EEUU empantanado con o sin elecciones
Por
Jim Lobe
Inter
Press Service (IPS), 06/01/05
Washington. Mientras la atención mundial se
concentra en los efectos catastróficos del maremoto del 26 de
diciembre en el océano Índico, la situación empeora en Iraq para
las fuerzas de Estados Unidos y sus menguantes aliados.
Washington y sus socios en Iraq insisten en que
las elecciones del 31 de este mes para una asamblea constituyente
ayudarán a contrarrestar la insurgencia, pero figuras clave del
gobierno interino iraquí y analistas externos dudan incluso de que
los comicios deban realizarse, dado el deterioro de la seguridad.
Dos semanas después de un atentado suicida que
mató a 18 soldados y contratistas estadounidenses y a tres guardias
de seguridad iraquíes en una base militar de Mosul, el asesinato el
martes del gobernador de Bagdad, Alí Haidary, aumentó las dudas de
que sea posible proteger de manera adecuada a los altos funcionarios
en vísperas de los comicios.
Haidary, un ferviente aliado de Estados Unidos,
fue el funcionario de más alto cargo asesinado por insurgentes iraquíes
desde mayo, cuando se produjo el homicidio de Abdel Zahraa Othman,
entonces presidente del Consejo de Gobierno instalado por las fuerzas
de ocupación que encabeza Estados Unidos.
El mismo día, cinco soldados estadounidenses
murieron en distintos incidentes en varias partes de Iraq. La cantidad
de militares de Estados Unidos muertos en Iraq desde su invasión en
marzo de 2003 ya es más de 1.300, y la de heridos, más de 10.000, la
mitad de los cuales no han podido retomar su actividad debido a la
gravedad de sus lesiones.
El presidente interino de Iraq, Ghazi Yawar,
expuso el martes nuevas dudas sobre la conveniencia de celebrar
elecciones, al manifestar a la agencia Reuters que la Organización de
las Naciones Unidas (ONU) debería "hacer frente a sus
responsabilidades" y expedirse sobre si la celebración de
elecciones "es o no posible".
Un día antes, el primer ministro iraquí Ayad
Allawi había telefoneado al presidente estadounidense George W. Bush
para hablar sobre la viabilidad de los comicios, en vista de la
creciente inseguridad y la improbabilidad de que los musulmanes
sunitas, que constituyen 20 por ciento de la población iraquí,
participen de la elección.
Adnan Pachachi, uno de los políticos iraquíes
favoritos de Estados Unidos, que tuvo un papel fundamental en la
transición de la ocupación lisa y llana a la formación de un
gobierno denominado interino, en junio, urgió expresamente a
Washington a postergar las elecciones para aumentar las probabilidades
de participación sunita y controlar la situación de seguridad.
"Esa situación se ha deteriorado
significativamente", advirtió el veterano político sunita y ex
canciller en una columna publicada en el diario The Washington Post.
Esta semana, el jefe de Inteligencia del gobierno
interino, general Mohammed Shahwani, dijo a un diario saudita que la
insurgencia iraquí cuenta con unos 40.000 "combatientes
duros", o sea el doble de lo que había calculado antes
Washington, y que a ellos se suman de 150.000 a 200.000 personas que
se desempeñan como guerrilleros ocasionales, espías o responsables
de apoyo logístico.
Según Shahwani, la insurgencia crece debido al
"resurgimiento del Partido Baath" del depuesto Saddam
Hussein, bajo la dirección de ex funcionarios de esa organización,
algunos de ellos residentes en Siria, y ya supera en número a los
150.000 estadounidenses desplegados en Iraq.
Según ese cálculo, que funcionarios
estadounidenses se apresuraron a poner en duda pero no rechazaron, la
situación no se adecua para nada a la doctrina básica sobre
contrainsurgencia, que postula la necesidad de una relación de diez a
uno para controlar y eventualmente derrotar a grupos rebeldes.
Sea como fuere, casi nadie pone en duda que la
resistencia crece
"Hasta ahora, los mejores esfuerzos de
Estados Unidos y el ejército iraquí en formación no han logrado
evitar el crecimiento de la insurgencia", destacó el coronel
retirado estadounidense y especialista en contrainsurgencia Robert
Killebrew, en cuya opinión la resistencia puede alcanzar escala
regional aunque se realicen elecciones.
Killebrew, cuyas teorías serán discutidas la
semana próxima en el influyente y neoconservador Instituto
Estadounidense de la Empresa, arguye que el único modo de mejorar la
situación es aumentar la cantidad de soldados con que cuentan en Iraq
Washington y el gobierno interino, cerrar las fronteras con Irán y
Siria, y amenazar a los vecinos de Iraq con represalias si brindan
apoyo o refugio a los insurgentes.
El experto también aboga por aumentar en forma
sustancial el número total de soldados con que cuenta Estados Unidos,
como signo de "voluntad nacional".
Pero otros especialistas en contrainsurgencia
opinan que desplegar más tropas en Iraq sería contraproducente.
"El comienzo de la sabiduría es reconocer
que la guerra en Iraq no es una que Estados Unidos pueda ganar",
escribió en la prestigiosa revista especializada Foreign Affairs el
analista James Dobbins, de la Corporación Rand, un grupo de expertos
de ideología derechista que asesora desde 1946 al gobierno de Estados
Unidos y en especial a sus Fuerzas Armadas.
Dobbins fue enviado especial estadounidense en
gran cantidad de regiones conflictivas, desde los Balcanes hasta
Afganistán.
"Debido a errores iniciales de cálculo,
mala planificación e inadecuada preparación, Washington ha perdido
la confianza y el consentimiento del pueblo iraquí, y es improbable
que vuelva a ganarlos" según Dobbins, quien alegó que la
situación puede ser salvada, "pero sólo por los iraquíes
moderados, y sólo si concentran sus esfuerzos en ganar la cooperación
de Estados vecinos, asegurar apoyo de la comunidad internacional y
reducir rápidamente su dependencia de Estados Unidos".
Anthony Cordesman, prestigioso experto en asuntos
militares de Medio Oriente del Centro de Estudios Estratégicos e
Internacionales, también piensa que la única posibilidad de éxito
es que el control de Iraq quede en manos de iraquíes, mediante
"fuerzas mayores y más efectivas, lo antes posible" y un
gobierno mucho más efectivo que el interino actualmente en funciones.
"La naturaleza de la insurgencia y la política
en Iraq muestra claramente (...) que sólo fuerzas iraquíes pueden
minimizar la rabia y el resentimiento contra las fuerzas
estadounidenses, dar legitimidad al gobierno emergente y apoyar los
esfuerzos para lograr que ese gobierno y el sistema político sean más
incluyentes", sostuvo.
"También es claro que incluso los segmentos
de la sociedad iraquí que toleran a las fuerzas de la coalición
(ocupante), porque las consideran necesarias en la actualidad, quieren
que se vayan apenas sea posible", agregó el especialista.
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