La participación en
Vietnam también fue buena
Por Sami Ramadani (*)
The Guardian,
01/02/05
Traducción de
Isidoro
Publicado por
Panorama Internacional, 06/02/05
Ninguna cantidad de
cuentos fantásticos puede ocultar la hostilidad de los iraquíes
hacia la ocupación de EE.UU.
El 4 de septiembre de
1967 el New York Times publicó una historia esperanzadora sobre las
elecciones presidenciales realizadas por el régimen títere de
Vietnam del Sur en el apogeo de la guerra de Vietnam. Bajo el titular
“EE.UU. fortalecido por la votación vietnamita: agentes citan un
83% de participación a pesar del terror del Vietcong”, el periódico
informaba que los americanos habían sido “sorprendidos y
animados” por el tamaño de la participación “a pesar de una
campaña terrorista del Vietcong para desbaratar la votación”. Una
elección exitosa, continuaba, “ha sido vista por mucho tiempo como
la clave en la política del Presidente Jonson de alentar el
crecimiento de procesos constitucionales en Vietnam del Sur”. Los
ecos de la propaganda de este fin de semana sobre las elecciones de
Irak son tan cercanos como para ser misteriosos.
Con la avalancha de
cuentos fantásticos de los últimos días, Ud. podría ser perdonado
por pensar que el 20 de enero de 2005 la ocupación de Irak conducida
por EE.UU. terminó y el pueblo ganó su libertad y sus derechos
democráticos. Esta ha sido una campaña con múltiples capas, que
hace acordar al frenesí de pre guerra sobre las Armas de Destrucción
Masiva y las fantasías sobre las flores que los iraquíes estaban
juntando para arrojar a las fuerzas de invasión. Como se puede
cuadrar las palabras democracia, libre y justo con la brutal realidad
de la ocupación, la ley marcial, una comisión electoral designada
por EE.UU. y candidatos secretos raramente ha sido permitido que se
abra paso a la atención del público.
Si la verdad es la
primera baja de la guerra, los números confiables deben ser la
primera baja de una elección controlado por una ocupación. La
segunda capa de cuentos ha sido diseñada para convencernos de que una
aplastante mayoría de los iraquíes participaron. El reclamo inicial
de un 72% de votantes fue rápidamente rebajado a 57% de aquellos
registrados para votar. Así que, ¿qué porcentaje de la población
adulta está registrada para votar? El embajador iraquí en Londres no
pudo iluminarme. De hecho, como confirman las fuentes de la ONU, no ha
habido registro o lista publicada de electores – todo lo que se nos
dice es que alrededor de 14 millones de personas estaban capacitadas
para votar.
En cuanto a los iraquíes
en el extranjero, la comunidad de exiliados de casi 4 millones /con
quizás un poco más de 2 millones capacitados para votar) produjo un
número de registrados de 280.000. De aquellos, 265.000 votaron
efectivamente.
El sur iraquí, más
religioso que Bagdad, respondió positivamente a la posición del Gran
Ayatolá al-Sistani: admitir el bluff de los EE.UU. y votar por una
lista que proclamaba ser hostil a la ocupación. Los partidarios de
Sistani declararon que votar el domingo era el primer paso para patear
fuera a los ocupantes. Los meses venideros pondrán estas
declaraciones a severa prueba. Mientras tanto, el movimiento popular
de Muqtada al-Sadr, quien rechazó las elecciones como una farsa, es
probable que regrese a su resistencia abierta a la ocupación.
La gran votación en
Kurdistan refleja primariamente la demanda del pueblo kurdo por la
autodeterminación nacional. La administración de EE.UU. hasta ahora
ha apretado los tornillos a aquellas presiones. La reciente propuesta
de Henry Kissinger de dividir Irak en tres estados refleja un giro
sustancial entre figuras influyentes en los EE.UU. quienes, conducidas
por Kissinger como secretario de estado, abandonaron a los kurdos en
los 70s y negociaron un acuerdo entre Saddam y el Sha de Irán.
George Bush y Tony
Blair hicieron discursos heroicos el domingo denotando que los iraquíes
habían votado para aprobar la ocupación. Aquellos que insisten en
que EE.UU. está desesperado por una estrategia de salida leen mal sus
intenciones. Los hechos en el terreno, incluyendo la construcción de
abultadas bases militares en Irak, indican que EE.UU. está cavando
para instalarse y apoyar un régimen títere de larga duración. Por
esta razón, la presencia conducida por EE.UU. continuará, con todo
lo que conlleva en términos de derramamiento de sangre y destrucción.
En la carrera hacia
la elección, gran parte de los medios occidentales la presentaron
como un duelo de mediodía entre el terrorista Zarqawi y el pueblo
iraquí, con las fuerzas de ocupación haciendo lo mejor posible para
permitir al pueblo derrotar al malvado, cojo, asesino jordano. En
realidad, la violencia sectaria al estilo Zarqawi no sólo es
condenada por lo iraquíes a lo largo del espectro político,
incluyendo a los partidarios de la resistencia, sino que es
ampliamente visto que las autoridades de la ocupación hacen la vista
gorda hacia ella. Semejantes actitudes son poco consideradas por los
extranjeros, pero el historial de John Negroponte, el embajador de
EE.UU. en Bagdad, de apoyar pandillas terroristas en América Central
en los 80s ha encendido estos temores, como lo han hecho los informes
de Seymour Hirsh sobre los escuadrones asesinos del Pentágono y su
entusiasmo por la “opción Salvador”.
Un análisis honesto
del mapa político y social de Irak revela que los iraquíes están
cada vez más unidos en su determinación de acabar con la ocupación.
Hayan participado de o boicoteado el ejercicio del domingo o no, este
vínculo político pronto se reafirmará – del mismo modo en que lo
hizo en Vietnam – a pesar de las diferencias tácticas, y a pesar de
los intentos de la ocupación conducida por EE.UU. para dominar a los
iraquíes inflamando las divisiones sectarias y étnicas.
(*) Sami Ramadani fue
refugiado político del régimen de Saddam Hussein y es catedrático
senior de la London Metropolitan University.
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