Si Bush consigue la reelección en noviembre
El Pentágono planea "privatizar" la ocupación
militar
IAR-Noticias, 23/09/04
Ante el fracasado proyecto de delegar la seguridad en una fuerza
iraquí, y ante la dificultad de instalar una fuerza multinacional
conducida por la OTAN, el Pentágono planea incrementar la
presencia de contratistas privados en el esquema de la ocupación
militar. Con vistas a esa reforma las corporaciones que operan en
Irak empezaron a fusionarse en lo que puede ser el mayor ejército
privado del mundo contratado por el Pentágono en un país
ocupado. Además de la jugosa tajada comercial que vehiculiza
la privatización militar para empresas contratistas vinculadas al
Pentágono y a la Casa Blanca, el proyecto apuntaría a
minimizar la baja de los efectivos de EEUU en combate, el flanco más
débil de la administración Bush en ese país. Trazado funcional y
grupo de empresas que actúan en el cerrado ámbito del "negocio
de la guerra" en Irak.
Donald Rumsfeld, secretario de Defensa
estadounidense, reconoció la semana pasada que el plan de delegar la
seguridad en una fuerza iraquí no había tenido éxito todavía,
dado que las tropas de EEUU seguían siendo el único reaseguro de
contención de la insurgencia en Irak.
Los comentarios del jefe del Pentágono fueron simultáneos a
versiones en los medios estadounidenses, entre ellos The Washington
Post, sobre un plan de privatización militar que tendría
la Casa Blanca previsto para Irak, en caso de que George W. Bush
consiguiese su reelección en noviembre próximo.
Según The Washington Post, con vistas a ese proyecto
las firmas privadas de seguridad que operan en Irak empezaron a
fusionarse en lo que puede ser el mayor ejército privado del mundo
contratado por el Pentágono, con sus propios equipos militares y de
inteligencia conjunta.
Hoy se estima que alrededor de 30.000 mercenarios de ejércitos
privados (los llamados "perros de la guerra") actúan
en Irak, entre estadounidenses, otros agentes extranjeros e iraquíes.
Por lo general -señala The Washington Post- los iraquíes,
deficientemente armados y entrenados, son utilizados como carne de
cañón para efectuar operaciones bélicas, en tanto los ejércitos
privados cuentan con armamento de última generación, helicópteros y
servicio de inteligencia propio.
En muchas ocasiones, esas fuerzas fueron empleadas para
actuar en lugares donde ni los militares ni la propia Agencia Central
de Inteligencia se atreven a actuar, señaló el rotativo.
A principios de abril las pantallas de televisión mostraron
imágenes de la mutilación de los cuerpos de 4 mercenarios
estadounidenses (empleados de Blackwater Security Consulting)
asesinados el 31 de marzo en la ciudad de Faluya.
George W. Bush, según The Jerusalem Post, dictó una
orden a sus subalternos: “Yo quiero que rueden cabezas”.
Luego se inició la operación militar contra esa ciudad, con un saldo
inicial de entre seiscientos y mil muertes de civiles iraquíes, que
ya ascienden en el presente a más de dos mil víctimas.
Después de la tregua establecida en mayo, y a través de una
negociación con los rebeldes, se estableció que una fuerza iraquí
comandada por un ex general de Saddam Hussein se hiciera cargo de la
seguridad de Faluya, la que finalmente terminó plegándose a los
rebeldes.
Tras la rebelión del líder chiíta Moqtada Al Sadr
en Nayaf, una parte de las fuerzas policiales y militares iraquíes
que habían sido entrenadas por expertos de empresas de seguridad
privadas, DynCorp entre otras, se negaron a combatir a sus
compatriotas para decepción de sus entrenadores.
Todo esto, agregado a las dificultades
para instalar en Irak una fuerza multinacional conducida por la OTAN,
habría apresurado la decisión de aplicar un plan privatizador
militar en ese país.
El propio Donald Rumsfeld ya había
adelantado en el 2002 un plan en vigencia para reducir la cantidad de
efectivos del Ejército de EEUU, cuyas tareas serían privatizadas.
En Irak, además del objetivo comercial que conlleva la
privatización militar para empresas contratistas vinculadas al Pentágono
y a la Casa Blanca, el proyecto apuntaría a minimizar la baja de
los efectivos de EEUU en combate, el flanco más débil de la
administración Bush en ese país.
El "Plan Cheney"
Hoy EEUU se ha constituido, junto al Reino Unido y Sudáfrica,
en el centro mundial de la industria privada militar, que debe
su crecimiento al nuevo orden internacional lanzado por George
Bush padre tras el desplome de la Unión Soviética, al que que él
mismo contribuyó durante su ciclo como vicepresidente de Reagan.
De la carrera armamentista de la Guerra Fría se pasó al desmantelamiento
de gran parte de los aparatos militares, tanto en las grandes
potencias como en los países dependientes que participaban de las guerras
por aéreas de influencia entre EEUU y la URSS.
Los halcones de la Casa Blanca y el Pentágono, siempre a
tono con "los negocios de la guerra", observaron la
nueva veta comercial que se abría con la contratación de servicios
de ejércitos privados para las áreas ocupadas por el ejército de
EEUU.
La privatización del aparato militar, fue impulsada en 1991,
después de la Primera Guerra del Golfo, por el entonces ministro de
Defensa y actual vicepresidente, Dick Cheney.
A mediados de 1992 le encargó a Brown & Root Services
un plan para privatizar los servicios militares en zonas de guerra,
por el que le pagó cuatro millones de dólares.
A fines de ese año, poco antes de que Bill Clinton se
instalara en la Casa Blanca, le pagó otros cinco millones para que
actualizaran el plan de privatización. Brown & Root Services
es una subsidiaria de Halliburton, empresa que Cheney dirigió
desde 1994 hasta que se incorporó a la vicepresidencia.
Tras el ascenso de George W. Bush a la presidencia de EEUU el
plan de Cheney, comenzado durante la presidencia de Bush padre, cobró
una importante dinámica de ejecución. El Ejército de Estados Unidos
se ha reducido de 2,1 millones a 1,4 millones, y cientos de miles de
esos puestos han pasado a manos privadas.
De acuerdo con el Centro para la Integridad Pública,
el Pentágono ha gastado 300.000 millones de dólares en 3.016
contratos de servicios militares que han ido a parar a 12 empresas
entre 1994 y 2002 (las cifras excluyen los contratos de armamento).
El gobierno de George W. Bush está subcontratando con las
Corporaciones Militares Privadas, gran parte de las funciones que
tradicionalmente venían desarrollando las Fuerzas Armadas.
No sólo se dedican al área de la seguridad y la
inteligencia, sino que estas empresas también realizan tareas de entrenamiento
militar y de programas de interrogatorios (torturas) como
quedó claramente demostrado por las investigaciones en las cárceles
de Irak.
Muchas de esas empresas contratistas como Halliburton,
Titan, Dyn Corp Internacional, Blackwater y Hart
Group están vinculadas a los funcionarios del Pentágono y la
Casa Blanca (los integrantes del llamado lobby judío) y poseen
ganancias cercanas a los 100 mil millones de dólares.
El "negocio de la guerra"
Los llamados corporativos militares privados (PMC, por
sus siglas en inglés) mantienen en secreto sus actividades y carteras
de clientes al no estar reguladas por ninguna normativa
internacional, a pesar de su condición de ejércitos sin
fronteras.
La Convención Internacional contra el Reclutamiento, la
Utilización, la Financiación y el Entrenamiento de Mercenarios,
aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 4 de
diciembre de 1989, no fue refrendada por EEUU desde donde
operan la mayoría de estas corporaciones.
En EEUU la única regulación para las PMC proviene
del Departamento de Estado que maneja sus licencias de exportación
como si se tratara de remesas de armas.
Con el final de la guerra fría se multiplicó el "ejército
de reserva" para estas corporaciones, es decir el plantel de
profesionales desocupados de las fuerzas armadas oficiales en Rusia,
Ucrania, Bulgaria, Francia, Israel, Inglaterra, Africa del Sur, Chile
y, principalmente, EEUU, entre otros países.
Sus servicios incluyen desde la seguridad y la inteligencia
hasta el mantenimiento de sistemas defensa o la modernización de Ejércitos
en los cinco continentes, explotando la onda de privatización militar
ideada por el vicepresidente Dick Cheney en 1992.
Su aérea de "prestación de servicios" abarca
minas de diamantes y pozos petroleros, cuyo control y explotación
alimentó las guerras africanas, principalmente en Sierra Leona y
Angola. En este último país se han repartido contratos más de 70
empresas militares privadas trabajando para todos los países e
intereses involucrados.
Estas corporaciones están ligadas, por infinitos vasos
comunicantes, a holdings comerciales que despliegan las más diversas
actividades: finanzas, servicios, periodismo, alimentación, petróleo,
industria militar, aeronáutica y espacial, informática, etc.
Dos claros ejemplos de grandes corporaciones que se
integraron al negocio de los ejércitos privados son Halliburton
(industria petrolera), propietaria de la Kellogg, Brown and Root,
y L-3 Comunicaciones, poseedora de la empresa Recursos
Militares Sociedad Anónima.
Peter Singer, de Brookings Institution, señala en su
reciente libro Corporate warriors (Guerreros empresariales) que esta
actividad embolsa unos 100.000 millones de dólares al año.
Su actividad comercial, como cualquier empresa, depende de
"la demanda", principalmente de las guerras de conquista
militar lanzadas por EEUU en el planeta de las cuales nacen nuevos y
jugosos contratos y oportunidades de expansión comercial.
Según Peter Singer, autor del libro Corporate Warriors, y
analista de Brookings Institution, estos pulpos de la guerra también
desarrollan sus negocios expansivos en misiones de pacificación,
combates antidroga o cualquier otro rubro internacional donde se
requiera sus servicios militares y de seguridad.
En territorio estadounidense existen por lo menos treinta
corporaciones transnacionales que se dedican a la prestación de
servicios militares y de seguridad privados. Algunas, como es el caso
de Blackwater USA, se especializan en contraterrorismo y lucha
urbana.
Otras, como Brown & Root, subsidiaria de Halliburton,
o Dyncorp, se desempeñan particularmente en el área de
inteligencia o entrenamiento militar.
CSC,
es uno de los 10 contratistas privados más grandes de
EEUU, y ahora trabaja para la fuerza aérea, el ejército y la marina,
la Oficina de Prisiones, la FBI, y muchas otras entidades oficiales de
EEUU, además de cargar de combustible a la aeronave del
vicepresidente Dick Cheney.
Las empresas norteamericanas dominan el mercado mundial,
y su prestación de "servicios" se extiende a todas las
ramas de las fuerzas armadas de EEUU, una parte de cuyo entrenamiento
está realizado por empresas privadas.
Si bien el Pentágono no reconoce que parte de sus soldados
son entrenados por expertos y manuales de guerra privados, son
muchas las fuentes militares que señalan que la legión de
contratistas que inunda los cuarteles y las academias está causando
un profundo malestar entre la oficialidad de carrera.
El "mercado" iraquí
Irak se ha convertido en la meca comercial de los ejércitos
privados. Halliburton (en la cual tiene intereses el autor
del plan privatizador, Dick Cheney) a través de sus subsidiarias
figura como una de las empresas más favorecidas.
Entre las aproximadamente 40 corporaciones que operan en Irak
se encuentran MPRI, SAIC, Armor Group, Blackwater,
Erinys, Vinnell, Global Risk Strategies, TASK, Ariscan
y DynCorp, Kroll Security, entre otras.
Se estima que los 30.000 "perros de la guerra"
que operan en Irak, contratados por unas 40 empresas militares
privadas, reciben salarios entre mil y 50 mil dólares mensuales,
pero, a su vez, individualmente, subcontratan a miles de iraquíes
armados para que realicen los trabajos más riesgosos, a los cuales pagan
un promedio de40 dólares al mes.
Una sola corporación de guerra privada, la Global Risk,
cuenta en Irak con unos 1.100 mercenarios, cifra que lo sitúa en el
sexto lugar detrás de Italia entre los países de la coalición
militar aliada de EEUU.
La empresa Blackwater, a la que pertenecían los
cuatro agentes asesinados y quemados en Faluya, recibió un contrato
de 40 millones de dólares para entrenar a 10.000 nuevos soldados para
el "nuevo ejército" y las fuerzas de seguridad iraquíes.
Blackwater integra el "círculo privilegiado"
de las corporaciones del Pentágono, en el que también se
encuentran MPRI, DynCorp, Armor Group, SAIC o Vinnell (que hasta hace
poco perteneció al Carlyle Group, una firma a la que está vinculado
el padre del actual presidente de EEUU, el ex presidente George Bush).
La empresa Vinnell, subsidiaria de Northrop Grumman,
con años de experiencia en el entrenamiento de la Guardia Nacional de
Arabia Saudita, y los expertos militares de la mencionada DynCorp,
entrenadores del ejército colombiano en técnicas de
contrainsurgencia guerrillera, se beneficiaron con un contrato de 40
millones de dólares para el adiestramiento de la policía iraquí.
MPRI, y SAIC también entrenan a las fuerzas
armadas de Arabia Saudita, y O’Gara Protective Services
(integrada por ex agentes de la CIA y del servicio secreto
estadounidense) tienen a su cargo la protección de la monarquía
saudí.
A esta repartija de contratos también se suma la corporación
Recursos Militares Sociedad Anónima, empresa dirigida por el
general norteamericano Carl Vuono, amigo de Bush padre y veterano de
la primera Guerra del Golfo, quien consiguió una importante
participación en la tajada comercial de la ocupación militar de
Irak.
Contratar a estos ejércitos
mercenarios de la industria militar privatizada es "es una
tendencia en ascenso sobre todo en Irak", señala Peter Singer,
especialista en seguridad de la Brookings Institution de Washington,
en su libro Guerreros empresariales.
Para este especialista, se está
produciendo "un cambio enorme en la forma en que se hacen las
guerras y, aunque tiene paralelismos históricos, no se ha visto nada
como esto en los últimos 250 años".
En tanto el Pentágono estudia extender
la privatización a más áreas de la ocupación militar en Irak,
las corporaciones militares privadas han comenzado intercambiar
información orientada a fusionar sus servicios en rubros
determinados, a fin de competir con mayor posibilidad en el logro de
futuros contratos.
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