Es inusitada en Medio Oriente, la guerra de
guerrillas que combate a EEUU y Gran Bretaña
Irak, el desastre y el fantasma de Vietnam
Por Robert Fisk, enviado especial en Bagdad
The Independent, Londres
Traducción Gabriela Fonseca, La Jornada, México,
06/01/05
¿Quién lo dijo y cuándo? "El pueblo de
Inglaterra ha sido llevado a Mesopotamia para caer en una trampa de la
que será difícil salir con dignidad y honor. Nos han engañado
ocultando sistemáticamente información. Los comunicados desde Bagdad
son tardíos, insinceros e incompletos. Las cosas son mucho peores de
lo que nos han dicho, y nuestra administración es más sangrienta e
ineficiente de lo que el público sabe. Hoy no estamos lejos del
desastre."
Respuesta: Lawrence (el famoso de Arabia), en el
Sunday Times, en agosto de 1920. Cada una de sus palabras es cierta
hoy. Se nos mintió sobre las armas de destrucción masiva. Se nos
mintió sobre los nexos de Saddam Hussein y el 11 de septiembre de
2001. Se nos mintió sobre los insurgentes. (¿Recuerdan que eran sólo
"remanentes" y "nostálgicos desesperados"?) Y se
nos mintió sobre las mejoras en Irak cuando todo el país se estaba
saliendo de las manos de los poderes de ocupación y del gobierno de títeres
que han instalado. Sospecho que también se nos miente sobre las
elecciones de este mes.
Durante el año pasado hubo evidencia de que todo
nuestro proyecto en Irak es erróneo y sin esperanza, que los ejércitos
occidentales, cuando no están torturando prisioneros, matando
inocentes y destruyendo una de las más grandes ciudades iraquíes,
están siendo eliminados por una feroz guerrilla, una como nunca se
había visto en Medio Oriente.
Mis cálculos sugieren -de manera probablemente
conservadora, pues nunca nos enteramos de muchos actos de violencia-
que en 12 meses al menos 190 suicidas se han hecho estallar, a veces
dos por día. ¿Cómo sucede? ¿Hay un supermercado de suicidas,
disponibles en anaqueles? ¿Qué hemos hecho para crear esta
industria?
En otro tiempo, en Líbano, un atentado suicida
ocurría una vez al mes. En Palestina e Israel, se ejecutaba un ataque
así una vez a la semana. Ahora, en Irak, hay uno o dos al día.
Las tropas estadounidenses envían a casa
historias cada vez más terribles sobre asesinatos sin sentido de
civiles por sus fuerzas en poblados y ciudades de Irak. Aquí, por
ejemplo, está la evidencia presentada por el ex sargento de marines
Jimmy Massey, en su testimonio ante una audiencia en Canadá, a
principios de diciembre.
Ante un tribunal canadiense, que deberá decidir
si le otorga el estatus de refugiado al desertor de la brigada 82
aerotransportada, Massey declaró que él y sus compañeros mataron a
más de 30 hombres desarmados, mujeres y niños, incluyendo a un joven
que salió de un auto con los brazos en alto. "Matamos al
hombre", afirmó. "Disparamos a un radio cíclico de 500
balas por vehículo". También dijo suponer que los iraquíes que
murieron no entendieron los gestos con los que los soldados les
ordenaron detenerse.
En otra ocasión, según Massey, los marines
-respondiendo a una bala perdida- abrieron fuego contra un grupo de
manifestantes y transeúntes desarmados, matándolos a todos.
"Estaba yo profundamente preocupado por las muertes de
civiles", señaló Massey. "Lo que ellos (los marines)
estaban haciendo es asesinato". El desertor de la brigada 82
aerotransportada, Jeremy Hinzman, dijo a la corte: "Se nos ordenó
considerar a todos los árabes como terroristas potenciales, para así
cultivar una actitud de odio que te haga hervir la sangre".
Todo esto, desde luego, es parte de la
"información reservada". Tomó meses para que se hicieran públicos
los abusos y torturas en Abu Ghraib, pese a que la Cruz Roja
Internacional ya había alertado de esto a las autoridades
estadounidenses y británicas. También tomó meses para que el
gobierno británico reaccionara a las palizas -y a un asesinato-
perpetrados contra iraquíes indefensos en Basora, caso que se informó
primera vez en The Independent.
Durante los primeros siete meses del año pasado,
las autoridades insistieron en que aún "controlaban" Irak.
Pero cuando yo conduje 112 kilómetros al sur de Bagdad, en agosto último,
sólo vi puestos de control abandonados a lo largo de las carreteras
llenas de los restos quemados de camiones estadounidenses y vehículos
policiales.
Aún no se nos dice cuántos civiles murieron en
el asalto estadounidense a Fallujah. Que los estadounidenses afirmen
que mataron a más de mil insurgentes -sólo insurgentes, enfatizan,
no había ni un solo civil entre ellos- es absurdo. Todavía no somos
libres de entrar a la ciudad. Tampoco es probable que nadie más pueda
hacerlo, ya que aparentemente todavía hay insurgentes en la
localidad. ¿Por qué los aviones estadounidenses siguen bombardeando
Fallujah, semanas después de que el ejército estadounidense aseguró
haberla capturado? Es difícil, pensando en todo lo ocurrido durante
2004, pensar que algo no ha salido mal o empeorado en Irak.
El sistema eléctrico se está colapsando de
nuevo, las filas para conseguir petróleo son más largas que en los días
que siguieron a la invasión ilegal de 2003, y la seguridad es
inexistente, con la sola excepción de la parte kurda, al norte del país.
La propuesta de someter a juicio a los
subalternos de Saddam parece cada vez más un intento de justificar la
invasión y distraer la atención de los horrores por venir. Incluso
las próximas elecciones empiezan a parecer cada vez más una
distracción. Si los sunitas no pueden -o no quieren- votar, ¿qué
vale esta elección? Donald Rumsfeld sugirió que las cosas podrían
no resultar de acuerdo a lo planeado cuando antes de las
presidenciales habló de llevar a cabo los comicios "por
partes" en Irak. ¿Qué quiso decir?.
Sin embargo, los invasores nos dicen que las
cosas van mejorando, que Irak está a punto de ingresar a una
hermandad de naciones. Bush inclusive fue reelecto después de decir
esta mentira. Las bolsas con cadáveres están regresando a casa con
mayor frecuencia que nunca. Se supone que no debemos preguntar cuántos
iraquíes mueren, pero aun así se nos dice que la invasión valió la
pena, los iraquíes están mejor, la seguridad mejorará y -ésta es
mi favorita- que la situación empeorará a medida que se aproximen
las elecciones.
Es la misma vieja historia que Bush y Rumsfeld
usaron la pasada primavera: las cosas están mejorando y es por esto
que los insurgentes generan tanta violencia. En otras palabras; entre
mejor vayan las cosas, más van a empeorar. Cuando uno lee estos
absurdos en Washington o en Londres, se les puede hallar algún
sentido. En Bagdad es la locura. Yo no le diría esto a los jóvenes
soldados estadounidenses a quienes Rumsfeld informó, con enorme
arrogancia, que "se va a la guerra con el ejército que se
tiene".
Sería agradable poder dar noticia de alguna
felicidad en algún lugar de Medio Oriente. ¿Elecciones palestinas en
Año Nuevo? Bueno, sí. Pero si el gris y antidemocrático Mahmoud
Abbas es lo más a lo que los palestinos pueden aspirar después del
demasiado colorido Yasser Arafat, entonces sus oportunidades de lograr
un Estado son tan deprimentes como cuando Arafat residía en su búnker
de Ramallah.
El primer ministro israelí, Ariel Sharon, no está
tratando de retirar de Gaza asentamientos judíos ilegales porque
quiera ser bueno con los palestinos, y las desdeñosas declaraciones
de su vocero sobre Cisjordania -afirmó que el repliegue de Gaza
"conservaría en formol" la estadidad palestina- no sugiere
que vayan a recibir nada de los ocupantes. Esto significa, de una
forma u otra, que la Intifada volverá a comenzar. Llegando a ese
punto, los israelíes se quejarán que Abbas "no puede controlar
a su propia gente", y entonces israelíes y palestinos volverán
a su conflicto sin esperanza.
Es imposible reflexionar sobre el año en Irak
sin darnos cuenta de lo profundamente que la lucha israelí-palestina
afecta a todo Medio Oriente. Los iraquíes siguen la batalla palestina
con gran seriedad. El apoyo de Saddam a los palestinos era una de las
cosas con que muchos iraquíes se podían identificar, por más que
detestaran a su dictador. Y dudo mucho que la técnica del atacante
suicida hubiera madurado tan rápidamente en Irak sin el precedente de
los suicidas palestinos, y antes de ellos los de Líbano.
Esta capacidad de sentar precedentes en los
acontecimientos en Medio Oriente -y no los míticos "combatientes
extranjeros" del mundo de fantasía de Bush- es lo que está
costando tanta sangre en Irak. Cuando Sharon trata de impedir la
estadidad palestina, los iraquíes recuerdan que el aliado más
cercano del gobernante está representado en Irak por un ejército que
la mayoría del pueblo considera de ocupación. Cuando las fuerzas
estadounidenses aprenden de los israelíes sus técnicas de combate a
la guerrilla, cuando bombardean casas desde el aire, cuando abusan de
prisioneros, cuando construyen barricadas de alambre de navaja
alrededor de las aldeas recalcitrantes, ¿es de sorprender que los
iraquíes traten a los estadounidenses como suplentes de los israelíes?
No necesitamos la evidencia del ex marine Massey
para demostrar lo brutales que se han vuelto los ejércitos de ocupación,
y lo irrelevante que es el gobierno "interino" de Irak en
realidad. En Washington o en Londres estos "ministros"
juegan el papel de hombres de Estado, pero en Bagdad, donde viven
escondidos entre los muros de su pequeño y peligroso enclave, tienen
tanto estatus como alcaldes rurales. Además, ni siquiera pueden
negociar con sus enemigos.
Esto nos lleva a un hecho fundamental sobre el
pasado año de caos, anarquía y brutalidad en Irak. Todavía no
sabemos quiénes son nuestros enemigos. Con excepción del nombre
"Zarqawi", los estadounidenses -con todos los miles de
millones que le han aventado a la inteligencia, al sistema de red
computacional de la CIA, y los enormes pagos a sus informantes-,
simplemente no saben contra quién están peleando. Han
"recapturado" Samarra tres veces, y la vuelven a perder. Ni
siquiera pueden controlar las calles principales de Bagdad.
¿Quién hubiera creído, en 2003, que las
fuerzas estadounidenses que ingresaron a Bagdad, dos años más tarde
estarían envueltos en la mayor guerra de guerrillas desde Vietnam?
Quienes predijeron que esto sucedería -The Independent, entre ellos-
fueron tachados de negativos, profetas de la fatalidad, pesimistas.
Irak está probando de nuevo lo que debimos haber aprendido de Líbano
y Palestina en relación a Israel: los árabes han perdido el miedo.
Ha sido un proceso lento. Hace un cuarto de siglo vivían encadenados,
aterrorizados por ocupadores y regímenes represivos. Eran una
sociedad sumisa y hacían lo que se les decía. Ya no.
El mayor desarrollo en Medio Oriente durante los
últimos 30 años fue que los árabes se sacaron el miedo. El temor,
ya sea al ocupante o al dictador, no es algo que se pueda volver a
inyectar a la gente. Sospecho que esto fue lo que ocurrió en Irak.
Los iraquíes simplemente no están preparados para vivir con miedo
otra vez. Saben que sólo pueden confiar en sí mismos. Nuestra traición
al convencerlos de rebelarse contra Saddam se los comprobó, y se
niegan a ser intimidados por sus ocupantes. Fuimos nosotros quienes
les advertimos sobre los peligros de una guerra civil, aunque nunca
antes existió en Irak una guerra de ese tipo.
Como pueblo, los iraquíes han visto a los
occidentales aparecerse por miles para ganar dinero a costa de un país
que ha sido derrotado por una dictadura corrupta y las sanciones de la
ONU. ¿Es acaso de sorprender que los iraquíes estén enojados? El
columnista estadounidense Tom Friedman, en uno de sus artículos menos
mesiánicos, hizo una buena pregunta antes de la invasión de 2003. ¿Sabe
alguien cuántos murciélagos saldrán volando de la caja en cuanto
lleguemos a Bagdad? Bueno, pues ahora ya lo sabemos. Por lo tanto,
debemos repetir la escalofriante aseveración de Lawrence, sin las
comillas ni la fecha de 1920. No estamos lejos del desastre.
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