Crímenes
de guerra en Irak
Samarra,
ciudad mártir
Por Arthur
Lepic
Red Voltaire,
30/11/04
Frente a un levantamiento popular, la Coalición Anglosajona recurre a
los métodos clásicos de contrainsurgencia: golpear ciegamente a la
población civil, aterrorizarla para disuadirla de participar en la
resistencia. Mientras que la guerra ha terminado oficialmente y el ejército
de Sadam Husein ha sido disuelto, se han reanudado los bombardeos ya
no contra objetivos militares, sino civiles. Al impedir el acceso de
los periodistas a las zonas de las masacres, la Coalición multiplica
los crímenes de guerra sin testigos.
Las tropas de la Coalición se enfrentan ahora a un enemigo que ha
luchado durante más de un año con combatientes inferiores en número,
entrenamiento, experiencia, equipamiento y fuerza física. Los más débiles
están muertos. Los sobrevivientes, seleccionados por la implacable
ley de la guerra, se han fortalecido.
La Coalición Anglosajona se ha enfrascado en una operación de
contrainsurgencia que no puede dominar. Los 160 000 militares
regulares en el terreno y los 20 000 mercenarios que los secundan no
tienen experiencia exitosa en este tipo de conflicto. Las dos últimas
situaciones comparables, Vietnam y Somalia, constituyeron un fiasco.
La Coalición combate contra el tipo de enemigo que más teme: civiles,
padres de familia sin historia, enraizados en el entramado social, y
no contra soldados regulares. Su muerte, cuando se produce, alimenta
el resentimiento de la población contra las tropas de ocupación.
Cada resistente que cae contribuye a preparar una nueva generación de
combatientes decididos a vengar a sus padres.
Para sacar de la trampa a sus soldados o sus tropas (GIs), George W. Bush,
así como su rival John Kerry, sólo consideran la solución de «iraquizar
la guerra», es decir, reclutar y entrenar iraquíes y confiarles la
seguridad del país. Sin embargo, como lo subraya el analista militar
William Lind en el sitio military.com [1],
el problema no consiste en las habilidades, sino en la lealtad de
estas tropas.
Poco importa la cantidad de dinero que se les pague a estos
colaboradores; su precio no sustituirá la fe y el deseo de venganza
que mueve a la resistencia. Por el contrario, se les agudiza la
tentación de cobrar su sueldo y no hacer nada. Añádase que el
equipamiento de estos iraquíes reclutados no es comparable al de los
anglosajones, además de ser blanco permanente de la resistencia. En
el año transcurrido ya han sido muertos 700 soldados de las fuerzas
regulares iraquíes, lo que mina la moral de sus compañeros y hace
especialmente lento el reclutamiento de refuerzos.
Se empieza incluso a hablar de agentes dobles en el seno de las fuerzas
iraquíes de la Coalición. El desempleo galopante empuja a los jóvenes
iraquíes a presentarse como candidatos para unirse a las fuerzas de
seguridad, pero de eso a que estén motivados para el combate hay una
distancia.
Numerosos informes hacen pensar en la planificación de una ofensiva
mayor contra los enclaves en poder de la resistencia como Faluya antes
de las elecciones previstas para enero próximo. La reciente batalla
de Samarra sólo habría sido una prueba en condiciones reales para la
evaluación de dicha ofensiva.
La entrada de 2 000 efectivos de la «Guardia Nacional» iraquí a
Samarra junto a tropas norteamericanas, tras un bombardeo a buena
distancia de los barrios sospechosos de albergar a los resistentes,
era un intento de mostrar la unidad y demostrar que los iraquíes están
dispuestos a matar a otros iraquíes para servir a la Coalición.
Ahora bien, en cuanto a que en realidad hayan desalojado a los
resistentes durante los allanamientos de cada casa, nada es menos
seguro.
Los informes de las operaciones provenientes de la resistencia afirman
que esta prefirió abandonar el centro de Samarra luego del bombardeo
aéreo para proteger a una mayor cantidad de civiles. Estas mismas
fuentes afirman que francotiradores norteamericanos fueron apostados
en los techos de los edificios de la ciudad y no vacilan en tirar
sobre los civiles que tratan de recuperar los cuerpos de los suyos que
yacen en las calles.
Dado que el conteo de los civiles en los hospitales es el único medio,
en ausencia de periodistas, para juzgar las tácticas estadounidenses,
es preferible para el mando retrasar al máximo la recuperación de
los cuerpos y su traslado al hospital. Según un responsable del
hospital de Samarra, al terminar la ofensiva, y cuado los civiles
trataban de recuperar los cuerpos bajo el fuego de los
francotiradores, 70 cuerpos ya habían sido conducidos a la morgue
entre los que se encontraban los de 23 niños y 18 mujeres. Por otro
lado, 160 heridos habían sido hospitalizados [2].
Así, todo parece indicar que la Coalición utiliza la masacre de civiles
como arma contra la resistencia, tal y como lo anunciábamos en estas
columnas en diciembre pasado [3],
es decir, hace once meses. La operación «Martillo de Hierro» se
extiende bastante más allá de lo que podía anticiparse debido a la
creciente eficacia de las acciones de la resistencia. El ataque a los
civiles es un arma doble, pues además de desestimular a la
resistencia a utilizar las zonas residenciales para protegerse,
permite igualmente someter a la población mediante el terror al
sugerirle que toda participación en la resistencia provoca automáticamente
golpes ciegos.
Por ejemplo, si alguien decide albergar a algún resistente, su propio
vecino debe estar condicionado par denunciarlo por miedo a pagar él
mismo por posibles represalias. Es una táctica clásica que eleva al
crimen de guerra a método de control de la población, a la cual
recurrieron los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Recientemente las imágenes confirmaron los crímenes de guerra de los
norteamericanos. A principios de año un video mostraba a la tripulación
de un helicóptero Apache que disparaba contra civiles. Un video más
reciente da cuenta de hechos similares sobre civiles, pero esta vez
desde un F-16 para «limpiar» una calle de Faluya en abril de 2004 [4].
Por otra parte el Pentágono anunció el inicio de una investigación
luego de la difusión de estas imágenes por la cadena de televisión
Canal 4. No hay que insistir en el hecho de que muchos otros horrores
que no han sido mostrados a los telespectadores no serán objeto de
las mismas.
Sin embargo, de igual forma, un reciente testimonio de un periodista del
diario británico The Guardian informa sobre el fuego
deliberado sobre civiles agrupados alrededor de vehículo militar que
acababa de ser destruido por los resistentes [5].
Entre las víctimas civiles de esta carnicería se encontraba un
periodista de la cadena Al Arabiya.
El recurso de la Coalición Anglosajona a consejeros israelíes formados
para la contrainsurgencia en los territorios palestinos contribuye a
identificar las operaciones en Palestina e Irak que, poco a poco, se
van confundiendo ante los ojos del mundo musulmán. Ya grupos de la
resistencia chiíta han acudido al Hezbollah libanés, por su aureola
de victorias contra el Tsahal, para contar, ellos también, con asesoría
en cuanto a resistencia.
Es posible que en un futuro próximo el Hezbollah extienda su apoyo técnico
a otros grupos de resistentes y que Hamas y muchos otros sigan su
ejemplo. Dado que la necesidad hace la ley, las distintas fuerzas de
resistencia iraquí tienden a unirse frente al enemigo común, y, por
ende, esta unidad favorece un reagrupamiento de las fuerzas musulmanas
llamadas, también, a superar sus divisiones. Así, la estrategia de
los neoconservadores de fragmentar el Gran Medio Oriente podría
volverse en su contra y estimular el despertar del nacionalismo árabe,
e incluso del Islam [6].
El jordano Zarqaui, si está aún vivo y si no es un provocador,
evidentemente no está en Faluya, pero ha servido de pretexto para el
castigo de los habitantes de la ciudad mediante un bombardeo masivo.
Como lo destaca la prensa árabe desde hace varios meses, la voz que
se dice ser la de Zarqaui no tiene acento jordano [7].
Por otra parte, parece cada vez más evidente que muchos secuestros son
obra de criminales que encuentran en ello un buen medio para llenarse
los bolsillos mediante la venta de los rehenes a grupos oficiales de
la resistencia. Este fenómeno ilustra el fracaso de la Coalición en
sus esfuerzos por brindar una imagen de seguridad, pero igualmente le
permite hacer blanco de sus crímenes a los civiles sin temor a que
sean reportados por los periodistas occidentales, en su mayoría
encerrados en sus hoteles [8].
Los escasos testigos en las cercanías de Samarra han podido confirmar
que los bombardeos habían matado a un gran número de civiles,
mientras que muchos otros huían de la ciudad por todos los medios,
incluidas embarcaciones. El propio gobierno provisional condenó estos
golpes aéreos en zonas residenciales, calificándolos de «castigos
colectivos» inaceptables [9].
La reacción de la U.S. Air Force no se hizo esperar y manifestó su
regocijo el mismo día en que por primera vez una bomba de baja
potencia guiada por láser, la GBU-38, considerada más precisa y con
menos «daños colaterales», fuera utilizada en Faluya para alcanzar
un edificio donde se habría realizado una reunión en presencia del
decididamente infatigable Zarqaui [10].
De este modo el Pentágono no desmiente tener entre sus objetivos a la
población civil, pero trata de ocultar que a partir de ahora los
golpes ciegos formen parte de sus tácticas.
Un artículo de la Associated Press que cita a Abu Thar, ex-coronel del
ejército regular que se unió a la resistencia, confirma en todos los
casos los avances tácticos de la resistencia: «Vemos las
declaraciones contradictorias de la administración norteamericana en
cuanto a Irak como una nueva señal de su derrota. (...) Cada vez son
más los voluntarios que vienen hacia nosotros cansados de los
desmanes de los norteamericanos. Lo consideran un deber nacional y
religioso.»[11]
Notas:
[1]
«The Grand Illusion.
[2]
«US troops storm the iraqi city of Samarra», por Peter Symonds,
World Socialist Website, 4 de octubre de 2004.
[3]
«Opération "Marteau de fer"», por Paul Labarique,
Voltaire, 11 de diciembre de 2003.
[4]
«War crimes: massacre of civilians in Fallujah», Globalresearch, 28
de septiembre de 2004.
[5]
«He’s just sleeping, I kept telling myself», por Ghaith Abdul-Ahad,
The Guardian, 14 se septiembre de 2004.
[6]
«Shiite-Sunni Islamist ’High command’ may be forming», por
Patrick Seale, The Daily Star (Beirut), 4 de octubre de 2004.
[7]
«This is a massacre, not a war in Iraq», por Sam Hamod, Information
Clearing House, 4 de octubre de 2004.
[8]
Ver el testimonio de una periodista iraní que trabaja para el Wall
Street Journal y se encuentrea en Bagdad: «From Baghdad, a Wall
Street Journal reporter’s e-mail to friends», por Farnaz Fassihi,
30 de septiembre de 2004.
[9]
«Iraqi President condemns US air assaults», por Sabah al-Bazee, 5 de
octubre de 2004.
[10]
«F-16s drop first GBU-38 bomb in Iraq», U.S. Air Force, 5 de octubre
de 2004.
[11]
«U.S. faces complex insurgency in Iraq», por Jim Krane, Associated
Press, 4 de octubre de 2004.
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