Neurosis en el Pentágono
El gulag de Faluya
Por Douglas Lummis
(*)
CounterPunch,
16/12/04
Traducido para Rebelión
por Germán Leyens
El ejército de EEUU,
dicen los periódicos, ha conquistado Faluya. Pero hay que leer las
noticias con cuidado. Parece que los militares de EEUU controlan (la
mayor parte de) el área de Faluya y (lo que queda de) sus edificios,
pero no a su gente. La gente, unas 300.000 personas, están afuera de
la ciudad, esperando para volver a casa.
Así que el ejército
de EEUU se encuentra frente a un dilema. El sentido de la operación
en Faluya era posibilitar que se realicen elecciones en enero. Para
realizar elecciones en Faluya, el ejército de EEUU tiene que permitir
que los residentes de Faluya vuelvan a casa. Pero, ¿qué pasa si
después de que vuelvan comienzan a combatir a la ocupación de EEUU,
como antes?
Según un artículo
del 5 de diciembre de Ann Barnard en el Boston Globe, el ejército de
EEUU ha preparado un plan para resolver este dilema. Van a 'canalizar
a los faluyanos a así llamados centros de procesamiento de ciudadanos
en las afueras de la ciudad para compilar una base de datos de sus
identidades mediante pruebas de DNA y escaneos de sus retinas'. Luego
le darán a cada persona una placa de identidad que tendrá que llevar
encima permanentemente. Presumiblemente los que no lleven placas de
identidad correrán peligro de ser considerados guerrilleros y
matados.
El ejército también
quiere organizar a todos los hombres de Faluya en 'batallones de
estilo militar' y obligarlos a trabajar, limpiando y reconstruyendo la
ciudad destruida.
Parece que los
militares de EEUU están todavía bajo la ilusión de que en Faluya
hay dos tipos de personas: 'terroristas' y 'residentes ordinarios'. Así
que si se puede distinguir cuál es cuál y permitir sólo que los
'residentes ordinarios', claramente marcados, vuelvan a la ciudad, se
logrará la paz. Pero cuando los 'residentes ordinarios' vuelvan a la
ciudad, algunos seguramente reiniciarán las operaciones de guerrilla
- especialmente después de que vean lo que queda de sus casas.
Para impedirlo, serán
organizados en batallones de trabajo, probablemente con comandantes de
EEUU o del ejército iraquí.
¿Así que a esto han
llegado estos estadounidenses-portadores-de-democracia? ¿Dónde
podemos encontrar un paralelo del tipo de organización social que están
planificando? En la historia alemana: el campo de concentración. En
la historia de EEUU los centros de traslado [a los que enviaron a los
japoneses] durante la II Guerra Mundial. En la historia rusa, el gulag.
Pienso que este
insano 'plan Faluya' quedará registrado, o debería quedar
registrado, en la historia como uno de esos momentos perfectos,
cristalinos, en los que la dominación imperial muestra su auténtica
naturaleza. Durante la Guerra de Vietnam tuvimos las palabras
inmortales: 'Tuvimos que destruir la aldea para salvarla'. Lo resumió
todo maravillosamente. El Plan Faluya expresa la misma contradicción.
Para salvar la 'libertad' de Faluya hubo que destruirla como ciudad y
convertirla en una prisión.
¿Pero es posible
transformar a toda una ciudad de gente enfurecida en una prisión? ¿Es
posible 'procesar' a 300.000 personas, y 'procesar' quiere decir:
transformarlos de ciudadanos en prisioneros en su propia ciudad, todo
en un par de semanas para llegar a tiempo a la elección? Suena menos
como un plan que como una fantasía demente elucubrada por un grupo de
personas frustradas y que se van a pique. El ataque militar de EEUU:
contra Faluya tuvo éxito. Fue, se jactan los funcionarios del Pentágono,
una gran victoria militar. El ejército de EEUU hizo todo lo que un ejército
puede hacer. Mataron a los que podían matar, destruyeron los
edificios que podían destruir, y controlaron la ciudad. Si la ciudad
de Faluya son su tierra y sus edificios, entonces vencieron. Pero si
la ciudad es su gente, no han vencido. Cuando dejen que vuelva la
gente, volverá donde todo comenzó. Vencieron, pero han perdido. Es
normal que comiencen a mostrar síntomas neuróticos.
(*) Douglas Lummis es
politólogo, vive en Okinawa (Japón), autor de 'Radical Democracy'.
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