EEUU
teme un faltazo electoral y busca votos en el exterior
Por Gustavo Sierra
IAR-Noticias,
20/01/05
Se
estima que sólo irán a las urnas 8 de los 16 millones de votantes en
el país. El exilio iraquí en todo el mundo podría aportar hasta
unos 2 millones de sufragios.
Faiza
Ibrahim no cree que las elecciones de fin de mes en su país, Irak,
vayan a cambiar nada. Nunca votó en su vida y asegura que tampoco lo
hará en esta oportunidad. Es un iraquí sunnita de 30 años que
espera en la puerta de la Embajada iraquí en Amman que le entreguen
su pasaporte y el documento nacional que lo habilitaría para emitir
el voto, pero dice que se lo guardará para intentar viajar a Canadá.
"Estas
son las elecciones de Bush y Allawi (el premier iraquí), no del
pueblo. Ellos quieren que se vote a toda costa mientras nosotros
morimos como moscas con los atentados", dice Faiza mientras
caminamos por una callecita de Amman.
El
gobierno estadounidense y la administración provisional iraquí
esperan otra cosa. Quieren que los iraquíes que están fuera del país
y sin temor a ser asesinados por ir a votar lo hagan en forma masiva.
Y están haciendo todo lo posible por apoyar a la Organización
Internacional de los Refugiados (IOM), que está organizando unos 900
centros de votación en 150 ciudades desde Dinamarca hasta Irán y
desde Australia hasta los Emiratos Árabes. Estiman que podrían
juntar entre uno y dos millones de votos. Una suma importantísima si
se tiene en cuenta que las expectativas son que en Irak apenas voten 8
millones de los 16 millones de personas habilitadas para hacerlo.
"Aquí
en Jordania tenemos registrados unos 200.000 votantes que podrán
sufragar en tres días, entre el 28 y el 30 de enero", me explica
Lazhar Aloui, el director de la IOM en Jordania, en su oficina, no muy
lejos del suko, el mercado, del centro de la ciudad. La IOM está
entrenando a unos 1.000 iraquíes que viven en Jordania para terminar
de registrar a los posibles votantes y, luego, supervisar las mesas de
votación.
"Nos
pagan 200 dólares por un mes de trabajo y para nosotros es mucho
dinero. Estoy feliz de ganarme esos dólares y por hacer algo por mi
país estando fuera", asegura Nasir Shamali, una chica de 25 años
que escapó de la guerra en Mosul junto a su marido y tres hijos.
"Si no fuera por los dólares no agarraban a nadie", añade
Faiza.
Un
funcionario internacional latinoamericano con el que pude conversar en
el lobby del hotel Intercontinental y que me pidió que no diera su
nombre me aseguró que "la Embajada estadounidense está poniendo
mucho dinero acá en Jordania y en otros muchos países para juntar
votos". "Están desesperados por mostrar que esto de la
democracia, aunque imperfecta, se cumple también en Irak, y que por
lo tanto muy pronto muchos marines se podrán ir de allí", me
dice mientras tomamos un café.
Esto
se nota en una decisión muy curiosa por la que hasta Israel permitirá
a cualquier ciudadano iraquí votar en un centro electoral que se
abrirá en Jerusalén. Creen que podrían sumar unos cuantos miles de
votos de los iraquíes de origen judío que salieron de Irak antes de
la Guerra del Golfo, en 1991.
El
problema para todos los que finalmente quieran ir a votar dentro o
fuera de Irak está en lo complejo del proceso. Hay 111 partidos que
presentaron listas para elegir la Asamblea Nacional que formará al
nuevo gobierno. Estas nóminas contienen entre 12 y 275 nombres de los
candidatos. Para ser elegido, cada contendiente debería obtener unos
58.000 votos. Pero por problemas de seguridad, la gran mayoría de los
nombres en estas listas nunca fueron revelados.
La
lista más importante —que es la de unidad de los shiítas (Alianza
Iraquí Unida), apoyada por el gran ayatollah Al Sistani, el clérigo
más influyente del país— sólo dio a conocer 34 de los nombres de
sus 275 candidatos. "Tienen miedo de que los maten. En Irak,
apenas asomas la cabeza, te la cortan", dice Saad, un cocinero
iraquí que asegura tener tres primos que le anunciaron en una dramática
llamada telefónica que serán candidatos y que se lo contaban para
que sirviera como "buzón de seguridad" por si les pasaba
algo. "Prefieren mantener sus nombres en el anonimato hasta ver
si entran o no en la Asamblea. Si entran, tendrán protección; si no,
es mejor que nadie se entere", me cuenta en la esquina de la
Embajada iraquí bajo la atenta mirada de tres agentes jordanos.
La
única manera que tendrán los votantes de orientarse el día de las
elecciones será por referencias como "ésta es la lista de
Sistani" o "los sunnitas votamos en blanco". Acá los
únicos que hacen campaña son unos clérigos del poderoso Consejo
Supremo por la Revolución Islámica (SCIRI), que integra la
"lista de Sistani". Pero se niegan a hablar con la prensa.
Son los que van a ganar, no necesitan hablar con extranjeros. Ellos
dominan en los barrios shiítas de casi todo Irak y pareciera que
también en los centros de votación en el extranjero, como éste de
Amman.
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