Sobre al asalto a la ciudad iraquí
de Nayaf
Genocidio imperial
IAR noticias, 13/08/04
En Irak el mundo asiste a una de
las más brutales carnicerías imperialistas de la historia sin
levantar un solo dedo. Los deportes continúan, los espectáculos
continúan, las vacaciones continúan, el aburrimiento decadente del
sistema continúa. ¿Dónde están los pacifistas, los disertadores de
derechos humanos, las organizaciones filantrópicas que reivindican el humanismo en los foros internacionales? ¿Cómo es eso de ser
alternativo, cristiano, de izquierda, progresista, chavista,
castrista, y seguir con la rutina mientras los yanquis hacen tiro al
pichón con miles de seres humanos en Irak?.
Durante siete días de exterminio
militar las tropas de Bush asesinaron e hirieron a miles de iraquíes
chiítas. Fue una operación alevosa, una masacre militar calculada,
una ejecución, a la luz del día y con el mínimo de bajas
estadounidenses, y sin que nadie, ningún gobierno, ninguna organización,
presentaran una denuncia internacional contra la la administración
criminal de Washington. Durante 17 meses de ocupación militar los
yanquis asesinaron a decenas de miles de iraquíes, entre ellos
mujeres, niños y ancianos, y los que hoy condenan las torturas en
Irak, los que se conmueven con las fotografías trucadas de The
Washington Post, o se ponen rojos de ira con los lapsus discursivos de
Bush, casi ni se dieron por enterados. En la mayoría de los medios
alternativos, Irak es sólo una noticia más, una referencia burocrática
a una matanza lejana, en un país también lejano. Estamos con el
espectáculo electoral de Venezuela, con las apelaciones bíblicas de
Chávez contra el Imperio, con los discursos encendidos de Fidel
contra Bush, estamos con los foros y los derechos humanos, pero nadie
se horroriza, nadie protesta, nadie quema muñecos o embajadas, cuando
aparecen los muertos reales de Bush. La muerte, los genocidios
imperialistas en masa como el de Irak, se han convertido en un statu
quo aceptado, una especie de melancolía filosófica que se apaga
cuando comienza la hora del entretenimiento, o de las elecciones, o de
las campañas electorales organizadas para legitimar los saqueos del
Imperio. La muerte en masa de seres humanos se ha convertido en un
espectáculo indiferente, un mero ejercicio burocrático, un temor
anestesiado que nos recuerda que todavía existe un más allá. Ave César
Bush, los que van a morir en el cementerio de Nayaf te saludan.
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