El lado oculto de la
rapiña imperial sobre el petróleo y el agua
Estados Unidos súper
explota a los hambreados trabajadores de Irak
Por David Bacon y
Antonia Juhasz
Proyecto Censurado
(*), 12/12/04
Traducción de
Ernesto Carmona (especial para Argenpress)
El Wall Street
Journal del 1º de mayo de 2003 deslizó un artículo basado en
documentos confidenciales del gobierno de Bush que delineó los planes
para rehacer la economía de Irak a imagen y semejanza de la de EEUU
Esperanzado en establecer rápido una economía neoliberal de mercado
en Irak, EEUU anunció un plan de tres etapas para la privatización
de las industrias del Estado, comenzando por el área petrolera. En la
primera fase, las corporaciones que establecieran sus negocios en Irak
también podían apropiarse de los recursos naturales del país,
incluyendo los dos más preciados: petróleo y agua. En la segunda
etapa, todos los recursos naturales iraquíes se volcarían a
propiedad privada. La fase final incluía establecer 'un área de
libre comercio' en el Oriente Medio que pavimentaría el camino a la
dominación de EEUU en toda la región.
El comienzo de la
invasión corporativa fue señalado por numerosos contratos multi-millonarios
en dólares otorgados por el gobierno de Bush a las corporaciones. La
Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional (USAID, en inglés)
envió ofertas secretas para estos contratos, pero de los
destinatarios excluyó a los iraquíes, a las organizaciones
humanitarias, a Naciones Unidas y a cualesquiera otra entidad ajena al
ámbito de los negocios estadounidenses. Aunque Halliburton y Bechtel
son algunas de las corporaciones más conocidas que han recibido estos
contratos, varias más recibieron también estas ofertas secretas:
MCI/WorldCom
DynCorp/Computer
Sciences Corp
Flour
Intercontinental
Creative
Associates International Inc.
Research Triangle
Institute
Ahora que Halliburton
es responsable de la extracción y re-distribución del petróleo,
Bechtel consiguió un contrato para supervisar la gestión de los
sistemas de agua potable y de aguas servidas. Siendo la compañía
privada más grande del mundo en el negocio del agua (está
involucrada en más de 200 explotaciones de agua y plantas de
tratamiento de aguas inútiles alrededor del planeta) el contrato de
Bechtel se extendió para incluir la distribución del agua en cuanto
Halliburton le echara mano al petróleo. Con esto en mente, la
apropiación privada de los abastecimientos de agua podría tener
consecuencias devastadoras para la población iraquí.
Además de privatizar
los recursos naturales iraquíes, la autoridad provisional de la
ocupación de EEUU y de sus 'aliados' en Irak (Coalition Provisional
Authority, CPA) repuso casi todas las prácticas anti sindicales de
Saddam Hussein. En 1977, Hussein purgó los sindicatos y convirtió en
ilegales a los partidos radicales. Muchos líderes sindicales fueron
ejecutados o huyeron del país para vivir en el exilio. Diez años
después, Hussein reclasificó a los trabajadores de las grandes
empresas del Estado como funcionarios civiles del gobierno. Eso
significó que los trabajadores iraquíes del sector productivo
pasaron a integrar el 70% de los empleados del gobierno y fueron
adscritos –o 'contratados'- de manera ilegal para impedir que
formaran uniones de sindicatos y lucharan por mejores condiciones de
trabajo.
Desde que cayó el régimen
de Hussein, en abril de 2003, se produjo una explosión de actividad
de los trabajadores por organizarse sindicalmente en su lugar de
laboreo. Rápidamente, con gran impulso, emergieron organizaciones
sindicales para conducir reclamos por mejores salarios. En Basra, dos
días después de la llegada de las tropas británicas, estalló una
huelga de trabajadores. Los trabajadores exigieron su derecho a
organizarse y protestaron por la designación de un funcionario del
partido Ba'ath como nuevo alcalde, mientras se encendían
demostraciones similares por el resto del país. Unos 400 activistas
sindicales se reunieron en junio de 2003, en Bagdad, para formar la
Federación Democrática de Sindicato de Trabajadores y planearon
reorganizar las uniones obreras en muchas de las industrias
importantes de Irak.
Pero la CPA, que
derogó casi todos las demás leyes de Hussein, mantuvo la interdicción
de las uniones sindicales y, para colmo, conservó las altas tasas
desempleo, de cerca del 70% de la fuerza de trabajo, mientras
privatizaba las empresas del Estado que emplean a la mayoría de los
trabajadores. Hacia diciembre de 2003, 138 de las 600 empresas públicas
de Irak estaban en oferta para su venta.
El 19 de septiembre
de 2003, la CPA publicó la Orden No. 37, que suspendió los impuestos
a la renta y las contribuciones territoriales por un año y estableció
un límite de 15% para los futuros impuestos. Más adelante,
publicaron la Orden No. 39, permitiendo la propiedad extranjera en el
100% por ciento de los negocios (excepto el petróleo) y permitiendo
la repatriación de beneficios. La propiedad absoluta y el acceso y
los beneficios de los yacimientos de petróleo iraquíes sigue estando
bajo conflicto, aunque lo más probable es que prevalezcan los
intereses de Estados Unidos.
La CPA fijó una
escala salarial de emergencia para los emolumentos de los trabajadores
iraquíes, en la mayoría de los casos de 60 dólares por mes, es
decir, la misma escala de sueldos que tuvieron los trabajadores bajo
el régimen de Hussein. Los beneficios otorgados durante Hussein
incluyeron frecuentes primas, distribución de beneficios, cobertura médica
y subsidios para alimentos, pero bajo la CPA no existe ninguna de esas
ventajas. Tampoco hay pago de tiempo de trabajo extraordinario,
mientras el aumento de la tasa de cambio hace más costosos los artículos
importados, que son esenciales. Los trabajadores han tenido un drástico
corte en sus ingresos salariales desde abril de 2003, como resultado
de las decisiones de la CPA.
Los salarios bajos no
son el único problemas que las uniones sindicales esperan combatir.
Las condiciones de trabajo son agotadoras y peligrosas. Bajo el régimen
de Hussein, el día laborable duraba siete horas. Hoy un turno diario
es de 11 horas y un turno de noche alcanza a 13 horas. Las gafas y
otros equipos de seguridad son virtualmente desconocidos en la mayoría
de las industrias. Si los trabajadores llegan a enfermarse o se
lastiman, deben pagar su propia asistencia médica y también pierden
el salario por el tiempo que faltan al trabajo. 'La vida ha conseguido
ser mucho peor', dijo un trabajador. 'Todo es controlado por la
Coalición. No controlamos nada'.
Los trabajadores de
las empresas que se privatizarán podrían hacer frente aún a más
problemas en el futuro. Si no tienen ninguna unión legal, ningún
derecho que invocar y ningún contrato, no pueden oponerse a la
privatización de sus plantas y a pérdidas potencialmente enormes de
sus fuentes de trabajo. Un gerente de planta en una industria se mostró
dispuesto a hablar con el sindicato de trabajadores de su fábrica,
pero puesto que las finanzas y los salarios son controlados por la
CPA, el ejecutivo no pudo firmar ninguna clase de contrato con el
grupo.
El gerente de la fábrica
precisó que bajo el régimen de Hussein, los 3.000 trabajadores tenían
el empleo garantizado de por vida. El mismo no se permitió despedir a
ninguna persona. Pero si su empresa fuera privatizada, tendría que
eliminar a cerca de 1.500 personas para garantizar beneficios a sus
dueños. Como en Irak no existe ningún subsidio de desempleo,
significaría la muerte para esos trabajadores y sus familias.
El subsecretario de
trabajo iraquí Nuri Jafer dice que quisiera comenzar un programa de
subsidios de desempleo, pero hasta ahora no hay ningún país
dispuesto a ayudar a financiarlo. Mientras tanto, ningunos de los
87.000 millones de dólares que el Congreso asignó para Irak irá a
aumentar los salarios o a poner en marcha algún programa que genere
empleo importante.
Una delegación de 'US
Labor Against War' (Trabajadores de EEUU Contra la Guerra) -- un grupo
de uniones y consejos del trabajo estadounidenses-- visitó Irak en
octubre para investigar las condiciones laborales. Varias veces le
consultaron a Jafer si sería derogada la ley de 1987 que prohíbe los
sindicatos pero el funcionario no respondió a la pregunta. El
representante británico de la CPA en el ministerio de Trabajo también
rehusó contestar y se quejó de que las delegaciones extranjeras de
sindicatos que visitan el ministerio le hacían perder su tiempo al
ministro.
Actualización de
David Bacon
El desastre que es la
ocupación de Irak es mucho más que los juegos de guerra que muestran
cada noche las pantallas de la televisión de Estados Unidos. La
invasión de Estados Unidos profundizó la violencia demoledora de la
pobreza, exacerbada por las sanciones económicas posteriores a la
primera guerra del Golfo. En la desesperación por obtener trabajos a
casi cualquier precio, las políticas económicas de las autoridades
de ocupación crean cada día más hambre entre la gente trabajadora
de Irak, sumergiéndola en una piscina de bajos salarios y obligándolas
a aceptar trabajos de sub empleo.
Los grandes medios de
noticias de Estados Unidos ignoran largamente los efectos de la política
económica de Estados Unidos en la vida cotidiana de cada día,
especialmente la situación económica de la mayoría de los iraquíes,
aunque cualquier persona que camine por las calles de Bagdad no puede
dejar de percibirla. Los niños duermen en las aceras, las aguas
residuales todavía se vierten en el Tigris y las personas que
dependen de ese río para beber o cocinar continúan cayendo enfermas.
La violencia de la pobreza no se considera una violación de los
derechos humanos en Estados Unidos, sino apenas una manifestación de
la gran división en el mundo entre el norte rico, industrializado, y
el sur 'en desarrollo'. Estados Unidos no reconoce que los derechos
humanos incluyen los derechos económicos y sociales, en parte porque
son derechos colectivos, de grupos, de clases sociales o aún de otras
naciones.
La historia del
trabajo en Irak describe esas violaciones a los derechos humanos. La
mayoría de los decretos específicos de la CPA mencionados en esta
historia, que suprimen el derecho a sindicalizarse y fijan las etapas
para la privatización, son indiscutibles violaciones de los estándares
internacionales de derechos humanos.
Las Convenciones 87 y
98 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) garantizan la
libertad de asociación y desde 1987 hace continuos esfuerzos por
eliminar la interdicción que ilegaliza a las organizaciones. La
Convención 135, previniendo la venganza contra los trabajadores por
su actividad sindical, convierte también en ilegales las detenciones
de líderes de uniones obreras y la expulsión de sus trabajos.
La historia periodística
expuso no sólo la pobreza cada vez mayor de los trabajadores iraquíes,
sino también el esfuerzo consciente de utilizar un bajo estándar de
vida como atracción para la inversión extranjera. Después de que
apareciera esta historia periodistica en The Progressive (El
Progresista), empeoró la situación para los trabajadores y las
uniones sindicales. En diciembre arrestaron a los miembros del consejo
de dirección nacional de la Federación Iraquí de Sindicatos, junto
con los líderes de la Unión de Desempleados de Irak. En enero y
febrero, una ola de huelgas y confrontaciones laborales golpeó a las
industrias clave, petroleras y generadoras de energía, del sur de
Irak. La resistencia de los trabajadores creció tanto que las
autoridades de ocupación fueron forzadas incluso a retirar los
decretos que habrían permitido reducir los salarios en el futuro.
En un momento
especialmente orwelliano, George Bush incluso declaró en enero, en su
discurso a los Estados de la Unión, que la intervención de Estados
Unidos en Irak promovería la formación de sindicatos libres en el
Oriente Medio. Sin embargo, tan pronto como en abril, la autoridad de
ocupación continuó haciendo cumplir la interdicción, que data de
los tiempos de Saddam, contra las uniones sindicales en la mayoría de
los lugares de trabajo.
Pocos otros grandes
medios -aparte del Wall Street Journal- se ocuparon de la historia de
la violación de las derechos del trabajo en Irak. Una excepción
notable fue la prensa sindical, especialmente The Dispatcher (El
Despachador), de la International Longshore and Warehouse Union, y el
Guild Reporter (Reportero Gremial), del gremio de periódicos (Newspaper
Guild). Esta atención del mundo del trabajo refleja la antipatía y
la oposición a la guerra y a la ocupación cada vez mayores entre las
uniones sindicales de Estados Unidos. Por sí misma, ésta es otra
historia periodística.
Hubo una cierta
atención en la radio, debida en parte a los esfuerzos del Institute
for Public Accuracy (Instituto para la Transparencia Pública). Sin
embargo, ningunos de los grandes diarios nacionales de Estados Unidos
y ninguna de las redes de televisión, han acogido en sus noticias
historia alguna sobre el trabajo y los trabajadores de Irak. Quizás
esto no es más que una extensión de su renuencia a informar sobre
uniones sindicales y trabajadores en Estados Unidos, pero dado la
necesidad de desarrollar en Irak a las instituciones de la sociedad
civil que lleguen a ser capaces de gobernar el país, no hacer caso de
las uniones sindicales y de sus organizaciones populares aliadas
parece una clase de ceguera voluntariosa, generalmente típica de las
ocupaciones.
La mejor fuente para
la información continua y actualizada sobre trabajadores y uniones
iraquíes se puede encontrar en el sitio web de U.S. Labor Against the
War, la red nacional de las uniones sindicales opuestas a la política
de guerra de Bush: www.uslaboragainstwar.org.
Fuentes:
The Progressive, (El
Progresista), diciembre 2003
Título: Siguen vivas
las leyes del trabajo de Saddam
Autor: David Bacon
Tleft Turn (Giro a la
izquierda), marzo/abril 2004, v. 12
Título:'Ambiciones
del Imperio: La reconstrucción radical de la economía de Irak '
Autor: Antonia Juhasz
Evaluadores de la
facultad: Haidi LaMoreaux Ph.D. y Susan Garfin Ph.D.
Estudiantes
investigadores: Katie Drewieske y Adam Stutz
(*) Proyecto
Censurado, Universidad Sonoma State, California.
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