Testimonios
e Informe del Centro del Observatorio de la Ocupación en Bagdad
Matanza
en al-Qaim, otra Faluya desconocida
Por Imán Ahmad Jamas (*)
CSCAweb, 07/06/04
Traducción para CSCAweb de Sinfo
Fernández Navarro
"Este, Malik, -Mayid nos mostraba una lista de 47
nombres-, era disminuido mental. Tenía 51 años, le dispararon en la
pierna, gritaba pidiendo ayuda y entonces le dispararon en el pecho.
Este, Abdul Hai Farhan, estaba saliendo de la mezquita con las manos
levantadas cuando le dispararon en el cuello. Mahmud Shakir Salih, al
tratar de ayudarle le dispararon e hirieron en el abdomen. Nos
pidieron ayuda y no pudimos hacer nada. Murieron desangrados. Hubo
muchos discapacitados que murieron el 17 de abril".
El informe del Centro del
Observatorio de la Ocupación en Bagdad que presentamos a continuación
y la aportación de testimonios que incluye dan cuenta de uno más de
los episodios de ataques indiscriminados de las fuerzas de ocupación
estadounidenses en Iraq contra población civil de aldeas y ciudades
del país. Al-Qaim, una pequeña localidad rural al norte de Iraq,
sufrió los días 17 al 19 de abril de 2004 una incursión militar por
parte de las tropas de ocupación que habría causado la muerte de al
menos cinco soldados estadounidenses y más de cien iraquíes [1]. Los
hechos que narra este informe no trascendieron entonces porque los
duros combates que en las mismas fechas se estaban desarrollando en
Faluya entre los combatientes de la resistencia y los marines estadounidenses
acapararon entonces toda la atención mediática [2].
Sin embargo, cuando el Centro del
Observatorio de la Ocupación investigaba el bombardeo estadounidenses
por tierra y aire del pasado 18 de mayo que causó la muerte de 45
personas mientras disfrutaban de una boda popular en la aldea próxima
de Mugrldib (transcrito también Makr al-Deeb) [3], se desveló que un
mes antes al-Qaim había sido atacada indiscriminadamente en una
contundente operación militar contra población civil y contra los
propios efectivos de la policía iraquí de la localidad.
Los hechos aquí narrados ponen en
evidencia no solo la brutalidad de las prácticas militares
estadounidenses, que reproducen las mismas tácticas que el ejército
israelí practica en Palestina, sino que el bombardeo contra la
mencionada boda un mes después podría haberse llevado a cabo como
represalia del ejército estadounidense por lo sucedido un mes antes
en al-Qiam. [CSCAweb]
El pasado mes de abril fue el mes de Faluya: todas las
agencias de los medios de comunicación informaron sobre la batalla
que tenía lugar en esa ciudad. En cambio, sólo apareció un corto
subtítulo en la lista de noticias del 17 de abril que indicaba que se
habían producido combates en al-Qaim, a 420 kilómetros al oeste de
Bagdad, que una patrulla estadounidense había sido atacada y que habían
muerto entre siete y nueve soldados. Al día siguiente hubo un breve
reportaje que mostraba las calles vacías de una pequeña ciudad rural
iraquí. La noticia se olvidó velozmente.
Cuando fuimos hasta al-Qaim para averiguar lo que había
sucedido en la masacre de la boda del 18 de mayo [en Mugrldib], todo
el mundo, incluso los funcionarios, comentaba lo que había ocurrido
allí mismo el 17 de abril. La gente estaba indignada porque más de
cien personas habían sido asesinadas; pero lo que más les hería era
que la mayoría habían sido niños, mujeres y ancianos que podían
haberse salvado si se les hubiera podido prestar ayuda médica
inmediata, así como el hecho de que muchos de ellos habían sido
asesinados dentro de sus casas. La amargura era el sentimiento común
y compartido. El Dr. Hamdi al-Alusi, director del hospital, nos dijo
que el 17 de abril había sido el día más miserable de su vida.
Testimonio de Hamdi al-Alusi, director del hospital
-Dr. Hamdi al-Alusi: Estuve recibiendo llamadas de socorro
durante 24 horas, las ambulancias estaban preparadas para acudir pero
las tropas estadounidenses nos lo impidieron. Yo mismo fui a hablar
con ellos, envié a varios doctores y siempre nos dieron una negativa
por respuesta. Incluso nos amenazaron diciendo que si alguna
ambulancia se atrevía a salir del hospital le dispararían y matarían
al conductor. Y así lo hicieron con una -puede verla en el garaje-,
hiriendo al conductor en el cuello. Pedimos ayuda al Creciente Rojo,
al alcalde, a la policía, a los oficiales médicos, pero hasta
pasadas 24 horas no nos permitieron movernos y prestar auxilios y aún
así tan sólo a niños y mujeres, no a los hombres, cualquiera que
fuera su edad. Se nos murió un niño de 14 años; no nos permitieron
rescatarle. Muchos heridos murieron desangrados.
-Imán
Jamas: ¿A cuantas personas mataron?
-Dr. Hamdi al-Alusi: Entre 70 y 100 personas.
-Imán Jamás: ¿No sabe el número exacto?
-Dr. Hamdi al-Alusi: No, ese fue uno de nuestros mayores
problemas. Pasadas 24 horas, los estadounidenses nos permitieron
atender a los heridos y enterrar a los muertos, pero las familias se
habían apresurado a enterrar a sus muertos porque temían que los
combates estallaran de nuevo. Muchos de ellos habían sido enterrados
en el jardín de sus casas. Una de las mujeres, que estaba embarazada,
y a la que habían disparado en la cabeza, se estuvo desangrando y
cuando enviamos por ella para que la trataran en Hit, una ciudad
cercana, se nos murió en el camino. En la actualidad nuestro hospital
está arrasado. El 18 de abril, después de permitirnos ayudar a los
heridos, muchos vehículos blindados estadounidenses entraron en el
hospital; querían ver a los heridos. Les dije que lo sentía
profundamente pero que no era posible porque muchos de los heridos habían
muerto en las últimas 24 horas. Entonces reunieron a los empleados
del hospital, incluidos los doctores y los especialistas, les tumbaron
en el suelo, boca abajo, y les registraron por todas partes sin dar
explicaciones.
-Imán
Jamas: ¿Qué hizo usted?
-Dr. Hamdi al-Alusi: Escribí protestando a los oficiales médicos
y todavía estoy esperando la respuesta. Pero esa no fue la única
humillación con la que nos obsequiaron. El 20 de abril [los soldados
estadounidenses] volvieron y me dijeron que querían a la Dra. Laman.
Ella es ginecóloga. Querían llevársela para interrogarla en las
oficinas de aduanas [de la frontera con Siria] que utilizan como base
militar. Me negué a menos que yo la acompañara y les dije que iríamos
en ambulancia, no en un vehículo militar [estadounidense].
Accedieron. Tuvimos que esperar 90 minutos. Entonces nos llevaron en
tres [vehículos multirruedas blindados] Humvees hasta otra
base a 40 kilómetros de al-Qaim, donde nos ataron las manos y nos
cubrieron las cabezas con sendos sacos. Cuando protesté nos dijeron
que era necesario hacerlo así. Dijeron que la Dra. Laman estaba
acusada de ayudar a una persona herida. Les dije que yo, como doctor,
la hubiera sancionado si ella no hubiera ayudado a un herido:
"Somos médicos; ayudamos a las personas sin importarnos quiénes
son", afrimé. Les dije que yo mismo había atendido a un soldado
irlandés en 1991 que está ahora sano y salvo en su casa; que ayudé
a decenas de soldados iraníes en la guerra entre Iraq e Irán. Esas
son las reglas y ellos las conocen bien.
Testimonio de Mayad Mijlif, administrativo del hospital
El Sr. Mayad Mijlif, el ayudante administrativo, confirmó lo
que nos decía el doctor. De camino al departamento administrativo
fuimos a comprobar los nombres, edades y sexo de las víctimas, Mayad
señaló la verja que había en la parte sur del hospital diciendo:
"[...] Durante el combate encontramos el cuerpo de un
hombre que había sido lanzado allí metido en un saco de plástico.
No le habían disparado, pero tenía hematomas en los ojos y la boca
que estaban muy hinchados. Había marcas de cigarrillos apagados en el
pecho y en la espalda. Y también algo extraño, una estrella azul de
seis puntas dibujada en su hombro derecho por un bolígrafo o un
sello".
-Imán
Jamas: ¿Una estrella de David?, ¿por qué?
-Sr. Mayad: No sé, tenemos fotos y vídeo, los médicos nos
han dicho que ha muerto hace tan solo una hora. Pero no era la primera
vez que encontrábamos un cuerpo lanzado cerca del hospital. Hallamos
también el cuerpo de Akram Hannush Yaqub al-Rawi, un funcionario en
excedencia de 45 años que trabajaba en una gasolinera. Antes de que
encontráramos su cuerpo había estado arrestado durante una semana en
la base estadounidense de Kilo 22. Dos detenidos más en la
misma base dijeron que habían visto a Akram allí en una celda con
las manos atadas colgando del techo, que suplicaba agua y que se
negaban a dársela. Las marcas de sus muñecas eran muy evidentes.
Enviamos el cuerpo al hospital forense en Ramadi.
Posteriormente, esa tarde, llamamos también a la comisaría
para preguntar por lo ocurrido el 17 de abril y nos dieron cita para
el día siguiente. Alegaron que estaban muy ocupados porque acababan
de encontrar los cuerpos descompuestos de cuatro hombres y que estaban
intentando reconocerlos. Hacía menos de un mes que les habían
matado.
En el departamento administrativo nos dieron una lista de víctimas;
la mayoría con disparos en la cabeza, pecho y abdomen:
"[...] Este, Malik, -Mayid nos mostraba una lista de 47
nombres-, era disminuido mental. Tenía 51 años, le dispararon en la
pierna, gritaba pidiendo ayuda y entonces le dispararon en el pecho.
Este, Abdul Hai Farhan, estaba saliendo de la mezquita con las manos
levantadas cuando le dispararon en el cuello. Mahmud Shakir Salih, al
tratar de ayudarle le dispararon e hirieron en el abdomen. Nos
pidieron ayuda y no pudimos hacer nada. Tratamos de ayudarles por teléfono,
diciéndoles lo que debían hacer para contener la hemorragia;
presionar las heridas, vendarlas, pero no conseguimos nada. Murieron
desangrados. Hubo muchos discapacitados que murieron el 17 de abril.
Homeidi Letlut, le llamamos Hleil, tenía una sola pierna, y Sabah,
que era sordomudo, ambos murieron también."
Había muchos agujeros de bala en las paredes del hospital.
"Nos han disparado muchas veces", explicó Mayid, "en
una ocasión, dispararon a un médico que llegaba para hacer el turno
de noche. El 17 de abril dispararon cientos de balas contra el
hospital. Un hombre que estaba sentado en esta camilla esperando que
le hicieran una radiografía recibió seis balas y murió en pocas
horas".
-Imán
Jamas: ¿Había sido declarado el Estado de sitio?
-Sr. Mayad: No, era un día normal. Yo envié a mis hijos al
colegio. Una de nuestras empleadas, Nahla Kurdi, fue también herida
cuando iba de camino a su trabajo. También dispararon a una niña de
nueve años.
-Imán
Jamas: ¿Qué es lo que ocurría?
-Sr. Mayad: No lo sé exactamente. Dijeron que la base
estadounidense instalada en las oficinas de aduanas había sido
atacada. Está a unos dos kilómetros de la ciudad. Pero los
estadounidenses empezaron a disparar por las calles contra todo.
Incluso llegaron a atacar la comisaría (como nos había dicho su
director, el teniente coronal Imad).
Testimonio de Yidr Abdul Hamid, recepcionista del Hospital
"[...] También dispararon a dos pastores que estaban en
la puerta del hospital y que querían llenar de agua el depósito de
su camión. Traté de rescatarles pero los estadounidenses me
detuvieron hasta que el Dr. Hamdi les envió una carta en inglés.
Rescatar a los heridos del 18 de abril fue la cosa más complicada que
he hecho en mi vida. Había un vehículo blindado cada 50 metros. Querían
matar a Abdul Rahim Zabba, de 45 años, que estaba desangrándose tras
haber sido herido en su casa, y habían matado ya a su hijo Anmar, de
10 años. Nos detuvieron otra vez cuando tratamos de rescatar a una
mujer de 35 años y a un niño de 12. Durante ese día tuvimos 45
heridos. Cuando fuimos a Karabla, a 8 km. de al-Qaim para tratar de
conseguir sangre, nos pararon y dijeron que estábamos ayudando a los
terroristas. Les contesté que podían acompañarme y asegurarse de
que yo sólo trataba de conseguir sangre para ayudar a una
mujer."
Hamid continuó relatándonos las historias de Husa, la mujer
de Riyab, y de Betul, su hermana, que murieron en su casa por los
disparos de un francotirador; la de un teniente coronel de policía,
Yamil, al que disparó otro francotirador, y la de Ahmad, que trató
de ayudarle y al que dispararon en la cabeza en su casa; la de los dos
hijos de Fazi, a los que dispararon en el interior de su casa y se
desangraron hasta morir.
Jaleif al-Salmani
Jaleif al-Salmani es un hombre de cuarenta y pocos años que
perdió la mano derecha en 1987 cuando era soldado en la guerra de Irán.
A su mujer, Esaf Ghazai Herbi, de 30 años, le dispararon el 17 de
abril por la tarde en su casa. Una madre de nueve criaturas,
embarazada de seis meses. En al-Qaim, como en muchas otras zonas de
Iraq, la gente construye el baño fuera de la casa, en el jardín.
Esaf iba desde el baño al interior de su casa cuando un francotirador
estadounidense que estaba escondido en la segunda planta de la casa
vecina le disparó en la cabeza. Aún hay muchos agujeros en la pared
junto a la que le dispararon. Jaleif estaba en el mercado con su hijo
mayor Imad, de 14 años, vendiendo una oveja que su mujer había
matado. Uno de los vecinos de la casa de al lado saltó la valla y
llevó a Esaf dentro. Estaba inconsciente y sangraba. Llamó al
hospital muchas veces sólo para que le dijeran que no podían ir a
ayudarle, que las tropas estadounidenses se lo impedían. No fue sino
hasta el mediodía del día siguiente cuando una ambulancia pudo
llegar para ayudar a Esaf. Murió con su bebé camino del hospital.
Cuando preguntamos a Ammar, de 18 meses, el hijo menor de Esaf, dónde
estaba su madre, nos dijo "Bush la mató". Jaleif está
furioso, "¿qué voy a hacer ahora?. Si ésta es la democracia
que nos prometieron, no la queremos".
Hamdiya Abid Mhawis, madre de familia
La puerta de la casa de al lado es la de Fleiyh Abid Hommadi,
de cincuenta y pico años, empleado en la gasolinera. Fleiyh recibió
un disparó en el pecho cuando salió de su casa al jardín para
rescatar a Esaf. Murió inmediatamente en la terraza. Parece que el
mismo francotirador que mató a Esaf disparó también a Fleiyh porque
las balas procedían de la misma dirección, a la derecha de ambas
casas. De nuevo vimos que la valla del jardín estaba llena de
agujeros de bala. Hamdiya Abid Mhawis, su mujer, estaba poniéndose un
velo negro cuando salía para reunirse con nosotros. Lloraba. Pero
después de un rato, al contar la historia de la muerte de su marido,
se indignó y se quitó el velo. Hamdiya tiene 13 hijos, ocho niñas y
cicno niños; el mayor acaba de marcharse voluntario para luchar con
las fuerzas de la resistencia.
"[...] Cuando le dispararon estaba intentando ayudar a
nuestra vecina, le arrastramos hasta el vestíbulo, tratamos de hacer
algo, pero se nos murió. Le enterramos temporalmente durante cinco días
en el jardín. El no tenía nada que ver con la resistencia; de hecho,
los estadounidenses les dieron un papel en que ponía que Fleyh era un
buen hombre, entonces ¿por qué le mataron?. Disparan por todas
partes, todos los cristales de nuestras ventanas están rotos y
estamos aterrados, durante este último año hemos vivido
continuamente aterrados. ¿Es ésta la libertad que nos prometieron?.
Han destrozado a mi familia, ¿Qué clase de seres son? ¿Por qué nos
matan de esta manera? ¿Qué les hicieron una mujer embarazada y mi
marido? ¿Por qué nos humillan hasta dentro de nuestras casas? Quiero
preguntarle a Bush por qué nos está haciendo todo esto. ¿Aceptarían
los estadounidenses que alguien les hiciera lo mismo a ellos?"
Abdul Rahman Mijlif Mohamad, 35 años, ferroviario
Abdul Rahman Mijlif Mohamad, de 35 años, es maquinista de
tren y vive cerca de la estación. Estaba en casa cuando la zona fue
asaltada después del terrible bombardeo del 17 de abril. Se le sacó
fuera de la casa; los soldados estaban registrándola cuando oyó la
noticia de que su hermano, un trabajador de aduanas, había sido
arrestado.
"[...]Yo sé por qué le arrestaron, su único problema
es su nombre, Sadam, y además él nunca ha participado en ningún
acto de violencia. Mi madre se desmayó cuando oyó la noticia, yo
estaba ocupado intentando ayudarla cuando tuve otra llamada para
decirme que a mi padre le había disparado un francotirador y que yacía
en la calle, sin nadie que pudiera ayudarle. Mi padre, de 65 años, es
guarda en la estación de ferrocarril. No sé por qué abandonó la
estación, quizá estaba intentando ayudar a alguien o sólo trataba
de volver a casa tras escuchar que había sido asaltada y mi hermano
arrestado. No pude recuperar el cuerpo de mi padre hasta el día
siguiente; tenía muchos disparos en el pecho. Le enterramos en el
jardín. No entiendo por qué le dispararon, era viejo y estaba
desarmado, pero ellos disparan a todo el mundo. Incluso dispararon a
un niño de 10 años, Anmar Rahim Zabba, que se asomó a la puerta de
su casa para mirar los aviones. Mi hermano está aún en Abu Guraib,
no encontraron nada en nuestra casa, pero su nombre es para ellos un
problema."
Ahmed y Yamil, teniente coronel de la policía iraquí
La historia más extraña es la de Ahmed y su primo Yamil,
que era teniente coronel de policía y a quien los estadounidenses
conocían. Yamil salió de su casa el 17 de abril por la tarde para
ver a su primo que vive en la puerta de al lado. Un francotirador
estadounidense le disparó en el hombro izquierdo, en la pierna y en
el costado. Cayó al suelo en medio de la calle y empezó a llamar
pidiendo ayuda. Nadie podía ayudarle aunque la calle no tenía más
de cinco metros de ancho. Su primo Ahmed, que tiene una tienda de
ultramarinos, le lanzó una manguera y fue arrastrándole hasta la
casa. Entonces los estadounidenses llegaron hasta allí y registraron
la casa.
Se dieron cuenta de que era un oficial de policía. Les pidió
que le ayudaran pero se negaron y se marcharon. La familia intentó
llamar a una ambulancia para que le ayudaran pero fue imposible
conseguirla. Después de un rato, otro grupo de tropas estadounidenses
se acercó a la zona y vio la sangre que cubría la calle y que
llegaba hasta la casa de Ahmed. Rompieron la puerta e irrumpieron
dentro. Ahmed les mostró la tarjeta de identidad de Yamil pero fue inútil:
dispararon a Ahmed en el pecho que cayó muerto en el acto.
Registraron la casa pero no encontraron nada. Se marcharon. Yamil
permaneció desangrándose hasta el día siguiente; murió al
amanecer.
Fazi
Dgheiym, jubilado
Fazi Dgheiym es un funcionario jubilado de unos sesenta años
y era uno de los hombres más tristes que he visto en mi vida. Sólo
contestó a mi pregunta como muestra de respeto, aunque hubiera
preferido no hablar. Fazi perdió a dos de sus hijos, Ghazuan, de 20 años,
y Sufian, de 23, al mismo tiempo dentro de su casa. En la tarde del 17
de abril el tiroteo se detuvo durante un rato. Por curiosidad, Sufian
se asomó a la puerta para echar un vistazo a la calle y entonces un
francotirador le disparó en el pecho, en el lado izquierdo. Su
hermano Ghazuan estaba lavando el coche en el garaje cuando vio que su
hermano se desplomaba en el suelo. Fue corriendo para auxiliarle y
entonces un helicóptero le disparó a él en el muslo. Un tercer
hermano, Marwan, llegó asimismo corriendo al ver la situación de sus
hermanos y también le dispararon pero solo perdió un dedo de la
mano. Fazi trató de obtener ayuda del hospital y del Creciente Rojo
pero fue inútil: aquel día nadie podía moverse por las calles de
al-Qaim.
Fazi tuvo que contemplar cómo sus hijos se desangraban en
dos horas hasta morir frente a su madre y toda la familia. Ghazuan
murió primero, tras 90 minutos, porque el helicóptero le había
disparado en la aorta. Sufian murió después de dos horas. Los
cuerpos tuvieron que permanecer en la casa hasta la mañana siguiente,
en que el padre los enterró de forma temporal en el jardín. Cuando
pasaron dos días, fueron enterrados adecuadamente en el cementerio.
"Eso no es libertad -dijo Fazi con amargura-. Eso es
nazismo".
Riya Nawaf, alcalde de al-Qaim
Riya Nawaf, alcalde de al-Qaim, nos contó cómo se las
arregló para llegar a un acuerdo con los estadounidenses en el
segundo día de los combates para que permitieran que las ambulancias
pudieran trasladarse para recoger a los heridos, enterrar a los
muertos y para que compensaran a los civiles.
-Imán
Jamas: Mucha gente dice que los estadounidenses no dan
compensaciones por nada ni por nadie.
-Riya
Nawaf: Es verdad. Anteriormente al mes de abril tuvimos
otro tipo de soldados que no eran marines. Abrieron una oficina de
reclamaciones y dijeron a la gente que presentaran sus demandas y la
gente lo hizo [4]. La gente preparó todos los documentos que les
solicitaban, pero los estadounidenses compensaron sólo a unos pocos,
siete u ocho entre cientos de casos: asesinatos, heridos, propiedades
dañadas, dinero, oro, joyas y documentos robados y rechazaron
devolver lo que se reclamaba. Cuando esas tropas se marcharon en abril
se llevaron todo con ellos, incluidas las reclamaciones y los
documentos sobre los casos. Preguntamos a los soldados que están
ahora qué iba a pasar con todo eso y nos dijeron que ellos no tenían
por qué hacer nada sobre hechos de los que no eran responsables. Los
iraquíes no pueden comprender esta situación, para ellos todos son
soldados estadounidenses.
-Imán
Jamas: ¿Quiénes eran los últimos soldados?, ¿de qué
clase?
- Riya Nawaf: No lo sé, les llamamos sólo Fuerzas de la
Coalición, no sabemos en qué brigada o en qué batallón están. Lo
que no entiendo es por qué destrozan y rompen cosas y dicen que nos
compensarán. En muchos casos, las compensaciones son sólo simbólicas.
En otras ni siquiera admiten que hayan cometido una falta.
Hace poco tiempo apareció una noticia en televisión
informando de que las fuerzas de policía de al-Qaim habían dimitido
en grupo. Para nosotros esa noticia no constituyó ninguna sorpresa,
la esperábamos. Cuando les visitamos unos días antes pudimos
comprobar lo frustrados que se sentían. Les habían tratado peor
incluso que al hospital. Las dos únicas comisarías en al-Qaim y
Rummana, a pocos kilómetros una de otra, fueron asaltadas,
destrozadas sus puertas, confiscadas las armas y robado el dinero.
Incluso se les prohibió que se movieran, igual que en el caso de las
ambulancias, y les amenazaron con dispararles si salían de la comisaría.
Las tropas estadounidenses dispararon contra un teniente coronel de
policía [iraquí], Yamil (al que nos hemos referido antes).
Rechazaron ayudarle aunque reconocieron su tarjeta de identidad. Le
dejaron desangrarse hasta morir y mataron al hombre que trataba de
ayudarle. Otros tres oficiales [iraquíes] fueron arrestados hace seis
meses, el capitán Judeiyr, el teniente Rad y el teniente Yeiri. No se
sabe por qué fueron arrestados, por qué tienen prohibidas las
visitas o cualquier otro derecho, sienten que no merecen ese trato y
que podrían cuidar de la seguridad con la mitad del personal que
tienen ahora, si los estadounidenses les dieran tan solo una
oportunidad.
Notas de
CSCAweb:
1. Sobre esta batalla informó
CSCAweb en el 'Diario de la resistencia' del 17 de abril. Véase:
Diario de la resistencia - Abril de 2004
2. Véase en CSCAweb: Carlos Varea:
Sobre los sucesos de Faluya: 'Una derrota múltiple para EEUU' |
Declaración del CSCA: Con Faluya, con el pueblo iraquí. Retirada
inmediata de todas las tropas extranjeras de Iraq - Declaración del
International Action Center | Ibrahim Alloush: Diez lecciones estratégicas
de la experiencia de Faluya | Sinfo Fernández: Tras los sucesos de
Faluya. Soldados, mercenarios y empresarios: La privatización de la
guerra avanza en el Iraq ocupado.
3. Véase en CSCAweb: Iman Ahmad
Jamas: Boda de sangre en Mugrldib: Testimonios e Informe del Centro
del Observatorio de la Ocupación en Bagdad - El Pentágono admitió
haber atacado la aldea de Mugrldib, quizás una represalia premeditada
4. Véase en CSCAweb: Informe:
"Violaciones de derechos humanos y demandas relacionadas con las
operaciones militares de EEUU en Iraq"
(*) Imán Ahmad Jamas, iraquí,
es la directora del Centro del Observatorio de la Ocupación, en
Bagdad. Con su equipo, el Centro se dedica desde pocos meses después
de la invasión anglo-estadounidense a documentar los efectos de la
ocupación en la sociedad iraquí y a recoger testimonios que aportan
en sus informes. Este informe, elaborado el pasado 22 de mayo en la
ciudad de al-Qaim ha sido remitido por Jamas a CSCAweb.
El CSCA ha iniciado un programa de
emergencia en colaboración con el Centro del Observatorio.
Véase en CSCAweb: Eman A. Khamas:
Llamamiento de emergencia en solidaridad con el pueblo iraquí -
Programa de emergencia de la CEOSI en colaboración con el
Observatorio de la Ocupación | Eman Jamas: Las mujeres iraquíes en
las cárceles de la ocupación, objetos e instrumentos de violaciones
| Informe: "Violaciones de derechos humanos y demandas
relacionadas con las operaciones militares de EEUU en Iraq"
Enlaces relacionados:
Carlos Varea: Sobre los sucesos de
Faluya: 'Una derrota múltiple para EEUU'
Declaración del CSCA: Con Faluya,
con el pueblo iraquí. Retirada inmediata de todas las tropas
extranjeras de Iraq - Declaración del International Action Center
Ibrahim Alloush: Diez lecciones
estratégicas de la experiencia de Faluya
Sinfo Fernández: Tras los sucesos
de Faluya. Soldados, mercenarios y empresarios: La privatización de
la guerra avanza en el Iraq ocupado
Iman Ahmad Jamas: Boda de sangre en
Mugrldib: Testimonios e Informe del Centro del Observatorio de la
Ocupación en Bagdad - El Pentágono admitió haber atacado la aldea
de Mugrldib, quizás una represalia premeditada
Informe: "Violaciones de
derechos humanos y demandas relacionadas con las operaciones militares
de EEUU en Iraq"
Diario de la resistencia - Abril de
2004
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