En enero EEUU ha
superado la cifra de un millar de militares muertos en combate
Polarización
sectaria e interinidad en una nueva fase de ocupación tras las
elecciones
Por Carlos Varea
IraqSolidaridad,
18/02/05
La Junta Electoral
iraquí presentaba finalmente el sábado 13 de febrero los resultados
de los comicios celebrados en Iraq el pasado 30 de enero. Los
resultados se ajustan a lo previsto, esencialmente un reparto de los
275 escaños de la nueva Asamblea Nacional entre las formaciones
asociadas a los ocupantes y que han formado parte de las instancias
previas instauradas por EEUU y Reino Unido tras la invasión de Iraq,
primero del Consejo Gubernativo y, a partir de junio de 2004, del
denominado Gobierno Interino, presidido por Iyad Alawi [1].
El número oficial de
participantes en los comicios ha sido fijado finalmente en 8.456.266
votantes, sobre un total de inscritos de 14,7 millones, es decir el
59%. De los 20 millones de potenciales votantes se habían inscrito
para poder hacerlo 14 millones, según fuentes oficiales, es decir el
70%. Calcúlese el porcentaje final total de participación: en torno
al 42%.
Lo más relevante es
que la coalición, si no exclusivamente shi’í (incluye formaciones
de otras comunidades y confesiones), sí articulada en torno a la
figura del gran ayatollah as-Sistani y las dos principales formaciones
confesionales shiíes (el Congreso Supremo de la Revolución Islámica
en Iraq, CSRII y ad-Dawa), la Alianza Unida Iraquí (AUI), ha
obtenido, según declaraciones propias, menos votos de los esperados:
1,9 millones. La AUI ha logrado así el 47,6% de los casi 8,5 millones
de votos emitidos, el 60% de ellos en Bagdad (donde votó el 51% de
los inscritos) y el resto en las nueve provincias del sur del país,
donde el promedio de participación fue del 72% [2].
Hay discrepancias en
la asignación del número de escaños, pero la AUI contará según el
reparto de la Junta Electoral con 132, es decir carecerá de mayoría
absoluta en la Cámara (fijada en dos tercios) pero será la fuerza
principal. Efecto colateral inevitable de la estrategia de
desmantelamiento confesional y sectario del Estado iraquí seguida por
la Administración Bush, este hecho solo atenuará parcialmente la
poderosa irrupción de Irán en el escenario interno iraquí, dada la
estrecha relación con este país que mantienen tanto la propia
jerarquía shi’í iraquí (as-Sistani es iraní), como las dos
formaciones principales de la lista vencedora, el CSRII y ad-Dawa (que
incluso combatieron al lado de Teherán durante la guerra irano-iraquí).
La siguiente lista más
votada ha sido la de la coalición —de los otrora enemigos— Unión
Patriótica del Kurdistán (UPK, de Talaban) y el Partido Democrático
del Kurdistán (PDK, liderado por Barzani), la denominada Alianza
Kurda, con el 25,4% de los votos y que tiene asignados 71 escaños. La
tercera es la del actual primer ministro Alawi, la Lista Iraquí, con
el 13,6% de los votos y 38 escaños. La cuarta más votada es la
encabeza por el actual presidente interino del país, Ghazi al-Yawar,
sunní, que contará con cinco escaños. Al-Yawar probablemente ha
recogido el limitado voto de las provincias centrales del país, con
un porcentaje mínimo de participación en la de al-Anbar (con capital
en ar-Ramadi y donde se localiza Faluya), el 2%, y máximo en la de
Salah al-Din, con el 29%. Las provincias caracterizadas como de
“mayoría sunní” por los medios de comunicación suman siete
millones de iraquíes, un cuarto de la población total del país.
Otras siete
candidaturas se reparten el resto de escaños de la Asamblea, entre
ellas la del Partido Comunista (Unión del Pueblo, con dos) y una
lista de seguidores del clérigo Moqtadar as-Sadr (lista Nacional
Independiente, con otros dos), quien se desvinculó de la lista
promovida por as-Sistani, pero que, respetando el liderazgo religioso
de la jerarquía shi’í (al-Marja’iyyah, integrada por
cuatro ayatollahs), no llamó al boicot activo de los comicios [3].
Esta lista de seguidores de as-Sadr ha recibido su apoyo
mayoritariamente en la provincia de Maysan, donde el porcentaje de
participación ha sido el máximo estatal, como en el Kurdistán, del
85% [4]. Tras las elecciones, as-Sadr ha pedido un
calendario para la retirada de las tropas de ocupación [5] y
probablemente espera canalizar de nuevo a su favor la oposición
mayoritaria a la presencia de los ocupantes entre el electorado shí’í
a medida que se evidencia que la Asamblea y el nuevo gobierno, como ya
se ha adelantado, no pedirá a EEUU y demás países ocupantes el fin
de su presencia en el país [6].
Una situación de
interinidad
Estos resultados
electorales, se les otorgue la fiabilidad que se quiera (las denuncias
de irregularidades han sido muchas, particularmente en la disputada
ciudad de Kirkuk [7], que la coalición UPK-PDK
reivindicará como capital de un ampliado Kurdistán iraquí),
prefiguran un panorama político en Iraq para el próximo año
complejo, que habrá de resolverse con un reparto equilibrado de
cargos entre las tres listas más votadas, en una atmósfera que no
pierde su carácter de interinidad.
Así, el nuevo
parlamento habrá de estar constituido para el primero de marzo y habrá
de abordar la formación de un nuevo gobierno y la redacción de una
nueva Constitución basada en la denominada Ley Administrativa
Transitoria, un texto provisional aprobado hace ahora un año que, según
el calendario establecido por la Autoridad Provisional de la Coalición
antes de su disolución en junio de 2004, habrá de someterse a referéndum
el 15 de octubre. Tras ello, se convocarán nuevamente elecciones
generales el 15 de diciembre para elegir otra nueva Asamblea y un
nuevo gobierno, ya por cinco años.
La Administración
Bush sin duda participará activamente en lograr un acuerdo entre los
triunfadores en lo que respecta a la designación de los cargos de
primer ministro y presidente del país. Alawi ha procurado en estos días
—con visita a Irbil incluida— que los partidos kurdos le apoyen en
su intento de mantenerse como primer ministro, haciendo valer para
ello su carácter de puente —“shi’í laico” [sic]—
entre las dos listas más votadas. La alianza UPK-PDK postula a Jalal
Talabani, líder de la UPK, como presidente del país. Por su parte la
coalición ganadora ha insistido en que quiere para sí el cargo de
primer ministro, designando para éste a Ibrahim al-Jaafari, máximo
dirigente de ad-Dawa y actual vicepresidente del país [8].
Presentado como un moderado por medios occidentales, al-Jaafari,
exilado en Irán desde los años 80, pertenecía a la denominada
“rama londinense” de ad-Dawa, más proclive que la parte de
dirección del partido asentada en Teherán a asociarse a los planes
de EEUU y Reino Unido de invasión de Iraq.
Fuentes kurdas
avanzaban un acuerdo preliminar por el cual la Alianza Kurda
finalmente apoyaría a un primer ministro de la lista shi’í y no a
Alawi, a cambio de que la presidencia del país se otorgue a Talabani [9],
un hombre con muy buenas relaciones con Irán, Turquía e Israel.
Las líneas de mayor
tensión entre la Alianza Kurda y la Alianza Unida Iraquí de as-Sistani
es la reivindicación federalista de la primera y la imposición de la
ley islámica como exclusiva fuente de legislación en la nueva
constitución de la segunda, ya expresada abiertamente tras los
comicios [10]. La posibilidad de acuerdo, aquél
derivado de la presión estadounidense y del sometimiento a la lógica
de los ocupantes de unos y de otros en esta nueva etapa de dominación,
que cabe imaginar como caracterizada por una división territorial de facto
de Iraq, mientras se ajustan para 2006 los acuerdos sobre la
presencia militar indefinida de EEUU y Reino Unido y la privatización
de los hidrocarburos. En suma, la gestión y reparto en clave
neocolonial del crudo iraquí.
Por su parte, las
formaciones que llamaron al boicot de las pasadas elecciones en Iraq,
agrupadas en el Congreso Fundacional Nacional Iraquí, han emitido un
comunicado el 14 de febrero al término de un nueva reunión mantenida
en Bagdad. Entre las formaciones y personalidades reunidas se
encontraba un representante de Moqtadar as-Sadr, junto a la Asociación
de Ulemas Musulmanes y formaciones laicas y nacionalistas (incluido el
Partido Baaz). El comunicado, avanzado por Al-Jazeera , exige
de la comunidad internacional “[...] un calendario
internacionalmente garantizado para la retirada de las tropas
extranjeras” y fija las dos condiciones de su participación en un
“[...] proceso de reconciliación nacional y redacción de la
[nueva] Constitución”: que se ponga fin a la designación de cargos
según “[...] criterios religiosos, raciales o étnicos” y
“[...] el reconocimiento del derecho del pueblo a resistir” la
ocupación. El comunicado declara como “ilegítimo” el gobierno
iraquí que surge de unas elecciones que son caracterizadas como
“fraudulentas” y con limitado grado de participación popular.
Continuidad de la
presencia extranjera
Debido a este carácter
de interinidad de las nuevas instancias iraquíes surgidas del 30 de
enero, no se espera que EEUU discuta con el gobierno iraquí que ha de
ser ahora constituido el denominado Status of Forces Agreement
(“Acuerdo sobre el estatuto de las fuerzas [extranjeras en Iraq]”)
[11], es decir, un calendario de retirada parcial y
escalonada de las tropas de ocupación y la formalización de su
presencia definitiva en el país por medio del establecimiento de
hasta 14 bases militares estadounidenses y británicas, asociadas
—se afirma— a puntos neurálgicos de extracción, producción y
exportación de crudo y gas iraquíes [12]. En
cualquier caso, todas las declaraciones más recientes de miembros de
la Administración Bush y del propio presidente coinciden en el
mantenimiento de la presencia de las tropas estadounidenses más allá,
cuando menos, de este año 2005, máximo cuando se confirma lo poco
que avanza el proceso de formación y adiestramiento de los nuevos
cuerpos de seguridad iraquíes, hasta el punto que el Pentágono ha
renunciado a dar cifras concretas sobre esta materia [13].
Mandos militares
estadounidenses han reconocido que el nivel de violencia el día de
las elecciones fue muy superior al inicialmente admitido, entre 200 y
300 ataques, cuando el vicesecretario de Defensa Wolfowitz limitó el
número de acciones a ocho ataques suicidas [14]. El
segundo mando del Comando Central de EEUU, el general Lance Smith, ha
señalado que la actividad insurgente se mantiene tras la elecciones
en niveles similares a las semanas anteriores. En diciembre murieron
en combate 55 militares de EEUU (58 en diciembre) con una distribución
territorial amplia, a los que hay que sumar otros 52 fallecidos en
“incidentes no hostiles” [15]. Desde el 1 de mayo
de 2003 han muerto en combate 1.019 militares de EEUU. En el
transcurso de los primeros quince días de este mes han muerto en
combate al menos 15 militares estadounidenses.
Además han muerto
por la actividad insurgente 10 británicos, un italiano (en Nasiriyah
el día 19 de enero) y ocho ucranianos y un kazaco (todos ellos en la
provincia de Wasit). Los militares británicos murieron el mismo día
de las elecciones por el derribo de un avión de transporte C-130 a
30 kilómetros al noroeste de la capital, una práctica que empieza a
preocupar a las autoridades de ocupación por su carácter creciente y
porque los insurgentes estarían utilizando misiles relativamente
sofisticados tierra-aire SAM y MANPADS (Man Portable
Air Defense Systems), provenientes de arsenales clandestinos del
ejército iraquí [16].
Tras la elecciones,
mandos estadounidenses indicaban a la cadena CNN que el Pentágono
ha elevado hasta entre 13.000 y 17.000 la cifra oficial de
insurgentes (antes limitada a 5.000), en su mayoría, según los
oficiales, militantes o cuadros militares baasistas; menos de un
millar serían seguidores de az-Zarqawi.
Escándalos petrolíferos
Nada parece indicar
que el nuevo gobierno iraquí se salga del guión establecido por EEUU
y Reino Unido. Sobre el terreno seguirán los más de 40.000 asesores
civiles y militares estadounidenses que, impuestos por Paul Bremer
y designados para cinco años, supervisarán igualmente cada una de
las decisiones —si es que cabe calificarlas como tales— de las
nuevas instancias iraquíes [17].
Al igual que en la
faceta securitaria, no cabe imaginar que el nuevo gobierno iraquí
altere la intervención de EEUU en la gestión de la renta petrolífera.
El actual ministro de Finanzas —antes mencionado como candidato del
CSRII a primer ministro—, Adil Abd al-Mahdi, se manifestaba
partidario el pasado mes de diciembre, durante una visita a
Washington, de la aprobación por el nuevo gobierno iraquí de una ley
de privatización del sector petrolífero que permitiera a las compañías
extranjeras invertir —y ser por tanto propietarias— en cualquier
tramo de la explotación energética del país. Contratos en esa línea
ya estarían siendo aprobados de manera encubierta en estos meses
durante su gestión al frente del ministerio, incluidos aquellos por
valor de 450 millones de dólares para la explotación de los
yacimientos de Suba-Luhais y Hamrin [18].
Lo cierto es que las
alharacas y fuegos de artificios lanzados con motivo de las elecciones
del 30 de enero han permitido tapar el escándalo del informe
presentado ese mismo día por Stuart Bowen, Inspector General de EEUU
para la Reconstrucción de Iraq, relativo a 8,8 mil millones de dólares
obtenidos por la venta de crudo durante los 14 meses de mandato de la
Autoridad Provisional de la Coalición (APC) y cuyo destino se
desconoce, además de un cifra indetermina de hasta 800 millones de dólares
(de ellos, al menos 500 millones también procedentes de la venta de
crudo iraquí, el resto de fondos del Pentágono) otorgados a mandos
militares estadounidenses para actividades de emergencia sobre
el terreno y sin necesidad de ser justificados [19].
Notas:
(*) Carlos Varea es
coordinador de la Campaña Estatal contra la Ocupación y por la
Soberanía de Iraq, CEOSI-
1. Véase el texto de
Carlos Varea en Rebelión del 4 de febrero de 2005, “Tras las
elecciones en Ira: No perder el hilo”: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=10986.
2. Según datos
oficiales iraquíes.
3. AFP, 4 de
febrero de 2005.
4. Finantial Times
(edición electrónica), 10 de febrero de 2005. En esta provincia
los seguidores de as-Sadr habrían llegado a un acuerdo de control de
la seguridad con los militares británicos.
5. AFP, 4 de
febrero de 2005.
6. El mismo martes día
1 de febrero, el actual presidente interino de Iraq, Ghazi al-Yawer,
dejaba bien claro que “[...] carece absolutamente de sentido” una
petición por parte de las nuevas instancias iraquíes de una salida
de las fuerzas de ocupación “[...] en este caos y con este vacío
[actual] de poder” (Associated Press, 1 de febrero de 2005).
Al-Yawer indicó que “[h]acia finales de este año podríamos ver
una reducción del número de fuerzas extranjeras”. De igual tenor
se han manifestado otros responsables iraquíes, entre ellos, el
ministro interino de Defensa, Hazem Shaalan. Más significativa sin
duda es la posición mostrada poco después por quienes supuestamente
son los ganadores de los comicios: Mohammad Juzai, uno de sus
portavoces de la jerarquía shí’i, ha confirmado que ésta no
solicitará la salida de las tropas de ocupación por el momento, según
informa The Washington Post el 3 de febrero.
7. IslamOnline.net
y agencias, 12 de febrero de 2005. Las denuncias parten de
organizaciones árabes y turcomanas que afirman que estas comunidades
no han podido votar.
8. Al-Jazeera,
16 de febrero de 2005. Al-Jaafari ha desplazado al candidato del CSRII,
el actual ministro de Finanzas, Adil Abd al-Mahdi.
9. Reuters, 13
de febrero de 2005.
10. The Jordan
Times, 9 de febrero de 2005.
11.
Escobar, J. “The Roving Eye. The Shi’ites’ Fautian Pact”, Asian
Times ( www.atimes.com ), febrero de 2005.
12.
Al-Moktar, S. “Oil in the election”, Al-Ahram Weekly Online,
febrero de 2005.
13. The
Independent, 13 de febrero de 2005.
14. UPI, 9 de
febrero de 2005.
15. Datos oficiales
recogidos en Iraq Coalition Casualties Count.
16. India Daily,
9 de febrero de 2005.
17.
Phyllis Bennis, UFPJ Talking Points 29: “Reading the
elections”, 1 de febrero de 2005.
18. The News
Standar, 8 de febrero de 2005.
19. The Guardian,
8 de febrero de 2005. Otros 1,4 mil millones de dólares fueron
transferidos también por la APC de Bremer al gobierno autónomo del
Kurdistán in que se conozca su destino final.
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