Los asesores y consejeros que
promovieron la guerra
Se enriquecen
como intermediarios en la
reconstrucción
Economist Intelligence Unit /The Economist
Traducción de La Jornada, México,
04/08/04
En los meses y años que condujeron
a la invasión de Irak, encabezada por Estados Unidos, marcharon
juntos a la vanguardia de quienes propugnaban la guerra; como
cabilderos, asesores en relaciones públicas y consejeros
confidenciales de importantes funcionarios del gobierno, lanzaron
advertencias contra las armas iraquíes de destrucción masiva,
ensalzaron al líder exiliado Ahmed Chalabi y sostuvieron que derrocar
a Saddam Hussein era una cuestión de seguridad nacional y un deber
moral.
Ahora, mientras los combates continúan
en Irak, cobran decenas de miles de dólares en honorarios por ayudar
a empresas clientes a buscar contratos federales y otras oportunidades
financieras en Irak.
Por ejemplo, un antiguo asistente
del Senado que contribuyó a obtener fondos del gobierno para
opositores a Hussein en el exilio, los cuales tienen hoy día
participación activa en asuntos iraquíes, posee un contrato por 175
mil dólares para asesorar a Rumania en la obtención de negocios en
Irak.
La facilidad con que estas personas
han pasado de promover políticas y aconsejar a altos funcionarios del
gobierno para ganar dinero en actividades ligadas con sus políticas y
consejos, refleja los borrosos límites existentes en ocasiones entre
los intereses públicos y privados en Washington. En la mayoría de
los casos, las leyes federales sobre conflicto de intereses no se
aplican a ex funcionarios o a quienes fungen sólo como asesores.
Larry Noble, director ejecutivo del
Centro para Políticas Responsables, señaló que las acciones de ex
funcionarios y otros que participan en juntas de asesores del
gobierno, si bien no son ilegales, pueden plantear la aparición de
conflictos de interés. ''Ponen en duda si el consejo que dan es por
su propio interés más que por interés público'', expresó.
Michael
Shires, profesor de política
pública en la Universidad Peppeddine, piensa de otra manera. ''No veo
una cuestión ética en eso'', opina. ''Lo que veo son individuos que
miran por sus propios intereses''.
El caso Woolsey, ex director de la
CIA
El ex director de la CIA, R. James
Woolsey, es un ejemplo prominente del fenómeno, al mezclar sus
intereses de negocios con los que, según él, son los intereses
estratégicos del país. Salió de la CIA en 1995, pero sigue siendo
consejero del gobierno en asuntos de inteligencia y seguridad
nacional, Irak entre ellos. Al mismo tiempo trabaja para dos empresas
privadas que hacen negocios en el país árabe y es socio de una compañía
que invierte en firmas especializadas en servicios de seguridad y
antiterrorismo.
Woolsey declaró en una entrevista
que no participa directamente en las actividades de la empresa
relacionadas con Irak. Sin embargo, como vicepresidente de la firma
consultora Booz Allen Hamilton, fue orador en mayo de 2003 en una
conferencia copatrocinada por la compañía, en la cual unos 80
ejecutivos de empresas y otros pagaron hasta mil 100 dólares cada uno
para escucharlo disertar sobre el panorama económico y las
oportunidades de negocios en Irak.
Antes de la guerra, Woolsey fue
miembro fundador del Comité para la Liberación de Irak, organización
fundada en 2002 a solicitud de la Casa Blanca para ayudar a ganar
apoyo público para la guerra. También escribió sobre la necesidad
de un cambio de régimen y formó parte del comité asesor de la CIA y
del Consejo de Política de la Defensa, cuyos miembros honorarios han
dado asesoría sobre Irak y otros asuntos al secretario de la Defensa,
Donald H. Rumsfeld.
Woolsey es parte de un pequeño
grupo que muestra con inusitada claridad la forma, semejante a un
engranaje, en que puede operar el sistema de los ''iniciados'': moviéndose
en los mismos círculos sociales, a menudo participando juntos en
comités gubernamentales y con grupos de reflexión y de asesoría que
tienen ideas similares, escribían cartas a la Casa Blanca para exigir
la acción militar en Irak, formaban organizaciones que presionaban
por la invasión e impulsaban la legislación que autorizaba la ayuda
a grupos en el exilio.
Una vez que comenzó la guerra, y a
pesar de la violencia y la inestabilidad en Irak, se han colocado en
consorcios privados.
Los otros
En el grupo, además de
Woolsey,
figuran:
*
Neil Livingstone, antiguo
auxiliar del Senado que fue asesor del Pentágono y del Departamento
de Estado y lanzó repetidos llamados públicos a derrocar a Saddam
Hussein. Encabeza la empresa GlobalOptions, radicada en Washington,
que proporciona contactos y servicios de consultoría a compañías
que hacen negocios en Irak.
*
Randy Scheunemann, antiguo asesor
de Rumsfeld que ayudó a redactar la Ley de Liberación de Irak de
1998, la cual autorizaba una partida de 98 millones de dólares en
ayuda estadunidense a grupos iraquíes en el exilio. Fue presidente
fundador del Comité para la Liberación de Irak. Ahora ayuda a los
estados que formaron parte del bloque soviético a obtener negocios
allá.
*
Margaret Bartel, administró
fondos federales canalizados al grupo de Chalabi en el exilio, el
Congreso Nacional Iraquí (CNI), inclusive los destinados al programa
de inteligencia de preguerra sobre las supuestas armas de destrucción
masiva iraquíes. Ahora dirige una firma consultora de la zona de
Washington que ayuda a presuntos inversionistas a encontrar socios
iraquíes.
*
K. Riva Levinson, cabildera en
Washington y especialista en relaciones públicas, recibió fondos
federales para conseguir apoyo para el CNI antes de la guerra. Tiene
estrechos vínculos con Bartel y ahora ayuda a compañías a abrir
puertas en Irak, en parte mediante sus contactos con el CNI.
Otros promotores de la acción
militar contra Hussein buscan ahora oportunidades de negocios en Irak.
Dos ardientes partidarios de la acción militar, Joe Allbaugh, que
dirigió la campaña del presidente Bush para la Casa Blanca en 2000 y
más tarde encabezó la Agencia Federal de Manejo de Emergencias, y
Edward Rogers hijo, asistente del presidente Bush, ayudaron en fecha
reciente a crear dos empresas para promover negocios en el Irak de
posguerra. El bufete jurídico de Rogers cuenta con un contrato por
262 mil 500 dólares para representar al Partido Demócrata del
Kurdistán iraquí. Sin embargo, ni Rogers ni Allbaugh tienen el alto
perfil de Woolsey.
Poco después de los ataques del 11
de septiembre de 2001, Woolsey escribió un artículo de opinión en
The Wall Street Journal en el que afirmaba que un Estado extranjero
había ayudado a Al Qaeda a preparar los ataques. Nombró a Irak como
el principal sospechoso. En octubre de 2001 el subsecretario de
Defensa, Paul D. Wolfowitz, envió a Woolsey a Londres para recabar
información de inteligencia que vinculara a Hussein con los ataques.
En la conferencia de mayo de 2003
en Washington, titulada Compañías en el terreno: el reto para las
empresas en la reconstrucción de Irak, Woolsey habló sobre
cuestiones políticas y diplomáticas que podrían afectar el progreso
económico. También se manifestó a favor de la decisión del
gobierno de Bush de dar preferencia a empresas estadunidenses en los
contratos de reconstrucción.
En una entrevista, Woolsey sostuvo
que no veía conflicto entre promover la guerra y después asesorar a
empresas para hacer negocios en Irak. Su firma Booz Allen es
subcontratista de un convenio en telecomunicaciones por 75 millones de
dólares en Irak y también ha dado apoyo para la administración de
donaciones federales. Woolsey aseguró que no participó en esa tarea.
El ex director de la CIA fue
entrevistado en la oficina en Washington del Paladin Capital Group,
firma de capital de riesgo de la cual es socio. Paladin invierte en
compañías dedicadas a la seguridad interna y a la protección de
infraestructura, declaró. También es consejero por honorarios de
GlobalOptions, la empresa de Livingstone. Sostuvo que su trabajo en
esa empresa no tiene que ver con Irak.
Bajo la dirección de Livingstone,
Global-Options ''ofrece una amplia gama de servicios de seguridad y
manejo de riesgos'', según su sitio web. En un artículo de opinión
para Newsday, en 1993, Livingstone escribió que Estados Unidos ''debe
emprender un masivo programa encubierto destinado a derrocar a Hussein''.
En una entrevista reciente,
Livingstone aseguró que tenía reservas respecto de la guerra, sobre
todo por el fracaso en encontrar armas de destrucción masiva. Pese a
ello ha sido orador regular en seminarios sobre inversiones en Irak.
En tanto Livingstone se ha enfocado
en oportunidades para estadunidenses, Scheunemann se ha concentrado en
ayudar a estados del antiguo bloque soviético. Encabeza una firma de
cabildeo en Washington llamada Orion Strategies, la cual comparte el
domicilio del vocero del Congreso Nacional Iraquí en la capital
estadunidense y la del ahora extinto Comité para la Liberación de
Irak.
Entre los clientes de Orion está
Rumania, que firmó un contrato por 175 mil dólares a nueve meses a
principios de este año. Entre otras cosas, el contrato indica que
Orion promoverá los ''intereses de Rumania en la reconstrucción de
Irak''. Scheunemann también ha viajado a Latvia, antiguo cliente de
Orion, y se reunió con un grupo de empresarios para analizar
prospectos sobre Irak.
Pocas personas abogaron por la
guerra con tanto vigor como Scheunemann. Apenas una semana después
del 11 de septiembre, se unió a otros conservadores para enviar una
carta a Bush en la que exigían el derrocamiento de Hussein. En 2002
se convirtió en el primer presidente del Comité para la Liberación
de Irak, el cual obtuvo su mayor éxito el año pasado, cuando 10 países
de Europa oriental respaldaron la invasión estadunidense. Conocidos
como ''los 10 de Vilnius'', mostraron que ''Europa está unida por un
compromiso para poner fin al régimen sanguinario de Saddam'', dijo
Scheunemann en esa ocasión.
Scheunemann se negó a hablar sobre
sus actividades relacionadas con negocios en Irak. ''No puedo ayudar
en eso'', respondió. Scheunemann, Livingstone y Woolsey desempeñaron
sobre todo en público su papel de promoción de la guerra. En
contraste, Bartel y Levinson operaron más que nada fuera de la mirada
pública.
A principios de 2003, Bartel se
volvió directora de Boxwood Inc., empresa de Virginia fundada para
recibir fondos estadunidenses para el programa de inteligencia del
Congreso Nacional Iraquí. Hoy, críticos en el Congreso afirman que
el CNI suministró información falsa sobre los esfuerzos de Hussein
por desarrollar armas de destrucción masiva y sus vínculos con Osama
Bin Laden.
Bartel comenzó a trabajar para el
CNI en 2001. Fue contratada para supervisar su uso de fondos del
gobierno después de varias auditorías oficiales adversas. Luego del
comienzo de la guerra, fundó una empresa en Virginia, Global
Positioning. Afirma que el objetivo principal de la compañía es
''introducir a sus clientes al mercado iraquí, ayudarlos a encontrar
socios potenciales iraquíes, preparar reuniones con funcionarios del
gobierno... y prestar apoyo en el terreno para sus intereses de
negocios''.
La empresaria trabaja en estrecha
colaboración con Levinson, directora gerente de la firma de
cabilderos de Washington BKSH & Associates. Francis Brooke,
asistente directo de Chalabi, señaló que BKSH recibía 25 mil dólares
al mes por promover al CNI, y que Levinson ''hizo un gran trabajo en
nuestro nombre''. En 1999 Levinson fue contratada por el CNI para
manejar relaciones públicas. Según ella, su contrato terminó el año
pasado. Antes de la invasión y en los primeros días de combates,
Chalabi y el Congreso tenían vínculos estrechos con el gobierno de
Bush, pero la relación se ha enfriado.
Levinson declaró al diario británico
The Times: ''No vemos conflicto de interés en utilizar el
conocimiento y contactos que obtuvimos en Irak mediante nuestro
trabajo previo con el CNI para apoyar el desarrollo económico del país.
A decir verdad, lo veo como una tarea complementaria hacia un objetivo
compartido de construir un país democrático''.
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