En
fin, gracias a Mr. George W. Bush, Estados Unidos, actualmente, es el
paraíso perdido, tan añorado por las grandes corporaciones. Y por si
eso no bastara, además, gracias a la actual política militar de los
halcones de Washington, es de esperarse que los negocios estén mucho
mejor. Tal es el caso, por ejemplo, de la 'reconstrucción' del
invadido, destrozado Irak, en el cual, los fuertes intereses de
empresas tales como Halliburton - de la que Dick Cheney fuera alguna
vez presidente - General Electric o Exxon-Mobil, les permitirán
obtener muy buenas utilidades.
(*)
Catedrático de la Universidad Autónoma de México.
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