Noam Chomsky
Estados Unidos y Gran Bretaña no permitirán un Irak
libre y soberano
Por
David Mc Neill
The Independent
Traducido para La Jornada por Jorge Anaya, 25/01/05
Noam Chomsky: dada la increíble profusión de elogios
que se le han dedicado -"una de las mentes más brillantes del
siglo XX (The New Yorker), "Hay argumentos para considerarlo más
importante de los intelectuales vivos" (The New York Times)-, es
difícil precisar lo que se espera cuando Noam Chomsky entra a la
habitación: tal vez un rayo de inmarcesible luz blanca o, al menos,
un aire majestuoso de realeza académica. También se ha dicho que es
un hombre "con profundo desprecio por la verdad" (The Anti-Chomsky
Reader [1]) y un "defensor del fascismo islámico"
(Christopher Hitchens [2]), entre algunas de las críticas más
moderadas.
Así que resulta una sorpresa cuando un hombre sonriente,
ligeramente encorvado, llega a su privado del Instituto Tecnológico
de Massachussets, se sirve un café y se disculpa por haber hecho
esperar al reportero. Como se ha mencionado con frecuencia, el
profesor Chomsky es una persona modesta, de hablar suave y generosa
con su tiempo, que contesta con diligencia los miles de mensajes
electrónicos que recibe cada semana, tarea laboriosa que consume
siete horas al día, y por lo regular firma simplemente como "Noam".
"No reconoce jeraquías", señala Bev Stohl, su asistente
desde hace muchos años. "Es lo que quienes lo aman dicen que es,
un hombre con gran interés por los demás."
Entre todo lo que se ha dicho de él, esa ingeniosa
definición de "rebelde sin pausa" que le encasquetó Bono
le viene a la medida. A los 76 años de edad, pese a su reciente lucha
contra el cáncer, Chomsky parece haber incrementado su prodigiosa
producción. En todo el mundo hay estantes que crujen bajo el peso de
sus escritos políticos, su voz puede escucharse en entrevistas por
radio cada semana y, aparte de su correspondencia electrónica y sus
extensas comunicaciones por la red, pronuncia cientos de discursos en
docenas de ciudades cada año.
"Así ha sido desde el 11/S", comenta.
"Ese hecho tuvo un efecto complejo sobre Estados Unidos, el cual
no me parece que se haya apreciado en el extranjero. La impresión que
se tiene es que convirtió a todos los estadounidenses en maniáticos
que ondean banderas, lo cual es una tontería. Abrió la mente de las
personas y puso a muchos a pensar: "Tengo que entender cuál es
nuestro papel y por qué ocurren estas cosas".
40 años de actividad política
Las opiniones de Chomsky sobre el papel de Estados Unidos
en el mundo son bien conocidas, gracias a cuatro décadas de intensa
actividad política marcadas por la demolición que con minuciosidad
propia de un médico forense ha hecho de la línea oficial de
Washington. Desde la guerra de Vietnam, que en su concepto fue librada
para detener la expansión del nacionalismo independiente, no del
comunismo, hasta los ataques a las Torres Gemelas, que para él se
originaron en la "rabia y desesperación" causadas por las
políticas estadounidenses, y su famosa afirmación de que todos los
presidentes de su país habrían sido colgados si se les hubiera
sometido a las leyes de Nüremberg, Chomsky ha sido el ácido en el
vientre de la bestia estadounidense, utilizando lo que Arundhati Roy
llama su "anárquica desconfianza del poder" para roer su
insolente autosuficiencia.
Aun con esos antecedentes, señala, le asombra el
resultado que ha tenido la invasión a Irak, la cual "debió
haber sido una de las ocupaciones militares más fáciles de la
historia. Creí que la guerra acabaría en dos días y de inmediato
vendría la ocupación. Se sabía que Irak era el país más débil de
la región; de otro modo Estados Unidos jamás lo habría invadido.
Las sanciones habían matado a decenas de miles y orillado al pueblo a
depender de Saddam Hussein para su supervivencia, pues de no ser así
probablemente lo habría derrocado.
"Era obvio que el país se desmoronaría de un empujón.
Y que la resistencia no recibiría ningún apoyo significativo del
exterior. Pero, de hecho, está resultando mucho más difícil que la
ocupación de Europa por los alemanes durante la Segunda Guerra
Mundial. Los nazis no tuvieron mucho problema en Europa; en cambio
Estados Unidos se las ha arreglado para convertir la empresa en una
catástrofe increíble. Y eso obedece en parte a la forma en que ha
tratado a la gente, pues engendra resistencia, odio y miedo."
El próximo domingo se celebrarán las tan esperadas
elecciones iraquíes, pero Chomsky expresa que los discursos sobre un
Irak soberano, independiente y democrático son "una mala broma.
No veo ninguna posibilidad de que Gran Bretaña y Estados Unidos
permitan un Irak soberano e independiente; es casi inconcebible. Tendría
mayoría chiíta, y es probable que uno de sus primeros pasos fuera
tratar de reconstruir relaciones con Irán. No es que los chiítas
iraquíes sean partidarios de Jameini (el líder supremo de Irán);
quieren ser independientes, pero es una relación natural e incluso en
el régimen de Saddam comenzaban a restablecer vínculos con Irán
".
"Eso podría instigar cierto grado de autonomía en
las regiones mayoritariamente chiítas de Saudiarabia, en las cuales,
por cierto, es donde hay más petróleo. Se podría proyectar en un
futuro no muy lejano una posible región dominada por los chiítas,
con inclusión de Irán, Irak y las regiones petroleras de Saudiarabia,
que de hecho monopolizaría las principales fuentes de petróleo del
mundo. ¿Va Estados Unidos a permitir eso? Por supuesto que no.
"Además, un Irak independiente restauraría su
posición como gran potencia, tal vez dominante en el mundo árabe, lo
cual significa que trataría de rearmarse y confrontar al enemigo
regional, que es Israel. Bien podría desarrollar armas de destrucción
masiva para enfrentar las de Israel. Es inconcebible que Washington y
Londres lo permitan."
Chomsky cree que las comparaciones de Irak con Vietnam
son desacertadas, sobre todo porque Vietnam no fue al final de cuentas
una derrota para los objetivos estratégicos estadounidenses.
"Los recursos vietnamitas no tenían tanta significación. Irak
es diferente: es el último rincón del mundo en el que quedan enormes
yacimientos petroleros, tal vez los mayores del mundo, o casi. Se
trata de que los ingresos provenientes de esa riqueza lleguen a los
bolsillos debidos, es decir, los de las corporaciones de Estados
Unidos, en primer lugar, y después las de Gran Bretaña. Y el control
de esos recursos coloca a Washington en posición muy poderosa para
ejercer influencia sobre el mundo."
Se distancian antiguos colegas
Uno de los acontecimientos más sorprendentes posteriores
al 11-S ha sido el distanciamiento entre Chomsky y antiguos colegas de
izquierda, sobre todo el escritor Christopher Hitchens, quien lo acusa
de "fabricar excusas para el fascismo teocrático" y de
ejercer "la equivalencia moral" en sus análisis del 11-S y
del imperialismo estadounidense. "Es estremecedora la forma en
que Chomsky ha transformado su apoyo a los de abajo en respaldo a los
perros rabiosos", declaró HItchens.
Al respecto Chomsky comenta: "No me interesan los
desplantes y berrinches de las personas. ¿Qué significa eso,
equiparar el 11-S a los crímenes estadounidenses? Ni siquiera se
puede comparar el 11-S con lo que llaman el otro 11-S al sur de la
frontera".
El 11 de septiembre de 1973, en Chile, el presidente fue
asesinado, la democracia más antigua de América Latina fue
destruida, el número oficial de muertos llegó a 3 mil, y el número
real probablemente sea el doble. En proporción a Estados Unidos serían
100 mil. El golpe instauró una dictadura brutal y despiadada, un
virus que se propagó a buena parte del resto de América Latina y
ayudó a inducir una tremenda ola de terror. ¿Cómo se compara eso
con el 11 de septiembre de 2001? Si se cuentan números y
consecuencias, es mucho peor. Pero no tiene sentido la comparación.
Cada una por sí misma es una atrocidad. Y las atrocidades que nos
interesan son las que podemos detener.
"Cuando Gran Bretaña y Estados Unidos invadieron
Irak, era razonable prever que incrementarían la amenaza de terror, y
así ha ocurrido. Están contribuyendo de nuevo al terror de la
variedad del 11-S, que probablemente se dirija contra Estados Unidos,
lo cual sería terrible. Tarde o temprano el terrorismo estilo jihad y
las armas de destrucción masiva se unirán, y las consecuencias podrían
ser horrendas. Así pues, si nos importa el terrorismo estilo jihad,
no debemos contribuir a alentarlo."
Enfrentar el terrorismo, en opinión de Chomsky, requiere
de un "programa dual" en la línea del que "Gran Bretaña
aplicó en Irlanda del Norte". Explica: "los actos
terroristas son crímenes; así pues, se captura a los culpables, se
emplea la fuerza si es necesario y se les somete a un juicio justo.
Ellos desean apelar a la reserva de comprensión existente hacia sus
actividades, incluso por parte de personas que los detestan y les
temen. Si pueden movilizar esa reserva, ganan. Podemos ayudarlos a
movilizar esa reserva mediante la violencia, o reducirla mediante la
atención a demandas legítimas".
Cada vez que se recurre a la violencia se hace un
obsequio a los jihadistas. Responder con una violencia que golpea a
civiles es un regalo a Osama Bin Laden: se le otorga la propaganda que
desea para decir: "Tenemos que defender el Islam contra los
infieles de Occidente que intentan destruirlo. La nuestra es una lucha
de defensa".
"Si queremos movilizar esa fuerza, ésa es la manera
de intervenir. Pero existe otra forma, que es poner atención a los
reclamos legítimos. Y eso también es intervención."
Notas:
[1] Colección de textos contrarios a Chomsky, compilada
por Peter Collier y David Horowitz
[2] Columnista de Vanity Fair. (N. del T.)
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