Tortura y
Neo-Liberalismo con Sycorax (1)
Por
Peter Linebaugh (*)
CounterPunch,
09/12/04
Traducido para Rebelión por Sinfo Fernández
Alberto González, el nuevo Fiscal General de EEUU, quitó
importancia a las torturas [desarrolladas en Iraq] en su infame
memorando a Bush el pasado 9 de noviembre: “En mi opinión, este
nuevo paradigma [la ‘guerra contra el terrorismo’] vuelve
obsoletas las estrictas limitaciones de la Convención de Ginebra
sobre interrogatorios a prisioneros enemigos, convirtiendo en
pintorescas algunas de sus estipulaciones.”
¿”Pintorescas”?
El epítome de
pintoresquismo podría aplicarse de forma más oportuna a la Carta
Magna, aunque el Profesor Huntington de Harvard nos comunica, en el
aburrido escrito que defiende la eliminación de la influencia
cultural hispánica en la nación, que el credo americano, su corazón
cultural, es anglófilo, “regresando a la Carta Magna”, de la que
piensa que tiene un carácter algo protestante ¡(Carta Magna, 1215;
Reforma Protestante 1517)!. No obstante, aunque sea una parte
pintoresca del corazón anglófilo, ni siquiera está escrita en inglés.
Su párrafo más importante es el capítulo 39:
Nullus liber homo
capiatur vel imprisonetur aut disseisietur de libero tenemento suo,
vel libertatibus, vel liberis consuetudinibus suis, aut utlagetur, aut
exuletur, aut aliquo modo destruatur, nec super eum ibimus, nec super
eum mittemus, nisi per legale judicium parium suorum, vel per legem
terræ.
Edward Coke
proporciona la traducción clásica. Edward Coke fue a la Revolución
Inglesa de 1640 lo que Rousseau para la Revolución Francesa o Marx a
la Revolución Rusa: sus ideas fueron incendiarias entre sus
protagonistas principales (aunque en los tiempos que corren parezca
que no existieron), como vemos en estas frases: “Ningún hombre
libre será cogido, o hecho prisionero, o desposeído de sus
propiedades, o libertades, o costumbres libres, o proscrito, o
exiliado, o destruido de alguna otra forma; ni se le podrá ignorar,
ni condenar, a no ser a través de juicio legítimo por sus iguales, o
por la ley de la tierra [costumbre].”
Analizamos la
sentencia en tres partes: 1) el sujeto (ningún hombre libre) va
seguido de 2) ocho o nueve acciones prohibidas que suplen al
predicado, que entonces es calificado por 3) un climax en la
sentencia, que afirma dos principios legales que proporcionan las
excepciones: juicio con jurado y la ley de la tierra [costumbre]. La
primera parte solía ser la castaña constitucional favorita en las frías
clases de ciencia política que trataban sobre la guerra, cuando el
profesor, con pedante regocijo, explicaba que “un hombre libre”
bajo el feudalismo viene a significar ahora alguien con privilegios
reconocidos concedidos por el rey, como en el caso de los barones.
Para ser honestos, los marxistas no fueron mucho mejores, definiendo
al hombre libre como un burgués. Tampoco aceptarían al siervo. Así,
en la edad media, nuestro párrafo sería un jarro de agua fría
derramado sobre el entusiasmo de nuestras pasiones. No fue sino hasta
mucho más tarde que aprendí estas cosas por mí mismo, y pienso que
Coke empieza su comentario muy claramente, “esto incluye a los
villanos”.
La segunda parte
abarca una gran variedad de situaciones: coger, arrestar, encarcelar,
exiliar, desterrar, arruinar, destruir, victimizar y desposeer. También
contiene una cantidad amplia de comentarios, legales y de otro tipo.
Habeas corpus, juicio con jurado, proceso ajustado a ley y prohibición
de la tortura como principios legales que, curiosamente, provienen de
esta declaración. Esa es la parte que nos interesa.
En algunas
traducciones conservadoras aliquo modo destruatur se convierte
en “arruinado”, o “molestado”, o “victimizado”.
Interpretar la prohibición de la tortura como molestia o ruina o
victimización es desarraigar el daño del cuerpo. Coke afina más:
“cualquier destrucción de otro tipo” como “privar de la vida o
de un miembro del cuerpo, o desheredar o someter a tortura o
muerte”. La expresión “vida o miembro”, aparece más veces en
la Carta de Libertades, y deja claro que la destrucción a la que se
refiere supone una acción sobre el cuerpo, un desmembramiento, una
mutilación real. Es importante para nosotros retener esta traducción
clásica – “destruido en forma alguna” por dos razones: primera,
porque se conserva en la Petición de Derechos (1628), por lo cual el
capítulo 39 sigue vigente y se perpetúa posteriormente en la
Constitución de EEUU (entre otras, véanse las enmiendas 5 y 14), y
segunda porque a partir de esa traducción Edward Coke y los
dirigentes de la Revolución Inglesa fundamentaron su oposición a la
tortura.
La Historia se movió:
monarquía, república, dictadura militar, monarquía de nuevo,
jacobitas, whigs, fueron y vinieron, conservando como un residuo el
capítulo 39, que persistía a pesar de las capas de sedimentos de
formas imperiales superadas. En sus Comentarios a las Leyes (1765-69),
William Blackstone declaraba “la constitución [inglesa] es una
desconocida absoluta para cualquier poder arbitrario que quiera matar
o mutilar al sujeto sin un expreso mandamiento judicial”. Explica
que las palabras aliquo modo destruatur “incluyen una
prohibición no solo de matar o mutilar, sino también de torturar (lo
cual no contemplan nuestras leyes) y de cualquier opresión llevada a
cabo por una autoridad ilegal a causa del color de la piel”.
“Junto a esos miembros que pueden ser necesarios al hombre, para
poder defenderse frente a su enemigo”, comienza. ¿no usaría ese
“hombre” sus miembros para freir un huevo o acariciar una mejilla?
¿Es su subjetividad pura agresión? Sin embargo, continúa: “el
derecho natural a la seguridad del resto de su persona o cuerpo es
también respetado frente a las ofensas corporales de amenazas,
asaltos, golpes y heridas; aunque tal suma de ultrajes no destruya la
vida o un miembro”.
Bien, demasiado para
el venerable capítulo 39 de la Carta Magna, cuya singularidad espero
que quede establecida gracias al latín, a la gramática y a las
autoridades de un tiempo pasado. Pero no solo se dice que el tema de
la tortura es pintoresco, también su contexto es curioso.
El 19 de septiembre
de 2003, Paul Bremer promulgó el Decreto 39, un “sueño
capitalista” según The Economist. A partir de ese momento,
doscientas compañías estatales [en Iraq], podían pasar a manos
privadas, las compañías extranjeras podían comprar el cien por cien
de los bancos, minas e industrias iraquíes, pudiendo sacar del país
el cien por cien de sus beneficios. Esta fue la carta de privatización
que se elaboró para que las compañías públicas se convirtieran en
privadas, los contratos fueran privados y todo se pusiera en venta. El
Decreto 39 promovía tanto la privatización como la globalización,
ya que ahora se les permitía a las firmas extranjeras que compraran e
invirtieran en las compañías iraquíes y que pudieran repatriar el
cien por cien de sus beneficios. El momento de la invasión y de la
ocupación se acompañó con el de la liquidación de Iraq. Las
brutales acciones diseñadas para “liberar un país soberano”
marcan un hito en las destrucciones de la globalización. El principio
de explotación no es la corrupción, es la política de expropiación.
El proyecto
neo-liberal, o capitalismo salvaje, o la aplicación universal de
compra-venta fueron establecidos en Iraq junto con el Decreto 39. Al
mismo tiempo, los prisioneros de Abu Ghraib eran degradados, sometidos
a abusos y torturados, en violación el Capítulo 39 de la Carta
Magna. La coincidencia es curiosa, y llega a ser aún más curiosa.
Las Políticas Estructurales de Ajuste del Fondo Monetario
Internacional, o SAPs, fueron los instrumentos principales a través
de los cuales el capital global reforzó el neoliberalismo sobre las
naciones explotadas. De forma contemporánea, el equipo secreto de
cazadores y torturadores del Pentágono fue también denominado SAP,
programa de acceso especial, responsable de proporcionar víctimas
para las cámaras de tortura en Singapur, Tailandia y Pakistan (Hersh,
p.16). En efecto, el día en que asesinaron a John Fitgerald Kennedy
en 1961, recuerdo que mi padre, un consejero político en la Embajada
de EEUU, volvió a casa para el almuerzo pálido y horrorizado tras su
paso por los cuarteles de la policía de Karachi. En la mesa no pudo
tragar nada, apenas podía hablar, pero anhelaba, al menos, contarnos
la verdad de lo que había pasado ante sus ojos. Esto podría
seguramente explicar por qué se maquillan con eufemismos determinadas
situaciones, ya que de otra forma no podrían digerirse las torturas (¿Una
Oficina de Nomenclatura Imperial?).
¿Por qué la tortura
acompaña al desarrollo económico o a la acumulación primitiva? ¿Cuál
es la relación entre la violación del Capítulo 39 y la promulgación
del Decreto 39? Esta es otra forma de expresar la conexión entre las
torturas llevadas a cabo en la prisión de Abu Ghraib y el proyecto de
política económica neoliberal. ¿Por qué la violación de un
principio legal fundamental, como es la integridad del cuerpo, es
necesaria para la política de extracción de petróleo, modernización
y libre mercado?.
En 1994, los EEUU
ratificaron la Convención de NNUU Contra la Tortura, que prohíbe la
tortura y otros “castigos o tratos crueles, inhumanos o
degradantes”. En la prisión de la Bahía de Guantánamo, se
mantiene a seiscientos prisioneros en jaulas de malla de acero, que
son una reminiscencia de las jaulas en las que se metía a las mujeres
inquietantes durante el Renacimiento Europeo. Sin embargo, en
general se saca una impresión de complacencia al repasar diversos
manuales estadounidenses sobre técnicas de tortura que la CIA, la
Escuela de las Américas y otros utilizan, porque parecen evitar
aparatos tales como jaulas en la tecnología de la tortura. Los
castigos con palos, las palizas, los azotes con correa, las mordazas,
los cepos, los taburetes de inmersión en agua, las coacciones, los
hierros de marcar, la picota, las ruedas en el cuello, los grilletes,
la horca, etc.., son algunos de los instrumentos de tortura que se
utilizaron durante el Renacimiento inglés para disciplinar a
las mujeres.
Décadas de
investigación en los departamentos universitarios de psicología,
junto a las numerosas técnicas de “manos fuera” de la CIA, han
dado como resultado la “tortura psicológica”. En Guantánamo, el
General Miller utilizó la privación del sueño, la exposición al frío,
la colocación de los prisioneros en posiciones forzadas durantes
largos y agonizantes períodos de tiempo. Sin embargo, sólo se estaba
tomando ejemplo del clásico de hace cuatro siglos y medio El
descubrimiento de las brujas (1647), de Matthew Hopkins, el
Descubridor General de Brujas. Utilizaba la inmersión (en agua
helada), la observación (las forzaba a sentarse en un taburete
durante largos períodos de tiempo sometidas a observación) y caminar
sin descanso (privándolas de dormir durante largos períodos), así
como pinchazos (utilizando una aguja para probar el perineo) como
medios de interrogar a las sospechosas y descubrir a las brujas. Fue
personalmente responsable de la muerte de decenas de mujeres entre
1645-46, incluyendo el ahorcamiento de diecinueve a la vez. El
Parlamento no aceptaba aplicar a la bruja su método de ‘inmersión’
o ‘lanzar a una mujer atada con cuerdas en un estanque para ver si
se hundía’. Pero el Parlamento permitió otros métodos: hambre,
privación del sueño, obligar a caminar arriba y abajo hasta que sus
pies se llenaban de ampollas y su mente se extraviaba, confinamiento
en solitario y mantenerlas sentadas en una única posición para que
cayeran exhaustas, o eufemísticamente, ‘tenerlas bajo tensión’.
En la historia
inglesa se produce una tensión entre la práctica de la tortura y su
prohibición. Las críticas legales en la edad media, como la del
pescadero Andrew Horn, recordaban que Alfredo el Grande “colgó a
Osketil [un juez], porque había juzgado a Culling hasta matarlo,
quien fue apresado y torturado hasta que confesó un pecado mortal, y
esto lo hizo para evitar más torturas; y Osketil le condenó a muerte
por la confesión hecha al juez de primera instancia”. Siglos después,
Coke decía, “no hay ninguna ley que autorice la tortura en esta
tierra, ni puede justificarse por precepto alguno”, y Blackstone
denominaba el tormento como “un instrumento del estado, no de la
ley”. Ahora, puede decirse, como aprendimos del Profesor Langbein
(una autoridad de la que depende Alan Dershowitz, el apologista de la
tortura de Harvard) que Edward Coke, como Francis Bacon o Isaac
Newton, habían participado en la tortura a sospechosos. Hay
evidencias de que Blackstone lo hizo, y aunque tuviéramos dudas de
que fuera así, ¿nos sorprendería realmente que lo hubiera hecho?
Los ingleses dirán
que ellos aborrecen y prohíben la tortura, sin embargo la practicaron
de forma intensa, especialmente en las colonias. En 1804 tuvo lugar un
proceso contra el gobernador principal de Trinidad, Picton, que había
colgado a una joven por los pulgares, la acusación declaraba “No
citaré a muchas autoridades para probar que la tortura es en sí
misma absolutamente ilegal y que nunca ha sido implantada por la ley
de este país”. Yo supe por las investigaciones de Anupama Rao, del
Barnard Collage, que los ingleses en la India aplicaron indirectamente
la tortura a sospechosos, es decir, le pedían a otros indios que lo
hicieran por ellos.
En la historia de
EEUU hay una contradicción similar: por un lado, la octava enmienda
prohíbe los castigos crueles y extraordinarios, mientras que por
otro, fue sistemática la aplicación de la tortura a los indios y a
los esclavos. Joan Dayan, el brillante historiador de Haiti, escribe
un artículo en The Boston Review titulado “Cruel y
Extraordinario” sobre la defunción de la Octava Enmienda. Las
torturas de Abu Ghraib fueron preparadas por la Casa Blanca y los
abogados del Pentágono. El “Informe del Grupo de Trabajo sobre
Interrogatorios a Detenidos en la Guerra Global contra el
Terrorismo” remite al Tribunal Supremo de EEUU casos que afectan a
las prisiones que han cambiado el significado de la octava enmienda.
Se centraban en la severidad, privaciones, heridas a personas
prisioneras. Erosionando las decisiones del tribunal Rehnquist, se
hizo hincapié en la intención, motivación y buena fe de los
guardianes de las prisiones. Más sorprendente fue un análisis del
Departamento de Defensa de marzo de 2002 que concluía que el
Presidente estaba autorizado a utilizar la tortura mientras pudiera
“negar un propósito específico, mostrando que había actuado de
buena fe” (Hersh, 18).
Joan Dayan cita al
juez Clarence Thomas, cuya gramática le reveló que “el uso de la
fuerza para causar daño, aunque sea insignificante, a un prisionero
puede ser inmoral, puede ser tortuoso, puede ser criminal, y puede
incluso ser evitable bajo otros preceptos de la Constitución Federal,
pero no es ‘castigo cruel y extraordinario’. Aquí la cuestión
que se plantea es que “tortuoso” es compatible con “daño
insignificante”. Dayan muestra que la inversión irracional del
significado de la octava enmienda lleva a las torturas de Abu Ghraib,
pero la aparente facilidad con la que ha sido aceptada sólo puede
explicarse dentro de un contexto histórico más profundo,
fundamentalmente en los códigos de esclavos desarrollados por los
franceses en el Caribe (copiados entonces por John Locke y llevados a
Carolina una vez que se extendieron a otras colonias americanas), que
suprimían o degradaban la humanidad del esclavo como persona con
categoría legal.
Lo que se está
asumiendo de forma implícita es que los prisioneros no son personas.
El juez Brennan en Furman v. Georgia (1972) señaló el significado de
la octava enmienda al prohibir que se considerase a “miembros de la
raza humana como inhumanos”. Se crea una categoría a partir de los
estigmatizados, de los deshumanizados, y lo que es esencial añadir,
de los demonizados. La categoría de no humano en la historia de EEUU
empieza con la categoría del esclavo Caliban. Pero Caliban nació
libre, y como recordamos de La tempestad [Shakespeare] tenía
madre, Sycorax. Ella era curandera, una shaman que había
nacido en Africa, en Argel, que tenía poderes sobre los árboles, los
pájaros, el clima, “alguien tan fuerte que podía controlar la
luna, las mareas”. Debemos, por tanto, extender los comienzos del régimen
de la tortura más allá del régimen esclavista para incluir, por así
decirlo, la degradación de la mujer como una de las estructuras
profundas del capitalismo.
La continuidad en los
intentos de convertir a algunos de nosotros en no humanos se establece
a través de la tortura en nuestro monstruoso sistema de prisiones.
Marilyn Buck está cumpliendo una sentencia de ocho años de prisión
en una Institución Correccional Federal en Dublín bajo el cargo de
ayudar a Assata Shakur a escapar, de conspirar para destruir las
propiedades del gobierno y, por otra parte, de derribar el templo
imperial. Dentro de la prisión, se la amordaza para que no diga
expresiones anti-racistas, anti-imperialistas y anti-sexistas, por lo
que ella recurre a la licencia poética. Se ha convertido en poeta por
razones de estado (lo mismo le sucedió a Milton). “sin imaginación
hay pocas posibilidades de poder enfrentarse a lo caduco”, concluye.
Wild Poppies es un CD con decenas de voces poéticas –
sudafricanas, portorricenses, afroamericanas, palestinas, con nativos
americanos recitando sus poemas.
Hay testimonios en
ambos lados de las paredes de la prisión sobre algunos significados
de la tortura en los EEUU de hoy. Ella escribe un poema acusador
llamado “Los Torturados”: “Ciudadanos indiferentes que no se
preocupan de mirar detrás de las máscaras de los prisioneros; los
torturados nos miran fijamente a través de ellas.”
Ella ha estado detrás
de la máscara y nos mira con humanidad y conocimiento. Tiene un largo
poema llamado “Revelación” en contra del sentido puritano del
imperialismo estadounidense. Se está refiriendo a una memoria
cauterizada:
“¿Has tropezado
alguna vez con el roce de una antorcha sobre la piel?”
“Ellos queman el
aire con su mojigatería, encendiendo hogueras bajo los pies de los
inconformistas”.
Expresa así un
profundo trauma de esta civilización, que casi nunca se menciona, que
todavía se trata de silenciar: la quema de brujas.
Publicado en el mismo
mes, abril de 2004, en el que Faluya repelió por primera vez el
violento ataque estadounidense y en el que las fotografías de las
torturas estadounidenses en la cárcel de Abu Ghraib se conocieron en
todo el mundo, el libro de Silvia Federici, Caliban y la bruja,
aunque describe un tiempo y un lugar remotos con respecto a los
atrocidades ilegales que se perpetran en Mesopotamia, y siendo como es
un estudio de la caza de brujas, de los movimientos heréticos
medievales y de los mecanismos europeos y de la filosofía
materialista de la ‘Edad de la Razón’, sin embargo resulta
esencial para entender todos los procesos. Al mismo tiempo que explica
la paradoja del horrible juego de palabras del Programa de Ajuste
Estructural y del Programa de Acceso Especial (SAP), o la grotesca
contradicción entre el capítulo 39 de la Carta Magna y el Decreto 39
en el Iraq ocupado.
Nada puede ayudarnos
tan claramente a entender la tortura y el proyecto de neo-liberalismo
como esto, porque Federici describe un proceso fundacional que crea
las condiciones estructurales para la existencia del capitalismo. Esta
es la relación fundamental que se da en la acumulación capitalista,
o (como se llamó durante décadas de literatura técnica) en la
‘acumulación primitiva’. Este misterio dejó perplejo a Adam
Smith. Constituía el ‘pecado original’ de los economistas políticos,
y que para Karl Marx estaba escrito con “letras de sangre y
fuego”.
El nacimiento del
proletariado requirió una guerra contra las mujeres. Esta se puso en
marcha a través de la caza de brujas, cuando decenas de miles de
mujeres fueron torturadas y quemadas en la hoguera por toda Europa, a
través de un terror masivo patrocinado por el estado contra el
campesinado europeo, destruyendo las relaciones y la propiedad
comunales. Esto se realizó de forma contemporánea al levantamiento
de cercados alrededor de las tierras, la destrucción de la cultura
popular, el genocidio en el Nuevo Mundo y el comienzo del comercio de
esclavos africanos. Con la inflación de precios del siglo XVI, la
crisis del siglo XVII, el estado centralizado, la transición al
capitalismo, la Edad de la Razón vio la luz, si es que los gritos
cuajados de sangre en la hoguera, el crepitar de leña cuando los
haces prendían súbitamente, el estrépito de los grilletes de hierro
de los vagabundos encarcelados, o las abstracciones de columnas
temblorosas de las filosofías mecanicistas pueden ser llamadas de
verdad “ver la luz”.
Federici explica por
qué la era del pillaje requirió del patriarcado, del salario. El género
se convirtió no sólo en una condición biológica o una realidad
cultural sino en una especificación determinante de relaciones de
clase. La devaluación del trabajo reproductor inevitablemente también
devalúa su producto, el poder de trabajo. La quema de brujas y la
disección del cuerpo impusieron un nuevo pacto sexual, la conjuratio
del trabajo no remunerado. Eso fue esencial para la disciplina de
trabajo capitalista. Eso fue lo que Marx llamó la alienación del
cuerpo, lo que Max Weber llamó la reforma del cuerpo, lo que Norman
O. Brown llamó la represión del cuerpo, y lo que Foucault denomina
la disciplina del cuerpo. ¡Sí, todos estos teóricos sociales de la
modernización pasaron por alto la caza de brujas!.
La demonización histórica
de las mujeres se nos ofrece página tras página en ilustraciones
profusas y magníficas. El libro contiene muchas y bellas
ilustraciones, tales como el Hombre Vegetal, la Tierra de Cockaigne,
la Fuente de la Juventud y el Herbario de la Bruja. Contiene imágenes
poderosas, muchas de ellas grabadas en madera (uno de los primeros
usos de la imprenta). Una muestra a las brujas conjurando una lluvia
torrencial, otras muestran un prostíbulo del siglo XV, el cuadro de
de Durero de la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, los Horrores
de la Guerra de Jacques Callot, el baño de las mujeres de Durero, el
Parlamento de las Mujeres y el reparto comunista de bienes de los
Anabaptistas.
Si una de las imágenes
de Abu Ghraib nos presenta una crucifixión, otra nos ofrece una pirámide:
son formas fundamentales de diseño gráfico, muy conocidas por los
estudiantes de arte. El Sabbath de las Brujas de Hans Grien
(1510) o el titular de Andreas Vasalius De Humani Corporis Fabrica
(1543). Toda la magia ha desaparecido: el cuerpo humano se ha
convertido en una fábrica o en un mecanismo de sangre circulante que
conecta tejidos y pequeñas células, obediente a las órdenes de la
ciencia. El cuerpo maquinal se representa así: completamente
desvalido, en medio de una reunión horrible, en una rotonda de estilo
corintio, de un grupo renacentista de burgueses en un teatro anatómico
donde el cadáver de una mujer embarazada yace desnudo en medio, sobre
una mesa, con el útero abierto mientras la asamblea mira impúdicamente,
contempla, se asoma, señala, espía, empuja, se da codazos, escudriña,
enjuicia…
Producto de intensos
debates dentro del movimiento internacional de mujeres, teniendo en
perspectiva la historia europea, a medidos de los ochenta fue posible
una resistencia de tres años en Nigeria, donde una campaña de
misoginia estuvo acompañada de ataques a las tierras comunales bajo
la dirección de un ‘plan de ajuste estructural’ que permitiera
extender las estructuras de ajuste del capitalismo europeo en sus
violentos comienzos. Atraída por el inconformismo de la historia
social británica, por la lúcida periodización de la erudición
francesa, por la apertura mediterránea a Africa y Asia, por la
resistencia de los pueblos indígenas de América, por el poder de las
mujeres del Oeste de África, su ámbito es auténtico y amplio, desde
los sarracenos en el este a los incas en el oeste, con Europa al norte
y el Caribe al sur. Sus zonas de interés son el oeste de África,
Inglaterra, Francia, Alemania, el Mediterráneo, Yucatán, Oaxaca,
Europa del Este y el Caribe. La perspectiva global supone una
multiplicidad de localidades, no una totalidad imaginada sino una
multiplicidad de pueblos, barriadas y tierras comunes.
En la era neo-liberal
de sombras postmodernas, el proletario se inscribe fuera de la
historia, por eso el trabajo del historiador debe consistir en
recuperar incluso su sustancia existencial. Así, la reproducción y
la especificación de género de las relaciones de clase están
completa e históricamente razonadas. Al afirmar una serie de
horrorosas realidades terroristas, Silvia Federici ha escrito
verdaderamente un libro de nuestro tiempo. Elaborado con una prosa sin
concesiones, está dirigido tanto a alumnos como a jóvenes del
movimiento anti-globalización; accesible para los estudiantes,
interesante para los eruditos, desafiante para los intelectuales.
Presenta argumentos frente a las feministas radicales, los socialistas
marxistas y los foucaltianos académicos. Ni acomodaticio ni
condescendiente, su libro pone de manifiesto una inagotable
generosidad de espíritu y la dignidad de una erudita planetaria. Como
trabajo apasionado para recobrar la memoria, es un yunque. Como
exposición lúcida del terror ejercido contra el cuerpo humano, es un
martillo. Juntos pueden utilizarse para forjar la agenda de la
humanidad.
Es un libro escrito
en memoria de un período que quemó el cuerpo en Europa, dejando una
cicatriz de pérdida comparable a las que causaron el hambre, las
matanzas y la esclavitud. Caliban es un proletario, saca agua y
acarrea madera, su madre era una bruja. Próspero le llama criatura de
la oscuridad. Y si él es así, ¿qué es ella? Una hoja en blanco
sacada de la página de la historia que deja detrás, de forma
inevitable, esa oscuridad. Próspero reconoció a Caliban (“esa
criatura de la oscuridad que considero mía”) en contraste con Bush,
Cheney, Rumsfeld, Condoleeza Rice, y todos los insignificantes y
rumiantes de esa cadena de mando cuyos vínculos describe Seymour
Herst.
Las mujeres de la
Europa medieval jugaron un papel importante en los movimientos heréticos;
las mujeres de la Europa medieval encontraron una integración de género
en las labores cooperativas de los comunes que, por supuesto, dependían
de ellas. Chaucer describió felizmente un movimiento auténtico de
mujeres en la cultura popular, que a menudo integraban las revueltas
campesinas. John Ball repetía “ahora es el momento” y los siervos
de la gleba proclamaban con toda confianza “tendremos nuestro albedrío
en los bosques, en las aguas y en los prados”. Thomas Müntzer, el líder
comunista de la Revolución Campesina Alemana de 1525 dijo con
sencillez “todo el mundo necesita una sacudida”. Poco después
comenzó el perverso periodo en el que el cuerpo fue transformado. De
ser un depósito de conocimiento, sabiduría, magia y poder, pasó a
convertirse en una máquina de trabajo que necesitaba tanto el terror
como la filosofía. El cuerpo bajo el terror del racionalismo es
diseccionado bajo un nuevo pacto sexual, la conjuratio del
trabajo no remunerado. La criada, la prostituta y el ama de casa
llegan a ser los roles exclusivos de las mujeres, sustituyendo a la
curandera, la artesana, la herética, la herbolaria, la sabia, la
estudiosa, la vieja, la naturalista, la soltera, la de mala reputación,
la que habla con libertad, la que encuentra las propiedades perdidas,
la vigorosa, la ‘mujer libre’, la sabia en ciencia tradicional
africana, la comadrona.
La expropiación de
la tierra, la intensificación de las distancias sociales, la crisis
de las relaciones colectivas, todos los apuntalamientos metafísicos
del orden social, la lucha de clases reducida a un mal de ojo, la
sexualidad reducida a la producción funcional de poder de trabajo; la
contracepción, el aborto fueron proscritos por la Bula de Inocencio
VIII (1484), la destrucción del mundo encantado donde las estrellas y
las hierbas se conectaban en correspondencias que eran saludables,
donde la fortuna, lo desconocido y lo accidental impedían el progreso
de la “racionalización científica”, la anatomía, la disección,
la destrucción, la expropiación, la explotació.
Ella escribe “del
mismo modo que los cercados expropiaron al campesinado de la tierra
comunal, de la misma forma la caza de brujas expropió a las mujeres
de sus cuerpos, que fueron así ‘liberados’ de cualquier
impedimento que imposibilitara su funcionamiento como máquinas para
la producción de trabajo”.
¿Hubo algunas
excepciones? Los hijos, los hermanos, tíos, padres, los hombres de la
comunidad, ¿defendieron a sus mujeres? Triste, vergonzosamente, sólo
hay una única excepción a la respuesta universal. En 1609, cuando
los pescadores vascos de San Juan de Luz oyeron que las mujeres
estaban siendo desnudadas y quemadas por brujas, interrumpieron su
campaña del bacalao en el Atlántico y navegaron de regreso a casa,
cogieron sus cachiporras y liberaron un convoy de brujas que eran
conducidas a la hoguera.
Lo que conocemos es
la práctica sistemática, prolongada y global, de la tortura. Es
sistemática en el sentido de que en el pasado la iglesia y el estado
conspiraron para ejercerla mientras que los teóricos del estado
desarrollaban un filosofía en su apoyo, como Jean Bodin (“Debemos
extender el terror entre algunos para castigar a muchos”), René
Descartes (“Yo no soy este cuerpo”) y Thomas Hobbes (“para las
leyes de la naturaleza, como la justicia, la equidad, la misericordia,
y en resumen, hacer a los otros lo que nos gustaría que nos hicieran
a nosotros, sin el terror del poder que les causaría ser observados,
son contrarios a nuestras pasiones naturales”). Fue prolongada en el
sentido de que no fue una terapia de choque basada en la guerra relámpago,
o en un repentino ‘plan de ajuste estructural’, sino una campaña
intermitente de aproximadamente dos siglos que menguó y aumentó con
los precios. Fue contemporánea con el renacimiento europeo, arriba y
abajo, al norte y al sur. Finalmente, fue global en el sentido de que
la degradación de las mujeres, llevada a cabo mediante el terror
ejercido sobre el cuerpo, pertenece a la misma época que el genocidio
de los pueblos indígenas en América y el comienzo del comercio de
esclavos africanos. “Fue en ese momento cuando nació el uso científico
de la tortura, cuando la sangre y la tortura fueron necesarios para
‘alimentar un animal’ capaz de regular una conducta uniforme y
homogénea, marcada de forma indeleble con la memoria de nuevas
reglas”.
Son los comienzos de
un proceso que nunca ha llegado a completarse. Por esa razón, la
“santidad del matrimonio” fue un asunto electoral decisivo y las
torturas de Abu Ghraib no lo fueron. El dominio del cuerpo de la mujer
y la tortura a través del poder sobre el trabajo; dos medios para
crear poder sobre el trabajo. El proyecto neo-liberal necesita una política
de reproducción social. El cuerpo se puede convertir en un lugar de
resistencia, como mostraron las “protestas desnudas” de las
mujeres del delta del río Níger en el verano de 2003, en que
virtualmente lograron detener la extracción de petróleo.
La disciplina de
trabajo capitalista requiere una filosofía mecanicista, necesita de
cercados y de creación de mapas con fronteras por el mundo, desde un
barrio al GPS (2), precisa del tick tack del reloj, de cuadrar el
calendario de nuestros días a base de rejas; prohíbe el desnudo en
el baño público; prohíbe los juegos de azar y los juegos en campo
abierto; requiere una creencia en el trabajo, una ideología de
trabajo, un credo de trabajo y de salvación a través del trabajo. El
poder del trabajo se convierte en algo controlado. De significar un
descanso en el trabajo, la frase “pasteles y cerveza” se convierte
en una puerta abierta hacia el consumismo. “Podemos ver que el
cuerpo humano, y no la máquina de vapor y ni siquiera el reloj, fue
la primera máquina desarrollada por el capitalismo”. El cuerpo
codicioso, puro, capacitado, puntual, casto, productor y consumidor,
el “dueño libre” del “poder de trabajo” – aparece en Marx
como un regalo de la naturaleza. Bechtel, Halliburton (3), y sus
empleados contratados lo consideran de otra manera. Se aplica a Iraq
la terapia de choque.
Los historiadores de
la tortura según se practicaba en Inglaterra limitaban su concepción
de la misma a un método de descubrimiento o de examen de testigos; lo
llamaban “interrogatorio bajo compulsión”. Sin embargo, esto
tergiversa su función real, que no es la de una metodología de
investigación equivocada, sino que es parte de una política para
aterrorizar y crear un tipo nuevo de ser humano. Es inherente tanto al
proyecto de expropiación como al proceso de explotación. De las
marismas árabes a las tribus del desierto: el poder del trabajo
moderno se crea a través de la guerra, de la religión y de la
tortura. Como resultado: emigración, diáspora, criminalización,
empobrecimiento… La imposición del dolor prosigue en varios
contextos disciplinarios: ejército, marina, imperio, Irlanda, hombre
y mujer, padre y niño, profesor y alumno, dueño y sirviente, incluso
bien entrado el siglo XX.
No podemos describir
un ‘período de torturas’ que sea exclusivo de las expropiaciones
del período de acumulación primitiva que haya desaparecido cuando en
la fábrica se convierte la explotación en algo rutinario, porque la
fábrica en sí misma es un habitat de dolor, insomnio y tensión. La
expansión de los molinos para triturar el grano en Irlanda, debido al
desarrollo de la industria del lino, atrapó a las mujeres, hijos e
hijas de pequeños granjeros y los llevó a alimentar las ruedas de
estos molinos. Entre 1852 y 1856, en Kildinan, cerca de Cork, en un
molino (sobrepasado el año 1800) hubo seis accidentes mortales y
sesenta mutilaciones. El Dr. White, cirujano de las fábricas en
Downpatrick, se encontró con un inmenso sacrificio de vidas y
miembros, “en muchos casos, una cuarta parte del cuerpo es arrancado
del tronco”. El Dr. Simon escribía en Inglaterra “La vida de miríadas
de trabajadores y trabajadoras es ahora torturada inútilmente, viéndose
acortada por los sufrimientos físicos sin fin que provocan sus
trabajos”. Cada rincón del planeta tiene las mismas historias. En
Toledo, Ohio, recordamos a Larry Fuentes, destrozado hasta morir por
un robot en la planta de Daimler-Chrysler en mayo de 2000.
El tema de la
globalización va parejo con un segundo tema, que es el del terror
violento. Marx ejemplificaba esta relación en el capítulo 31. La
escala variable de recompensas pagada en Massachussets por los cueros
cabelludos de los indios está al comienzo del capítulo, y la
“Matanza de los inocentes por Herodes” al final, de una extensa
cita de John Fielden en su libro Curso sobre el sistema de las fábricas
(1836), en el que trata de la crueldad, las palizas y las torturas
aplicadas a los niños por los dueños de las fábricas en la
industrial Lancashire. Fielden cita que los asesinatos y las torturas
en la factoría tenían lugar en “los bellos y románticos valles de
Derbyshire, Nottinghamshire y Lancashire”.
Marx vuelve a la
figura dominante en su historia, el tropo de la explotación
sanguinaria. Inspirado en los escritos de T.J. Dunning, un activista
sindicalista de los encuadernadores, Marx observa que el capital
penetra en el mundo “goteando sangre y suciedad por cada poro, desde
la cabeza hasta la punta del pie”. Esa pérdida, ese derramamiento,
se llama en la actualidad Faluya. La mutilación del cuerpo humano y
la globalización del comercio constituyen los dos aspectos del
capitalismo, del imperio y de la tortura.
El régimen que
prevalece en EEUU es ilegal, cruel e inhumano, y aunque defiende que
sus atrocidades son ‘accidentes’, o que se podrían disculpar al
haber sido motivadas por la ‘buena fe’, tales excusan apenas rozan
la superficie de sus crímenes, porque sus propósitos más profundos
y sus objetivos estratégicos son la acumulación primitiva y la
dominación sin fin que caracterizó los comienzos de la Edad del
Pillaje. ‘Ajuste Estructural’ y ‘Acceso Especial’ no son sino
nombres para un crimen muy antiguo. El hecho de que se sientan
alentados por el Decreto 39 debe recordarnos el capítulo 39 de la
Carta de la Libertad, que tiene que ser desempolvado de las estanterías
en los armarios de la curiosidad pintoresca y convertirse de nuevo en
una pócima políticamente poderosa para Sycorax e Iraq.
NOTAS:
(*) Peter Linebaugh
enseña historia en la Universidad de Toledo.
Es
autor de, entre otros libros, de The London Hanged and The Many-Headed
Hydra: the Hidden History of the Revolutionary Atlantic
(1) Sycorax, madre de
Caliban, personajes de “La tempestad”, de Shakespeare,
quien con esta obra quiere significar una amalgama de fuerzas
intelectuales representadas por sus personajes, donde la verdad es un
fin que favorece el crecimiento de las capacidades cognoscitivas y
creadoras del hombre, convirtiéndose en un punto de referencia en el
ser humano.
(2) GPS, Sistema de
Posicionamiento Global, es una red de satélites que transmiten
continuamente información codificada que nos permite saber nuestra
posición con exactitud sobre la tierra.
(3) Bechtel,
Halliburton son dos empresas privadas estadounidenses que han
conseguido varios de los contratos más sustanciosos en el saqueo de
Iraq. Tienen conexiones, o han tenido en el pasado, con la actual cúpula
gobernante en el país.
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