Balance de la
resistencia iraquí: noviembre
Tras Faluya: un asalto criminal, una victoria pírrica
Por Carlos Varea
(*)
Rebelión / Iraq Solidaridad, 09/12/04
El
arco de violencia y patetismo que ha supuesto —que aún está
suponiendo— tomar y destruir Faluya por parte de las tropas
estadounidenses, británicas y auxiliares iraquíes podría fijarse en
lo narrado en sendas crónicas escritas por periodistas occidentales
que han acompañado a las unidades de asalto al inicio de la toma de
la ciudad y al concluir la cuarta semana de combates —ninguna fuente
independiente ha cubierto desde el interior de la ciudad la toma. La
primera imagen la aporta el equipo de The Washington Post apenas
unas horas después de iniciarse el asalto de la ciudad [1]:
soldados de la Primera División de Infantería de EEUU comienzan la
penetración de un barrio del sector industrial de Faluya, al sur de
la ciudad, esperando entrar en combate con los insurgentes; en su
lugar, son tiroteados “[...] por mujeres y niños armados con rifles
de asalto”. La segunda narración la aporta el corresponsal de The
Christian Science Monitor, Scott Peterson [2] e ilustra el
callejón sin salida militar que supone la ocupación de Faluya:
apostados nada más que con armas ligeras y granadas en un inmueble de
una zona ya supuestamente bajo control estadounidense, cuatro
insurgentes mantienen bajo fuego durante horas, en la madrugada del
lunes, 29, a una compañía completa de marines. Cuando la
vivienda es reducida a escombros por disparos de carros de combate y
cabe imaginar que todos sus ocupantes han muerto, dos insurgentes aún
se enfrentarán a los marines en su último reducto de la casa
antes de ser abatidos. El balance final para los asaltantes es de un marine
muerto y nueve heridos, señala el redactor de The Christian
Science Monitor.
Todo
parece indicar que, pese a la brutalidad y carácter criminal —desde
el punto de vista estricto del respecto al Derecho Internacional—
del asalto a Faluya, EEUU se enfrenta ya sobre el terreno a la
constatación de sus limitados dividendos. Mientras continúa el
hostigamiento a los ocupantes en el interior de Faluya, los combates
se han recrudecido en la provincia de al-Anbar, en torno a Faluya y
Ramadi, en el eje del río Eúfrates. Por ejemplo, el domingo 28 de
noviembre morían otros tres marines en operaciones de
“limpieza” en esta zona, según informaba AFP; otros dos
habían muerto el viernes anterior [3]; al menos cuatro
militares de EEUU han muerto en la provincia en la primera semana de
diciembre [4]. Además, las acciones insurgentes se mantienen
en otras ciudades del centro y norte del país, particularmente en
Mosul y en la capital. Las embajadas de EEUU y Reino Unido reiteraban
el lunes 30 en sendos comunicados una llamada de atención a sus
ciudadanos en Iraq para que extremen las medidas de seguridad,
mientras que prohibían el uso de la autopista que une Bagdad con el
aeropuerto internacional [5]. El propio secretario de Defensa
Rumsfeld lo ha resumido de la siguiente manera: “No hay duda de que
los ataques continuarán en las próximas semanas y meses, e incluso
se intensificarán a medida que las elecciones iraquíes [previstas
para el 30 de enero de 2005] se aproximen. Supongo que hay que
esperarlo [así]” [6].
Una
‘victoria’ incierta
Según
ha informado el Teniente General John F. Sattler, el máximo mando de
los marines en Iraq, 71 militares de EEUU han muerto en la
ocupación de Faluya (20 más de los inicialmente admitidos), iniciada
el día 8 de noviembre; otros 623 resultaron heridos [7]. Esta
cifra de bajas supondría más del 10% de los entre 5.000 y 6.000
efectivos estadounidenses oficialmente empleados en la toma de Faluya,
una incidencia que recuerda que la ocupación de esta ciudad ha sido
el episodio de mayor intensidad de combate de EEUU desde la guerra de
Vietnam. Sin embargo, es más probable que la cifra real de tropas
estadounidenses empleadas en la ocupación de Faluya se eleve a más
de 10.000 [8], lo que de igual manera da idea cabal del desafío
militar que ha supuesto la ofensiva sobre esta ciudad situada a unos
50 kilómetros al oeste de Bagdad, en la autopista que une la capital
iraquí con la frontera jordana.
Además
de fuerzas británicas, EEUU ha contado con la participación de entre
2.000 y 2.500 soldados iraquíes (la mayoría, peshmergas kurdos,
según testimonio de los vecinos que permanecieron en el interior de
Faluya), de los que han muerto siete en la reocupación de la ciudad,
según la misma fuente militar estadounidense; 43 han sido heridos [9].
Las fuerzas iraquíes han cumplido esencialmente un papel simbólico y
han evitado a las estadounidenses la ocupación de las mezquitas de la
ciudad [10]. Asimismo, fuerzas estadounidenses y británicas
lanzaban otra ofensiva al sur del Bagdad a partir del 23 de noviembre,
en una zona de ciudades de población sunní y shi’í situadas a lo
largo del Eúfrates.
Según
el Pentágono, 1.251 insurgentes han muerto en la toma de Faluya. Por
su parte, el ministerio interino de Defensa iraquí elevaba la cifra a
2.085, ninguno de ellos civil [11]. El portavoz del Creciente
Rojo Iraquí Muhammad al-Nuri indicaba a finales de mes que más de
6.000 vecinos de Faluya podrían haber muerto en la toma de la ciudad [12].
La argumentación de que Faluya era un feudo de la red de al-Zarqawi y
de los mujaheen extranjeros no ha podido ser acreditada: de los
aproximadamente 1.600 iraquíes de entre 15 y 55 años detenidos en la
ciudad, solo 30 eran extranjeros [13].
Mientras
se combatía con gran fiereza en el distrito de Jolan en Faluya, dos días
después de iniciarse el asalto a Faluya, centenares de insurgentes
ocupaban Mosul, con dos millones de habitantes, la tercera ciudad en
población de Iraq. Los guerrilleros ocupaban nueve comisarías y
cuarteles de la ciudad, así como los centros gubernamentales,
provocando la huida de 3.200 de los 4.000 policías de Mosul [14].
El Pentágono tuvo que emplear 2.5000 efectivos propios y 1.800 peshmergas
kurdos desplazados desde Irbil y Dohuk (ahora integrados en la
paramilitar Guardia Nacional) para poder controlar nuevamente Mosul el
16 de noviembre, tras más de una semana de intensos combates [15].
Fuertes combates estallaban asimismo entre insurgentes y fuerzas de
ocupación en —de sur a norte— Baqubah, Hadita, Samarra, Tikrit,
Bayji y Kirkuk; ar-Ramadi, la capital provincial de al-Anbar, ocupada
por los guerrilleros, era bombardeada por la aviación estadounidense
el miércoles 17 de noviembre [16]. Al tiempo, grupos de
insurgentes se desplegaban y controlaban varios distritos de Bagdad:
ad-Dora, Adhamiya (donde el 19 era ocupada la más importante mezquita
sunní de la capital), Abu Ghraib, Jan Dari, al-Amirayah [17],
que cubren toda el área metropolitana de la capital.
Tras
la toma de Faluya, la actividad insurgente se ha desplazado hacia áreas
al oeste de esta ciudad. El martes 30 de noviembre insurgentes
fuertemente armados ocupaban hasta nueve puestos de la policía y checkpoints
en la autopista que une Amán con Bagdad, que quedó bajo control
de la resistencia en varios tramos de su recorrido, según el
testimonio de varios viajeros [18]. Ya en los primeros días de
diciembre, todo parece indicar que el control en torno a Faluya y en
el interior de la propia ciudad es muy precario, con recurrentes y
fuertes enfrentamientos entre marines e insurgentes en áreas
supuestamente “limpiadas” con anterioridad. [19]. El
teniente coronel del Cuerpo de Marines Dan Wilson reconocía que
“[...] los insurgentes están retornando [al interior de Faluya]
para hostigarnos”, mientras sus soldados están rastreando una por
una hasta 50.000 viviendas, impidiendo con ello el retorno de los
refugiados [20], varios centenares de miles de personas. Al-Jazeera
refería el primero de diciembre la reanudación de intensos combates
en el barrio de Jolan, donde los marines habrían aislado el único
puesto de asistencia sanitaria del Creciente Rojo Iraquí abierto en
la ciudad tras su ocupación.
Al
menos la mitad de los entre 4.000 y 3.000 combatientes que se estima
se encontraban en Faluya antes del asalto habrían eludido el cerco de
la ciudad o han escapado a la muerte o la captura. [21]. El
Consejo de Mujaheen de Faluya anunciaba en un comunicado emitido el
viernes 26 la reanudación de las operaciones armadas contra los
ocupantes “tras su reorganización [...] con el ánimo de derrumbar
el mito de la imbatibilidad de las fuerzas de la coalición y de los
traidores y colaboracionistas que están bajo las ordenes de [l primer
ministro] Allawi y de[l ministro del Interior] al-Naqib” [22].
El jueves, 18 de noviembre, apenas 10 días después de iniciada la
toma de Faluya, la prensa estadounidense filtraba un informe de los
servicios de Inteligencia del Cuerpo de Marines en el que se indicaba
que cualquier retirada significativa de tropas de Faluya podría
significar la inmediata recuperación por los insurgentes del control
de la ciudad.
Cuatro
muertos en combate al día en noviembre
En
el conjunto del mes de noviembre, 125 militares de EEUU han muerto en
combate en Iraq, además de cuatro soldados británicos (tres en las
proximidades de Faluya el 4 de noviembre y uno en Iskandariyah el día
8) [23]. Una simple operación matemática permite apreciar las
dimensiones del desafío insurgente iraquí y vislumbrar el esfuerzo
guerrillero por aliviar la presión sobre Faluya: si 71 son los
muertos estadounidenses oficialmente reconocidos que ha costado la
toma de Faluya, resulta que casi la mitad —el 43%— han muerto en
otros escenarios del país o tras la reocupación de la ciudad. Estas
54 bajas se han producido por acciones de la resistencia en las
ciudades de Ramadi, Bagdad, Mosul, Kirkuk, al-Kut, Balad, ad-Duluiyah,
Qayyarah (al sur de Mosul), Habaniya, Jaldiya (próxima a Faluya),
además de en enfrentamientos y ataques no especificados en las
provincias de Babil (Babilonia) y Diyala, además de en la de al-Anbar,
donde se encuentra la propia Faluya. La media diaria de ataques en
todo Iraq durante el asalto a Faluya fue de 140, frente a los entre 87
y 100 del mes anterior. Según el Pentágono, la media se habría
reducido posteriormente a la reocupación de la ciudad al nivel
anterior o inferior [24]. Las acciones de sabotaje
contra instalaciones petrolíferas también han aumentado este mes: 30
en noviembre, según el Instituto para el Análisis de la Seguridad
Global.
Más
de cuatro militares de EEUU han muerto al día en Iraq en combate este
mes de noviembre. Incluyendo el período de invasión, solo en el mes
de abril de 2004 EEUU ha sufrido un mayor número de bajas en combate,
127, dos más. Noviembre ha sido en cualquier caso el mes más mortífero
para el Cuerpo de Marines (de los 138.000 efectivos estadounidenses en
Iraq, alrededor de 35.000 son marines) [25].
Desde el 1 de mayo de 2003, fecha la que el presidente Bush diera por
concluida la guerra de Iraq a bordo del portaviones Abraham Lincoln
y hasta el 30 de noviembre, han muerto en combate en Iraq 906
militares de EEUU [26]. En la primera semana de diciembre ya
han muerto en combate 15 militares de EEUU, cinco en la provincia de
al-Anbar y el resto en Bagdad, Mosul Tikrit, Taji y el puesto
fronterizo con Jordania. [27].
Más
tropas estadounidenses
Ante
este panorama, el propio ministro interino de Interior iraquí, Faleh
Hassan al-Naqib, no tenía inconveniente alguno en reconocer en rueda
de prensa en Bagdad que el asalto a Faluya había puesto de manifiesto
la capacidad de la resistencia de coordinar en diversas ciudades
ataques contra los ocupantes y los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes,
demostrando “[...] [que la resistencia es] un movimiento unificado
con un grado notable de mando y control centralizados” [28].
Para al-Naqib el grueso de insurgencia armada es baazista, y tendría
su sede en Siria, opinión compartida por analistas militares
estadounidenses, que imaginan que Mosul podría convertirse en el
nuevo centro de operaciones de la resistencia tras la caída de Faluya,
dadas sus dimensiones y su relevancia como centro comercial y
securitario el norte del país [29].
Oficiales
militares estadounidenses estiman que la resistencia “[...] está aún
bien armada y financiada, y [que] probablemente evitará nuevas
confrontaciones masivas en cualquier lugar tras haber perdido su
principal baluarte en Faluya. [...] La insurgencia se implicará en
operaciones más descentralizadas y ataques esporádicos”, refiere The
Washington Post el 6 de diciembre. El repliegue de Mosul, evitando
la confrontación directa con las tropas estadounidenses y kurdo-iraquíes,
puede ser un indicio de ello. Así lo cree el máximo jefe de
Inteligencia militar de EEUU en Iraq, el general de brigada del Ejército
John DeFreitas, quien declaraba a comienzos de diciembre que el Pentágono
deberá afrontar a partir de la caída de Faluya una escalada
insurgente “[...] que adoptará más las tácticas de tipo
guerrillero —pequeños equipos [de combatientes], golpear y huir” [30].
Ejemplos de ello habrían sido la emboscada combinada con bomba y
ataque con armas ligeras y lanzagranadas de hasta 70 guerrilleros
contra una patrulla de EEUU registrada en un barrio no especificado de
Bagdad el viernes, 3 de diciembre —que culminó con la muerte de dos
docenas de insurgentes, según fuentes militares— y el asalto antes
del alba del día 4 de la comisaría del barrio de Sadiya por medio
centenar de guerrilleros de la organización baazista Brigadas de la
Revolución de l920, que procedieron a liberar a los detenidos y
confiscar el armamento [31]. Asimismo, en el último episodio
de similares características, el miércoles 8 grupos de insurgentes
lanzaban ataques simultáneos en Samarra, según informa Associated
Press.
La
reciente decisión de incrementar el contingente de tropas
estadounidenses sobre el terreno estaría detrás de esta previsión
de tener que recuperar “[...] más clásicas operaciones
contrainsurgentes caracterizadas por incursiones focalizadas”, según
declara el general DeFreitas, y que dejan atrás la pretensión del
Pentágono de parapetarse en posiciones estáticas tras los nuevos
cuerpos de seguridad iraquíes, reduciendo paulatinamente su presencia
en Iraq. Ciertamente, ya se ah confirmado que los actuales 138.000
efectivos estadounidenses en Iraq serán ampliados en otros 12.000
soldados en lo que ha de ser el mayor contingente desplegado en el país
desde mayor de 2003, inmediatamente después de culminada la invasión
y ocupación de Iraq, informaba el Pentágono el 1 de diciembre. Para
ello, la Administración Bush enviará a Iraq a 1.500 paracaidistas de
la 82 División Aerotransportada, pero esencialmente este incremento
se sostendrá prolongando la permanencia en el país de al menos
10.400 militares que deberían retornar ya a sus hogares, un recurso
particularmente impopular en EEUU; ya el pasado mes 6.500 soldados
vieron prolongados en dos meses su estancia en Iraq [32]. El
general John P. Abizaid, jefe del Comando Central de EEUU, admitía a
comienzos del mes de diciembre en Bahrein que los cuerpos de seguridad
y el nuevo ejército iraquí no están preparados para asumir la
seguridad durante las elecciones legislativas previstas para el 30 de
enero [33]. Lo cierto es que no hay previsión de reducción de
las tropas estadounidenses en Iraq: pocos días después (el lunes 6),
Abizaid situaba una “redistribución” de tropas en Iraq previa a
su reducción de manera indeterminada a lo largo de 2005 y “[...]
dependiendo de los acontecimientos posteriores a las elecciones [iraquíes
de enero]” [34].
Las
elecciones de enero
Tal
y como había anunciado la Asociación de Ulemas Musulmanes (sunní),
el inicio de la ofensiva sobre Faluya determinó que 47 asociaciones
sunníes, shi’íes, turcomanas y cristianas, partidos laicos,
representantes tribales, instituciones académicas y organizaciones
sociales suscribieran en Bagdad el pasado 17 de diciembre un documento
llamando al boicot de la población [35]. Si el balance
de la ocupación de Faluya es, cuando menos, discreto para los
ocupantes, el impacto político del asalto a la ciudad es aún más
ambiguo, particularmente cara a la convocatoria de elecciones del 30
de enero de 2005, que el presidente Bush se ha negado a aplazar, pese
a las muy variadas opiniones contrarias a su celebración en el actual
clima de guerra abierto que vive el país, desde Naciones Unidas al
propio partido del primer ministro interino Allawi, quien apoya sin
embargo —cómo no— la imposición estadounidense, al igual que el
presidente interino Yawar, sunní, de visita en Washington a comienzos
de diciembre. Es más, pese a la declaración final en sentido
contrario, inicialmente los delegados árabes reunidos en la cumbre
ministerial sobre Iraq de noviembre de Sharm al-Sheik, en Egipto,
plantearon igualmente aplazar las elecciones [36].
Si
bien estaba inicialmente previsto establecer una única candidatura
con todas las formaciones asociadas a los ocupantes y que participan
en las instancias por éstos creadas, los partidos kurdo-iraquíes de
Talabani y Barzani y formaciones sunníes pedían el 26 de noviembre
un aplazamiento de las elecciones [37], temerosos de que la
violencia que particularmente asola el norte, centro y centro-sur del
país, de mayoría sunní, hiciera bascular el voto hacia las
candidaturas shi’íes, que se espera recibirán su respaldo en zonas
del sur donde los comicios se prevé puedan celebrase con mayor
tranquilidad. Por este mismo motivo, el clero —el ayatalloh as-Sistani—
y las formaciones confesionales shi’íes incluidas en el gobierno
interino (ad-Dawa y el Congreso Supremo de la Revolución Islámica en
Iraq) exigían se mantuviera la fecha determinada por la Comisión
Electoral Independiente iraquí el pasado 20 de noviembre, para el 30
de enero [38]. Finalmente, como cabía prever, el clérigo as-Sader
participará (o delegados suyos) en una candidatura única shi’í,
que, encabezada por los dos líderes de ambas formaciones
confesionales, también incluirá al caído en desgraciada Ahmad
Chalabi y su Congreso Nacional Iraquí, pero no así al primer
ministro Allawi, también shi’í, al menos inicialmente [39].
Por su parte, los dirigentes de las formaciones kurdo-iraquíes
asociadas a EEUU, UPK y PDK, rectificaban el primero de diciembre su
anterior petición de retraso de las elecciones y anunciaban su
voluntad de presentar una única candidatura, quizás incluyendo a
Allawi [40].
Ciertamente,
en el interior de Iraq, la oposición a la celebración de comicios
para elegir los 275 miembros de la Asamblea Nacional no divide —como
se reitera— a los sunníes del resto de las comunidades étnicas o
religiosas iraquíes, sino esencialmente a quienes no han aceptado el
mecanismo y el calendario que EEUU y Reino Unido establecieron en
noviembre de 2003 para legitimar la ocupación y estabilizar
instituciones a ellos sometidas de quienes sí los han aceptado. Es más,
las posturas de quienes se sitúan bajo el paraguas de los ocupantes
permiten claramente apreciar las contradicciones dentro del propio
campo colaboracionista y, de manera muy reveladora, la fragilidad del
proyecto de reparto confesional y étnico de limitadas prebendas sobre
el que Washington y Londres pretenden neciamente estabilizar su
dominio neocolonial de Iraq. Quizás el último síntoma de ello haya
sido la iniciativa del primer ministro Allawi de establecer contactos
en Amán con representantes o mediadores del Partido Baaz, siguiendo
con ello la estela de los estadounidenses, que llevan meses intentando
abrir en Europa canales de comunicación con los baazistas a fin de
pactar su retorno a la legalidad en Iraq a cambio del fin de la
actividad armada.
Notas y referencias:
(*)
Carlos
Varea es coordinador de la Campaña Estatal contra la Ocupación y por
la Soberanía de Iraq, CEOSI, www.nodp50.org/iraq.
1.
The Washington Post, 10 de noviembre de 2004.
2.
Peterson S., “In Pockets of Fallujah, US Tropos still Face Harsh
Battles”, 26 de noviembre de 2004.
3.
Al-Jazeera, 29 de noviembre de 2004.
4.
Según datos del Pentágono reproducidos en Iraq Coalition
Casualties Count, http://icasualties.org/oif/.
5.
Associated Press, 30 de noviembre de 2004.
6.
Reuters, 26 de noviembre de 2004.
7.
Peterson S., “Rebels Returno to ‘Cleared’ Areas”, The
Cristian Science Monitor, 3 de diciembre de 2004.
8.
The Washington Post, 22 de noviembre de 2004.
9.
The Independent, 2 de diciembre de 2004.
10.
The Washington Post, 22 de noviembre de 2004.
11.
Véase: http://www.news24.com/News24/World/Iraq/0,,2-10-1460_1626870.
12. Al-Jazeera,
27 de noviembre de 2004. Véase en IraqSolidaridad Varea C., “Faluya
sigue cerrada a la ayuda humanitaria mientras el Pentágono reconoce
la infiltración de insurgentes en la ciudad” (http://www.nodo50.org/iraq/2004-2005/analisis/varea_2-12-04_faluya.html).
13.
Howeidy A, “Defining resistence”, al-Ahram Weekly , 2 de
Diciembre de 2004.
14.
The Washington Post, 25 de noviembre de 2004. Durante las últimas
semanas, tres prominentes grupos de juristas musulmanes de Iraq,
Arabia Saudí e internacional han emitido declaraciones legitimando la
resistencia armada (y condenando como contrarias al Islam prácticas
como la toma y ejecución de rehenes civiles aún de países con
tropas en Iraq) y condenando toda colaboración con los ocupantes,
particularmente participando en los cuerpos de seguridad. Howeidy A,
“Defining resistence”, al-Ahram Weekly , 2 de Diciembre de
2004.
15.
Islam Online.net, 22 de noviembre de 2004.
16.
IST, 18 de noviembre de 2004.
17.
Reuters, 12 de noviembre de 2004.
18.
Johson T., “Insurgents Mount Atacas in Fallujah”, Knight Ridder,
1 de diciembre de 2004. Dos soldados estadounidense morían el viernes
3 en un ataque suicida en el puesto fronterizo con Jordania de Tribil.
19.
AFP, 1 de diciembre de 2004.
20.
Associated Press, 30 de noviembre de 2004.
21.
Galloway J.L., “Insurgency broken? Far from it”, Knight Ridder,
1 de diciembre de 2004.
22.
En www.al-moharer.net.
23.
Según datos oficiales recogidos en la web Iraq Coalition Casulaty
Count, http://icasualties.org/oif/.
Otros 11 militares de EEUU han muerto este mes en incidentes o por
causas denominadas por el Pentágono como “No hostiles”.
24.
The Washington Post, 22 de noviembre y 6 de diciembre de 2004.
25.
Associated Press, 22 de noviembre de 2004.
26.
Según el Pentágono, desde el inicio de la invasión más de 9.300
militares de EEUU han resultado heridos en acción en Iraq (de los
cuales, 5.000 no han podido retornar al servicio), una cifra muy
inferior a la aportada por la edición europea de la revista Barras
y Estrellas de finales de mes, que elevaba hasta 20.802 soldados
que han sido tratados en hospitales de bases en Alemania y EEUU por
las heridas recibidas (Reuters, 26 de noviembre de 2004).
27.
Iraq Coalition Casulaty Count.
28.
Arab News, 17 de noviembre de 2004.
29.
The Washington Post, 6 de diciembre de 2004. A día de hoy, los
combates entre insurgentes y ocupantes son recurrentes en barrios de
Mosul, particularmente en su distrito industrial, al oeste de la
ciudad (Al-Jazeerat, 1 de diciembre de 2004).
30.
The Washington Post, 6 de diciembre de 2004.
31.
The Washington Post, 4 de diciembre de 2004 y Al-Jazeera,
5 de diciembre de 2004.
32.
The Washington Post, 22 de noviembre de 2004 y The
Independent y The Washington Post, 2 de diciembre de 2004.
EEUU hubo de incrementar su presencia en Iraq durante el verano de
2003 tras haberla reducido en la primavera a 100.000 efectivos. La
previsión inicial era mantener solo 50.000 efectivos a finales de
2003.
33.
The Washington Post, 5 de diciembre de 2004.
34.
The Washington Post, 7 de diciembre de 2004.
35.
Agrupadas en el denominado Congreso Fundacional Nacional Iraquí, su
declaración puede leerse traducida en IraqSolidaridad en http://www.nodo50.org/iraq/2004-2005/docs/elec_26-11-04.html.Previamente,
uno de partidos confesionales sunníes incluidos en las estructuras
creadas por los ocupantes, el Partido Islámico Iraquí, abandonaba el
gobierno interino.
36.
Al-Jazeera, 22 de noviembre de 2004.
37.
Recordemos que los kurdos son mayoritariamente sunníes.
38.
Al-Jazeera, 27 de noviembre de 2004, y The Washington Post,
28 de noviembre de 2004.
39.
The Guardian, 1 de diciembre.
40.
Idem y Foreign News Services (Estambul), 2 de diciembre.
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