Imposible garantizar
el cuidado del voto con los "observadores" desde Ammán
Ni Saddam Hussein
logró diferencias tan marcadas en Irak como esta elección
Por
Robert Fisk
The Independent,
17/01/05
Traducción para La
Jornada, México, de Gabriela Fonseca
Se postulan 7 mil 471
candidatos de 75 partidos y 9 coaliciones para obtener 275 escaños
Bagdad, 16 de enero.
El domingo 30 de enero será el día en que el mito y la realidad
convergerán con un estruendo que, me temo, será literal. La fecha mágica
que supuestamente transformará a Irak en una democracia sin duda será
saludada como otro logro en la aventura estadounidense y, sospecho,
como otro "gran día para Irak" según Lord Blair de Kut Al
Amara. El, quien desde luego, no será hecho estallar en pedazos en
las casillas electorales o destrozado por atacantes suicidas camino a
casa.
Los "mártires
de la democracia", como estoy seguro serán laureados los
muertos, serán aquellos iraquíes que habrán decidido participar en
una elección que es tan peligrosa que los observadores
internacionales "observarán" el proceso desde Ammán.
El verdadero problema
con estas elecciones, sin embargo, no es cuánta violencia tendrá
lugar antes, durante y, denlo por seguro, después del 30 de enero. La
mayor amenaza a la "democracia" es que con cuatro provincias
que integran cerca de la mitad de la población iraquí, en estado de
insurgencia, y con muchos poblados bajo control rebelde, esta elección
sólo va a incrementar las diferencias entre sunitas, chiítas y
kurdos de una forma que ni Saddam Hussein consiguió.
Si los sunitas no
votan -con la sola excepción de los que viven en Estados Unidos,
Siria y otros lugares exóticos- entonces la comunidad chiíta, que es
quizá 60 por ciento de la población, conseguirá un abrumador número
de escaños en la Asamblea Nacional de Transición.
En otras palabras,
los chiítas, que no están combatiendo la ocupación en Irak, votarán
bajo el auspicio estadounidense mientras que los sunitas, que sí la
están combatiendo, se rehusarán a participar en lo que los
insurgentes ya han denominado una "elección
colaboracionista".
Los 4 millones de
kurdos votarán. Pero no importa cuántos escaños ganen, no van a
abandonar su cuasi independencia tras los comicios. Así, los peligros
de una guerra civil -tan enarbolados por estadounidenses y británicos-
se verán incrementados y no suprimidos por este muy alardeado
experimento de democracia.
De hecho, Irak es una
sociedad tribal -no religiosa- y la verdadera guerra, que algunos en
Occidente querrán calificar de civil, continuará entre insurgentes
sunitas y el ejército de Estados Unidos.
Con todo, nadie podrá
ignorar el significado del asesinato, la semana pasada, de Mahmoud
Madaen, junto con su hijo y cuatro guardaespaldas en Salman Pak, al
sur de Bagdad. Madaen era el representante en la capital del ayatola
Alí Sistani, el principal prelado chiíta en Irak. Ese mismo día,
otro de los colaboradores de Sistani, Halim Moaqaq, fue encontrado en
Najaf "ahogado en su propia sangre", según un vocero.
El ayatola dio su
bendición al proceso electoral que, al menos teóricamente, dará
poderes por primera vez a los chiítas después de haber sido
marginados y aplastados por los otomanos, los británicos, los reyes,
y posteriormente, los dictadores sunitas de Irak.
Los chiítas han sido
instados repetidamente por sus líderes a no vengar estos ataques y
han mostrado una compostura notable. Aun cuando Mohamed Baqr Hakim, líder
del Consejo Supremo para la Revolución Islámica, murió por un coche
bomba el año pasado, no hubo un solo acto de venganza por parte de
los chiítas.
Sin embargo,
comprenden muy bien la amenaza lanzada por Osama Bin Laden en el
sentido de que la participación en las elecciones sería un acto apóstata
porque la Constitución iraquí "es jahaliyya, porque está hecha
por el hombre". La expresión usada por Bin Laden significa,
literalmente, "ignorante" y se refiere a los árabes de
tiempos preislámicos que vivían en la "ignorancia" de
Dios, antes del nacimiento del Profeta. De una cosa podemos estar
seguros: esos iraquíes que votarán son hombres y mujeres valientes.
Si son o no, esa es otra cosa.
Aunque los chiítas
ganen la mayor parte de los escaños en el Parlamento de 275 miembros,
la guerra continuará y los sunitas no tendrán nada que perder al
apoyarla. Además, el proceso electoral será tan complejo que hasta
aquellos que se atrevan a asistir a las casillas de votación en las
áreas sunitas quedarán perplejos ante las boletas.
Se postulan 75
partidos y nueve coaliciones, y hay en total 7 mil 471 candidatos para
los 275 escaños, quienes serán elegidos por representación
proporcional. Cualquier candidato que obtenga un 275avo del voto tendrá
derecho a escaño. Un partido que obtenga 20 por ciento del voto ganará
20 por ciento de los escaños, y los 55 candidatos que hayan recibido
más votos tendrán cada uno un escaño.
Y a fin de año, más
comicios
La labor del
Parlamento es proponer una Constitución que se someterá a referéndum
-otra peligrosa consulta que supuestamente se llevará a cabo el 15 de
octubre- y después, espérenlas, habrá elecciones el 15 de diciembre
para elegir a un nuevo gobierno.
Este calendario
divinamente optimista ha sido diseñado por estadounidenses e iraquíes
dentro de la zona verde, la muy bombardeada fortaleza en el centro de
Bagdad de la cual pocos emergen para visitar el mundo real de drenajes
abiertos, suburbios sin electricidad e indigencia que existe al otro
lado de su muralla.
Por supuesto, con
todos esos observadores bebiendo gin and tonics en Ammán, no habrá
manera de garantizar que los resultados electorales no serán
manoseados. El que la semana pasada un grupo electoral encabezado por
el actual primer ministro "interino" y ex agente de la CIA,
Iyad Allawi, fuera descubierto repartiendo billetes de 100 dólares en
sobres en blanco entre periodistas iraquíes, no sugiere que la
consulta vaya a transcurrir libre de corrupción.
Los estadounidenses y
británicos, claro está, harán un gran teatro de los miles de iraquíes
que votarán desde el extranjero, así como de la participación en
las ciudades chiítas y del norte kurdo. Se nos dirá una y otra vez
que el pueblo iraquí expresó sus deseos democráticos y que la
libertad realmente llegó a Irak, que las bombas no lograran derrotar
a la democracia, etc.
Todo bien y correcto.
Pero sin el voto sunita el parlamento será tan no representativo de
la nación como lo eran las elecciones de antaño. Y no hay motivo
para preocuparse. Si bien la insurgencia ha continuado, el número de
ataques suicidas con bomba ha disminuido notablemente en los últimos
días. Me pregunto por qué. ¿Ya se agotaron los voluntarios? ¿O será
que los escuadrones suicidas se están reservando y agrupándose para
el gran día?.
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